El campo español se levanta de nuevo. Tras las protestas que protagonizaron los agricultores a comienzos de 2020, ahora vuelven a sacar los tractores a la calle para pedir toda una serie de medidas que consideran vitales. Y lo de vital lo dicen literalmente: sus cultivos se mueren por la sequía y por la competencia desleal que enfrentan a diario.
EL ESPAÑOL ha querido abordar la problemática del campo conversando con dos agricultores muy alejados en edad: Sergio Sánchez tiene 28 años y cultiva en Sadaba, un pueblo de Zaragoza, 200 hectáreas repartidas entre trigo y cebada y alfalfa y festuca, además de arroz.
José Roales tiene 63 y cultiva también 200 hectáreas, en su caso de trigo, cebada, guisantes, berza, colza y girasol en Villamayor de Campos, Zamora. Ambos son agricultores por vocación. José heredó la explotación familiar y Sergio recuperó unas tierras de su abuelo y fue ganando poco a poco hectáreas. ¿Tienen los mismos problemas? ¿Cuáles son sus principales reivindicaciones?
Difícil relevo generacional
Cuando este diario les pregunta por el problema más acuciante del campo español los dos coinciden en la respuesta: la falta de relevo generacional. "Ahora mismo un joven para instalarse en el campo necesita un millón de euros para sus tierras y la maquinaria. No hay relevo en el campo para que los jóvenes como Sergio se incorporen", se lamenta José, que es además el responsable nacional de cultivos herbáceos de COAG.
"Sí, sí, es una barbaridad", apostilla Sergio, y entre ambos explican cuál es el procedimiento para arrancar una explotación en el campo si no es hereditaria: se necesita una fuerte inversión que ronda ese millón de euros, un dinero que es difícil obtener del banco. "¿Quién le da un millón de euros a un chico joven para instalarse en un trabajo? Nadie", dice José. "Aun así, vamos a suponer que se lo presta. El agricultor hace un plan de instalación y le conceden una subvención, pero ésta tarda tanto tiempo en llegar que el agricultor a veces no tiene el dinero para pagar los intereses del banco, y éste se queda con un tractor, por ejemplo, o le cierran la nave".
Pregunta.– ¿Eso está pasando?
Sergio.– Sí. Yo te hablo de mi trayectoria. Los alquileres, la renta, la maquinaria, en mi caso no fue tanto al tener una parte mi familia, pero fue bestial. No te hablo de un millón pero sí de 250.000 euros entre insumos y maquinaria. Pasas la primera campaña y estás esperando al último ingreso que te viene, que proviene de la ayuda de la PAC, pero como eres joven agricultor hay una cesión de derechos de por medio y por un traspapeleo suyo, que es lo que les pasa todos los años con todas las incorporaciones, a ti no te llega ya ese año, y es justo cuando más necesidad tienes.
José.– Exacto. El campo español está muy, muy, muy envejecido, y parte de este problema viene porque los jóvenes no tienen acceso a la tierra, no tienen las subvenciones de los estados ni de los gobiernos autonómicos. Mira, yo estos dos años he cogido un 10%, pero yo tengo mi explotación y mi maquinaria pagada. Imagínate un chico que se instalara aquí y hubiera tenido dos campañas nulas como han sido éstas...
Sergio.– Eso ha pasado en tu tierra y también en la mía, y en toda España.
Pregunta.– ¿Por la sequía?
Sergio.– Ha sido por la sequía cien por cien.
Sequía y cambio climático.
En este punto de la conversación, abordamos la otra gran crisis del campo en nuestro país: la sequía que asola prácticamente todo el territorio. ¿Qué cultivos están en mayor peligro? "Yo lo que veo es que cada zona tiene un problema diferente. En la zona de José está mal el cultivo de secano, pero aquí también tenemos para el regadío unos problemas con el agua tremendos porque estamos con cupos y no podemos sembrar toda la tierra… El arroz por ejemplo lo está pasando mal", dice Sergio.
"Todos los cultivos van a tener problema de sequía. El cambio climático está aquí para quedarse, llevamos dos años con una pluviometría escasísima. Y no hay una estrategia desde el gobierno español o los autonómicos", continúa José.
Sergio.– Es cambio climático puro y duro. Yo no sé en Zamora, pero aquí hemos tenido 20 grados en puro enero, cuando en mi pueblo no los había hecho en la vida.
José.– Debe haber un acuerdo social de estado en el que intervengan los agricultores y ganaderos para tratar este tema, porque no debería olvidarse que nosotros damos de comer, y al menos tres veces al día.
Pregunta.– ¿Qué medidas creen que deberían adoptarse?
José.– Invertir en semillas que sean más resistentes al calor y a la escasez de agua, algo que prácticamente no se está haciendo. Y seguir modernizando los regadíos.
Sergio.– Y hay un problema añadido: grandes fondos buitres han comprado terrenos de secano y los han hecho de regadío, con especulación pura y dura de un bien de todos. Y el pantano sigue siendo el mismo.
José.– Sí, los fondos buitre cuando reventó la burbuja inmobiliaria se recuperaron en el sector agrícola.
