Nicolás Avendaño es un joven santiagués con altas capacidades. No se lo detectaron a una temprana edad. Ni anduvo a los siete meses, ni leyó a los dos años, ni tampoco se sacó una ingeniería ni un doctorado con 15. Un ejemplo que demuestra que no es determinante ser ningún prodigio desde la infancia. Se puede identificar más tarde o tener altas capacidades y no llegar a saberlo nunca.
Si bien se podría pensar a priori que la mayoría de las personas con altas capacidades rozan la excelencia académica, la realidad es que muchos no acumulan dieces. Al contrario, en múltiples casos lidian con el fracaso escolar. Nicolás cuenta que él siempre ha sido un estudiante de notas normales, “no como la gente cree”, pero en tercero de la ESO tuvo un retroceso en sus calificaciones. Paradójicamente, ese fue uno de los primeros indicios para que sus profesores sospecharan que tenía una inteligencia superior.
“No estudiaba mucho en el instituto, pero las clases me aburrían demasiado”, confirma. Fue una de las razones para que unos de los orientadores de su centro educativo pusiera el ojo en él. “Tenía muy buena memoria, y razonaba bastante rápido”, por lo que le llevaron a hacer unas pruebas en las que juntaron las piezas del rompecabezas. A los 14 años le confirmaron que tenía altas capacidades.
“Como era hijo único tampoco había mucho con lo que comparar en mi casa”, explica. Aún así, sus padres nunca habían dudado de las capacidades de su hijo. Tampoco su adolescencia se llena de anécdotas sobre hazañas intelectuales o desarrollos cognitivos insólitos. Pero sí demostró las aptitudes suficientes para hacer y superar los test de coeficiente intelectual e incorporarse a la Asociación de Altas Capacidades de Galicia (ASAC).
“Realmente yo fui obligado a ASAC, no tenía mucho interés en los talleres, no me gustaban”, afirma el joven. Sus años de instituto no fueron mágicos, “tampoco tenía muchos amigos”, y después del ingreso al centro especializado, tampoco. El primer año tenía muy mala predisposición para integrarse, pero con el paso del tiempo la cuerda se fue aflojando poco a poco.
“ASAC es un centro especializado en actividades de enriquecimiento extracurricular”, define el santiagués. Como se trata de personas con un coeficiente intelectual más alto que el promedio, las estructuras del sistema educativo convencional se les quedan cortas, por lo que son necesarios talleres y proyectos determinados para poder desenvolverse en su nivel.
Maestro de niños con altas capacidades
Las habilidades sociales no son únicas ni limitantes, cada cual tiene las suyas y las desarrolla dependiendo de su entorno. Aunque la ausencia de las mismas puede llevar a comportamientos asociales, especialmente en la adolescencia. Si bien Nicolás afirma que hay “un estereotipo de la persona superdotada”, aquel con pocos amigos, que es distinto y no se relaciona con sus compañeras de clase por estar leyendo, tiene claro que “ha visto de todo”.
Ahora, tres años después de haber ingresado en ASAC, Nicolás imparte clases a niños que también tienen altas capacidades. Allí ha tenido la oportunidad de ver a alumnos con distintas habilidades, tanto sociales como intelectuales. De esta forma, ha podido desmontar de nuevo varios mitos.
Pregunta.– Si tuviera que dar un consejo a personas con altas capacidades, ¿cuál sería?
Respuesta.– Yo creo que nos debemos esforzar por buscar gente que tenga algo en común, aunque sea simplemente un gusto, una afición o moda, cualquier cosa vale. Hay que buscar intereses para compartir. Una vez encontramos estas semejanzas, se puede empezar a trabajar en desarrollar nuevas habilidades.
No solo inconvenientes
No es oro todo lo que reluce, y sobresalir intelectualmente puede demostrarlo. Hay quienes piensan que tiene más inconvenientes que ventajas, aunque Nico prefiere ver el lado bueno de las cosas. “A la larga tiene muchas ventajas” afirma, ya que si conviertes tu inteligencia en una habilidad práctica, tendrás un rendimiento mayor en el ámbito laboral y educativo. “Aunque lo puedas pasar mal en la infancia, si sabes aprovechar tu inteligencia, se convertirá en una ayuda”, concluye.
En los talleres que imparte, Nicolás trata de “diversificar las temáticas” y crear “nuevas dinámicas” de grupo para compartir todo tipo de intereses. Cuando se educa a niños más inteligentes que la media, que pueden “superar al profesor” y “desmontar” todo tipo de argumentos, las líneas de estudio a seguir para garantizar un buen desarrollo intelectual son bastante complicadas de ejercer.
“Es una pena que en España no existan colegios especiales con niños para altas capacidades”, comenta el santiagués. Puede que existan en otros países, “pero en el nuestro la única medida curricular es que te suban de curso o vayas paralelamente a centros como ASAC". Unas medidas que a menudo pueden resultar insuficientes y no colman la profundidad intelectual de estas personas.
Graduado en pedagogía, ahora estudia el doctorado a sus 23 años. Nicolás quiere centrarse en la digitalización del empleo y competencias digitales para la formación profesional, aunque le gustaría recorrer el mundo siendo investigador en ciencias de la comunicación. Como joven pedagogo y futuro comunicador, tiene claro que “todo el mundo tiene etiquetas”. Pero lo bueno de ellas es que las “puedes dar una vuelta de 180 grados, y aprovecharlas a tu favor”.