Cada familia tiene su historia. Algunas de ellas pueden separar y otras unir. El caso de los García Sánchez, es curioso. Si es complicado dar con personas con altas capacidades, ya sea porque son una minoría, no quieren que el resto de personas lo sepan o nunca han sabido que las tienen, en esta familia malagueña los dos hijos tienen una inteligencia brillante.
Aproximadamente 2 de cada 100 personas tienen estas características, y de todas ellas tenían que ser hermanos. Marina tiene 18 años, Hugo 16, y desde muy pequeños presentaban un comportamiento propio de personas con capacidades intelectuales diferentes a la mayoría que los rodea. Aunque como afirma Carmen, la madre de los jóvenes, “notaba que eran especiales”, —qué madre no lo ve en sus hijos— pero por el momento no sospechaba nada.
A los padres les encanta hablar sobre sus hijos, de hecho, parece una regla casi universal, y es que hablando de sus hijos fue como la llama de la duda se empezó a avivar. Un día un compañero del trabajo de Carmen, le dijo que todo lo que contaba sobre sus hijos le “sonaba mucho”, parece lo normal a simple vista, pero la única diferencia, es que él tenía dos niñas con altas capacidades.
Sorprendida por el comentario de su compañero, Carmen no tardó en llevar a sus hijos a que los evaluaran, entonces las incógnitas que se habían planteado hasta el momento desaparecieron para dejar paso a otras: ¿cómo se actúa con dos niños con altas capacidades?
Las pruebas reflejaban lo evidente, los niños eran superdotados. Por aquellos entonces Marina tenía 6 años y Hugo 4, y desde entonces, esta condición ha marcado su vida tanto para bien como para mal. Una navaja de doble filo que no todo el mundo posee y que esta pareja de hermanos han decidido explicar a EL ESPAÑOL.
Cosas de hermanos
Las relaciones entre hermanos son impredecibles. Algunos se aman mientras otros se odian, pueden ser totalmente iguales o completamente diferentes, mejores amigos, enemigos… Sea como sea, los hermanos García tienen algo que los une, las altas capacidades, aunque su experiencia, opiniones y utilizaciones de las mismas sean dispares. Como comentan ellos mismos, “cada persona es un mundo”.
“Tenía problemas para socializar”, menciona Hugo, pues las personas con las que mejor se relacionaban eran los profesores, algo que no encaja mucho con los comportamientos de los jóvenes estudiantes. “Siempre me han atraído las personas a las que consideraba más inteligentes que yo”, agrega, ya que se basa una frase que dice: si eres el más inteligente de la habitación, ¿estás en la habitación correcta?
Siguiendo esta corriente, “lo que me gustaba e interesaba era muy diferente a lo que les gustaba a mis compañeros”, explica, por lo que encontrar personas con sus mismos gustos y misma edad, era complicado. “No estaba con la gente con mi mismo nivel intelectual”, afirma. Su madurez se alejaba de las de su año, y subirle de curso fue la solución más rápida que encontraron en su centro educativo.
Mientras tanto Marina era la “listilla de la clase”, pero ha tenido “mucha suerte” con sus compañeros al no ser tan críticos ni abusones con las personas que tienen estas cualidades. “Siempre me he expresdo abiertamente”, dice la joven, un comportamiento que le ha ayudado a relacionarse con el resto de sus compañeros.
Su afán por el “perfeccionismo y la exigencia”, le han llevado a participar y hablar en clase, que junto a unos compañeros bastante inclusivos, le ofrecieron la oportunidad idónea para “no esconderse”, pasando la Primaria, como un ciclo educativo más, igual que la de los otros alumnos, aun teniendo altas capacidades.
Como a la mayoría de los adolescentes, el salto de Primaria a Secundaria, fue extraño, sin embargo, lo achaca más a la adolescencia que a tener altas capacidades. A diferencia de su hermano, no tuvo tantos problemas para encontrar personas con sus mismos gustos e intereses, pero como explica ilusionada, “creo que todos los de mi grupo eran superdotados”, aunque no niega que estuvieran allí.
Definiciones inexactas
A las personas que son más inteligentes que el resto, se las suele estereotipar, algo que se centra más en la ignorancia, que en la multitud de definiciones que se pueden venir a la mente sobre este tipo de personas. Los hermanos García han lidiado con ellos durante muchos años de su vida, y tienen una visión muy concreta de los arquetipos que se crean, al fin y al cabo, lo viven desde dentro.
