Long Fang Hu, el 'chino de Bilbao' que compra tu casa en 7 días y ya vende en el Madrid más exclusivo
El Grupo Bafre era un 2004 una pequeña inmobilaria de barrio orientada al comprador chino y ahora pretende abrir en 2030 en toda España.
18 febrero, 2024 01:54Los carteles en las farolas anuncian todavía las celebraciones del Año Nuevo chino. Las calles angostas en forma de cuadrícula del madrileño barrio de Usera apenas se ensanchan en unas pocas plazas. Y en una de ellas, en el corazón del distrito, se alza un gran edificio de tres plantas que alberga la sede de la principal inmobiliaria orientada al mercado asiático de Madrid. Eso por el momento, porque dentro de poco tiene previsto implantarse en toda España.
El inmueble tiene pinta de uno de esos centros comerciales venidos a menos de los noventa. Pero en el interior acoge unas modernas oficinas, cálidas, acogedoras, en las que uno parece más bien que viene a una reunión de trabajo, no a comprar un piso. En una de estas salas espera Long Fang Hu, el director del negocio. El Grupo Bafre abrió en 2004 como una pequeña inmobiliaria de barrio unas calles más allá y ahora se ha transformado en algo mucho más grande, con vocación de llegar a los rincones más exclusivos de la capital.
El fundador de Bafre fue el hermano de Long, con quien empezó a trabajar como comercial cuando cumplió los 18. El actual director nació en 1992 en Bilbao, aunque poco después su familia se trasladó a Madrid. “En los noventa, la inmensa mayoría de los inmigrantes chinos trabajaban en un bazar o en la restauración y mis padres fueron de los del restaurante. Ya sabes, el boom de los rollitos de primavera y todo eso”, cuenta Long.
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Se expresa con la desenvoltura de haber pisado mucha calle, con el lenguaje preciso de los negocios y el sarcasmo de un “chino de Bilbao”. Completó su educación en el colegio privado Bristol de Madrid, se fue un año de intercambio a China y cursó Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Carlos III en Getafe. “En esos años trabajaba ya a media jornada y a lo mejor ganaba 2.000 o 3.000 euros en comisiones”, recuerda. Terminada la mili como vendedor, en 2012 le compró la empresa a su hermano y se puso definitivamente al frente.
Era una época en la que la primera emigración china todavía se estaba asentando en España. Los clientes de Bafre entonces procedían “en un 95% del mercado asiático”. “Ahora se ha invertido la tendencia y nuestra cartera ha pasado a ser aproximadamente de un 70% de compradores nacionales y un 30% chinos. Eso sin disminuir el número de clientes chinos. Es decir, que lo que hemos hecho ha sido ampliar horizontes, creciendo en todos los sectores”, indica.
Pero, si mantenemos la mirada en ese emigrante chino, el perfil ha ido cambiando de acuerdo a la mejora de su calidad de vida. “Hace 15 años había dos tipos de clientes: quienes trabajaban fuera de la capital, en polígonos como Cobo Calleja, y compraban pisos en zonas más baratas com Parla, Fuenlabrada, Getafe o Leganés; y los que trabajaban en Madrid, que vivían fundamentalmente en Usera, fuera de la M-30, donde los precios eran más bajos”, dibuja Long.
En ambos casos, como suele ocurrir en todo fenómeno migratorio, había un efecto contagio, por el que los nuevos inmigrantes acudían a las zonas en las que ya se habían instalado sus connacionales. El boca a boca y una aclimatación más sencilla en un entorno desconocido son determinantes. Pero esos compradores han ido reorientando sus aspiraciones y “los que antes vivían en Parla ahora buscan piso en Getafe, los que se instalaron en Getafe se van a Boadilla" y algunos que en el pasado hubieran pensado únicamete en Usera ahora se plantean cruzar la M-30.
No hay mayor frontera social, demográfica, cultural y, por supuesto, económica en Madrid que la M-30. Por eso el pasado noviembre Bafre abrió la última de sus oficinas en el número 100 del Paseo de la Castellana, una de las avenidas más emblemáticas y exclusivas de la capital. En la inauguración hubo cortadores de jamón, actuaciones musicales, puestos de palomitas y dulces. La inmobiliaria ya tenía otras dependencias en la zona de Retiro, otra de las más caras de Madrid, pero la llegada a la Castellana supuso el verdadero salto de un negocio de barrio a un nuevo actor en el salvaje mercado inmobiliario de la capital.
“Pensamos que el modelo de muchas sucursales pequeñas está desfasado”, sostiene Long Fang Hu. Ésta de Usera es la más grande y la principal, pero el resto de oficinas que tienen por todo Madrid -cuatro en total- mantienen un mismo patrón, con espacios abiertos de entre 300 y 400 metros cuadrados. “El crecimiento se produce en forma de mancha de aceite, es decir, que vas ampliando tu influencia alrededor del espacio en el que te instales”, explica.
Actualmente cuentan con una cartera de unas 200 viviendas de segunda mano en la capital, “el 50% fuera de la M-30 y el otro 50% dentro”. También operan en algunas promociones de obra nueva y gestionan cooperativas. Su volumen de negocio no puede competir todavía con los gigantes del sector, pero su director afirma que están en “un punto de consolidación en el que el business plan [plan de negocios] es estar presentes en todo Madrid en 2026 y en 2030 abrir en toda España”.
