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Devolver el Tesoro de los Quimbayas y dar contexto a las obras: el plan Urtasun para descolonizar museos

El debate, que recorre desde hace años otros países, se enmarca en el terreno ideológico y es utilizado dentro de las guerras culturales.

24 enero, 2024 01:57

Mucho antes de que en España se abriera un debate teórico acerca de la descolonización de los museos, Manuel Borja-Villel ya lo empezó a poner en práctica. En 2008 este historiador del arte fue nombrado director del Museo Reina Sofía, uno de los más importantes de nuestro país, y en 2010 ya inauguró una exposición que seguía esa corriente orientada a abandonar una visión puramente occidental de la cultura. Se llamó ‘Principio Potosí’ y en ella se podían ver obras contemporáneas de artistas internacionales, en contraposición con piezas del arte colonial barroco de entre los siglos XVI y XVIII procedentes de Latinoamérica. 

La muestra fue polémica. No sólo debido a que el Reina Sofía es un centro de arte contemporáneo en el que no suelen tener cabida objetos de estas épocas, sino porque suponía salirse del marco establecido desde un terreno ideológico. “Todo grupo dominante ejerce el poder no sólo a través del control de los medios de producción, sino también por medio de un discurso hegemónico que hace de la cultura y las artes instrumentos fundamentales del control del imaginario social”, defendía la presentación de la exposición. Y con la premisa de abandonar ese “discurso hegemónico”, Borja-Villel transformó el museo durante sus 15 años de mandato, que finalizaron en 2023.

Introdujo elementos feministas, LGTBI, queer o discursos del 15-M en el Reina Sofía y fue precursor en España de esa “descolonización de los museos”. “Se trata una corriente que aborda conceptos distintos: el primero es la idea de restitución, es decir, devolver lo que no es tuyo; el segundo tiene que ver con ayudar culturalmente a un país que ha sufrido algo que no se puede devolver, como la esclavitud o un genocidio; y el tercero consiste en cambiar nuestras formas de pensar, entender que no hay una historia única en la humanidad y reflejar esas otras visiones”, explica el exdirector del Reina y actual asesor del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). 

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También comisario de la Bienal de Sao Paulo, Borja-Villel pasa su vida en aeropuertos. Y desde allí atiende al teléfono a EL ESPAÑOL. Asegura que las palabras del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que este lunes habló de descolonización le parecen “valientes”. “Lo que antes parecía contracultural o un poco contracorriente ahora ha llegado al Ministerio de Cultura”, celebra el experto. Durante su etapa como director del Reina Sofía y su posterior salida, Borja-Villel recibió un gran número de críticas desde un sector conservador que lo acusaban de adherirse a los postulados ideológicos de Podemos.

Lo que planteó el ministro de Cultura, procedente de las filas de Sumar, durante su primera intervención en en el Congreso de los Diputados fue un proceso de revisión de las colecciones de los museos estatales que “permitan superar un marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntricas que han lastrado, en muchas ocasiones, la visión del patrimonio, de la historia y del legado artístico”. Planteó un espacio de “diálogo e intercambio” con los 17 museos estatales, aunque no ofreció más detalles acerca del contenido del plan o del modo en el que se desarrollaría. 

En esencia, esa descolonización del arte estaría enfocado a la devolución a sus lugares de origen de obras expoliadas, adquiridas por la fuerza o traídas a museos occidentales desde antiguas colonias. Es un debate que lleva años planteándose en Estados Unidos y en distintos países europeos. El British Museum de Londres recibe reiteradas reclamaciones de devolución, con los frisos del Partenón como símbolo. En Francia, el presidente Emmanuel Macron defendió la devolución de piezas a antiguas colonias africanas. Y en Bruselas, el Museo de África de Bruselas, fundado por Leopoldo II, acaba de inaugurar una exposición llamada ‘Repensar las colecciones’, basada en una investigación científica sobre el origen de sus fondos.

La sala del Tesoro de los Quimbayas en el Museo de América

La sala del Tesoro de los Quimbayas en el Museo de América

El Tesoro de los Quimbayas

Esta relectura geopolítica del arte tiene mucho de ideológico y se suele utilizar en el ámbito de las llamadas guerras culturales. La cuestión es que cuando no hay nada que devolver el debate entra en el amplio y ambiguo terreno de lo teórico. Y es precisamente lo que pasa en España, que apenas cuenta con obras expoliadas o pertenecientes a un pasado colonial.

