Miguel Ángel era vecino de Soto de Ribera. "De toda la vida", dice una vecina. A sus 71 años, estaba jubilado. Había trabajado de celador en el hospital al que acudían los mineros. Vivía en su pueblo, en su casa de siempre, separada del núcleo urbano por el río, en la ribera donde solo tres casas aparecen en la ladera de la montaña. Lo hacía solo desde que se había separado de su mujer. Únicamente venía a pasar algunas temporadas aquí con él su hijo Pablo Muñiz (46 años), el mayor, que alternaba este lugar con Grado, la casa de su madre. Un chico introvertido. Un hombre al que gustaban la montaña, como a su padre, y la lectura.
Este pasado lunes, Miguel Ángel salió corriendo de su casa pidiendo auxilio. Pablo le había apuñalado y le perseguía. No alcanzó la casa de sus vecinos cuando su hijo le decapitó.
Pablo apareció en la rotonda que está debajo de su casa. Arancha, que estaba volviendo se lo encontró en mitad de la glorieta. "Veo que está desnudo, la parte del pecho manchada de sangre y en la mano lleva una cabeza. Se puso delante de mí y me la lanzó contra el capó", narra la asturiana, que se decía: "¡¡No puede ser, no puede ser!!".
[El asesino de Asturias jugó al fútbol con la cabeza de su padre tras decapitarlo]
Se echó a un lado y llamó al 112 aún en shock. Miró por el retrovisor. "Estaba jugando con la cabeza como si fuera una pelota", cuenta esta testigo.
La lluvia apoyó el caos que se formaba. La llegada de la Guardia Civil no pudo detener a Pablo. Un hombre que salía del bar del pueblo les ayudó a reducirle. El hijo de Miguel Ángel le tiró su cabeza a la cara, provocándole una contusión en el ojo. La Guardia Civil trasladó a Pablo al Hospital Universitario Central de Asturias (Huca), donde permanece en la unidad de psiquiatria a la espera de pasar a disposición judicial.
Bueno y ejemplar
Miguel Ángel trabajó durante años en el antiguo hospital de Oviedo. Allí, paseaba por los pasillos como celador para atender a los enfermos de silicosis, una enfermedad respiratoria causada por respirar polvo de sílice.
Tomás Fernández, alcalde de Soto de Ribera, recuerda que Miguel Ángel nació allí en el pueblo y se crió en las mismas calles. Luego, desconoce si se mudó con su mujer a Grado, aunque los vecinos aseguran que siempre vivió en la misma casa, "desde hace 50 años". Tuvieron tres hijos, entre ellos a Pablo, y desde que separaron él vivía en Soto de Ribera y ella en Grado.
Quienes conocieron a Miguel Ángel le señalan como una persona "buena y ejemplar". Fernández destaca que era "conocido, vecino y amigo". El alcalde se deshace en elogios hacia el paisano: "Era un gran colaborador del municipalismo, siempre estaba colaborando, si los obreros iban allí echaba una mano... Una persona fabulosa, fabulosa".
De Pablo, poco se sabía en el pueblo. El regidor socialista destaca que solo lo veía "en el bus y en la parada del tren". Solo los vecinos más allegados sabían que le gustaba el campo y la lectura. "Paseaba por el monte con su padre", destacaban ayer por la tarde.
Los audios
Quienes estuvieron en el lugar durante el suceso aseguran que Pablo estaba fuera de sí. Algunos dicen que cantaba el Cara al Sol; otros lo niegan. "Qué más da, estaba completamente ido", dice Arancha.
Los momentos de pánico vividos los relataron a través de Whatsapp algunos conductores, que aprovecharon para fotografiar la decapitación y enviar vídeos en redes sociales.
Allí, algunos audios narraban: "Chavales, el de la rotonda de Soto mató a alguien. Repito: mató a alguien. Había una cabeza en mitad de la rotonda. Lo paró la Guardia Civil, le dieron de hostias, lo detuvieron, pero había una cabeza en la rotonda. Hay una cabeza en la rotonda. Hay una cabeza en la rotonda y estaba delante del coche. Un paisano y el tipo este estaba desnudo, se nos tiró casi encima del coche, sangrando y todo. Debió de matar a alguien. Ni se os ocurra pasar por ahí".
La misma persona, alterada, continuaba: "Que había una cabeza de un paisano mayor. Que llegamos a la rotonda, había un loco desnudo y dije: para, para, que nos come. Saltó encima del coche que llevábamos detrás, pero se tiró de cabeza. Ya dije: hay que llamar al 112 que este va drogao. 100 o 200 metros para adelante paramos. Vimos cómo se seguía tirando a los coches. Ya llegó la Guardia Civil. Al lado del quita miedos, media cabeza. Como si cortas al paisano por la boca. ¡Plas! Un corte limpio. Y la cabeza ahí, tirada en el suelo. Yo al paisano no le conozco, pero que si lo conociera sabría quién es. Que era una cabeza. Y el otro estaba desnudo, sangrando por la nariz... Sabe Dios, pero increíble, increíble".
En este punto, es necesario destacar que Pablo ha dado negativo en el control de drogas y alcohol al que ha sido sometido por los investigadores. Asimismo, es importante recordar que el varón, de 46 años, tampoco tenía antecedentes policiales.
Un último audio viral en Asturias entonaba: "Chicos, no vengáis por Soto de Ribera. Hay un hombre sangrando, se está tirando encima de los coches, viene la Guardia Civil, la rotonda donde Soto del Rey. Está drogado perdido y se está lanzando encima de todos los coches".
Arancha, que estuvo allí, aún no ha podido reaccionar a lo ocurrido. Su coche quedó manchado por la sangre, aunque en la imagen no se ve tanto porque estaba lloviendo. Ella destaca: "Creo que aún no lo he asimilado, como cuando la muerte es cercana; es una escena totalmente macabra. Yo no quería creer que era una cabeza, pensaba que era un bicho".
Durante su relato, la paisana, que tras un día agotador necesitaba descansar, apuntaba: "La cara desencajada, desnudo, tirándome una cabeza. No se me va a olvidar en la vida".