La familia Hidalgo lleva tres generaciones dedicada a fabricar jamones en el municipio de Monesterio, en Badajoz. Todo empezó como una actividad familiar típica de la región en 1952 de la mano del abuelo Francisco. Pasó por su hijo Santiago y ahora ha tomado el relevo su nieto Antonio, herederero de Ibéricos Casa Lucas. El negocio funciona tan bien que el año pasado doblaron la facturación para llegar a 1,82 millones de euros.
Por su Jamón Gran Reserva Premium acaban de ganar por segundo año consecutivo el certamen del International Quality Institute de Bruselas y el 1 de julio recibirán otro premio en Viena al mejor jamón del mundo. Se trata de un motivo de orgullo para la familia Hidalgo, que se compromete a mantener la calidad y no bajar la guardia.
Actualmente la empresa está integrada por un equipo de ocho personas, seis trabajadores fijos y dos indirectos. El equipo lo lidera Antonio Hidalgo, de 43 años. "Se lleva en el ADN y todo lo que hacemos es con pasión y amor. Eso el cliente lo nota", explica a EL ESPAÑOL.
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En sus inicios este negocio familiar operaba como muchos otros de la región que se dedican a la matanza. "Se reunían los vecinos en una casa particular y cada uno se dedicaba a una función, más como diversión que como trabajo. Unos ataban los embutidos, otros venían con dulces", recuerda el nieto Hidalgo con nostalgia.
Las ganancias obtenidas eran solo para recuperar lo invertido, mantener la familia y poco más. Además, era una actividad típica de la zona, casi un hobby. Pero ahora el oficio ha pasado a ser una industria, el lugar donde procesar los embutidos es una fábrica y las cuentas también son otras.
El secreto familiar
"La regla siempre ha sido mantener la tradición familiar y ser artesanal, algo que se viene cumpliendo generación tras generación", enfatiza. Uno de los secretos para llegar a ese nivel de calidad reconocida mundialmente es que "la fábrica está ubicada en un antiguo molino de aceite y pasa por debajo un manantial de agua, lo que hace que la temperatura y humedad sean constantes todo el año".
Además, el clima también es primordial. Se necesitan casi cuatro años de curación para conseguir el mejor jamón. Los animales son de raza ibérica, criados por ganaderos locales de las dehesas de Monesterio y alimentados exclusivamente de bellotas y hierbas. Actualmente una pata de jamón cuesta unos 300 euros aproximadamente.
Desde pequeño Antonio acompañaba a su abuelo Francisco a la dehesa para ver los cerdos. Todo lo aprendió de él y de su padre Santiago. El gusto por dedicarse a este sector es el amor por la naturaleza, nunca lo obligaron ni se sintió presionado.
Ahora con dos hijos pequeños, de seis y cinco años, percibe que el mayor, Lucas, empieza a mostrar curiosidad por la actividad. Sin embargo, el padre lo tiene claro: "Solo quiero que mi hijo sea feliz y elija su camino".
Son tres generaciones consiguiendo el mejor producto. Su producción es limitada: un promedio de mil patas anuales. La empresa no tiene intermediarios y no se plantean la expansión para hacerlo en grandes cantidades, prefieren el trato directo al cliente.
Antonio Hidalgo compagina el trabajo con sus estudios en la Escuela de Negocios San Telmo de Sevilla, una de las más prestigiosas de España, donde primero hizo el Programa de Perfeccionamiento Directivo (PPD) y ahora el Programa de Alta Dirección (AD-1), que terminará en julio de este año. Sabe que seguir en este sector requiere preparación porque el mercado es muy exigente.
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Producto artesanal al consumidor
De esta actividad también se beneficia Monesterio, un pueblo de 4.254 habitantes de la provincia de Badajoz. Los premios y reconocimientos internacionales alcanzados son el orgullo de la región.
El éxito de su negocio llega a clientes no solo en territorio español, también de otros países de la Unión Europea, Japón y Tailandia. Curiosamente, desde este último país, tiene un cliente que le hace un pedido cada 21 días porque se considera un fanático del jamón.
"Hay que rodearse de los mejores y dar un trato excelente al cliente para que el producto artesanal llegue al consumidor", refiere Antonio cuando este periódico le pregunta por las cualidades que debe tener una empresa para mantenerse en este sector.
Una de las grandes personalidades que ha reconocido esta empresa en importantes eventos es Florencio Sanchidrián, un cortador profesional de jamón ibérico designado como Embajador Mundial por la Academia Internacional de Gastronomía.
También el pasado marzo Ibéricos Casa Lucas ha sido reconocido por La Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR) con la certificación como Producto Destacado por el Consumidor. AENOR consideró que su Jamón Gran Reserva, "mantiene los sabores de antaño, combinando la genética del cerdo ibérico".
Aunque también comercializan otros productos. Entre las diversas variedades de embutidos extremeños que se pueden encontrar en este negocio están el jamón y las paletas de 5 y 4 estrellas, la caña de lomo, el chorizo, el salchichón, las virutas de jamón o la pluma de cerdo, entre otros.
Para lograr la excelencia, Antonio Hidalgo concluye que "el secreto está en mantener la tradición, y eso el cliente lo agradece porque se nota mucho la diferencia".