Basta con un vistazo rápido a los medios de comunicación más leídos, vistos y escuchados del país para reparar en un detalle: las noticias más destacadas son, salvo excepciones, noticias relacionadas con España. Es natural. Especialmente en El Español y especialmente en España. Atendemos nuestro principal interés y el de nuestros lectores. Así que, cuando se trata de información nacional, no hay competición posible.

Pero ¿qué espacio queda para las noticias, los reportajes y los análisis internacionales? Cada vez más. Y tiene una explicación.

Es fundamental comprender el mundo para explicar España. El peor atentado terrorista tuvo un origen internacional. La mayor crisis económica tuvo un origen internacional. La mayor crisis sanitaria tuvo un origen internacional. La mayor crisis de seguridad tiene un origen internacional. Incluso la mayor crisis territorial de España tiene una rama internacional. Es decir, de nuevo, no hay contexto para nuestro país si no hay contexto sobre el mundo.

Si comparamos nuestros despliegues con los de Estados Unidos, Francia o Reino Unido, todavía salimos perdiendo. ¿Por qué? Cuando se lo pregunté a Michael Reid, corresponsal de The Economist en España, me dijo: “Tal vez por una larga historia de declive. Tal vez por la condición de país posimperial. Tal vez por una cierta inseguridad”. Sólo su prudencia mantiene los tal vez. España experimentó una larga historia de declive como país posimperial y siente inseguridad cuando se trata de hablar sobre el mundo.

Pero la cuestión de fondo es otra. Y si lo sabe Reid, es por un motivo. Conoce España desde que era franquista. Aprendió el idioma. Vio la herencia en Latinoamérica. Vio el salto a la democracia. Y al final del camino trabajó durante años desde Madrid, explicando España a los británicos y al resto.

Esa es la tarea del corresponsal. Ese es el modo de trabajo que debemos observar, absorber. Ese es el oficio que tenemos que reivindicar. El periodista afincado en un país, en una región, que sabe filtrar, procesar, tratar y difundir información sobre el lugar mejor que nadie. Y si no es posible, el periodista que trabaja a conciencia como si lo fuera.

La creciente relevancia e importancia de la información internacional, en un mundo con guerras próximas y decisiones económicas que afectan a la globalidad del planeta, justifica que el Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL, en colaboración con la Universidad Camilo José Cela, refuerce esta materia en el curso 24/25. El Máster comenzará el próximo mes de octubre. Durará un año dividido en dos semestres: el primero, en el Taller de Periodismo -totalmente práctico-, impartido por periodistas en activo en el campus situado en la calle Juan Hurtado de Mendoza, 4, en Madrid capital, y el segundo, en la redacción de EL ESPAÑOL, con prácticas remuneradas en las diferentes secciones.

¿Por dónde empezar? Por lo esencial. Debemos empaparnos de la información internacional leyendo la prensa nacional y extranjera, sí, pero sobre todo la información local, donde se producen los hechos. La tecnología permite traducciones bastante dignas. Comprobarás que los enfoques son, a menudo, distintos a los nuestros. Pero entonces llegará tu turno. Piensa dónde flaquea, dónde merece profundización, dónde está lo más interesante y desconocido para tus lectores. Y no tengas miedo. No te quedes en la superficie. Escribe para el lector que llega de nuevas. Pero no decepciones al veterano.

¿Cómo? Es fundamental conocer, dentro de nuestras posibilidades, la cultura y la historia de un país y una región. Sin eso, estás perdido. ¿Cómo comprender la invasión de Ucrania sin entender las heridas del colapso soviético, las condiciones que propiciaron que el KGB tomara el control de Rusia o las inclinaciones más y más proeuropeas de los ucranianos?

¿Y cómo comprender el ataque terrorista de Hamás contra Israel y la guerra de Gaza sin conocer los intereses de Irán, los Acuerdos de Abraham, las razones de la construcción del Estado judío y los claroscuros del proceso?

¿Y cómo cubrir los comicios franceses o estadounidenses sin comprender sus sistemas de elección, la herencia política de sus candidatos, las dinámicas ideológicas de Occidente?

Es imposible estar al tanto en profundidad de cada tema. Por supuesto. Por eso hay que alimentar la curiosidad constantemente. Leer, estudiar, dudar, preguntar, escribir. Y, sobre todo, crear una amplia agenda de expertos, historiadores, políticos, diplomáticos. Sin ellos, no eres nada. Y no hay que quedarse en la teoría. Hay que pisar la tierra. Hablar con la gente en la universidad y en el mercado. Ver y escuchar para comprender. Sin ellos, ¿cómo entenderlo, cómo contarlo?

Puede resultar abrumador de inicio. No desistas. Esto es un camino largo. Si te interesa, este máster servirá para plantar la semilla. Para conocer métodos de trabajo. Para aprender a encontrar fuentes fiables. Para aprender a detectar la propaganda y desecharla. Para aprender a hacer las preguntas adecuadas, interpretar sus respuestas, volver con otra pregunta más incisiva, ir a fondo. Y quédate con una idea: incluso si tu obsesión es otra rama de la información —nacional, sociedad, ciencia, la que sea—, descubrirás que con un conocimiento más detallado del mundo ampliarás el horizonte de tu materia. Sólo sales ganando.