Si bien no es el primero, el caso de Bertín Osborne es diferente. En la lista de famosos con hijos no reconocidos –o que no han querido saber nada de ellos–, hay nombres de todos los calibres y nacionalidades. Desde Arnold Schwarzenegger, quien no quiso reconocer durante más de diez años a Joseph Baena, hijo que gestó durante una relación con su mayordoma; hasta el cantante Carlos Baute, quien llegó a ser demandado por José Daniel Arellán para que lo reconociera como suyo. La lista de famosos que han contraído hijos de forma extraoficial es larguísima y el caso de Bertín Osborne no va a ser menos.
A sus 69 años, Osborne habría estrenado el 2024 siendo padre, según ha defendido siempre su madre. Tras nueve meses de un mediático embarazo que ha ocupado todas las tertulias y revistas especializadas, Gabriela Guillén, de 33 años, habría dado luz a un hijo que, según ella, sería de la celebridad patria.
Cuadrando casi exactamente en horas con el parto de la paraguaya, el de Madrid protagonizaba una comentada entrevista en la revista Hola en la que hablaba sobre todo tipo de temas, también su recién estrenada paternidad y su relación con el neonato.
“No voy a ser padre. No me toca ser padre otra vez”, declaraba Bertín Osborne a la revista, en referencia a su futura relación con la madre y el bebé recién nacido.
Estas declaraciones, que han causado polémica y han abierto en redes sociales y medios el debate sobre la responsabilidad del artista, vendrían a significar no tanto un desentendimiento de su reconocimiento legal o sus deberes económicos, sino de su presencia como figura paterna.
“Si se confirma que es mío, yo ayudaré”, ha dicho también, dejando claro que se hará las correspondientes pruebas de paternidad porque no hacerlo “sería una irresponsabilidad con mi entorno”.
Aunque es cierto que la celebridad no ha afirmado querer desentenderse económicamente –pues ha asegurado querer ayudar–, sí ha dejado claro que no va ejercer de padre; una decisión que no es muy común ver ni en el mundo de la crónica social ni en el real.
Los psicólogos opinan
Para un niño, ¿cómo puede afectar no solo la ausencia de una figura paterna, sino su extraña presencia en el bombardeo mediático y los medios de información? ¿Cómo podría perjudicarle saber quién es su padre, también verlo todos los días en televisión, prensa y redes, pero no tener ningún tipo de contacto aparente con él?
“La maternidad y paternidad es responsabilidad de ambas partes”, opina María Heredero, psicóloga sanitaria en proceso de especialización en neuropsicología infantil, en conversación con EL ESPAÑOL. “En cuanto alguien se convierte en padre o madre, debe responsabilizarse cuanto le atañe el bebé”.
“Cuando nacemos, nuestro grupo de referencia es la familia, es el pilar fundamental de nuestra identidad como personas. Con el tiempo, el grupo de referencia varía; por ejemplo, durante la adolescencia son los amigos”.
Para Heredero, resulta obvio que tanto Osborne como Guillén deben hacerse responsables de su hijo por el simple hecho de existir: “Además, es un hecho público”. Para la sanitaria, cuando una de las dos partes decide no responsabilizarse, se da directamente un abandono.
“A largo plazo, el abandono da problemas de apego, que es la forma que tenemos de vincularnos con nuestras figuras de referencia. En este caso concreto, podríamos hablar de abandono, pero también de negligencia”.
En palabras de la psicóloga, esta sustitución del apego por un posible abandono puede generar problemas a largo plazo muy difíciles de determinar durante los primeros años de vida, como trastornos de la personalidad: “Matizar que esto no quiere decir que vaya a tener [el recién nacido] problemas de personalidad”, añade, “sino que hay un alto porcentaje de probabilidades de que sí”.
“Hay que entender también que el abandono no es algo leve, sino una cosa bastante grave”, sentencia. “Además, esta decisión tomada en público [en referencia a la entrevista] no protege para nada la privacidad del menor, pues va a tener un impacto en su vida adulta”.
Si bien es cierto que en España son relativamente comunes las familias monoparentales (según los últimos datos del INE, que se remontan a 2020, este modelo no ha parado de crecer desde 2017), el caso del nuevo hijo de Bertín Osborne es diferente al del resto: el pequeño crecerá en un entorno muy mediatizado, sabiendo quién es su padre y viéndolo a diario en programas de televisión; sin embargo, siempre según la propia celebridad, este no asumirá la responsabilidad de ejercer como su figura de referencia.
“Todo dependerá de cómo su progenitora, que será su madre, lo lleve”, cuenta Bárbara Zapico, psicóloga infantil con consulta propia en Madrid especializada en tratamientos familiares. “Y de cómo le transmita su figura de apego parental”.
Según explica Zapico, los niños empiezan a ser conscientes de lo que les ocurre cuando hay una comparación con el resto de sus compañeros, ya sean de colegio o juegos. “Cuando este niño entre en un colegio y se compare con el resto, es cuando puede ser mucho más consciente de la ausencia de la figura paterna. La madre tendrá que ver cómo trata el asunto”.
“No es lo mismo decirle al niño que papá no ha podido estar con él por el motivo que sea, a decirle que no quiere estar”, continúa. “No quiero caer, ni muchísimo menos, en el relato de la responsabilidad o culpabilidad hacia ella, pero hay que ser conscientes: quien va a tener la responsabilidad de gestionar la vida de este niño va a ser ella, no él”.
Para la especialista, el gran problema es que no se va a gestar ningún tipo de vínculo o cariño, algo, asevera, que ve también en algunos casos que provocan arrepentimientos en los progenitores: “Muchos padres mandan a sus hijos a un internado durante cuatro años. Cuando vuelven, no tienen el mismo vínculo ni la misma relación. Los progenitores no se han desentendido económicamente, como no lo va a hacer Bertín, pero sí emocionalmente”.
Zapico también añade que en casos de este tipo, sean mediáticos o no, los niños pueden desencadenar cierto sentimiento de culpa con el tiempo: “Al final, los chavales pueden pensar ‘qué habré hecho yo’. La culpa es una característica muy habitual en casos así”. “La protección del menor tiene que ir por delante”, sentencia.