Los moteros repiten el mantra de que ir en moto es de los pocos reductos vitales donde uno todavía puede ser libre. La sensación de viajar solo por la carretera, sintiendo la adrenalina en cada golpe de gas y al entrar en las curvas con el viento en la cara es una experiencia que ha enganchado a varias generaciones desde que existen los vehículos motorizados a dos ruedas. Pero esta actividad, al menos en España, se está convirtiendo en el objeto de cada vez más restricciones. En España, ser motero es cada vez más difícil.
El pasado 4 de enero, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, agrió la víspera de Reyes a los más de 3,5 millones de moteros que se calcula que hay en el país: la DGT obligará este 2024 a usar casco integral o modular y guantes homologados en carretera y a hacer un curso para motos de hasta 125 cc. El titular de Interior justificó las nuevas medidas ante la muerte de 299 motoristas en 2023, un 19% más que los fallecidos que hubo en 2022, cuando se registraron 254 muertes.
Pablo Ferrer-Cid, de 47 años, lleva 35 montando en moto, es propietario de tres motos y manifiesta a EL ESPAÑOL que tiene sentimientos encontrados ante el nuevo paquete de normas: "Es cierto que las medidas del casco y los guantes se aplican en ruta, donde si te caes, los impactos que recibe la cara pueden ser mortales. Lo mismo con los guantes: lo primero que pones en el suelo cuando te caes, son las manos y te las puedes destrozar. Pero no estoy de acuerdo con esta restricción de libertad".
Para él, que la DGT aplique cada ahora restricciones a la conducción de motocicletas sienta un mal precedente. "¿Qué será lo siguiente? ¿Que para ir en moto sea obligatorio usar botas específicas?", lamenta.
"Estas medidas son reactivas, para cuando el accidente ya se ha producido, pero aquí nadie se preocupa de enseñar de verdad a conducir motos y esto sólo significa una cosa: que si dificultas a las nuevas generaciones ir en moto, acabarán yendo en patinete, donde ahí sí que no hay ninguna norma. Al final, habrá más patinetes que motos", prosigue.
Su sentir particular es el que recogen las asociaciones de moteros más representativas de España. Juan Manuel Reyes, de 56 años es, además de motero desde los 18, el presidente de la Asociación Nacional de Motoristas desde que decidió fundarla en 2002. Esta organización cuenta con 24.000 socios.
"El ministro Marlaska nos acusa de manera subliminal de que la culpa de estas muertes que, para él, justifican las medidas, es nuestra. Que el perfil de motorista de 35 a 60 años con motos de gran cilindrada es el principal responsable de accidentes por salida de la vía, pero no es verdad", dice Reyes.
"Precisamente, es ese perfil de motorista el más cauteloso, porque tiene más experiencia, y las salidas de la vía se producen por múltiples factores, como el cruce de animales, que venga un vehículo de frente y el motorista reaccione, por deformación de la carretera...", prosigue.
Para Reyes, "el ministro demuestra un desconocimiento absoluto de la seguridad vial" y para ello esgrime que los estudios de las compañías de seguros limitan la responsabilidad de los motoristas en los accidentes en apenas un 25%. Por ello, rechaza que las medidas se justifiquen en la actitud de los moteros.
"Existe el tópico de que los moteros somos gamberros, pero nada más lejos de la realidad. La velocidad media de la moto en carretera está por debajo de la máxima permitida según el tipo de vía, además de que, lamentablemente, somos un colectivo cada vez más maduro en cuanto a la edad", asegura.
Contra la moto
Para Reyes, el principio de la falta de cantera actual y de la falta de moteros de mediana edad con experiencia comenzó en la primera etapa de Pere Navarro al frente de la DGT (2004-2012), cuando se subió la edad mínima para conducir ciclomotores de los 14 a los 16 años. "Eso se cargó la cantera, las fábricas de ciclomotores desaparecieron casi en su totalidad de España y se perdieron los cuatro años, hasta los 18, en los que los usuarios aprenden a llevar una moto", dice Reyes.
