Juan Carlos Ávila (Madrid, 2001) se graduó el pasado sábado, 8 de junio. Dos días después, el lunes 10, ya tenía un trabajo fijo relacionado con su carrera. No tuvo que esperar ni 48 horas para acceder al mercado laboral en un empleo en el que un júnior puede ganar entre 21.000 y 27.000 euros anuales y, un sénior, hasta 52.000 euros. “Y no sólo eso, durante el último año de mi grado recibí hasta cuatro ofertas de trabajo. Rechacé tres porque quería terminar bien mis estudios, pero a la cuarta ya acepté”, explica el joven en conversación con EL ESPAÑOL.

Este universitario madrileño ni siquiera había terminado la carrera y ya se lo rifaban, al igual que al resto de estudiantes que se gradúan del Grado en Ingeniería del Software. En su caso, Juan Carlos Ávila cursó la carrera en el Centro Universitario de Tecnología y Arte Digital (U-tad), pero es un grado que también se imparte en otras universidades, tanto públicas como privadas. “Y aunque parezca muy difícil, lo cierto es que se empieza desde cero y no hace falta tener muchos conocimientos informáticos”, cuenta el recién graduado.

De hecho, él mismo reconoce que aunque siempre le gustaron los ordenadores y los videojuegos, nunca fue una persona que destacara especialmente utilizándolos. Hasta que le picó el gusanillo. “Mi familia siempre se ha dedicado al sector de las tecnologías, pero fue en la pandemia cuando todo cambió: vi a mi padre teletrabajar y vi que se dedicaba a tratar con clientes para darles soluciones usando las tecnologías. Me pareció muy curioso y eso me motivó a elegir mi carrera, porque me llamaba mucho la atención ayudar a los clientes a través de la informática”, esgrime Juan Carlos Ávila.

Juan Carlos Ávila, ingeniero del 'Software' graduado el 8 de junio. Cedida

Su padre, también llamado Juan Carlos Ávila, trabaja en una consultora y se encarga de ofrecer servicios utilizando el big data, un hecho que también le inspiró al joven madrileño a la hora de elegir en qué especializarse. Al menos en la U-tad, a partir de tercero de Ingeniería del Software, les proponen a los alumnos tres tipos de menciones –una suerte de especializaciones– en ciberseguridad, ingeniería de datos y programación gráfica. El joven escogió ingeniería de datos, siguiendo los pasos de su padre, pero si hubiese escogido cualquier otro itinerario no hubiese tenido problemas en encontrar trabajo porque es un sector con 100% de empleabilidad.

Pregunta.– Juan Carlos, ¿explique de manera sencilla en qué consiste la carrera de Ingeniería del Software?

Respuesta.– Un ordenador se compone de dos cosas: el hardware y el software. Y yo siempre digo que, en un símil con el cuerpo humano, equivalen al cuerpo y al cerebro. Pues bien, yo me dedico a enseñarle al software, al cerebro del ordenador, a aplicar soluciones lógicas a los problemas. A hacer que el ordenador realice ejecuciones lógicas en función de los que le pedimos. En eso consiste mi carrera, en resumen.

De niño a ingeniero

Pese a todo, y como se había adelantado, Juan Carlos Ávila nunca había desarrollado un especial interés por la informática. De niño, cursó Primaria en Valdepeñas de Jaén para finalizar sus estudios primero, en el Liceo Sorolla de Pozuelo, y luego, en el Colegio SEI Antavilla de Villanueva del Pardillo. “Entonces, mis asignaturas favoritas eran Biología, Física y Química e Historia. También me gustaban las Matemáticas, aunque no era mi punto fuerte. Pero siempre me gustó esto de aplicar la lógica y las matemáticas a los problemas y eso es lo que hago a día de hoy”, explica Juan Carlos.

Más allá de los Lego robotizados que montaba de niño, el recién graduado no había mostrado un especial interés por la informática. O eso cuenta. Creció “jugando al baloncesto”, un deporte al que llegó a “un nivel semiprofesional”, pero lo cierto es que llegado el Bachillerato y el momento de elegir carrera, Juan Carlos no tenía las cosas claras. Eso sí, y como se ha avanzado, ver a su padre trabajar con ordenadores en casa le llamó mucho la atención.

“Pero tampoco tenía muy claro a qué me quería dedicar a nivel informático. Incluso miré Formaciones Profesionales relacionadas con la informática, porque tampoco estaba seguro sobre si quería hacer una carrera. Y, al final, investigando mucho encontré la U-tad con su plan de estudios. Me atrajo mucho por el enfoque práctico que le dan a la carrera, el cual está orientado hacia el mundo laboral. Además, la U-tad está cerca de donde vivo y eso fue otro incentivo”, confiesa el ingeniero.

Los alumnos de la U-tad en una clase. Cedida

Según explica Juan Carlos Ávila, el enfoque práctico de la U-tad “se basa en que los profesores están en el mundo laboral y saben qué tecnologías se están usando porque el mundo de la informática, de las IA, etc., está en continua evolución”. “Por ejemplo, hubo un profesor que el primer día de una asignatura nos dijo que no iba a dar esa clase porque acababan de cambiar muchas cosas y tenía que actualizar el contenido para enseñarnos lo último”, continúa el ingeniero.

Tras cuatro años cursando una carrera que ha costado cerca de 41.000 euros, Juan Carlos Ávila ha conseguido el título de Ingeniero del Software, lo que le ha abierto el camino laboral. Ha sido contratado como indefinido “con seis meses de prueba” en la empresa Stratesys. Será Functional Analyst y, aunque de momento lleva poco tiempo, el recién graduado cuenta que se siente “muy cómodo y preparado”. “Todo lo que tengo que hacer ya lo había visto en mi carrera y en prácticas anteriores”, añade.

Concienciado con la necesidad de feminizar el sector, el ingeniero reivindica y anima a estudiar esta carrera a todos los chicos y chicas que tengan dudas “porque es el futuro”. “Además, en el caso de ellas, yo me di cuenta, con mis compañeras de clase, de que tienen una visión muy interesante y aportan soluciones distintas a la ingeniería y creo que deberían acceder más mujeres a estos grados”, dice.

P.– Sé que acaba de empezar a trabajar, pero, ¿tiene algún sueño a nivel laboral?

R.– Evidentemente, una de las empresas referentes en el sector es Microsoft, porque es pionera y creo que va a abarcar todo el mercado en el futuro. Para mí sería un sueño trabajar en ella, pero lo que más me motivaría sería montar mi propia empresa: una consultora enfocada en el despliegue de las IA, con data analyst, soluciones a clientes, etc.