"Para mí, ser infiel es como irme a tomar un café. Sólo busco complementar mi vida familiar, mi matrimonio y mi cotidianidad con encuentros que me satisfagan". Este es el testimonio de Galilea, nombre ficticio para una mujer de mediana edad que lleva 15 años engañando a su marido.
Un día del año 2009 vio un correo que cree que la entró "por spam" y que anunciaba un nuevo negocio llamado Gleeden, una web de encuentros extraconyugales. Lo que por aquel entonces parecía algo anecdótico hoy se ha convertido en parte de toda una industria. La llamada industria de la infidelidad.
Gleeden cuenta ya con más de 11 millones de usuarios en todo el mundo, pero no es la única plataforma destinada para estos fines. En Victoria Milan se han registrado más de 4 millones de personas, y la web Ashley Madison contabiliza 1,7 millones de infieles sólo en España.
Estas aplicaciones sólo ofrecen la primera toma de contacto, pero para consumar del todo una infidelidad es necesario salir del mundo virtual, y eso no es nada fácil. Cuadrar los encuentros con tus rutinas para no levantar sospechas, planearlos sin ser vistos…
Pero por suerte para los infieles, la industria de la infidelidad cubre todas estas necesidades. Las agencias creadoras de coartadas y los hoteles discretos, o también llamados love hotels, son algunos de los negocios que se han vuelto un reclamo para aquellos que mantienen relaciones extraconyugales.
El precio de la infidelidad
Según un estudio elaborado por Ashley Madison en 2023, divorciarse sale 3,6 veces más caro que tener una aventura. Su estimación apunta a que un divorcio puede llegar a costar alrededor de 17.000 euros, contando con segundas residencias (unos 8.000 euros), honorarios del abogado (cerca de 2.000 euros) e incluso gastos en terapia, que sorprendentemente ascienden hasta los 2.600 euros.
Sin embargo, aunque ser infiel sale caro, no suele superar los 5.000 euros anuales. El grueso de esta cifra se destina a pagar hoteles (aproximadamente 2.000 euros) y los 3.000 que quedan se reparten entre ocio y regalos que no solo van destinados al amante. Porque un infiel nunca olvida que está casado.
El desembolso no solo queda ahí, y es que los distintos negocios que forman parte de la industria de la infidelidad no son nada baratos. Por eso, el ser infiel también entiende de clases sociales. El mismo estudio apunta a que el 51% de los infieles tiene un salario superior a 36.000 anuales.
Un Tinder para casados
"A todas mis amantes las conocí en páginas de encuentros extramatrimoniales. He probado todas, y no me arrepiento". Lo dice Albert Arnaiz, un barcelonés que se declara infiel y orgulloso, aunque ahora tiene pareja y una hija. "Estas aplicaciones son siempre aliadas para abrirte a un mundo de gente nueva, tanto de tu entorno como si estás de viaje y estás abierto a una aventura más fugaz", explica.
Cree que su favorita es Ashley Madison, la web pionera de encuentros extraconyugales. Desde su creación en el año 2002, ha conseguido registrar a más de 70 millones de personas en todo el mundo. Pero detrás de esta idea de crear un Tinder para casados llegaron imitaciones una detrás de otra.
Silvia Rubíes, responsable de comunicación de Gleeden, afirma que sus fundadores "vieron en el terreno de la infidelidad un nicho de mercado, porque según estudios hasta un 30% de la gente que está en aplicaciones de citas al uso dice que está soltera cuando realmente no lo está". Y no les faltaba razón. En España ya cuentan con más de 1 millón de usuarios.
Gleeden tiene, además, una particularidad con respecto al resto de plataformas. Se trata de la más novedosa, pero también de la más feminista, ya que se presenta como la web de encuentros extramatrimoniales pensada por y para mujeres.
Rubíes asegura que Gleeden (contracción de Glee, término inglés que significa bienestar o euforia, y Edén en referencia al paraíso en la Tierra) nace de la necesidad de reivindicar el derecho también de las mujeres a tener una aventura y a sentirse deseadas. "Lo que queremos es facilitar o ayudar de alguna manera a esas mujeres que por las razones que sea quieren empezar a ser infieles, porque tienen el mismo derecho que los hombres", apunta Rubíes.
