En la pequeña localidad de Oleiros (La Coruña, Galicia), en la avenida Ramón Núñez Montero 31, se erige una residencia que durante estas fechas se transforma en un verdadero paraíso para los amantes de la Navidad.
La dueña de este mágico rincón es Fátima Ucieda, una mujer que ha dedicado las últimas dos décadas de su vida a coleccionar una impresionante cantidad de figuras de Papá Noel, adornando cada centímetro de su hogar con la icónica figura barbuda.
"He intentado contarlos todos, pero es casi imposible, hay que tener mucha paciencia. Hay cerca de 400, eso seguro", cuenta Fátima en una entrevista con EL ESPAÑOL.
El recorrido por la casa de esta octogenaria mujer es como sumergirse en un cuento navideño. Desde la puerta de entrada hasta el cuarto de baño, los colores rojos y blancos de la Navidad se entrelazan en un festín visual. Los casi 400 Papás Noel, con sus trajes rojos y barbas blancas, decoran cada rincón con una precisión meticulosa.
Pero, entre todos, uno ocupa un lugar especial en el hogar y en el corazón de Fátima: el primer Papá Noel que su difunto marido le regaló en 1975. "Ese fue el primero de todos y el que guardo con especial cariño. Me gustó especialmente porque era de peluche, muy blandito y suave. Él murió en el 2001 y yo me quedé viuda. Este Papá Noel es un gran recuerdo de él", confiesa.
Así, como forma de mantener viva la memoria de su esposo, esta mujer inició su afición por coleccionar figuras del personaje navideño por excelencia. Desde entonces, cada año, Fátima visita tiendas en vísperas de Navidad en busca de nuevos muñecos de Papá Noel para agregar a su impresionante colección.
"Me divierte mucho colocarlos, pensar dónde quedan mejor, los miro, los observo, quiero que estén todos perfectos, en el lugar que más luzcan. Para mí es algo muy divertido", comparte.
Pero Fátima no limita su amor por Papá Noel a la intimidad de su hogar. Y es que, desde el año pasado decidió abrir las puertas de su casa para que cualquiera pudiera sumergirse en su particular museo navideño.
[Estos son los 10 consejos a tener en cuenta para que reine la paz en tus reuniones navideñas]
Una iniciativa solidaria, en colaboración con Cáritas, que permite a los visitantes disfrutar de la colección a cambio de donativos que van destinados a las familias más necesitadas.
"Colaboro con Cáritas a menudo, así que pensé que esto podría servir para recaudar fondos por una buena causa. Cada uno aporta lo que quiere y puede”, apunta Fátima.
Gracias a su museo navideño, logró recaudar casi 4.000 euros el año pasado. Ante la buena acogida, este año ha decidido repetir la labor. "Las visitas empezaron el 1 de diciembre, los fines de semana, pero a partir del 22, cuando empiezan las vacaciones escolares, ya abriré todos los días, de 17.00 a 20.00 horas, hasta el 4 de enero", explica.
Además de donaciones económicas, los visitantes también pueden aportar alimentos no perecederos como garbanzos, lentejas o pasta, "aunque lo que más se necesita es leche y aceite, que están cada vez más caros", señala. En sólo un año, han aumentado de 84 a 92 las familias que acuden a pedir ayuda a Cáritas
Santa Cruz, las cuales van todos los miércoles del año a comer gratis, así como a recoger alimentos o ropa. "Es muy triste ver la necesidad que hay, y qué menos que ayudarles a que coman y a vestirse. Por eso, esperamos que este año recaudemos aún más", dice.
Su carácter altruista la llevó también a trasladarse a Ucrania el año pasado para llevar ropa a aquellos que huían de la guerra. "Un día, conocí aquí a dos chicas ucranianas que me contaron la difícil situación que estaban atravesando sus familiares. Les hacía falta ropa, sobre todo, ya que muchas familias habían huido de sus casas con lo puesto. Hice una recogida de ropa y la llevé hasta la frontera. Es horrible ver a esa gente desesperada pasarlo tan mal", se lamenta la anciana.
Espíritu navideño
Por todo ello, ahora, las figuras del mítico personaje de traje rojo sirven para brindar ayuda y colmar de espíritu navideño las almas de quien visite su casa. Algunos de los Papás Noel se mueven, cantan y bailan; “parecen de verdad”, dice Fátima, quien se alegra de que estos personajes la acompañen durante estas fechas.
Y es que, a pesar de contar con la compañía de su único hijo, echa de menos las reuniones multitudinarias en las que toda la familia al completo se congregaba en Navidad. "Lo mejor de las navidades es vivirlas con los niños, y cuando crecen ya no son lo mismo", revela.
[El Imserso lanza 192.000 plazas de su programa de termalismo para mayores en 2024]
"Me encanta cuando los padres traen a sus niños a ver a los Papás Noel, me da mucha alegría ver sus caras de ilusión. Se creen que están en la casa de Papá Noel de verdad", expresa Fátima quien, tras apurar las últimas migas del roscón, tiene que volver a guardar una por una todas las figuras. Una labor a la que dedica varios días.
"Me pone un poco melancólica tener que guardarlos todos otra vez. Algunas las meto en cajas dentro de la casa, y otras las guardo en el garaje, que es muy grande y caben casi toda", comenta. Mientras duran las fiestas, los infinitos recuerdos de esta octogenaria se amontonan como Papás Noel en su mesa del comedor.
"Hoy, la Navidad se ha convertido en una competición sobre quién gasta más, y a mí eso no me gusta. Me gustaban más las navidades en las que lo más importante era la compañía de nuestros seres queridos. A quien más echo de menos es a mis padres y, sobre todo, a mi marido. Por él empezó toda esta locura... Ahora, por lo menos, me quedan los Papás Noel", concluye Fátima dibujando una emotiva sonrisa en su rostro.