Cristina salió de la cárcel de Picassent el 16 de noviembre. Aquel jueves no fue un día feliz para su familia porque Cristina había ingresado en prisión por degollar supuestamente a su bebé de solo un año, todavía tenía pendiente el juicio por la muerte de su hijo y además, el Fiscal se había opuesto a dejarla en libertad provisional. EL ESPAÑOL ha confirmado en exclusiva que ese auto judicial ya es firme y la presunta infanticida seguirá fuera de prisión, bajo el cuidado de su madre en Águilas, hasta el momento de enfrentarse a un jurado popular para responder por lo que hizo en su domicilio conyugal en el pueblecito valenciano de Vilamarxant.
Esta decisión judicial es inusual si se compara con el periodo entre rejas que han pasado antes de ser juzgados los autores de otros infanticidios, como el de Godella, cuando Gabriel Salvador y su pareja, María Gumbau, el 14 de marzo de 2019, mataron a sus hijos: Amiel, de 3 años, y la bebé Ixchel. Una de las claves de que Cristina haya pasado ocho meses en la cárcel, se debe a que terminó en una silla de ruedas tras saltar al vacío desde la terraza de su piso, después de arrebatarle la vida supuestamente al pequeño Eric: un 27 de febrero de 2023 que nadie olvidará en Vilamarxant.
La improbable fuga de Cristina es uno de los argumentos que esgrime la magistrada María Leticia Ruiz para justificar la decisión del Juzgado de Instrucción número 1 de Lliria, a pesar de la oposición de la Fiscalía: "No existe riesgo de fuga, dado el estado de salud de la investigada que se traslada con silla de ruedas, que necesita la ayuda de terceras personas para actividades básicas de la vida diaria".
De hecho, tras recibir el alta en el módulo de presos del Hospital General de Valencia donde se recuperó de sus lesiones, Cristina solo ha pasado un mes en la cárcel de Picassent porque necesitaba la ayuda de funcionarios y de las propias reclusas incluso para asearse, lo que provocaba que su estancia en el penal fuese inviable.
Otra de las claves de que Cristina haya regresado junto a su familia a Águilas, una localidad muy turística del litoral murciano, se debe a la declaración que su marido ha prestado en los juzgados y donde declina ejercer acciones contra la mujer con la que durante trece años ha mantenido una bonita relación sentimental, hasta que supuestamente degolló a su propio hijo.
"A mayor abundamiento, cabe señalar que tras la declaración del padre del bebé fallecido, esposo de la investigada, es procedente señalar que no reclama ninguna indemnización por el fallecimiento de su hijo, aludiendo a un trastorno psiquiátrico", tal y como expone la juez en su auto donde decreta la libertad provisional de la catalana Cristina S. N. (Granollers, 1986). Además, sin necesidad de abonar una fianza lo que redobla el valor que tiene la medida judicial que han logrado los dos penalistas que defienden a la parricida: Jorge Novella y José Soler.
La declaración ofrecida en los juzgados por Antonio, cabo del Ejército de Tierra, pone el acento en el estado de salud mental que presentaba su mujer cuando se produjo el infanticidio, disipando el debate que puede despertar la puesta en libertad de Cristina tras la muerte violenta de un bebé que conmocionó a todo el país. Antonio aseguró que mantenían una relación feliz de pareja y describió a su esposa como una buena madre, muy preocupada por la salud de su hijo: "Cristina quería a Eric".
El caso de Vilamarxant podría presentar cierto paralelismo con el final que corrió María Gumbau: una de las protagonistas del parricidio de Godella. María estaba diagnosticada de esquizofrenia y el jurado popular de la Audiencia Provincial la absolvió como coautora de los crímenes de Amiel e Ixchel, aplicando la eximente de enfermedad mental. A su marido, Gabriel, le condenaron a 50 años de cárcel, mientras que a ella le impusieron ese periodo de tiempo internada en un psiquiátrico, atendiendo a algunas de las cosas que dijo tras su arresto, como que acabó con sus hijos porque "Dios le había ordenado que los matara porque sus almas no eran puras".
Cristina no ha dicho nada hasta ahora sobre la muerte violenta de Eric porque asegura no recordar nada y los médicos que la han evaluado consideran que aquel trágico 27 de febrero de 2023 sufrió un episodio psicótico transitorio. A tal episodio psicológico se alude en su auto de libertad provisional y existen evidencias de ello en el informe realizado por el Equipo de Mujer-Menor (Emume) de la Guardia Civil que ha analizado el móvil de Cristina: un Samsung Galaxy S9.
EL ESPAÑOL ha accedido a ese documento donde los investigadores analizan al milímetro: sus publicaciones en redes sociales, sus conversaciones de WhatsApp con su marido, Antonio, su madre, o sus dos hermanas, así como las 15.289 búsquedas que Cristina realizó en Google.
Esas búsquedas evidencian que algo iba mal en la cabeza de Cristina porque hacía tiempo que no pegaba ojo debido a que el pequeño Eric no dormía por las noches y estaba irascible. Además, el estrés hacía mella en esta madre ante la posibilidad de que su hijo padeciese una enfermedad, ya que tras haber descartado la epilepsia y un trastorno del sueño, su pediatra le dijo que grabase a su bebé porque algunos de sus movimientos no eran normales. También iban a someter al pequeño a un encefalograma, para ver si padecía regresiones o pérdida de habilidades por genética.
