“Trato cercano, vocación y ganas” son las cualidades que tiene que tener un buen profesor, según José Ignacio Gago. El educador ha sido galardonado como mejor docente de educación secundaria en la séptima edición de los Premios Educa Abanca, en los que se reconoce a los maestros más brillantes del país. Nacho — como le gusta que le llamen— trabaja con adolescentes de primero de la ESO hasta segundo de Bachillerato en el colegio Santa Teresa de Jesús, donde después de varios años entre los finalistas, se posiciona como el campeón absoluto en su categoría.
“A la tercera va la vencida”, y así ha sido el caso. El salmantino ha quedado quinto y tercero en galas anteriores, pero este año arrasa con el primer puesto. ”Lo mejor del premio es que la gente deposite confianza en ti, es lo más significativo. Que las personas se tomen la molestia de rellenar un formulario para presentarte como uno de los mejores profesores me llena de alegría”, explica a EL ESPAÑOL.
Lo que destaca, por una parte, a estos premios, es que son los mismos alumnos y padres los que se encargan de nominar a los docentes para que entren en las listas de estas galas. Aunque puede llegar a ser un “proceso tedioso” al tener que presentar numerosos documentos y publicaciones para que posteriormente te valore un jurado, “que sean los niños y familiares con los que trabajas en el día a día los que dedican tiempo en llevarte hasta la candidatura, merece la pena todo el tiempo que inviertes en recopilar esa información. Pueden ser semanas”.
El multimétodo
“Hay muchos métodos”. A Gago no le gusta casarse con ninguno y apuesta por la utilización de varios para garantizar el aprendizaje de sus estudiantes. Esta práctica es una de las razones por la que las familias le han seleccionado como uno de los profesores más brillantes de la provincia en la que trabaja (Valladolid), y por la que ha destacado ante el resto de los educadores nominados.
“Todos los años trato de embarcarme en nuevos proyectos en los que pueda cambiar la visión y la sociedad de los chavales con los que trabajo. Son proyectos multidisciplinares que se compaginan con el resto de las asignaturas, en los que se mezclan partes lúdicas con otras más técnicas, pero que por lo general suelen gustar mucho”, detalla. En sus clases tampoco puede faltar el trabajo cooperativo y la gamificación —en la que los estudiantes aprenden jugando—, y alienta a la competición individual tanto como a la grupal para mejorar las dinámicas de la clase.
La lista de este docente sigue. “La clase invertida” es otra de las líneas que practica con sus alumnos, en la que “se lanza una clase grabada” para comentar al día siguiente con una visualización previa. “ También utilizo las clases inmersivas. Preparo retos matemáticos y los comparto en las redes sociales, para formar como una especie de puzzles”, comenta a este diario. El manejo de múltiples métodos se debe a que la atención de los estudiantes es cada vez “más limitada”. Nacho asegura que este fenómeno se debe a las pantallas y el multitrabajo, que cada vez está más integrados en nuestra realidad. “Si solo me centro en una solo cosa, los alumnos van a acabar por aburrirse”.
Que siga estas estrategias para “enganchar” a sus estudiantes a las clases es solo una de las claves de su éxito. Uno de los motivos por los que quiso ser profesor de Secundaria es porque los alumnos se encuentran en una “edad complicada”, en la que muchos necesitan “un compañero”, “un mediador” que les pueda ayudar. “Los adolescentes tienen muchas cosas en las que pensar antes que en las clases, y si se les puede proporcionar un soporte que a veces no tienen, hay que intentarlo”.
La personalidad de este educador es inherente a la forma de dar sus clases, y antes de que sus alumnos le recuerden como profesor, prefiere que lo hagan como persona. “Soy cercano y trato de estar para sus necesidades tanto personales como académicas”, cuenta. Nacho lleva muchos años en la docencia y en sus inicios le dijeron que “ya se cansaría”. A sus 44 años asegura que “la batería no se le acaba” y que la educación también se basa en “ser un compañero de viaje en el ámbito académico, no posicionarte como el enemigo y mucha humildad; sin olvidar que hay límites y barreras que no se deben sobrepasar”. Al fin y al cabo, “es un trabajo vocacional”.
Carencias y otras visiones
Aunque sus métodos y carisma le han llevado a ser uno de los mejores profesores de España, tiene claro que en el sistema educativo hay problemas casi palpables. “Las ratios deberían ser más bajas, cada vez hay más niños con diferentes necesidades, desde altas capacidades hasta déficit de atención. Como la natalidad está bajando, en vez de cerrar centros educativos, se deberían hacer clases más reducidas para que haya más calidad dentro de un aula”.
“Que haya dos profesores en el aula puede solucionar muchas complicaciones. Mientras que una de la clase general, el otro educador se puede encargar de las necesidades más específicas que requieran atención preferente”, informa Nacho. Las leyes educativas es otro tema que no ha querido dejar pasar desapercibido. Desde su punto de vista, tanto docentes como alumnos “salen mal parados al estar cambiando constantemente de normativas, por no mencionar el aumento de la burocracia, que interrumpe con la programación de las clases”.
Política y educación son dos conceptos que en muchas ocasiones van de la mano, pero que el salmantino distingue a la perfección. Como explica a este diario, debería existir “una única ley educativa” alejada de los intereses políticos de los distintos partidos. Además los encargados de redactar, pensar y ejecutar estas normativas, tendrían que ser los propios educadores, pues son los que están trabajando con los estudiantes en el día a día. “Ponemos en nuestro sistema modelos educativos que funcionan bien en otros países, pero no somos noruegos”.
Caminos cercanos
Hay quienes se muestran recelosos con la integración de las nuevas tecnologías y las inteligencias artificiales, “pero han llegado para quedarse”. Su utilización es hegemónica y está cambiando cualquier paradigma. “Estamos de camino a una educación más práctica, llena de nuevas herramientas con las que se puede conseguir un aprendizaje mucho más personalizado”.
Gago no es partidario de memorizar por memorizar “Se trata de saber hacerlo, no de repetirlo. Si se te olvida una fórmula no significa que no sepas resolver el problema”, asegura. El futuro de la tecnología es “imparable”, entonces lo mejor es sumarse a ella siempre que se pongan unos límites. A fin de cuentas, la educación será “una combinación” del aprendizaje tradicional y los avances tecnológicos; o ese es el escenario que se presenta para las próximas generaciones de estudiantes.