A pesar de ello, los hombres siguen ganando en el terreno de la infidelidad. Aunque los porcentajes se han ido igualando con el paso de los años, más de la mitad de los usuarios de Gleeden (un 55%) son hombres. Según Arnaiz, puede que sea porque "uno de los puntos positivos de Gleeden, sobre todo si eres heterosexual, es que al ser una web pensada para mujeres, lo que más te encuentras son eso, mujeres".
Las facilidades que se ofrecen para ellas, aparte de un entorno seguro donde no cabe el acoso por parte de un hombre, radican sobre todo en lo económico. La inscripción a esta página es gratuita tanto para hombres como para mujeres, pero mientras que el resto de la experiencia sigue siendo gratis para ellas, a ellos se les cobra por créditos.
"Tenemos un sistema que funciona por paquetes de créditos. Si un hombre quiere enviar un mensaje, le cuesta un número determinado de créditos. Lo mismo si quiere enviar una foto o mandar regalos virtuales", cuenta Silvia. El precio de los créditos varía en función del pack que elijas, pero va desde los 15 euros si escoges el paquete de 25 o 100 euros si prefieres el de 400.
"Después de escribirnos quince cartas al mes. En tu última carta, por fin, una cita a ciegas. (…) He quedado contigo, con la chica más dulce, mi amiga por vía postal, Galilea". Tal y como describe la famosa canción de Sergio Dalma, a Galilea, que debe su nombre a esta melodía con la que se siente identificada, le encanta charlar por cartas.
Cartas que, en este caso, se han convertido en mensajes de Gleeden. Conoce allí a todos sus amantes, porque esta plataforma "te da mucha información de la otra persona". En Gleeden hacen mucho hincapié en la necesidad de tener un perfil con una amplia descripción.
"No queremos que la aplicación sea solo un muro con fotos. Queremos que la gente se esmere un poco en la descripción. Que pongan qué es lo que quieren, qué es lo que buscan… para que la galería de perfiles que les aparezcan después de su registro sea afín a lo que están buscando, porque aquí no es necesario hacer match, tienes acceso a ver cualquier perfil", explica Rubíes.
Esta descripción es la que ayuda a Galilea a elegir a sus amantes, porque "no tiene tiempo para perder". Pero a pesar de la descripción, como toda web de citas, necesita fotos. Los perfiles tienen un álbum público con fotos que quieren mostrar al resto de perfiles, pero luego se ofrece la opción de crear otro privado, que solo ven las personas con las que conectas. En Gleeden, según su responsable de comunicación, se preocupan mucho por "la privacidad, la discreción y la seguridad".
Aun así, Galilea prefiere no enviar ninguna foto a nadie. Ni cuando se están conociendo por la aplicación, ni después de los encuentros. "Procuro tener mucho cuidado, pero más por hijos que por mi marido. Ya son mayores, navegan por internet, y nunca mando una foto mía cuando me la piden por si algún día la colgaran y la vieran".
"Hay amantes que han conocido a mis hijos"
Galilea nunca se ha sentido culpable por lo que hace. Lo primero que quiso dejar claro en conversación telefónica con este periódico es que ella quiere mucho a su marido. "Mi intención no destrozar ni mi familia ni la de nadie", asegura.
Por eso ella tiene muy claro lo que quiere. "Busco complementar mi vida familiar, mi matrimonio y mi cotidianidad con unos encuentros que a mí me satisfacen, porque yo tengo necesidades como mujer". Una de las razones que la llevaron a empezar a ser infiel es la enfermedad de su marido.
"Hace mucho que le diagnosticaron un problema en el corazón, y por su enfermedad y la medicación que toma no puede mantener relaciones. Mi marido y yo nos queremos, somos amigos, somos padres, somos consejeros, confidentes… pero en mi casa hace mucho que me falta sexo", explica.
Su marido, claro, no sabe nada. Por ello, preguntada sobre si tiene remordimientos de su comportamiento a escondidas, contesta de manera contundente: "Para mí es como si me hubiera ido a tomar un café. Sé que no es lo mismo, pero siempre he tenido claro lo que son. Sólo encuentros sexuales".
Aun así, Galilea tiene dos amantes que mantiene desde hace 15 años. "Nos hemos hecho amigos además de amantes, amigos íntimos. De hecho, en un contexto laboral, han llegado a conocer a mis hijos", cuenta.
