"Con permiso, señores, buenas tardes". Seguro que esta frase te resulta familiar. Resulta una expresión muy común, sin nada de especial, pero es muy probable que desde hace unos meses resuene más que nunca en tu cabeza.
Y seguro que acompañada de una imagen. Un chico joven, engalanado con un traje azul marino con tirantes, corbata roja y una bandeja perfectamente sostenida. Da largos paseos por las calles de diferentes ciudades de España hasta dar con sus clientes, a los que sorprende siempre con un buen 'copazo'.
Viaja desde Sevilla, sirviendo refrigerios con una elegancia y profesionalidad con la que pocos lo hacen, ya sea al modo tradicional de un camarero, montado a caballo o, incluso, en un helicóptero.
Te suena, ¿verdad? Se trata de Cristian Ventura, el rostro que ha revolucionado internet. Con semblante serio y pasión por su trabajo, el camarero sevillano ha conseguido que sus vídeos tengan más de 6 millones de reproducciones.
Pero ¿quién es realmente Cristian Ventura? ¿Quién se esconde detrás del que probablemente sea uno de los personajes más famosos del momento?
Hoy, EL ESPAÑOL viaja hasta el domicilio del camarero, afincado en Dos Hermanas, para conocer su faceta más personal y saber cómo es su día a día cuando la cámara se apaga y suelta la bandeja.
Camarero desde los 14
Un sol abrasador sobre una Sevilla blanca y desierta. Un caminito de sombra, creado por la poca que proyectan las palmeras y los nísperos, lleva al primer bloque de una calle del extrarradio del municipio de Dos Hermanas. Se trata de un edificio enladrillado, cuyos tonos naranjas contrastan con el blanco algo desgastado del resto.
Cristian espera en la puerta. Es raro verle sin su uniforme. Lleva unos vaqueros color beige, una camiseta de sport blanca y playeros. Nadie diría que se trata de una de las personas más influyentes de este último año.
En el primer piso, se abre la puerta que da acceso a una pequeña vivienda. Es antigua, pero acogedora. Cristian no está solo. En el salón está su madre, María, vestida "muy de andar por casa", preparada para comenzar a realizar las tareas del hogar, antes de irse a recoger del gimnasio "a la pequeña".
Es profesora de equitación y madre de cinco hijos: Daniela, Antonio, Alejandro, José Manuel y Cristian. Nuestro protagonista es el tercero de una estirpe que en su mayoría ha escogido la hostelería como forma de vida.
Antes de que su madre vaya a tender la colada, muestra su performance de los vídeos, y le sirve una copa. Pero se da cuenta de que le falta el hielo y una cuchara larga para remover bien la copa.
"Mama, dame un momento que voy al bazar a ver si me dan una bolsa". De camino allí, varios grupos de personas le rodean para pedirle una foto. "Me pasa a menudo, y más si voy vestido así". Se refiere a su traje azul marino tan característico y que utiliza para todos sus vídeos.
Cuando llega a casa, le sirve a su madre en el patio de luces del bloque de pisos. "Qué pena que no estemos en la finquita", piensa María. Da un sorbo, termina de tender un par de toallas y se marcha a toda prisa a por Daniela. "Llego tarde a recogerla, a ver si la pillo de camino".
Cristian se queda ya solo en casa. Se sienta en la mesita del comedor, todavía uniformado y "con permiso" procede a empezar la entrevista.
Pregunta.- ¿Cuándo empezó a ser camarero?
Respuesta.- Empecé con 14 años. Yo siempre he sido muy de ganarme las cosas por mí mismo, nunca he querido nada de nadie, ni quería pedirle dinero a mis padres. Así que me metí desde muy pequeñito, mientras lo compaginaba con los estudios, y descubrí que era un trabajo que me encantaba.
P.- ¿Qué estudios hizo?
R.- Yo terminé la ESO y luego hice un grado medio de soldadura y calderería.
P.- ¿Y por qué hostelería y no otro trabajo?
R.- Porque empecé en un negocio familiar.
P.- Y con lo sacrificado que es, precisamente, el mundo de la hostelería, ¿cómo hacías para llegar a todo?
