Tan solo 8 meses después de haber inaugurado Adaly, este restaurante madrileño ya ha logrado uno de los mayores reconocimientos de España. Los dueños Julio y Eduardo Guerrero, padre e hijo, han conseguido entrar en la prestigiosa Guía Michelin. Aunque los platos de Adaly abren el apetito, este establecimiento llama la atención, entre otras cuestiones, por los menús diarios por 25 euros que incluyen agua y postre.
Adaly es una casa de comidas moderna ubicada en el barrio de Salamanca (nº 122 de Claudio Coello). El restaurante propone una revisión de la cocina tradicional con acento manchego y cierta técnica autodidacta con ligeras pinceladas asiáticas.
El buen manejo de los fondos de la cocina es identidad de Eduardo, quien tiene más de 5 años de experiencia en El Bohío, local donde trabajaba junto a Pepe Rodríguez. Por su parte, Julio viene del mundo de la gestión empresarial y, tras algunos altibajos personales y muy relacionados con la salud, ha apostado todo por este negocio familiar.
En cuanto a la oferta gastronómica, Adaly acerca la cocina española tradicional mezclada con técnicas de vanguardia y cuenta con una propuesta gastronómica amplia y para todos los gustos. Desde platos más especiales, así como menús degustación e incluso una carta para el día a día.
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Además del menú del día, tienen un menú degustación (75 euros) que incluye platos como el canelón de cocido con su caldo, el lomo de ciervo con crema de calabaza y manzana o el bacalao con espinas a la crema y pistacho, entre otras delicias que componen una fiesta en siete pases. Y por otro lado, está el nuevo menú Esencia (50 €), una opción que nos permite probar platos como oreja crujiente, rissoto y cordero en mantequilla, entre otros.
No obstante, la opción más destacable del local es el menú ejecutivo que ofrece por solo 25 euros. Una forma de atraer a la clientela recreando platos inspirados en la alta cocina. Entre los platos más demandados está el delicioso pan chino relleno de crema de mejillones.
Aunque toda la carta es una delicia y querrás pedirla entera, hay algunos platos imprescindibles, como la corvina sobre un sugestivo pil pil de pollo al ajillo (24 euros), que se marida a la perfección con el gran surtido de vinos que Julio elige de su bodega (que ronda el centenar de referencias procedentes de diversos puntos de España).
Como dulce final, uno de sus postres estrella, que redefine un clásico haciendo un guiño a la deconstrucción: una tarta de Santiago líquida en forma de coulant acompañada de un helado de yogur con miel (8 euros).