Probablemente nunca sabremos qué fue más importante para él. La medalla de oro que sostiene en su mano derecha junto a un ramo de flores o la foto de su mujer que levanta con la izquierda. Se llamaba Susann y su historia compartida con el halterófilo alemán Matthias Steiner se ha convertido en una de las grandes anécdotas motivacionales para deportistas de todo el mundo y en una pequeña lección de lo que debe ser el periodismo que pretendemos inculcar desde el Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL y la Universidad Camilo José Cela.

Dice Miguel Ángel Mellado, director de este Máster de Másteres, que "historias hay hasta debajo de las piedras; sólo hay que levantarlas".

Complicado encontrar una mejor definición de lo que es el periodismo puro -contar historias-, aunque a veces esas historias están ahí, a la vista de todos, aunque sólo la verán quienes tengan la curiosidad suficiente y el olfato completamente desarrollado. Dos condiciones que podrían considerarse innatas, pero que en realidad también pueden entrenarse.

El alemán Matthias Steiner, en el podio de los JJOO de Pekín con su medalla de oro y la fotografía de su difunta mujer. Reuters

Lejos de los éxitos de la campeona Lydia Valentín, la halterofilia en España es un deporte sin gran tradición y con un número reducido de licencias, con lo que pensar que nuestros periodistas conocían la vida de Matthias Steiner antes de los Juegos Olímpicos de Pekín es mucho suponer.

Steiner terminó séptimo en los Juegos de Atenas 2004. Lo curioso es que lo hizo bajo bandera austríaca porque lo cierto es que nació en Viena, en 1982. Desavenencias con su federación le llevaron a plantearse la posibilidad de nacionalizarse alemán. No tanto por la cercanía geográfica como por el hecho de que Susann, su mujer, era alemana, de Chemnitz concretamente, en el länder de Sajonia y allí tenía el club local que competía en la Bundesliga. 

La decisión fue sencilla; los trámites, no tanto. Lo que debía haber sido un proceso rápido le costó a Steiner perderse dos campeonatos de Europa y dos Mundiales con apenas 23 años, en el que probablemente era el punto más alto de rendimiento deportivo de un halterófilo. Sin embargo, lo peor aún estaba por llegar.

Una mañana de miércoles. Matthias Steiner se dirigió al cementerio de Chemnitz para contarle a la tumba de su mujer que por fin le habían concedido la ciudadanía alemana. "Tenía que ser la primera en saberlo", confesó Steiner a la prensa ese mismo día, pocas semanas después de que Susann falleciera en un terrible accidente de tráfico.

En la cama del hospital, justo antes de su muerte, Matthias le prometió a Susann que ganaría el oro olímpico. Por él. Para ella.

En Pekín 2008, ya con la bandera alemana en el pecho y después de nueve meses en el dique seco por una lesión, Steiner levantó 258 kg en dos tiempos para lograr el mayor hito de su carrera por un solo kilo de ventaja sobre el ruso Yevgueni Chiguishev. La mayoría de la prensa enmarcó su explosión de felicidad, sus saltos, gritos y abrazos con su entrenador como lo que debe sentirse por ganar un oro olímpico, pero aquella imagen en el podio final reveló una historia oculta. Sobre todo para el periodista que supiera mirar.

Son infinidad las historias que se han conocido a través de una foto e infinidad las que quedan por descubrir. Ejemplo de esto último es la herida en el brazo derecho con que Pedro Sánchez ha hecho los últimos mítines de la campaña para las elecciones europeas del 9-J -acompañado o no de Begoña Gómez. Ejemplo de las primeras puede ser la famosa agenda azul de José María Aznar en la que guardó los secretos de su sucesión al frente del Partido Popular hasta el último segundo.

Olfato para encontrar las historias, conocimiento para escrapear datos de una fuente oficial y sabiduría periodística para contarlo con palabras, imágenes, vídeos o audios es lo que traslada a sus alumnos el Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL, que en octubre de este año comienza su segunda edición después de un primer curso en el que nuestros alumnos ya trabajan en la redacción del periódico.

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*Mario Díaz es director adjunto de EL ESPAÑOL, donde también ha ocupado los cargos de jefe de Deportes y de Fin de Semana.