Esto no quiere decir que tenga amantes fijos. Prefiere tener varios a la vez. Decidió no tener fidelidad a sus amantes "por miedo a enamorarme de ellos". Y lo dice por experiencia. Su primer amante era más joven, y ella una inexperta.
"Me enamoré. Lo pasé muy mal porque obviamente eso no iba a ningún lado, aunque me llegó a proponer que lo dejara todo y me fuera con él. Pero yo no busco tener otra pareja. Yo sólo busco momentos agradables", relata.
Cuando encontró a personas que buscaban lo mismo que ella, y comenzó a vivir de manera habitual esos encuentros agradables, se dio cuenta de la necesidad que tenía de volver a revivirlos.
Por ello, empezó a escribir relatos donde describe alguno de sus encuentros sexuales, que posteriormente dieron lugar a un libro que acabó publicando en 2015 bajo pseudónimo con el título 'Las pasiones ocultas de Jade', con la editorial Autoediciones Tagus. "Lo tengo en mi casa, en mi biblioteca, y me gusta leerlo de vez en cuando", revela.
Un oasis de infidelidad
Galilea planifica muy cuidadosamente sus encuentros, aunque sabe que es muy difícil que su marido la pille. Por eso, procura mantenerlos lejos de su zona de residencia. "Me gusta ir a alguna cafetería del centro de Madrid, charlar, conocernos mejor, ponernos cara… y si hay ganas de más pues ya nos vamos a un hotel por horas, como el Zouk".
Ese hotel al que se refiere Galilea no es un hotel de carretera cualquiera. Se encuentra en un polígono industrial de Alcalá de Henares. A la vista, es un hotel normal. Pero cuando veo que la entrada se permite únicamente a través de un vehículo me doy cuenta de que hay algo más detrás de la fachada del Zouk.
Celso González, su director, presume de ser de los primeros negocios de Madrid que "destinaba el lujo para los encuentros de parejas". "El hotel se diseñó para poder aportar privacidad a los clientes, y tener una serie de servicios que al cliente le permitan no salir ni del vehículo ni de la habitación. Aquí no hay zonas comunes", revela.
Cuando accedes al hotel, en ningún momento ves a nadie del personal. Solamente cuando haces el check-in, pero igualmente sin bajarte del vehículo. La recepción es tan solo una ventanilla donde te requieren la identificación de los huéspedes que se van a alojar en la habitación.
De ahí, te dan paso directamente a una zona de garajes numerados, cada uno correspondiente a una de las habitaciones. Este garaje comunica directamente con la suite elegida. En mi caso, Celso me lleva a la 104.
El garaje no es muy grande, y no hay absolutamente nada. Es bastante frío, y no hace justicia a lo que veré después. Al fondo, unas escaleras metálicas bastantes estrechas. Estoy tan solo a unos 10 escalones de una puerta. La puerta que me da acceso a una habitación llena de lujo y comodidad.
No es de las más exclusivas, "esas están todas ocupadas" me dice Celso, pero lo que veo no me deja indiferente. El recibidor cuenta con una mesa de cristal y cuatro sillas que la acompañan, y una nevera que contiene todos los productos del minibar.
Unos metros más a la izquierda está la cama. De matrimonio, por supuesto. Está decorada con guirnaldas porque "luego van a celebrar un cumpleaños". Tiene dos espejos a cada lado, y uno en el techo, lo que aporta un punto extra de morbo.
Una enorme cristalera está cubierta por una cortina muy tupida. Hace mucho calor, y Celso me invita a salir "al solárium". El director descubre la cortina y veo una puerta acristalada que me da paso a la parte más impresionante de la habitación. El suelo es de madera, y lleva hasta una piscina climatizada. "Toca el agua, está calentita", me anima Celso.
Hay una especie de hamaca para dos. También una mesa alta de madera con dos sillas. Al fondo, acompañada de un espejo y decoración botánica, una ducha. Justo al lado, el jacuzzi. "Pero eso no es todo". Celso coge lo que parece un mando a distancia, y tras darle a un botón, el techo comienza a abrirse. Hace un día soleado y el tiempo invita a hacerlo. Solo se ve el cielo azul, "por eso estamos tan a las afueras, si hubiera edificios más altos, los clientes no tendrían privacidad si abren el techo", me explica.
