“¡Tenemos más aguante que las jóvenes!” Así, al unísono, cuatro mujeres que superan los 74 años han reivindicado que ellas aún tienen la vitalidad necesaria para irse de Erasmus. Lo han hecho. Pino Viera (85 años) y Sebastiana Martín (81 años) se fueron a Italia; María del Carmen Martín (74 años) e Isabel Delgado (76 años), a Portugal. Todas ellas han salido de España con el citado programa y se han llevado una serie de vivencias que no olvidarán en su vida.

“Cuando estuve en Elvas (Portugal) aprendí las cosas básicas del idioma y me entendí perfectamente con los portugueses, porque es un idioma muy similar al español. Además, hicimos un intercambio cultural y educativo con un instituto del pueblo que supuso una buena experiencia”, explica María del Carmen Martín en conversación con EL ESPAÑOL. Ella acaba de hacer el Erasmus+ este año gracias a su centro, el CEPA Las Palmas, en Gran Canaria.

Pero no ha sido la única. Desde 2021, varias septuagenarias y octogenarias han viajado a otros países de la Unión Europea en el marco del programa Erasmus+ k122, que ha llevado al citado centro a su internacionalización. De hecho, el CEPA Las Palmas ha sido el único centro que en la ronda de 2024 ha obtenido “la acreditación hasta 2027”, explican fuentes de la entidad. Y sus alumnos lo saben. Y lo aprovechan. En especial, las abuelas Erasmus.

De izquierda, María del Carmen Martín, Isabel Delgado, Sebastiana Martín y Pino Viera, cuatro ancianas que han hecho Erasmus. Cedida

Pino Viera y Sebastiana Martín, ambas nacidas en Canarias, se fueron hace un año a Italia. Entonces Pino tenía 84 años y Sebastiana, 81. ¿La edad fue un límite? “No, para nada, y eso que teníamos jornadas maratonianas en las que andábamos hasta siete kilómetros cada día conociendo Bolonia, Florencia, Rávena… Además, a nivel académico, conocimos un centro italiano que funciona como el nuestro, buscando la inclusión, y tuvimos que hacer un trabajo basado en todas las iglesias y monumentos italianos que conocimos”, se sinceran las abuelas Erasmus.

Pese a que el programa también recibe el nombre de Erasmus+, la misma denominación que el existente para el destinado a los Grados universitarios, hay algunas diferencias de base y algunas similitudes. Evidentemente, difiere en que los destinatarios del Erasmus son, por un lado, los alumnos de los CEPA y, por otro, los universitarios. Además, cambia el tiempo de estancia, ya que para los estudiantes de los CEPA está fijado para unos 8-10 días, mientras que para los jóvenes de los Grados puede prolongarse varios meses.

Pero lo que no cambia –y ahí radica el espíritu– es que en ambos casos los estudiantes acuden a otros países, a otros centros educativos acordes con el suyo y sus estudios para aprender. Para conocer otros sistemas educativos. Para estudiar otros idiomas y culturas… Esa oportunidad la han aprovechado al máximo las abuelas Erasmus. “Cuando decimos que aguantamos más que las jóvenes queremos decir que estábamos más dispuestas a hacer de todo, éramos las más madrugadoras y aprovechamos al máximo”, propugnan.

Una vejez “independiente”

Aunque el Erasmus ha supuesto el culmen de la estancia en el CEPA de las cuatro alumnas canarias, Pino, Sebastiana, María del Carmen e Isabel, lo cierto es que ellas llevan ya muchos años acudiendo al centro educativo. Las ganas de aprender a leer o escribir, a hacer cálculos matemáticos y, en definitiva, “a ganar independencia”, son algunas de las causas que han llevado a las ancianas a volver al colegio.

Sebastiana Martín, por ejemplo, cuenta que desde los nueve años ha sido ama de casa por las circunstancias familiares. “Era la mayor de mis hermanos y tenía que ayudar, así que pude ir poco al colegio. Luego me casé muy joven y tuve cuatro hijos y le dediqué toda la vida a mi familia. En 2009 falleció mi marido y en 2010 comencé a estudiar en el CEPA. Llevo muchos años y he aprendido a leer y a escribir bien. Ahora entiendo los papeles que me llegan, hago mis escritos y he ganado en independencia. El CEPA me ha dado calidad de vida”, explica la octogenaria con un tono de emoción.

Sebastiana Martín (i.), de 81 años, y Pino Viera (d.), de 85, durante su Erasmus en Italia. Cedida

Aun así, según cuenta el director del centro, José Tacoronte, a las ancianas “no les importa las notas numéricas de las asignaturas”. “No se me malinterprete. Me refiero a que aunque nosotros tenemos la obligación de evaluar numéricamente a los alumnos al ser un centro dependiente de la Consejería de Educación, Formación Profesional, Actividad Física y Deportes, a ellas lo que realmente les importa es aprender, sentirse realizadas, sentir que ganan en independencia…”, puntualiza el docente.

Con otra vida entera dedicada a su hogar y a sus hijos, la canaria Isabel Delgado entró en el CEPA de Las Palmas hace seis años. “Me metí porque quería mantener la mente ocupada y quería estudiar. Gracias a mis estudios, he dejado de depender de mis hijos y ellos están asombrados. Además, antes era una persona muy tímida, pero ahora he ganado mucha confianza gracias a estudiar”, esgrime la mujer en conversación con este diario.

Este año, al igual que María del Carmen, Isabel Martín se fue de Erasmus en Portugal. En su caso, no aprendió tanto el idioma, pero se puede decir que hizo un máster acelerado en gastronomía portuguesa. En el instituto en el que estuvieron les enseñaron cómo preparar pescados o cremas con recetas portuguesas. “Y, también, cómo presentaban los platos en la mesa”, dicen. Ese saber culinario se lo llevó Isabel de vuelta a su isla y allí lo ha puesto en práctica. “Hice una comida con mis hijos y familia de comida portuguesa y les encantó”, confiesa.

De la casa a las aulas

Realmente, las cuatro abuelas Erasmus comparten una historia con ciertos paralelismos. Todas son canarias, se casaron jóvenes, fueron amas de casa dedicando su vida a sus maridos e hijos y, ahora, tienen ansiedad por aprender. Han salido de la vida doméstica y se han puesto manos a la obra para aprender en el colegio. Han querido romper el techo que les impedía aprender. Y ahora sólo piensan en viajar y repetir los Erasmus. Alguna incluso ya está preparando el siguiente, aunque tenga que irse sola.

Una foto del Erasmus en Portugal. A la izquierda, María del Carmen Martín (74 años) e Isabel Delgado (76 años). Cedida

Pese a todo, no sólo Pino Viera y Sebastiana Martín, María del Carmen Martín e Isabel Delgado han sido formadas en el CEPA Las Palmas. Desde su fundación, en 1984 –hace 40 años– han pasado por el centro más de 55.000 personas “pudiendo obtener la titulación oficial de graduado en Educación Secundaria, o de enseñanzas no formales, que permiten el acceso directo a esta titulación o a los Ciclos Formativos de Grado Medio y Superior sin disponer de la titulación de acceso”, explica la entidad.

Pero las abuelas Erasmus, que no son las únicas del archipiélago, ya no sólo han aprovechado las oportunidades del centro para lo puramente académico. Ahora se van incluso de Erasmus, al igual que otros 24 alumnos del CEPA desde 2021. ¿La edad es un límite para ir por Europa a aprender? “¡No, para nada!”, gritan las cuatro mujeres, en cuyas arrugas se dibuja una sonrisa por sentirse empoderadas pese a su longevidad.