Sergio.– Lo más gracioso es que para recibir las ayudas directas del Gobierno ha sido necesario estar muy fuerte patrimonialmente, por lo que muchos jóvenes se han quedado fuera y han caído sobre estos fondos buitre. Esas grandes empresas se han financiado en ocasiones con dinero público.
Competencia desleal
Y más problemas de competencia: tanto José como Sergio denuncian que España importa gran cantidad de productos que no están sometido a los estándares de calidad que a ellos les exigen: "No es normal que un kilo de tomate español valga un euro, y un kilo de tomate de Marruecos valga 30 céntimos. ¿Qué explicación tiene eso? Que los estándares de sanidad de ese tomate en España son extremos, como deben ser, y el tomate que se importa de Marruecos no sabemos en qué condiciones se ha producido, con el consiguiente riesgo para la sanidad de los consumidores", protesta José. "Ya me parece mal que se importen tomates de Marruecos, pero ya que se hace vamos a exigirles las mismas condiciones de calidad que me exigen a mí".
"Sí. Que se cumpla el mismo registro, y que la gente no se confunda. Las materias activas del arroz que viene del sudeste asiático al puerto de Tarragona yo no quiero echarlas, yo quiero alimentos de calidad y no quiero echar esos pesticidas que pueden ser dañinos para el cuerpo y para las especies acuáticas y que dejan un residuo muy alto en la tierra. Yo quiero seguir produciendo esa calidad que se ha ganado mi abuelo y se ha ganado José con su trabajo, y para eso hay que apostar por la soberanía alimentaria", demanda Sergio.
Pregunta.– ¿El uso de esas materias activas en el arroz que viene del sudeste asiático o en los tomates de Marruecos, además de afectar a la salud, también pueden afectar al sabor?
Sergio.– Tú coges cualquier producto que tenga poca cantidad de pesticidas y de abonos minerales, y claro que se nota en el sabor. Y en el organismo.
Pregunta.– ¿Qué productos estamos importando más ahora?
Sergio.– Ahora mismo trigo, cebada y maíz entra mucho de Ucrania, y de transgénicos de Brasil o de donde sea, que está demostrado que pueden ser cancerígenos. Han hecho mucho estocaje que no era necesario.
José.– Están los puertos españoles atestadicos de cereal, ha entrado a espuertas.
Burocracia dificultosa
Otra de las trabas con las que tropiezan a diario los agricultores es la burocracia que tienen que cumplir según la normativa comunitaria. Y en este apartado surgen matices durante la conversación. José pide que se simplifique la tarea. Sergio, que la plataforma sea más eficaz.
José.– El agricultor tiene que subirse al tractor y trabajar, no puede ser que se baje por la noche y se tenga que tirar dos horas para reflejar en un papel lo que ha hecho durante todo el día. No hay por dónde cogerlo.
Sergio.– Yo no me quejo del excesivo papeleo, pero es que la aplicación que usamos va tarde y no me deja ver muchas veces los documentos, así que el problema es que ellos no son capaces de gestionarla. Si a mí en teoría me tendría que costar poco, que no tengo problemas con el móvil o con el ordenador, a José o a cualquier otra persona más mayor, le va a costar muchísimo más.
José.– Además, es que si a esa aplicación le metes una información y no queda registrada porque está mal y luego tienes una inspección de la PAC, te van a paralizar tus ayudas.
Sergio.– Sí. Se ha hecho tal salto tecnológico que los medios de que disponen van muy mal.
Demonización del agricultor
Hay un último aspecto que sale a relucir durante nuestra charla y que molesta especialmente a ambos agricultores: la sociedad, dicen, los "demoniza" en ocasiones por recibir ayudas: "Y nos dan ayudas como a todos los sectores de la economía, y las que nos dan es para que la barra de pan no valga cinco euros y el litro de leche otros 5.", dice José. Sergio concuerda: "El problema de esto ha sido el distanciamiento que ha habido siempre entre el campo y la ciudad, del que poco se habla. Pero si no existieran las ayudas en el lineal del supermercado las cosas iban a estar disparadas porque habría una especulación tremenda y una inflación constante".
Ante las próximas movilizaciones del sector agrario, José y Sergio mantienen posturas diferentes.
Pregunta.– ¿Van a participar en ellas?
José.– Sí, sí, sí, sí, sí.
Sergio.– Yo estoy pensándomelo porque hay algo que no me ha gustado desde el punto de vista de joven recién incorporado. A mí me han ayudado muchísimo el sindicato que me gestionó toda la incorporación, y también la cooperativa, que me ha dado asesoramiento técnico y ayuda para comercializar el cereal. Y en estas movilizaciones las están dejando de lado. Si necesitan unificación de todos los agricultores, necesitamos ir de la mano de ellos también.
José.– Estoy de acuerdo contigo.
Pregunta.– ¿Y por qué han quedado fuera?
Sergio.– Pienso que porque hay intereses políticos. Cuando la política se mezcla con el campo y con el sector primario es cuando surgen problemas.
Mirando hacia el futuro, José tiene pensado alquilar sus tierras cuando se jubile. Sergio tiene toda una vida laboral por delante, pero pide que las ayudas "estén bien hechas" para poder seguir adelante. Esto es, que se perciban por aquellos que realmente lo necesiten, tal vez "midiendo la renta real" de cada cual.