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En la etapa de la vida con más reflejos, argumenta el representante de los moteros, se impidió que los más jóvenes accedieran a las motos y el retraso para la obtención del carnet motivó a muchos a esperar hasta los 18 y pasar directamente al coche. Para Reyes, la medida no se justificaba porque "apenas había muertos de 14 años" en ciclomotor.
Sentado este precedente, Reyes explica que, por un lado, la formación quedó en jaque y, al mismo tiempo, la edad media de los moteros ha aumentado de forma considerable. "Por un lado, el señor Marlaska dice que somos temerarios, cuando, por un tema de edad, eso no es así. Lo que sí han hecho es que disminuya la formación, porque incluso con experiencia, la mayoría de situaciones de riesgo no se saben evitar. El 90% de los accidentes se evitaría con una apuesta por la formación", dice.
Desde su asociación, los moteros han luchado por que se promocione la formación continua y se regularan los cursos de conducción segura de motocicletas, los cuales no se reconocieron hasta 2021. "Llevamos dos años de retraso por cuestiones burocráticas e internas", se queja el representante de los motoristas.
Al mismo tiempo, Reyes dice que, mientras se carga el sambenito al su colectivo, y pese a que el aumento de las muertes de motoristas representa el mayor porcentaje entre los grupos vulnerables para Tráfico (motos, bicis y peatones) con un 19%, las cifras de muertos actuales en conjunto no son las más altas que se han registrado. Por ejemplo, en 2007, hubo 880 fallecidos.
"Se señala al motorista pero no se dice nada del déficit de 10.000 millones de euros en el mantenimiento de las carreteras, según publicó la Asociación Española de Carreteras, o que el 35% de muertes de motoristas las provocan las señales de tráfico y 18% los guardarraíles, los cuales no se tapan porque dicen que no hay dinero para hacerlo. En países como Portugal, el 90% de los guardarrailes están protegidos con sistemas para protección de motoristas", dice Reyes.
Medidas dudosas
Es en este contexto en el que las nuevas medidas de la DGT no han sido bien acogidas por los moteros, no por su intención de mejorar la seguridad de los moteros, sino porque se trata de una propuesta que no ataja el problema de raíz que aqueja el colectivo motero, y por su carácter obligatorio.
"El contenido material de las propuestas no está mal, pero el hecho de que las medidas sean obligatorias no tiene mucho sentido. En el caso del casco, llevar uno integral o modular con la visera o la mentonera levantada le supone el mismo peligro que uno jet, en el caso de que entre un bicho o de que se produzca el impacto de una piedra de asfalto que provoque un accidente que afecte a otros usuarios", afirma Reyes.
El representante de los moteros aboga por una mayor concienciación, más que por "la imposición". Sobre los guantes, valora que éstos tengan que ser homologados, pero vuelve al argumento anterior: "Tanto el casco integral como los guantes son elementos de seguridad del propio usuario", dice. "Desde mi punto de vista personal, son medidas que te minimizan los daños a ti como motero, pero no creo que sean las claves para reducir la siniestralidad como se ha argumentado desde Interior".
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Lo que sí que los moteros agradecen y ven con buenos ojos es que se establezca un curso para los usuarios que quieran conducir motos de hasta 125 cc. Hasta ahora, tres años de antigüedad -no de experiencia- del carnet B de coche habilitaban a los conductores a acceder a estas motos. Pero ahora, con el nuevo paquete de medidas, tendrán que hacer un curso.
"Es una temeridad que se pudiera poner al mando de una moto de 125 cc alguien que en su vida ha llevado una moto", dice Reyes. "Hemos hecho experimentos con 'dummies' a 25 kilómetros por hora y el daño que recibían era tres veces superior al máximo umbral de supervivencia del cuerpo humano", prosigue.
Con todo, Reyes insiste en que la formación es la gran asignatura pendiente si las administraciones quieren reducir de una vez la siniestralidad entre los motoristas. En el mismo sentido se expresa Ferrer-Cid, quien reclama un acompañamiento al motero para que aprenda a conducir, más que por normas restrictivas que cada vez alejan más a la población del mundo de las dos ruedas.