Las suites pueden alquilarse por horas, por día, por pernoctas, con desayuno o con menú. La tarifa depende del día de la semana y de la habitación elegida, pues cada una ofrece unos servicios distintos. Los precios de la más barata, la suite Vals, oscilan entre los 60 euros por 4 horas y los 119 euros por todo el día con el desayuno y el menú incluidos.
En cuanto a servicios, ofrece más o menos los de una habitación de hotel estándar, salvo el room service 24 horas. "Aquí nuestros clientes pueden pedir lo que quieran cuando quieran. Si quieres desayunar a las cinco de la tarde, puedes hacerlo. Si quieres cenar a las tres de la mañana, puedes hacerlo también", explica Celso. Incluso tienen un servicio de juguetes sexuales a demanda de los huéspedes.
Siguiendo con ese afán de privacidad y discreción, nada de lo que pidas te será entregado en mano. Cada habitación tiene un compartimento que comunica con lo que Celso me presenta como el pasillo de personal, únicamente transitado por empleados del hotel, que depositarán el servicio demandado en ese compartimento y en ningún momento verán a los huéspedes de la suite.
En cuanto a los precios de la habitación más cara, la suite Zouk, van desde los 255 euros por 4 horas a los 455 euros por todo el día con el desayuno y el menú incluidos. Se trata de la más lujosa, y por tanto la más equipada. Cuenta con cama de agua, piscina climatizada, solárium-terraza con techo retráctil, jacuzzi con hidromasaje e incluso con una sauna.
Este solo es uno de los 39 love hotels que hay en España, según la web Secret Love Hotels. Su política de privacidad y discreción es un reclamo para los infieles como Galilea, o como Iván, nombre ficticio para un hombre que es infiel a su mujer desde hace más de 20 años.
Empezó cuando tenía 38, con una compañera suya de trabajo que también estaba casada. Su "hipótesis más sólida" de por qué empezó a ser infiel es la necesidad que tenía de sentirse libre, "y también la curiosidad", añade. En este tiempo, ha tenido más de 20 amantes, alternando las aventuras largas y esporádicas, y afirma que el negocio al que más acude es a estos hoteles por horas.
Aun así, Celso afirma que parte de su clientela son también familias con hijos y ejecutivos que están en viajes de negocios. "Los servicios que ofrecemos les dan la tranquilidad de no regirse a ningún horario, y para pasar una corta estancia es un hotel muy cómodo", asegura.
Una clasificación de infieles
En una relación de pareja siempre hay dos partes. En el caso de una infidelidad, hay tres: el infiel, el amante y la víctima. Para estos últimos, la industria de la infidelidad también está contemplada. El negocio de los detectives privados, aunque no sean como en las películas, también existen.
David Blanco, director de la Agencia Gran Vía, asegura que se rigen bajo la más "absoluta legalidad". "Aquí no rastreamos móviles ni ponemos micrófonos", asegura. Se trata de un trabajo sin jornada laboral, porque "sabes cuándo empiezas, pero no cuando acabas", aunque "también depende de la investigación", cuenta.
Su modo de proceder, y por tanto el tiempo invertido, son diferentes de acuerdo a una clasificación que han elaborado según tres tipos de infieles. "Tenemos el infiel casual, que es aquel que no busca la infidelidad pero que, si le entran, cae. Luego está el infiel esporádico, que sí que busca la infidelidad, pero más tirando hacia lo erótico, incluso puede recurrir a servicios de prostitución. Digamos que no tiene vínculo romántico, se sabe que actúa, pero no se sabe cuándo. Por último, está el infiel nato, que es el que tiene una doble vida", detalla Blanco.
Este último sería el más fácil de pillar ya que, según explica el director de la agencia, tiene responsabilidad en los dos núcleos familiares. "Hemos visto de todo, incluso casos donde están 15 días con cada amante mientras dicen que se van de viaje de trabajo", afirma.
Esta clasificación se hace después de la entrevista con el cliente, aunque Blanco asegura que la mayoría son mujeres con edades superiores a los 30 años. En esa entrevista el cónyuge describe la situación, los hábitos de su pareja, da datos acerca de direcciones y de sus sospechas, y entonces se pone en marcha la operación.