Compramos tu casa en 7 días
Uno de los reclamos estrella de Bafre es “la compra de tu casa en 7 días”, que anuncian en el metro o las marquesinas de los autobuses. Se trata de una fórmula por la que un vendedor que quiera desprenderse de forma rápida de una vivienda recibe en menos de 48 horas la visita de un asesor para realizar una valoración del inmueble, éste le traslada una oferta y en un plazo máximo de una semana se formaliza la compraventa si ambas partes están de acuerdo.
Suelen recurrir a ella personas que han recibido un piso en herencia, en ocasiones cuando se trata de muchos hermanos, y quieren venderlo rápido, detalla el director de la compañía. La inmobiliaria realiza una oferta aproximadamente “de un 15% por debajo de su valor” para luego poder venderlo a un precio de mercado.
Los visados dorados
Otra de las circunstancias de las que se beneficia Bafre es la concesión de visados especiales de residencia para extranjeros que desembolsen en España al menos 500.000 euros en activos inmobiliarios, ya sea mediante la compra de uno o más inmuebles. El número de operaciones vinculadas a estos permisos, conocidos como visados dorados o golden visa, representa un porcentaje ínfimo del total de compraventas, pero los ciudadanos chinos son los que más se han beneficiado de ellos desde que se aprobaron en 2013.
Según los datos del Consejo General del Notariado, el 21% de las compraventas en España registradas en el primer semestre de 2023 las protagonizaron extranjeros. Y, si bien, en el conjunto de España las nacionalidades que encabezan la lista de operaciones son británicos, alemanes y marroquíes, en Madrid la clasificación la lideran los chinos.
“Para nosotros las golden visa han supuesto un incremento del negocio no superior al 15%. Pero si históricamente los chinos emigraban a países de habla anglosajona, España se ha convertido ahora en una opción dentro de Europa muy interesante por su clima, modelo de vida o a nivel de inversión. Además, no es como el latinoamericano con dinero que quiere invertir sí o sí en el barrio de Salamanca [de Madrid] porque es un lugar de lujo, sino que al inversor chino le da igual la zona en la que comprar”, detalla Long Fang Hu.
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Subida de precios
Esto ha contribuido a elevar los precios, sobre todo en zonas hasta ahora más asequibles como puede ser Usera en Madrid, donde el inversor apuesta por el ladrillo debido a que las redes de sus connacionales están ampliamente implantadas allí. En ocasiones este comprador ni siquiera se plantea vivir en estos barrios, sino que entiende la inversión como una forma segura de ganar dinero debido a la rentabilidad del mercado inmobiliario.
Según las estadísticas del portal inmobiliario Fotocasa, Almendrales, perteneciente al distrito de Usera, fue el barrio donde más se incrementaron los precios en 2023, con una subida del 34%. Sin embargo, Long Fang Hu insiste en desligar estos datos del fenómeno de los visados dorados o de la inversión extranjera y atribuye el alza de precios a la falta de oferta inmobiliaria y a unos niveles anteriores excesivamente bajos. “Si antes había viviendas de 100 metros cuadrados por unos 200.000 euros en estas zonas y ahora han subido, comparativamente el incremento será alto pero también había más margen para hacerlo”, afirma.
La buena conexión con el centro de Madrid, la total cercanía con la M-30 -está justo del otro lado- y, sobre todo, la creación de un enorme pasillo verde como es Madrid Río han provocado que Usera deje de ser un barrio accesible para clases trabajadoras que antes podían permitirse comprar aquí. No es crónica local, se trata de un fenómeno que se repite insistentemente en todas las capitales, convertidas en una máquina de expulsar progresivamente a sus ciudadanos al exterior de las ciudades.
Chinatown
Una tendencia que irá a más con la construcción del llamado nuevo Chinatown madrileño, previsto para 2025. Las obras para mejorar el barrio lo dotarán de más zonas verdes, mejorarán los servicios, aumentarán el turismo en la zona, pero también incrementarán inevitablemente los precios. El director de Bafre estima que para 2025 esa subida puede rondar el 20%.
A él, que se considera “híbrido, tan chino como español", el proyecto le parece que será “positivo desde un punto de vista económico, financiero y cultural”. “El precio de la vivienda se termina regulando, pero en qué país no existe ya un Chinatown, lo que supone un elemento de intercambio cultural”, opina.
En realidad este barrio ya lo es, como lo demuestran las miles de personas que acuden a la celebración del Año Nuevo chino o los muchos restaurantes que han aflorado por sus calles, donde se juntan para comer el oriundo asiático con el urbanita madrileño que acude a probar nuevas experiencias. Los tres hijos de Long nacieron en España y él considera que nuestro país es “uno de los menos racistas del mundo”.
“Ha tenido que pasar una generación o dos para que la inmigración china se pueda adaptar bien a nivel de cultura o de idioma. Y ahora ya no hay ningún problema, porque mis hijos hablan español, chino o inglés. Además, ya descansamos los fines de semana y los festivos”, bromea. En su caso ha sido necesaria sólo una generación, desde que sus padres llegaron a España para trabajar en un restaurante, hasta él, que a sus 31 años controla una inmobiliaria que extiende sus tentáculos más allá de ese pujante mercado asiático.