Una de ellas es el Tesoro de los Quimbayas, un conjunto de piezas de oro pertenecientes a dos tumbas precolombinas, que podría convertirse en objeto de controversia. Se encuentra en el Museo de América, que junto con el Museo Antropológico, son los centros de arte estatales que realmente podrían verse afectados.

Dos piezas del Tesoro de los Quimbayas en el Museo de América.

Dos piezas del Tesoro de los Quimbayas en el Museo de América. Efe

El Tesoro de los Quimbayas, compuesto por más de un centenar de figuras, fue un regalo del presidente colombiano Carlos Holguín a la reina María Cristina en 1893. Sin embargo, en 2017 la Corte Constitucional de Bogotá estableció que esa entrega se produjo de forma unilateral por parte del antiguo presidente de la República, por lo que consideró que la obra debía ser devuelta a su país. La controversia entre Colombia y España no ha ido demasiado lejos en estos años, aunque tal vez la propuesta del ministro Urtasun podría reavivarla. 

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El Prado, intacto

No hay muchas más obras que puedan encajar en esa idea de la descolonización, como explica por teléfono desde Londres Manuela Mena, quien fuera subdirectora del Museo del Prado entre 1981 y 1996. En la pinacoteca madrileña “todo el arte que hay viene de encargos a los artistas o adquisiciones por parte de la corte, porque los reyes españoles se gastaban el dinero a mansalva para comprar el arte que fuera”. 

Por tanto, que nadie se asuste. Que no van a desaparecer de las salas del Prado ‘La lucha de los mamelucos’ de Goya, por mucho que represente la batalla contra las tropas mercenarias egipcias de Napoleón; o ‘La rendición de Breda’ de Velázquez, que rinde tributo a la última victoria de la España imperial. 

Manuela Mena también es historiadora y, como tal, considera que esta corriente de la descolonización “es una moda”. “Yo he formado parte de un museo en el que quienes encargaban esas obras de arte querían mujeres desnudas, por no hablar de los cardenales romanos a quienes les gustaban los niños de Caravaggio. Pero entonces, ¿qué hacemos, metemos en el almacén a ‘Las tres gracias’ de Rubens o a ‘Las meninas’ porque aparecen enanos?”, se pregunta. 

“Me parece bien que se ofrezca una explicación del contexto histórico de las obras, pero el arte es tan inmenso y tan variado que engloba todo. Y recortarlo me parece una locura, porque empobrece. Lo que tienes que tener es un espíritu crítico y saber dónde estás”, insiste quien fuera también jefa de Conservación del Museo del Prado. 

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, este lunes en el Congreso de los Diputados

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, este lunes en el Congreso de los Diputados Efe

Sin detalles

En los museos españoles todavía no tienen muy claras las directrices que impondrá Ernest Urtasun, y los propios responsables de los centros estatales se remiten a la información que ofrece el Ministerio de Cultura. A falta de países con quienes rendir cuentas y a los que devolverles el arte conseguido desde una posición de poder, la descolonización puede pasar por reformular las cartelas para explicar el contexto histórico de las obras, visibilizar artistas antes ignorados/as u organizar exposiciones que incidan en el intercambio cultural como las que empezó a celebrar Borja-Villel y a las que su sucesor, Manuel Segade, ha dado continuidad. 

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“Lo que no podemos pensar es que los museos sigan basados en los modelos del siglo XVIII, que fue cuando se concibieron. Es evidente que hay posturas patriarcales o raciales que ya no se aguantan. Por tanto, creo que es una obligación salirnos de esta lógica y no hace falta rasgarse las vestiduras”, subraya Borja-Villel. De nuevo, los críticos con esta visión denuncian que se trata de la última ocurrencia del progresismo. 

 "O desconoce la historia de España o le ciega el activismo woke", le espetó el portavoz del PP y vicesecretario de Cultura, Borja Sémper, al ministro Urtasun. "Desde que llegó, utiliza la política cultural como arma arrojadiza", insistió el dirigente popular.