Una unidad del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña de la Guardia Civil ha hallado ilesos a los dos espeleólogos desaparecidos desde la mañana del domingo en Soba, Cantabria. Paloma Bombín y Alfonso Urrutia, ambos de Castilla y León, tenían en sus planes abandonar la cavidad de Garmaciega-Sima del Sombreros hace casi 25 horas. Pero un problema les habría impedido continuar en el avance de la ruta, quedando incapacitados dentro de la cueva de 106 kilómetros y 406 metros de desnivel.
Las labores de búsqueda se habían intensificado desde la mañana del lunes, cuando se han unido también miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) procedentes de diferentes puntos de Cantabria, Castilla y León y la Comunidad de Madrid. La presencia del Ejército había sido solicitada por el Gobierno de Cantabria ante la gran dificultad de las labores de rescate que comenzaron el domingo.
En un primer lugar, un equipo de emergencia entró en la cavidad a través de las bocas de entrada y salida, sin ningún éxito. Ha sido en las últimas horas, después de que varios efectivos de la UME se adentraran con la intención de recorrer los primeros 40 kilómetros, cuando han sido encontrado los dos espeleólogos.
"Estábamos preparados, teníamos de todo. Comida, bebida, agua. De todo", ha asegurado Urrutia en declaraciones recogidas por los medios de comunicación nada más salir de la cueva acompañado de Bombín y tras casi 24 horas de infarto que han tenido en vilo a toda España. "Angustia ninguna. Nos hemos quedado tranquilos esperando a que la gente profesional venga a buscarnos. Nos hemos perdido en una zona que no estaba bien balizada, no hemos sido capaces de encontrar la vuelta. En ningún momento hemos estado nerviosos".
La pareja ha salido por su propio pie después de estar en las cavidades desde el sábado por la mañana, donde han permanecido en oscuridad total después de tomar un ramal equivocado y verse incapaces de continuar la travesía.
La cavidad a la que accedieron forma parte del complejo de cuevas Garmaciega, que se caracteriza por su extensión y por ser uno de los puntos más difíciles de la zona cántabra, con aproximadamente cien kilómetros en diferentes tramos.