"Dependiendo del tipo de infiel se pone en marcha un operativo u otro. Si es alguien que viaja mucho, o que se mueve en coche, necesitaríamos a alguien que hiciera vigilancia en puerta y a otro detective con moto que pudiera seguirle en caso de salida de la vivienda o del trabajo. Si viajan, ya sea por España o al extranjero, tenemos contactos que nos permiten hacer el seguimiento fuera de Madrid", explica.
Por eso sus clientas suelen ser de clase media alta, porque este tipo de servicios no son nada baratos. Blanco, que aparte de detective también es profesor, no habla de un precio fijo, porque depende de la clase de infiel. En el caso de un infiel casual "que se sabe que tiene una cena o un evento, te vale a lo mejor con una sola persona. En este caso se puede hablar incluso de un precio cerrado con el cliente. Si se sabe que el evento dura cinco horas, y la hora vale 60 euros, pues se establece un presupuesto de 300 euros".
Sin embargo, y aunque sea mucho más fácil de pillar, en el caso de la doble vida "se necesita una muestra suficiente en el tiempo para saber en qué estado está esa relación, porque hemos encontrado gente que tiene hijos incluso con su amante". En estos supuestos, Blanco recomienda una investigación de al menos una semana, que estaría entre unos 3.000 o 4.000 euros.
Retrato de un infiel
¿Es posible elaborar el perfil del infiel español? Según confirma un estudio de Gleeden elaborado en 2024, la respuesta parece ser sí. Aunque los hombres siguen ganando en el terreno de la infidelidad, este estudio elabora el "retrato robot" de una mujer infiel.
Tiene una media de 39 años, el pelo castaño y los ojos oscuros. Con unos ingresos de entre 20.000 y 50.000 euros anuales, profesionalmente es administrativa, agente comercial o directora o ejecutiva superior. Tiene pareja, pero no tiene hijos y le gusta la seducción. Las mujeres inscritas en Gleeden en 2023 no buscan inmediatamente aventuras o sexo casual, sino que prefieren ir paso a paso, y quieren, sobre todo, "relaciones virtuales".
En cuanto a hombres, el perfil de infiel mayoritario tiene alrededor de 45 años, es de pelo moreno, ojos oscuros y complexión fuerte. Profesionalmente es ingeniero, administrativo, emprendedor o director o ejecutivo superior y tiene unos ingresos similares a los de la mujer infiel. Se declara "abierto a cualquier tipo de relación" aunque, si tiene que elegir, opta por relaciones cortas. Su preferencia es una mujer sin hijos y con una predilección por las morenas con pelo largo.
Este estudio también nos indica las ciudades españolas donde viven más infieles que son, por este orden: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga, Bilbao, Alicante, Zaragoza, Murcia y Granada. Además, los signos del zodíaco más infieles son Acuario, Géminis y Virgo.
Pero ¿es posible determinar unas características psicológicas comunes a todos ellos? ¿Comparten algún rasgo de su personalidad? Existen varias teorías sobre esto. La más conocida es la Teoría del Apego de John Bowlby. Esta define tres tipos de infieles según los tipos de apego ansioso, apego evitativo y apego desorganizado.
Sin embargo, Beatriz Iglesias Galán, psicoterapeuta en Valladolid, cree que este perfil tan solo lo cumple un porcentaje muy pequeño de los infieles, y que interfieren otros muchos factores que hacen muy difícil la elaboración del perfil de un infiel. "Puede haber una predisposición de algunas personas narcisistas a ser infieles, pero para mí pesa muchísimo la relación de pareja. Si hay falta de reforzadores, falta de comunicación… puede ser que una de las partes decida estar con un tercero", explica.
Albert actualmente continua con su relación sentimental, y prefiere no responder a la pregunta de si sigue siendo infiel: "¿Tú que crees? Puedes escoger la respuesta que tu imaginación te diga". Iván sigue engañando a su mujer y Galilea, aunque hace mucho que no conoce a personas nuevas, mantiene a sus amantes de hace años y sigue con sus encuentros esporádicos. Actualmente no se puede calcular el dinero que mueve la industria de la infidelidad en su conjunto, pero si se puede adelantar que, visto lo visto, se trata de un negocio que solo irá en aumento.
Este reportaje pertenece a la serie elaborada por los alumnos del Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL y la Universidad Camilo José Cela, en su 1ª edición. Una investigación de semanas realizada para sus Trabajos de Fin de Máster.