Ángela Vicario es escritora, medievalista y graduada en Comunicación Audiovisual. Tiene dos másteres y está estudiando un tercero. Con él, pretende posicionarse para ejercer de profesora de Lengua y Literatura en la ESO y en Bachillerato.
Su condición de persona con altas capacidades le ha supuesto muchas ventajas en el campo intelectual. En el resto de ámbitos, sin embargo, no todo ha sido tan fácil. Las denominadas altas capacidades también implican muchas dificultades: incomprensión, obstáculos en las interacciones sociales y problemas de soledad. Entre muchos otros.
Se enteró de que era "superdotada" (tal y como se solía denominar a esta naturaleza de índole especial) al mismo tiempo que las decenas de personas que componían su clase de primero de la ESO. "¡Ah, tú eres la superdotada! ¡Espero grandes resultados de ti!", exclamó su profesora en el primer día de clase, mientras pasaba lista.
Aluviones de prejuicios y expectativas recayeron sobre ella. "Aunque, en realidad, creo que el señalamiento fue mucho más significativo para mí que para los demás", admite Ángela, en su conversación con EL ESPAÑOL. "La verdad que no me supuso una gran sorpresa; siempre había notado algo diferente en mí", asegura.
Ángela sospecha que, al haber crecido en un pueblo pequeño, los profesores de su colegio hablaron con los docentes del instituto y les pusieron al tanto de las particularidades de los alumnos. Entre estas particularidades, claro está, se encontraba la inteligencia precoz de Ángela.
Sostiene Ángela que el centro de primaria en el que estudió también evitó hacerle las pruebas de rigor para, así, poder prescindir de las adaptaciones curriculares que se exigen en estos casos. ¿El resultado? Ángela pasó su infancia sintiéndose diferente y sin comprender la causa de sus sentimientos. Ella percibía cómo entendía las cosas con mayor facilidad que sus compañeros. Los tomaba por tontos, pues, en su cabeza, su capacidad era la normal. También comprendía a la perfección los asuntos y las conversaciones de los adultos, y le frustraba ver cómo ellos la infravaloraban.
"Mi recuerdo es de tratar siempre a los adultos de igual a igual. No tener conciencia de una separación intelectual o incluso de estatus social. Y eso, pues también te trae muchos problemas porque los adultos no te toman en serio. Entonces, es una infancia y una adolescencia en la que sientes que te están poniendo trabas permanentemente, pues tú pides más y ellos no te hacen caso", explica.
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También cuenta la anécdota de cuando le echó la bronca a un profesor suyo del colegio porque ella quería aprender y él lo único que hacía era sentarse a leer el periódico. Sus compañeros no veían con buenos ojos este tipo de actitudes en edades tan tempranas. Esto le supuso muchos problemas.
"Si no se te detecta pronto, tú no sabes qué sucede. Es decir, sientes que hay algo diferente y entonces te parece que eres muchísimo más lista que los demás, que te vas a comer el mundo y que el resto de la humanidad es tonta. Y sé que es algo que nos pasa a muchas altas capacidades, sobre todo cuando somos muy pequeñitos y no somos capaces de racionalizarlo. Y eso, claro, también te trae problemas con tus compañeros de clase porque ellos ven que les estás mirando por encima del hombro", cuenta Ángela.
Las personas con altas capacidades son más propensas a sufrir bullying por razones como las que expone Ángela. Es la incomprensión de la propia condición lo que crea una burbuja de aislamiento: el sentimiento de superioridad se desboca y el resto de niños y niñas lo perciben. Situaciones así tienden a derivar en acoso escolar, tal y como le sucedió a Ángela. Lo que muchas personas desconocen, explica la escritora, es que las altas capacidades no sólo suponen un mayor desarrollo en algunas áreas de tu cerebro, sino que también implican el anquilosamiento de otras, de modo que la percepción de la realidad no siempre es completa.
Es por ello que muchas personas con altas capacidades presentan síntomas de otras neurodivergencias como pueden ser las relativas a los trastornos del espectro autista, el síndrome de Asperger o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
"En mi caso, se me juntan las altas capacidades con algunos rasgos bastante típicos del espectro autista como, por ejemplo, poca tolerancia a los ruidos o menor empatía. También me cuesta un poco pillar ciertas indirectas o bromas hacia mi persona, tipo, cuando un amigo hace una broma, pienso que lo dice más en serio de lo que en realidad lo dice", confiesa Ángela.
Depresión y ansiedad también son rasgos comunes entre las personas con altas capacidades. Ángela explica que su forma de interpretar el mundo implica "sobrepensar" la realidad hasta límites insospechados en los cuales se vislumbran muchas cosas buenas, sí, pero también muchas malas. Esto se suma a las dificulatades ya nombradas y dan lugar a situaciones mentales muy complicadas. Ángela reconoce que padece de ansiedad y ha tenido episodios depresivos.
Aprender para no sufrir
Gracias a los años y al trabajo personal, Ángela ha aprendido a lidiar con sus características más difíciles. Una vez reconocidos los detalles de su naturaleza, se decidió a explotar sus virtudes. Desarrolló sus conocimientos en varios ámbitos de la comunicación, realizó un máster en Estudios Literarios, otro en Historia Medieval y descubrió su pasión por la divulgación. Ahora estudia para convertirse en profesora.
Le encanta estudiar y aprender. Si dependiese de ella, se pasaría la vida de doctorado en doctorado hasta "hacer 50 doctorados", reconoce. Le resulta sencillo todo lo relacionado con el lenguaje, además de apasionante. Precisamente por eso se dedica a investigar, divulgar y escribir literatura. Tiene un canal de YouTube con casi 22.000 suscriptores en el que habla de libros y de historia medieval. Por si fuese poco, su novela 'Donde callan las piedras' fue publicada en 2021 por Ediciones Dorna con notable éxito. Aunque su futuro como escritora es muy prometedor, Ángela ha preferido enfocarse en su carrera como futura docente.
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Una de sus principales metas es la de ayudar a las personas con altas capacidades para que no tengan que toparse con los mismos obstáculos con los que ella se topó durante su infancia. Asegura que aún hay mucho trabajo por hacer, y que todo empieza por concienciar a la sociedad de que las personas con altas capacidades también son humanas y tienen problemas derivados de su condición, tal y como le ocurre a todas las personas que se escapan de lo establecido como "normal", es decir, de lo normativo.
Valiosas pruebas de esta incomprensión se hallan recopiladas en la sección de citas y respuestas a un tuit en el que, precisamente, Ángela denunciaba la falta de empatía que existe hacia las personas con altas capacidades. Cientos de perfiles de X optaron por negarse a escuchar sus argumentos. Al final, tuvo que bloquear las respuestas para no recibir más ataques personales.
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Ella explica que el sector de la educación es fiel reflejo de la sociedad, de modo que tampoco ahí se han dado avances. Pone un ejemplo muy específico: "Se sigue haciendo eso de subir a los niños uno o dos cursos, cuando está demostradísimo que los niños en las etapas tempranas de la escuela, que igual tienen siete años, ocho años y tal, lo más importante para ellos la cohesión grupal, pues es precisamente ahí, en las relaciones personales, donde tienen las mayores complicaciones".
Ángela Vicario agradece haber encontrado personas de sus mismas características con las que comparte gustos e intereses. En esos círculos no se siente juzgada y aprende acerca de sí misma a través de los demás. Es este tipo de compañías, que muchas veces se pueden dar en forma de psicólogos o padres concienciados, las que reivindica para la infancia de las personas con altas capacidades con miras a mejorar su adaptación en la sociedad.