Si las personas se enfrentan a la pregunta, ¿qué es una persona con altas capacidades?, muchas de ellas responderían con “gente muy lista”, “extremadamente inteligente”, “un cerebrito”, pero Hugo prefiere definirlas como personas “especializadas”. Puede que no todos tengan unas buenas habilidades sociales, pero como menciona el joven, “suelen saber mucho sobre algo en concreto”, lo que les interesan suelen memorizarlo. “Somos potencia en diferentes áreas", agrega.
Hugo tiene claro que a las personas superdotadas se les da un trato diferente, pero el mismo te da una de cal y otra de arena. Viendo el lado negativo, explica que la gente te va a ver como “el rarito”, pero si sabes exprimirte y con las herramientas adecuadas, puedes potenciar tus habilidades para convertirte en una persona más “eficaz y eficiente", que es el “lado bueno”.
Marina prefiere definirse y definirlos, como “gente especial”, y matiza que “no hay que avergonzarse de ello”. Al igual que su hermano, piensa que tienen necesidades “muy específicas”, sobre todo cuando son pequeños, y que son estas mismas las que los convierten en personas únicas y diferentes al resto.
La joven malagueña tiene carrete con altas capacidades, y sabe como las ventajas de tenerlas se vuelven desventajas y viceversa. Marina ha experimentado lo que es vivir con esa dualidad de emociones, en las que dadas sus habilidades, su necesidad por dar la talla o “impresionar a la gente”, han sido una parte desesperante y una presión constante.
Cada uno tiene sus percepciones y consideraciones, ya que no por tener la misma condición, van a ser iguales. Es más, los hermanos están para romper las estructuras. Tal y como apuntan las estadísticas en altas capacidades, las niñas y los niños tienen diferentes grados de detección.
Mientras que los niños suelen presentar comportamientos más disruptivos, por el cual se los evalúan, las niñas se adaptan mejor al grupo y prefieren pasar desapercibidas, ocultando su potencial. Carmen destaca que en su casa pasaba exactamente lo contrario. “Marina nunca ha tratado de esconderse”, comenta ya que siempre que ha sido muy participativa y animada en clase, “se sentía poderosa”. Hugo siempre ha pretendido “mimetizarse”, los años en los que le hicieron bullying, han sido la razón de su comportamiento. Como concluye la madre, “desmontan mitos”.
Educación, problemas y soluciones
Las personas con altas capacidades suelen tener —en menor o mayor medida— problemas durante su etapa educativa. Su nivel intelectual supera al resto de los estudiantes y las vías que presenta el sistema convencional son insuficientes para “saciar la curiosidad”, de este tipo de personas, por lo que generalmente tiene que buscar otras.
Uno de los caminos más comunes que encuentran las personas superdotadas suelen ser las asociaciones de altas capacidades. Marina y Hugo no son la excepción, ya llevan varios años en una, para tratar de cubrir las necesidades que no pueden en la práctica escolar tradicional. En su caso lo hicieron con ASA, una asociación malagueña sin ánimo de lucro que trata de ofrecer orientación, visibilización y comprensión integral de este colectivo en la sociedad.
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De todas las palabras entre las que podría escoger, Hugo ha decidido que la más correcta para definir ASA es “increíble”. “Todos los profesores que están allí saben con lo que están lidiando”, explica aliviado, pues la mayoría con los que ha tratado no lo estaban. Además, considera que su variedad de talleres, te ofrece una multitud de disciplinas a probar, abriéndote “muchas puertas”. Sus ventajas son casi palpables, pero su máxima es que te ofrece “la estimulación” que necesitan.
Marina piensa que en el sistema educativo hay un fallo considerable: la pérdida de interés. Esto afecta a los estudiantes en general, solo que se potencia en los que tienen una inteligencia superior. “No existe la forma de fomentar estos intereses”, afirma, pero la asociación ofrece un espacio donde se trabaja sobre los intereses particulares y con gente del mismo nivel. “Un espacio seguro donde poder socializar”, concluye.
Los hermanos son diferentemente iguales. Cada uno tiene su forma de ver el mundo y las altas capacidades, pero concuerdan con que el sistema educativo convencional presenta una serie de carencias que afectan a todo tipo de estudiantes, no solo a ellos, y que son necesarias solventar. También, en un ímpetu por la integración, comentaron que no hay que tener miedo a la gente distinta, “son mundos que a todos encantarían”.