Esta treintañera redujo a la mínima expresión su vida social, mientras su situación de parada se cronificaba desde que terminó su último contrato en un geriátrico cuando estaba embarazada de cuatro meses. De modo que la salud de su hijo se convirtió en una obsesión enfermiza para ella: analizaba cada gesto de su querido hijo. Así lo demuestran estas búsquedas en Google: 'Bebé de un año rompe papeles', 'bebé de un año no sonríe', 'bebé sonríe y después no', 'mi bebé dobla la lengua hacia un lado', 'cuando miro a mi bebé se duerme', 'bebé se pega en la cabeza'...
Cristina llegó a pensar que su hijo encogía, incluso acudió al médico porque tomaba unas pastillas de Omega 3 con salmón y aseguraba que le pasó mercurio al organismo de su pequeño por darle el pecho. Prueba ello es este historial en el buscador del móvil de la infanticida: 'El mercurio pasa por la leche materna', 'cómo afectan el mercurio y el yodo a la inteligencia del bebe', 'termómetros sin mercurio', 'el mercurio es tóxico', 'efectos del mercurio en bebés', 'el mercurio es adictivo'...
Esas preguntas en muchos casos sin sentido y que formulaba al 'oráculo' de Google casi de forma compulsiva, también recogen la desesperación que sufría esta madre primeriza: '¿Cuánto aguanta una persona sin dormir?', 'Priorizar la salud mental: 6 cambios que voy a hacer en mi vida para conseguirlo', 'El autoabandono: 9 pistas para saber si lo sufres', '¿Cómo vivir con un hijo autista, depresión por hijo autista, bebé autista de 12 meses?'...
Cristina pasó de buscar posibles remedios para su hijo, como la terapia de quelación que consiste en administrar medicación por vía intravenosa para eliminar los metales pesados del torrente sanguíneo, a pensar que su minino Valky le había echado mal de ojo a su querido bebé Eric: '¿Cómo saber si tienes un maleficio y qué hacer para curarlo?', 'el mal de ojo de gato', 'el mal de ojo de animales', 'el mal de ojo y amuleto mascota', '¿qué es el mal de ojo y cómo quitarlo según la creencia popular?', '¿cuáles son los síntomas del mal de ojo?'...
El lunes 27 de febrero, mientras que Antonio terminaba su guardia de 24 horas en la Base General Almirante de Marines, entre las 3.37 y las 6.47 de la madrugada, Cristina buscó en Google símbolos celtas, dibujos de protección vikinga, lesiones cerebrales por intoxicación... También hizo vídeos de su bebé en su parque de juegos y acariciando a su gato Valky. Horas después, Eric murió degollado y el cabo Antonio se lo encontró todo por la mañana, al regresar a su piso en Vilamarxant: en el pasillo había restos de sangre y en la bañera halló dos cuchillos de cocina. En la mesa del salón una nota de despedida escrita por su esposa en una libreta.
Cristina degolló supuestamente a Eric en el baño, lo vistió y lo envolvió en una manta. Después, se pegó un atracón de paracetamol, se asestó a sí misma varias puñaladas y se cortó las venas, metiéndose en la bañera para desangrarse. Al ver que no materializaba su suicidio buscó una forma más contundente de morir: saltó desde la terraza. Cuatro pisos de altura que la dejaron parapléjica. "Siempre hemos defendido que Cristina sufrió un brote psicótico agudo y no recuerda nada de lo sucedido", según argumentan los abogados Jorge Novella y José Soler.
- ¿Cuáles han sido las claves para que el juzgado haya adoptado la decisión de dejar en libertad provisional a su clienta?
- Jorge Novella y José Soler: Una persona en esas condiciones no puede ser responsable de sus actos. Y no porque lo diga interesadamente esta defensa sino que es el diagnóstico de los médicos que la han examinado y que coinciden en ese sentido. Es una persona que además, se encuentra impedida físicamente, necesitando ayuda para las tareas más elementales. No se puede inferir riesgo de fuga alguno, por lo que entendíamos que procedía la libertad, como finalmente se ha acordado.
¿Qué valoración hacen de esta decisión judicial que ya es firme?
- Para nosotros es la decisión justa. Teniendo en cuenta las circunstancias, la finalidad de la prisión provisional aquí no se cumplía: ni hay riesgo de fuga, ni de alterar elementos de prueba, ni riesgo de atentar contra bienes jurídicos. Se trata de una persona sin antecedentes penales, que ha sido víctima de una enfermedad que le hizo perder completamente la razón, pero de la que se ha repuesto tras una larga estancia en el hospital.
- ¿Cómo se encuentra su clienta en estos momentos: recibe tratamiento psiquiátrico o toma medicación?
- A día de hoy se trata de una persona que lucha por sobreponerse a su incapacidad física y al tremendo golpe psicológico derivado de los hechos. Cristina sufrió lo que se denomina: brote psicótico agudo transitorio, por lo tanto, no es alguien que adolezca de una patología crónica o que deba tomar medicación de por vida. Situaciones de mucho estrés, junto a otros factores, tuvieron ese fatídico desencadenante. Otra cuestión son las consecuencias psicológicas derivadas de un hecho tan traumático, que es algo que por desgracia dista mucho de superarse y no es difícil imaginar el motivo.
Ahora un médico forense deberá determinar si la mente de esta catalana se fue a un sitio oscuro aquel 27 de febrero, elaborando un informe de imputabilidad que condicionará si un jurado popular puede castigarla con prisión permanente revisible, internarla en un centro psiquiátrico, incluso condenarla a una pena menor, consistente en una medida de seguridad: libertad vigilada, con la obligación de comparecer periódicamente en los juzgados y someterse a un tratamiento ambulatorio. De momento, Cristina suma 84 días en libertad provisional.