José y Antonio abandonan el número 27 de la calle Marqués de Urquijo a las 22:08 horas por uno de sus afluentes. Lo hacen cabizbajos, como el pescador que no ha dado con el banco de peces y nada tiene que llevar a casa. Tienen el rostro curtido del cheli madrileño, las arrugas baqueteadas del vendedor ambulante y un mogollón de banderas de España en el carrito de la compra.
Creyeron que, ávidos, habían visto un negocio con el que tirar unas semanas, una forma imaginativa con la que echar unos euros al bolsillo. Que a escasos 50 metros sean decenas, cientas, las banderas nacionales que ondean los manifestantes adivinaba una oportunidad. Sin embargo, finalizado el duodécimo día de protestas frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz, el negocio sigue sin dar beneficios.
¿Cuál es el problema? "La gente viene con las banderas de casa", se resigna Antonio, el mayor de los dos amigos, sin ganas de charlar un rato. ¿No ha mejorado la cosa con los días? "¿No ves que nos vamos cargados? Eso, en un negocio, siempre es malo", señala la evidencia. ¿A cuánto las vendéis? "Yo qué sé", abandona la conversación.
Si bien son los únicos llegados al epicentro de la protesta en Ferraz con este propósito, al menos este martes, no sólo ellos tratan de hacer negocio con el envoltorio del enfado. Hay competencia en la misma calle. Se trata de dos negocios, uno regentado por ciudadanos pakistaníes; y otro, por chinos, los clásicos dominadores de este mercado.
El primero se ubica en el número 21 de la misma calle, está rotulado con un cartel de 'Autoservicio' y las banderas asoman por el umbral de la puerta. Dos antidisturbios con el casco atado al cinto hacen cola con los mismos chavales que, días atrás, formaron barricadas con los cubos de basura de la zona. Aunque las bebidas elegidas por unos y otros descubran su lugar en las próximas horas, no hay rencor.
"Son buenas", insisten los pakistaníes sobre las banderas, grandes y pequeñas, con un precio de cinco y tres euros, respectivamente. ¿Estáis vendiendo muchas? "Son buenas", repiten. A ver, cuántas hoy. "Amigo, buenas", vuelven a contestar, justo antes de rebajar, sin necesidad de regatear, hasta los cuatro euros las grandes.
Con la certeza de la calidad de las banderas que venden los pakistaníes de los aledaños de Ferraz, los chinos son los que más tamaños de banderas ofertan, introduciendo un formato mini de protesta por 1,5 euros. Ubicado en el número 10 de la calle Márques de Urquijo, se trata del negocio que vende banderas que, cerca de la concentración, más alejado está de su cogollo.
El matrimonio que lo regenta tampoco ofrece cifras a EL ESPAÑOL sobre el volumen de ventas estos días. "Más o menos", calculan. Tienen tres tamaños: grandes (4,90 euros, el precio más profesionalizado de todos), medianas (por 3,50 euros) y el citado formato mini (1,50 euros), con el que es difícil frenar la amnistía pactada entre Pedro Sánchez y Carles Puigdemont.
Sin embargo, en contra lo que se podría pensar, las banderas en Ferraz se venden a cuentagotas. Tanto que el ciudadano chino que regenta este último negocio tiene que salir al paso de los manifestantes para intentar vendérselas. La boca del Metro de Argüelles es un hormiguero del que brotan manifestantes que, cargados de convicciones, ya portan bandera. Con o sin el escudo recortado.