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Reportajes REPORTAJES

La guerra del tomate español que va ganando Marruecos por cultivar en el Sáhara Occidental

Asociaciones agrarias como COAG denuncian que por esta competencia, España ya no es el principal proveedor de Reino Unido, en Canarias ya no se cultiva tomate y en Andalucía se han perdido 4.000 hectáreas en 5 años.

27 noviembre, 2023 02:57

"Marruecos puede traer a Europa 320.000 toneladas de fruta y verdura, que estarían libres de aranceles. Pero están entrando 600.000 toneladas, duplicando lo autorizado". Andrés Góngora, responsable de frutas y verduras de COAG a nivel nacional, se pregunta: "¿Cuándo han pagado las tasas? Nadie lo sabe. La Unión Europea nos responde que los estados miembros no le pasan esa información". 

Los datos presentados por la propia Comisión Europea hace unas semanas prevén que en España, en 2035, habrá una importante caída, en torno al 21,5%, de la superficie cultivable de tomates. Y añade, además, la pérdida del 22% de la producción. "Ahora mismo, somos los primeros exportadores a nivel intracomunitario. Pero si nos salimos del ámbito europeo, ya nos han adelantado. Nosotros ya estamos por debajo de las 600.000 toneladas". 

El principal proveedor de tomate a Reino Unido es ya Marruecos, no España. En Andalucía se han perdido 4.000 hectáreas en 5 años: de 12.000 a 8.000, sustituyéndose por el pimiento como cultivo principal. "Y en Canarias, ya no se cultiva tomate canario. Se ha perdido", sostiene Góngora, quien denuncia el incumplimiento sistemático del acuerdo arancelario, que estipula que a partir de las 320.000 toneladas, se deben abonar 46 euros por cada 100 kilos. "Ni se está cumpliendo el acuerdo, ni se están fiscalizando estos contigentes".

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¿Los precios a la hora de vender? Siempre 20 céntimos por debajo del tomate español. Si el español está a un euro, "pues ellos lo ponen a 70 u 80 céntimos. Ésa es su fórmula para coger mercado, teniendo en cuenta además que la mano de obra es fundamental para fijar precios y en Marruecos se paga la décima parte de lo que se paga aquí". 

Panorámica de los invernaderos de Dakhla, en el desierto del Sáhara Occidental.

Panorámica de los invernaderos de Dakhla, en el desierto del Sáhara Occidental. E.E.

De hecho, muchas empresas españolas, en su mayoría murcianas o canarias, han invertido en explotaciones agrarias en Marruecos, "pero la mayoría se ha vuelto ya. Eso sí, la inversión que hicieron se ha quedado allí". Las leyes marroquíes prohíben que empresas extranjeras exploten agrícolamente sus suelos, pero sí lo permiten cuando haya un socio marroquí, "no necesariamente un agricultor. Normalmente, esos socios suelen ser o la monarquía o miembros del gobierno". 

Es en el Sáhara Occidental donde en los últimos años, casi mil hectáreas de desierto han cambiado por un mar de plástico, que alcanzará las 5.000 hectáreas en menos de 10 años, de acuerdo a los planes agrícolas marroquíes. Será en Dakhla, pero también se está cultivando tomate en Villa Cisneros.

Son tierras bajo del dominio del rey de Marruecos en las que está operando varias empresas agrícolas. Hoy en Dakhla se están cultivando 950 hectáreas, que producen 66.000 toneladas al año, fundamentalmente de tomate, y en mucha menor medida, melón y forraje. En total, la producción de tomate, tanto redondo como cherry, es de 44 toneladas por hectárea

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Incluso cuentan con una oficina de captación de inversiones, Dakhla Connect, con atractivas ventajas fiscales para invertir. ¿El lema? 'Un milagro agrícola en el sur de Marruecos'. 

Captura de uno de los vídeos con testimonios de Dakhla Connect para captar inversores..

Captura de uno de los vídeos con testimonios de Dakhla Connect para captar inversores.. E.E.

El regadío es por aguas subterráneas, "de muy buena calidad", explica en su web la oficina de captación, que destaca también que hay "grandes proyectos de desalinización de agua de mar en marcha".

El responsable de frutas y verduras de COAG a nivel nacional explica que "en el Sáhara no hay regulación. No hay normas. Y como no hay normas, los cultivos de regadío no son ilegales. Por eso, los pozos tradicionales y superficiales de los agricultores se están secando. Pozos que también abastecían a la población. Se están haciendo perforaciones de unos 30 o 40 metros de profundidad, e incluso más, de 100 metros".

Según COAG, todo esto no aparece recogido en los acuerdos bilaterales de Marruecos con Europa. En 2016, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) obligó a excluir el Sáhara de los acuerdos, al ser un territorio autónomo pendiente de descolonización. No obstante, el tribunal aceptó a cambio de un requisito: que se respeten los derechos humanos y que las explotaciones favorezcan el desarrollo de la población local, toda vez que hay sentencias del Alto Tribunal de la UE que prohíbe la explotación de recursos. 

Interior de uno de los invernaderos de tomates en el Sáhara Occidental.

Interior de uno de los invernaderos de tomates en el Sáhara Occidental. E.E.

Zarga Abdelani, activista saharaui especializada en la explotación agrícola en el Sáhara Occidental, explica a EL ESPAÑOL que solo en Dakhla "son 14.000 empleos directos en las unidades de producción. La gran mayoría de los empleados son marroquíes, muchos procedentes de la región del Souss". Les ofrecen, además de trabajo, vivienda. En este punto coincide con Andrés Góngora, que subraya que "desplazan a población marroquí para esa actividad. Es una estrategia de colonización".

No contratan a los saharauis "porque desconfían de ellos", y porque buscan mano de obra algo cualificada "que encuentran directamente en la provincia de Souss, donde ya han desempeñado esta labor, y hay empresas del sector muy consolidadas. Estos datos son consistentes con la estrategia de transferencia de población y su intención de revertir demográficamente a la población saharaui". 

El etiquetado

Pero también, porque en Souss está Agadir: "El tomate del Sáhara Occidental se traslada por carretera a Agadir, donde se mezcla con el tomate marroquí y es etiquetado como si se hubiese cultivado en Marruecos". Y de ahí, a los barcos. "Esto es un fraude más, porque el producto tiene que ser etiquetado en el Sáhara Occidental y no en Marruecos. El consumidor tiene derecho a conocer el origen del producto", sostiene Andrés Góngora.

Por su parte, Zahra Abdelani abunda en que esto "es una clara vulneración de las normas de etiquetado de la UE". Todo producto que entra en Europa desde Marruecos "debe ser marroquí, pues Rabat no goza de soberanía política ni de derechos de explotación de los recursos naturales de la antigua colonia española. O, como mínimo, debe marcar el origen 'Sáhara Occidental' en el etiquetado", incide Abdelani.

¿Pero qué ocurre? Que Rabat "desoye la legalidad y surte a Europa de tomates y otras hortalizas producidas en el Sáhara Occidental, cuyo clima soleado permite ciclos intensos durante todo el año. No hace ninguna mención a su origen, lo que incumple las normas más básicas de la trazabilidad y seguridad alimentaria que se exigen a cualquier alimento comercializado en Europa", un extremo que también ha sido denunciado por el sector español.

Advierte COAG que si España pierde la guerra del tomate, "le pasará como a la judía verde, que en España ya no se cultiva: la produce Marruecos. Por eso, en el IPC de septiembre de la alimentación, el producto que más subió fue la judía verde. Cuando un país pierde la capacidad de producir, también pierde la capacidad de controlar el precio".