Se llama Nicola Thornton. Nació en Sheffield (Inglaterra), pero desde hace cinco lustros es una vecina más de Toro. El ‘culpable’ de que lleve afincada tanto tiempo en tierras zamoranas no es otro que el vino.
El vino, y una beca Erasmus. Nicola había estado veraneando en Alicante, y decidió que quería seguir sus estudios en España. Su primera opción fue Salamanca. Pero no fue posible. De ahí que acabara estudiando Comercio Internacional en Valladolid.
Allí, y con 21 años, probó por vez primera una copa de vino. Fue algo así como un amor a primera vista. Dos años después se trasladó a Toro, la denominación de origen con más viña vieja de España. Y aceptó el reto de trabajar en una antigua cooperativa que necesita renovarse para no morir.
Acuerdo con pequeños productores independientes
En su ir y venir por Toro, y por otras denominaciones de origen, fue conociendo a pequeños productores independientes. Fue el origen de Spanish Palate, que engloba a más de un centenar de vinos de estos productores, de 20 regiones diferentes.
No sólo les ha hecho un hueco en España, también en más de 40 países de todo el mundo. "Mi intención es la de encontrar al cliente adecuado con el vino apropiado", remarca.
Estados Unidos, Canadá, Bélgica, Suiza, Holanda o Dinamarca son algunos de los países en los que disfrutan de ellos. Y están presentes tanto en establecimientos con Estrella Michelin como en supermercados.
“En Spanish Palate hacemos dos cosas. Una es producir nuestros propios vinos a partir de súper viñedos que encontramos por toda España y que llamamos Spanish Palate Creations”, explica Nicola Thornton.
Y añade: “La segunda es dar voz a los pequeños productores de vinos finos de toda España. A estos vinos los llamamos nuestros vinos de finca. Bodegas que quieren mostrar sus vinos al mundo”.
Vinos que Thornton define de la siguiente manera: “Son vinos con alma, con arte y que despiertan emociones. Además, son elaborados por enólogos apasionados eternamente absortos con su terruño”.
Un vino homenaje a un veterano bodeguero
Con todo este bagaje, Nicola decidió que era el momento de crear su propio vino. Un aprendizaje en el que tuvo a un gran maestro: Hermenegildo ‘Gildo’ García. Murió con 102 años, y con más de 70 cosechas a sus espaldas.
“Gildo era la generosidad, era tener siempre una puerta abierta y siento que le debo coger el relevo”, afirma Thornton. “Cuando llegué a Toro, muchos viticultores se estaban planteando arrancar sus viñas centenarias para poner variedades más productivas. Aquello me entristeció muchísimo”.
Con viticultores y enólogos amigos, y con la variedad de uva tinta de Toro, Nicola extrajo lo más representativo de la región. Y ahí nació ‘Alma de Gildo’. “Buscábamos un vino donde brillase la uva y que fuera capaz de competir con los mejores vinos de la zona. Pero, sobre todo, que la gente que lo pruebe se pregunte de dónde es y conozca de lo que es capaz la tinta de Toro”, explica.
Su origen está en seis parcelas distintas, de entre 40 y 90 años. Vendimiadas a mano, su rendimiento no supera los 2.500 kilos por hectárea. Y el resultado obtenido lo define de la siguiente manera: “Hemos conseguido un vino intenso, nada agresivo y elegante. Fino y delicado. Perseguimos un vino que provoque sensaciones en el paladar y que llegue al corazón”.