Al finalizar el Grado en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Santiago de Compostela, Patricia Crego sólo buscaba trabajar de lo que había estudiado. Fueron muchas las puertas a las que llamó anhelando que alguna le diese la oportunidad de adentrarse en el mercado laboral. Pero no hubo suerte. Todos los puestos de trabajo a los que intentaba acceder requerían un mínimo de entre tres y cinco años de experiencia. Y, para más inri, ni siquiera pudo realizar las prácticas de la carrera debido a el Covid, que le pilló cursando tercero de carrera.
Actualmente, la coruñesa se encuentra trabajando en un departamento de comunicación como community manager. Principalmente, se dedica a la gestión de redes sociales. Pero no ha sido gracias a la universidad, sino al ciclo superior de Marketing y Publicidad impartido por el EFA Piñeiral —un centro educativo de formación profesional en Arzúa— en el que se matriculó tiempo después de finalizar la carrera. Y es que, ya desmoralizada, observó en estas formaciones educativas una vía rápida e infalible para forjarse un futuro. Y así fue. En sólo dos años había conseguido lo que no pudo lograr en los cuatro de la universidad.
"No me planteaba quedarme en casa esperando a que me saliera un trabajo. Pensaba 'si estoy en casa y no puedo trabajar, quiero seguir formándome'. Podía haber elegido un máster, pero, en este caso, elegí un ciclo superior porque pensaba que me iba a brindar más oportunidades laborales", detalla.
Mientras se encontraba en la universidad, la joven no tenía muy claro hacia dónde orientarse. Dado que no pudo optar a las prácticas, desconocía lo que realmente le podría interesar. "Me gustaba mucho la producción audiovisual. También empezó a atraerme la publicidad gracias a un par de asignaturas. El problema es que yo sólo conocía la parte teórica de todo aquello. Como la mayoría de las carreras universitarias, Comunicación Audiovisual, aunque parezca mentira, es un grado muy teórico. Y de la teoría a la práctica hay bastante diferencia. No podía decidir a qué dedicarme puesto que en cuatro años no había podido probar nada. ¿En qué me especializaría?", cuenta la gallega de 25 años a este periódico.
La comunicadora expresa que las carreras universitarias abren a los estudiantes un abanico muy amplio de opciones, pero no consiguen especializar ni llegan a profundizar del todo en lo que puede gustarle al alumno, a diferencia de las FP. Al preguntarle si contempló la alternativa de matricularse en un máster, la coruñesa señala que "al no conocer el mundo laboral, no quería arriesgarme". Ahora, después de conocer su interés por la publicidad, compagina su trabajo de community manager con un Máster en Marketing Digital.
Crego señala que, en su caso, el Covid perjudicó aún más el hecho de poder acceder a unas prácticas. Además, asegura que Comunicación Audiovisual es una carrera con mucha demanda en la que cada año se matriculan miles de estudiantes. "En mi facultad las empresas se ven obligadas a pagar al alumno/becario un mínimo por el trabajo realizado. Esto al final se traduce en poca oferta, puesto que muchas empresas no están dispuestas a pagarte por formarte", cuenta.
Así pues, a la gallega se le hizo muy difícil emprender un futuro laboral. Arrojaba curriculums que no conseguían ser admitidos y llamaba a puertas que le denegaban el acceso. Como ella se encontraban muchos de sus compañeros, que se vieron obligados a emigrar de terras galegas. Pero Crego no quería abandonar La Coruña, sólo quería establecerse laboralmente en la comunidad que la educó. "La mayoría de mis compañeros de facultad se fueron de Galicia con el fin de estudiar en otra comunidad un máster o intentar buscar trabajo. Es muy complicado dedicarte aquí a la Comunicación", expresa.
Alumnos mejor preparados
En aquellos años, cuando finalizó la carrera, Crego cuenta que comenzó a ponerse de moda la formación profesional dual, que se formaliza a través de un convenio de colaboración entre los centros participantes y las empresas del sector correspondiente a través de un sistema de becas. "Oías que los alumnos salían con mucha más experiencia y comenzó a observarse como una buena alternativa", señala.
Y es que la joven admite que unos años atrás, cuando tuvo que tomar la decisión de qué estudiar, este tipo de formaciones educativas no eran, del todo, bien vistas: "Han ido cogiendo buena fama con el paso del tiempo. Antes sólo te educaban con el objetivo de acceder a la universidad. Ahora ya los orientadores comienzan, desde la ESO, a ofrecer estas otras alternativas educativas".
En el instante en que la joven gallega accedió al ciclo superior, comenzó a realizar prácticas en distintas agencias y departamentos de comunicación: "Cada trimestre del ciclo nos mandaban dos semanas a una empresa. Ahí observas lo que hacen estos profesionales en su día a día, y te ayuda a decidir lo que te gusta y lo que no, puesto que puedes aplicar lo que ves en la parte teórica y observar lo que realmente se hace en el mundo laboral". Además de estos ejercicios prácticos, el ciclo ofrece tres meses de prácticas con una alta probabilidad de continuar en la empresa una vez se finalice.
Cursos más personalizados
El ciclo de Crego lo conformaban unos 20 alumnos. Esto es importante porque "los educadores son más cercanos con los estudiantes y todo es mucho más personalizado".
Otra diferencia que la coruñesa observó entre la universidad y la formación profesional es que "muchas veces en las carreras universitarias hay profesores que no tienen conocimiento a nivel laboral, y así resulta difícil transmitir ciertos valores".
Con todo esto, la community manager asegura que es importante tener una carrera universitaria, pero revela que una FP es una buena opción para terminar de formar laboralmente a una persona. "Conozco a muchos compañeros que después de la carrera han realizado un ciclo. Al final, da igual la cantidad de títulos que tengas si no tienes experiencia", concluye junto a este diario.