Si el Gobierno español hubiera querido realmente suplir la falta de camioneros, habría incentivado de alguna forma que las condiciones laborales y los salarios aumentaran. Eso es lo que se desgrana de las opiniones de los camioneros tras enterarse de que Pedro Sánchez llegó a un acuerdo con Rabat mediante el cual se permitirá circular y trabajar en España a transportistas llegados desde Marruecos sin la necesidad de homologar el permiso de conducir. Los camioneros nacionales advierten de los peligros que esto conlleva: ni las carreteras de Marruecos y España son iguales, ni competirán en igualdad de condiciones.
José Rodríguez, camionero andaluz, es uno de los tantos profesionales del sector que no ven con buenos ojos la medida anunciada por Sánchez. “Si realmente nuestro presidente del Gobierno quiere defender los intereses de España, no facilitaría la entrada de mano de obra barata en el país”, sintetiza su postura.
Desde su punto de vista, la cuestión no radica tanto en la falta de transportistas sino en las condiciones laborales en las que se ven obligados a desempeñar sus servicios: “Muchos de nosotros hemos dejado el camión porque a las grandes empresas no les interesa pagar lo que deben por convenio”. Y añade: “De Marruecos van a traer esclavos, no trabajadores, y el que quiera trabajar ahí se tendrá que esclavizar”.
Este transportista considera que no son comparables los requisitos y exámenes que él ha debido superar para obtener su licencia de camionero en relación a aquellos exámenes requeridos en Marruecos. “Aquí es mucho más duro que en un país africano, incluso sudamericano”, concede. Por otro lado, Rabat hace un mes que aprobó una nueva ley que endurece la obtención del permiso de conducir, de tal manera que se adecúa a las europeas, aseguran.
Rodríguez incide en esta cuestión que le parece clave: “Aquí tenemos que superar unas pruebas difíciles tanto teóricas como prácticas, y después sacarnos el CAP (curso de adecuación profesional), que son unas 180 horas. Eso te puede suponer un desembolso de más de 3.500 euros”, desarrolla. Este camionero de 52 años que lleva 31 en la carretera y que tiene la suerte de poder dormir en su casa los fines de semana, reitera que “poder trabajar se está convirtiendo en una odisea al favorecerse la entrada de personal extranjero cuando en España estamos cada día más gente de este sector en el paro por no aceptar las condiciones que nos imponen”.
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¿Y el tacógrafo?
Parecido piensa José Fernández, quien trabaja entre España y Portugal. “Si quieren paliar la falta de conductores que hay, que se vayan al INEM y pregunten por qué no trabajan, no hace falta convalidar carnés de conducir ni nada por el estilo”, introduce. Desde su cabina atiende a EL ESPAÑOL y recalca una de las principales dudas que todavía están en el aire: “¿Cómo harán los conductores marroquís con el tacógrafo que nosotros sí tenemos obligación de llevar? Porque ahí es donde aparece el control de horarios para el descanso, y la velocidad a la que vas”.
La noticia anunciada por Sánchez tampoco le ha pillado desprevenido. Según comenta el propio Fernández, “lo que traerán no son camioneros, sino conductores baratos”. Él está en la carretera desde los 21 años y ahora tiene 44. Su experiencia le dice que a los conductores nacionales “ya se les han hinchado las narices” y no salen a trabajar fuera de sus casas más de una semana por 1.400 euros netos que pueden llegar a cobrar.
De hecho, él mismo recuerda cómo España intentó atraer transportistas desde Perú. “Los traían de 100 en 100. ¿Por qué ahora no los traen de allí? Porque a lo mejor estos señores peruanos que venían con una necesidad han visto que les han engañado tanto laboral como económicamente, y han decidido no venir más y marcharse de España los que ya estaban. El problema de todo es que casi nadie cobra lo que el convenio marca, y eso es lo que precariza el sector”, se explaya Fernández.
