A las 10:30 de la mañana del pasado lunes, Don Alfonso ofició la misa-funeral por Josefina, una anciana vecina del barrio de San Sebastián de Don Benito (Badajoz). Al concluir la ceremonia, saludó a los amigos y familiares de 'La Fina' y se fue a su casa, un piso situado en la calle Villanueva de la misma localidad.
Sin que nadie lo viera venir, sólo unas horas después del entierro, irrumpieron en la vivienda agentes de la Guardia Civil que se llevaron detenidos al cura y a su novio: ambos estaban acusados de traficar de forma ilegal con Viagra y otras sustancias. Los vecinos y, sobre todo, los feligreses de la iglesia de San Sebastián donde el cura ejercía como párroco, todavía digieren los hechos con incredulidad.
Lo crean o no, las detenciones han levantado la manta sobre la doble vida que llevaba el sacerdote. En el barrio que lleva el mismo nombre que su parroquia –San Sebastián– los vecinos le conocen como alguien cercano e implicado con la comunidad. Pero apenas unas calles más allá, donde vivía de alquiler en un piso ajeno a la parroquia, escondía una actividad ilegal además de una relación prohibida de la que en el pueblo sólo había vagas sospechas.
Según fuentes cercanas a la investigación, Don Alfonso Raúl Masa Soto y su pareja, de nombre Álvaro, traficaban con el potente estimulante sexual y otros "afrodisíacos" desde su vivienda, que además usaban como almacén. Fueron seguidos durante varios meses. Tras ser detenidos el lunes, ambos prestaron declaración este martes en el Juzgado de primera instancia e instrucción número 2 de Don Benito alrededor de las 11:30.
Después de declarar, el juez dejó en libertad con cargos al sacerdote, con la obligación de comparecer los días 1 y 15 de cada mes en el Juzgado. Su pareja, sin embargo, ingresó en prisión provisional comunicada y sin fianza, lo que indica que se trataba presuntamente del principal implicado en la trama.
Premio Extraordinario
Don Alfonso, natural de Miajadas (Cáceres), se licenció en Teología Dogmática por la Pontificia Universidad de Salamanca con Premio Extraordinario de Licenciatura. Completó su formación en el seminario de Plasencia y luego inició su labor pastoral en la zona de Béjar, entre Cáceres y Salamanca.
El cura llegó a Don Benito hace cinco años, después de un polémico traslado que unió a los vecinos de los anteriores pueblos en los que era párroco para impedir que se mudara. Los feligreses de Fuentes de Béjar, Cabeza de Béjar y La Puebla de San Medel recogieron firmas para instar al obispado a que les dejara con su cura.
Alegaron que su labor pastoral en estas localidades hizo llegar "nuevos tiempos, nuevas inquietudes y muchos proyectos" que lograron atraer a los más jóvenes. Pero el obispado de Plasencia desoyó sus peticiones y destinaron a Don Alfonso a Don Benito, adonde llegó como vicario parroquial de la iglesia de Santiago y administrador parroquial de Conquista del Guadiana.
Una vecina de la parroquia de Santiago recuerda que, en los años que estuvo en esta iglesia, Don Alfonso daba "unos sermones perfectos" y "doctrinalmente correctos". Por ello, al igual que otros residentes de la localidad, la detención le ha sorprendido. "Nunca se sabe, pero desde luego nunca lo hubiera sospechado", explica esta vecina, que prefiere guardar su identidad en el anonimato.
Dos años después, el obispo encargó a Don Alfonso la iglesia de San Sebastián, para sustituir como párroco a Don Santos Hernández Rodríguez, ya entrado en años y con problemas de salud. Tras su nuevo nombramiento, el nuevo párroco comunicó a la comunidad que no viviría en la casa parroquial, porque ya la ocupaba el anterior sacerdote, quien además vivía con una hermana en silla de ruedas.
"Nos dijo que él no iba a echar a Don Santos y que viviría en un piso particular porque se lo podía permitir", dice una feligresa de San Sebastián a EL ESPAÑOL. Preguntado por este periódico, Don Santos ha declinado dar declaraciones sobre su compañero justificando que su relación actual con la parroquia es "mínima".
[Detenidos un sacerdote y su pareja en Don Benito (Badajoz) por traficar con Viagra y afrodisíacos]
Así, Don Alfonso alquiló un piso en la calle Villanueva, algo alejada del barrio de la parroquia. Por la zona de su vivienda, los residentes le suelen ver pasear con su perro, un enorme pastor irlandés. También relatan que frecuenta el gimnasio y hace sus compras rutinarias junto a su pareja en un supermercado Dia, aunque cada uno por su lado. "Cada uno llevaba su carro y se pagaba lo suyo", confiesa una dependienta de este establecimiento, que sospechaba que ambos estuvieran juntos.
"Cura moderno"
A diferencia del anterior cura, los residentes que conocen a Don Alfonso le describen como "un cura moderno" y "enrollado". "Es un cura que no parece un cura. Yo le digo que le pega más ser cantante de Extremoduro que sacerdote", explica la feligresa a este periódico. "Viste con gorra para atrás, pantalones ajustados, sudaderas elásticas y no se escandaliza por nada, es aparente con las vecinas…", prosigue.
Otro residente coincide con la mujer en que los hábitos de Don Alfonso en el pueblo llamaban la atención, en comparación con la vida que llevaba Don Santos, un sacerdote mayor, vestido con alzacuellos y entregado a una vida austera y silenciosa. "A Don Alfonso le gusta alternar, fuma, va con barba de dos días… pero como cualquier persona de su edad", dice un vecino sobre el sacerdote, que supera por poco la cuarentena.
Pese a que las formas del nuevo cura sorprendieron a más de uno en Don Benito, el dinamismo que aportó a la parroquia y al barrio de San Sebastián nunca hicieron levantar sospechas sobre sus relaciones privadas y su actividad ilegal. "Desde su llegada, este barrio ha tenido más vida que en los últimos 40 años", señala la feligresa.
Otros atestiguan que, al igual que sucedió en los pueblos de la zona de Béjar donde querían que se quedara, la iglesia de San Sebastián comenzó a llenarse y las actividades y las actividades en el barrio se multiplicaron. "Se hacen fiestas, pero también adoraciones al Santísimo, procesiones, comidas, todo tipo de cosas", prosigue la mujer, quien todavía no da crédito por ver a su cura detenido en las imágenes de los Telediarios.
Sobre su pareja, nadie en la comunidad de la iglesia sabe nada. "No es alguien relacionado con la parroquia", dice la feligresa. Los vecinos del piso en el que ambos vivían lo describen como alguien "fino", que entraba y salía de la vivienda con discreción y saludaba a los demás residentes de forma rutinaria.