En el Alto de San Roque una escultura de bronce recibe desde la montaña a los peregrinos que llegan a Piedrafita do Cebreiro, parada obligatoria para quienes se adentran por fin en Galicia tras haber comenzado kilómetros atrás el Camino de Santiago. La estatua del caminante se sujeta el sombrero, en disputa contra el viento, como cuenta la leyenda que hizo un sacrificado feligrés que desafió el temporal de nieve para llegar a misa a Cebreiro. Esto supuestamente ocurrió en el siglo XIV, aunque esa imagen del hombre luchando a contracorriente se sigue repitiendo hoy.
Piedrafita do Cebreiro es uno de los escasos cinco municipios en los que el PSOE gallego consiguió imponerse en las elecciones autonómicas de este domingo en las que el partido obtuvo el peor resultado de su historia. Ese punto rojo en la provincia de Lugo, lindando con León, contrasta en un mapa casi monocromático, dominado por el azul intenso del PP.
Los resultados en este municipio de algo menos de 1.000 habitantes realmente no son nada excepcional. Sólo en las elecciones municipales de 1979 consiguió ganar lo que entonces se llamó Bloque Nacional-Popular Galego (BN-PG) -hoy BNG-, pero desde la llegada al poder de Felipe González en 1982 aquí siempre se impuso el PSOE. Ya fuera en las generales, autonómicas o municipales.
Pocos años más tarde, en 1986, José Luis Raposo se hizo con la Alcaldía de la mano del PSOE. Tenía entonces 30 años y hoy, 38 después, continúa en posesión del bastón del mando. El tiempo en política suele desgastar, aunque no ha sido su caso. Tras gozar de amplias mayorías durante nueve legislaturas, en la décima consiguió todos los escaños en juego: siete concejales por cero de sus contrincantes.
“Llevo mucho tiempo en esto. Yo trato de escuchar a la gente, de contar con todos, pero no siempre ocurre así”, se presenta al teléfono. Dice que no se ha implicado demasiado en la campaña, porque “tampoco” le “han llamado”, pero que “es algo que se veía venir desde hacía tiempo”. “Se hicieron muchas cosas mal y me podía oler el resultado”, señala.
No quiere dar nombres, aunque apunta más a sus colegas gallegos que a lo que ocurre en Madrid. “Tengo respeto por lo que está haciendo el Gobierno y no voy a entrar a valorar eso. Aunque quizás sí se estén tomando decisiones de forma muy rápida, sin explicarlas del todo bien, y eso se está utilizando desde el otro lado con trampas y mentiras”. En su discurso sobrevuela, sin citarla, la amnistía.
Reconoce que se siente “libre” para decir lo que quiera, que no tiene “miedo” a que lo echen, y por eso podría criticar el ‘sanchismo’ pero no lo hace. Opina, más bien, que “el PSOE en Galicia ha quemado candidatos muy a la ligera” y que la actual secretaría general en la comunidad “debería renovarse”.
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Una apuesta de Sánchez
El candidato socialista, José Ramón Besteiro, ya ha comunicado que piensa sentarse en la bancada de la oposición del Parlamento gallego y no piensa dimitir. Su candidatura, sin embargo, cayó del 19% de las anteriores elecciones a un 14% y se vio ampliamente superada por los nacionalistas del BNG, que le han arrebatado en estos comicios parte del electorado de izquierdas al PSOE.
Besteiro fue una apuesta directa del presidente, Pedro Sánchez, aunque en los últimos meses la carrera del dirigente gallego ha sido un constante ir y venir por diferentes cargos. En marzo de 2023 fue nombrado delegado del Gobierno en Galicia, puesto al que renunció en junio para presentarse al Congreso de los Diputados en las elecciones generales por la circunscripción de Lugo.
Obtuvo el escaño, pero meses después Sánchez le mandó de nuevo a Galicia, donde tendría un lugar subalterno ante el empuje del BNG, al que se encomendaron también los socialistas. Finalmente, la suma no dio frente a la amplia mayoría del PP. La portavoz del PSOE, Esther Peña, dijo este lunes tras reunirse con la Ejecutiva que el partido había hecho “autocrítica”, pese a que en Ferraz achacaron los malos resultados a la falta de tiempo para consolidar a su candidato a las gallegas.
El alcalde de Piedrafita, convertido ya en uno de los pocos socialistas numantinos en la Galicia del PP, cree que los males vienen de antes. “Tú puedes tener un error, pero cuando todo son errores, hay que asumir las consecuencias. Yo soy de un pueblo y las decisiones se toman en la ciudad, pero hay que entonar el mea culpa y el que no aporte nada, que se vaya a su casa”, sentencia.
José Luis Raposo ya tuvo sus más y sus menos con José Ramón Besteiro hace una década. En 2014 el alcalde en ejercicio presentó su dimisión como diputado provincial de Lugo y solicitó su suspensión temporal del PSOE tras haberse visto salpicado en un asunto de multas investigado por la Fiscalía de Lugo que después quedó en nada.
Besteiro, entonces secretario general del PSOE gallego, le pidió que asumiera las reglas internas por las que ningún cargo público socialista debía sentarse en el banquillo. Raposo acató la orden y un año después, con el tema zanjado por la Justicia, volvió al partido. Besteiro y él salieron de nuevo juntos en las fotos, aunque la relación nunca se encauzó.
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Un voto personalista
Pese a todos estos líos, Raposo no dejó de ganar elecciones. Y pretende seguir haciéndolo. “Yo me sigo viendo en un futuro en el PSOE, aunque si el barco se va a pique del todo, pues tendré que saltar”, advierte.
En Piedrafita do Cebreiro quienes lo conocen coinciden en que el voto fiel al PSOE se debe más a la persona que al partido. “Cuando llegaron los socialistas en los años ochenta, hubo muchas ayudas, la gente se ilusionó con aquella idea y desde entonces han seguido votando una y otra vez a la misma persona”, sostiene Jesús Trabado, dueño de una taberna local. “No se trata de ideología, no es un voto político sino personal”, agrega.
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Lo mismo opinan otros ciudadanos de Piedrafita, que subrayan la diferencia entre las diferentes elecciones. En las últimas municipales el PSOE obtuvo el 76% de los votos, mientras que en estas autonómicas los socialistas lograron el 46% por casi un 40% del PP.
El principal problema que han sufrido en los últimos años en el municipio fue el derrumbe en 2022 de un tramo de unos 50 metros de un puente en la autovía A-6 que va a Madrid y que dificultó las comunicaciones de sus habitantes. Mientras, la despoblación ha provocado que de los 2.000 vecinos que había censados en 1979 el número haya descendido por debajo de 1.000. Pese a todo, el PSOE sigue ganando elecciones. Lo que no está tan claro es qué pasará el día que no esté su actual alcalde.