Inseguridad en la carretera
Jesús lleva la mitad de su vida subido al camión. A sus 42 años, piensa que esta medida propiciada entre el Gobierno español y Marruecos tan sólo es un parche y una chapuza, en sus propios términos. “De antemano, ya nos toca lidiar con estos conductores. No quiero caer en el racismo, pero su comportamiento en la conducción dista mucho de la europea”, enfatiza. Esto se podría deber, según este camionero con 21 años de experiencia, a que las carreteras y el clima son distintos en Marruecos. “Yo mismo me siento inseguro cuando tengo que circular detrás de un vehículo así”, añade al respecto.
Todavía recuerda cuando, antiguamente, un camionero era alguien respetado y valorado por la población, alguien a quien se le presuponía ciertos conocimientos de conducción, incluso a la hora de prestar auxilio. “Hoy en día no tenemos esa fama por las nuevas incorporaciones de personas de otros países con costumbres distintas y maneras diferentes de ver las cosas”, explicita.
Jesús es otro de los cientos de camioneros que considera que, más que conductores, hacen falta buenas condiciones laborales. “Esto es muy sacrificado, pero no sólo para ti, también para tu familia. Si te tiras una semana fuera, es tu pareja quien se hace cargo del cuidado de los niños y la casa”, ilustra. De todas formas, hace unos años sí que compensaba este sacrificio. A ojos de Jesús, si entraba un buen sueldo en casa era suficiente para estar alejados algunos días de sus seres queridos. Pero ahora ya ni eso.
“La solución para los gobernantes es traernos mano de obra barata. Lo que a nosotros no nos parece bien, a gente que viene de países en peores condiciones les parece estupendo, y eso es lo que está pasando”, resume. Otro de los problemas que afectan al sector es el relevo generacional, un factor que le preocupa, pero también entiende. “Apenas hay gente joven que vea esta profesión atractiva porque si en su casa siempre escuchan las penurias que pasamos… Conozco a críos de 22 años diciendo que les gusta la carretera y el camión pero que da poco dinero, y lo entiendo”, afirma este transportista hijo y nieto de camioneros.
A veces, cuando está en la carretera, se le pasa por la cabeza qué hubiera pasado si hace un par de décadas se hubiera decantado por otro trabajo. “Están convirtiendo una profesión digna en algo mucho más precario de lo que ya es. Este convenio con Marruecos es un ataque hacia nosotros. Los que nos dicen es que, si no cogemos nosotros los camiones, los cogerá otra gente por menos dinero”, desarrolla Jesús.
Miguel Ángel López, sevillano de 56 años con 35 de veteranía, también opina que este último movimiento de Sánchez va encaminado a abaratar los sueldos: “Yo empecé hace casi cuatro décadas y ganaba el doble de dinero que ahora. Lo que no es normal es que tengamos que aceptar estar fuera de casa durante 15 días por unos 2.600 euros”, ejemplifica desde su camión.
Más allá de los salarios
En cambio, Juan José Gil, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Transporte de España, no ve con malos ojos el convenio suscrito entre el Gobierno español y el marroquí: “Es cierto que hay una falta de conductores, pero no sólo se debe a las condiciones económicas, sino que es una profesión muy penosa en otros tantos sentidos en la que pasas mucho tiempo alejado de tu casa viviendo en un habitáculo de tres metros cúbicos”, comenta a EL ESPAÑOL.
En su opinión, la realidad es que no hay conductores españoles “con voluntad”. Eso ha hecho que actualmente 1 de cada 4 ya sean extranjeros, tanto de dentro como de fuera de la UE. Por otra parte, la cantera de los transportistas de países del este que arribaban en España también está agotada: “Antiguamente traíamos a conductores de Rumanía y Bulgaria, pero ahora hay que ir a terceros países como Perú, Colombia, Ucrania y Marruecos”, explicita.
De hecho, según sus datos, a día de hoy el 25% de los camioneros extranjeros de fuera de la UE son marroquís, seguidos de los ecuatorianos en un 17%, los ucranianos con un 12% y colombianos con un 7%. Por todo ello, Gil considera que la medida puede aliviar esta falta de conductores.