R.- Pues con mucho esfuerzo. Yo iba por la mañana a clase y en cuanto salía me iba a trabajar al bar. Ahora echo la vista atrás y me doy cuenta de que por esto he perdido mi infancia y mi adolescencia. Recuerdo a mis amigos saliendo, yéndose de ferias... y yo nunca podía ir porque trabajaba todos los días. También me he perdido nocheviejas y días de reyes, que son para estar con la familia. Pero no me arrepiento.
Se le pone el vello de punta cuando lo cuenta. Está visiblemente emocionado. Las palabras de su madre suscriben todo lo que ha dicho: "Siempre ha sido un niño muy responsable y trabajador. No somos ricos, pero Cristian no tenía necesidad de empezar a trabajar, y aún así lo hizo para nunca pedirnos nada. Es muy bueno y noble, y no lo digo porque sea su madre".
La relación entre ellos es excelente. Por eso Cristian siempre ha preferido no ser una carga, y sacarse las castañas por su cuenta. Con 18 años se pagó el carné de conducir y pidió un préstamo de 12.500 euros para comprarse su propio coche. Pero ya con 16 se compró una "motillo" y su primer caballo. Porque la equitación es, sólo por detrás de su trabajo, su gran pasión.
En esto sale a madre. María pidió también "de muy chica" tener una yegua. A su padre sólo le alcanzó para comprar una sin domar, pero eso no detuvo a una jovencísima María, que decidió subirse igual a lomos del animal. "Me fui montada a dar una vuelta por el campo, con ella sin domar, pero no me paso nada. Aunque sí que es verdad que cuando llegamos al bullicio y vio a la gente, me hizo tres o cuatro tonterías", cuenta entre risas.
Un trabajo 'esclavo'
A pesar de todo lo que ha conseguido, Cristian empezó "viviendo lo peor" de la hostelería. Pasó de trabajar en el negocio familiar a buscarse la vida por varios bares y restaurantes de Sevilla, donde hacía muchas horas por muy poco dinero.
"Con 17 años ganaba 400 euros al mes trabajando 10 horas diarias y librando día y medio a la semana. Estamos hablando de que, como mucho, yo ganaba 10 euros por la mañana y otros 10 por la tarde. Pero yo no quería eso, así que fui buscando cositas para poder ir mejorando", explica.
Trabajo no le faltaba. Tenía buenas referencias. En Sevilla ya le conocían por ser muy trabajador y responsable, pero las condiciones seguían siendo malas. Por eso, con una mano delante y otra detrás, puso rumbo a Palma de Mallorca.
P.- ¿En qué momento decide marcharse?
R.- Ya había trabajado mucho, tenía algo ahorrado, y ya sabía que en Sevilla el trabajo de hostelero está muy mal pagado, así que decidí irme fuera.
P.- ¿Por qué Palma?
R.- Tengo un hermano que trabaja allí, de camarero también. No le iba mal, las condiciones eran buenas, así que yo y otro hermano fuimos a probar suerte.
P.- ¿Y la tuvieron?
R.- Sí. Yo me fui de aquí sin trabajo, pero a los dos días ya había encontrado uno. Estuve en el hotel Iberostar de playa de Muro. Con el currículum que tenía, ni se lo pensaron.
Allí sí que está todo más controlado. Miran siempre que no hagas más de tus 8 horas, si las haces te lo pagan como horas extras o te dan días de vacaciones... y como vieron que era tan bueno en lo que hacía, y que realmente me gustaba, decidieron quedarse conmigo y darme formación.
P.- ¿Formación de qué tipo?
R.- Me dijeron que tenían la oportunidad de formar a varios trabajadores, ofreciéndoles un curso de barista y otro de barman, y que si yo quería ser uno de ellos. Y por supuesto les dije que sí.
Desde los 14 hasta los 27 años recién cumplidos que tiene ahora, se ha dedicado en exclusiva a servir copas, a limpiar platos y a hacer trabajo de sala. Y no sólo en Palma. Lleva desde que se fue yendo y viniendo sin parar de trabajar, de un lado a otro, pero ahora lo ha dejado todo para dedicarse en exclusiva a las redes sociales.
El salto a la fama
Fue en octubre de 2023. Lo recuerda perfectamente. "Aún le siento detrás de mí dándome la tabarra con que hiciera un vídeo". Habla de un compañero suyo de trabajo. Estuvo más de una semana insistiéndole para que se grabara un TikTok, "porque decía que nadie llevaba la bandeja como yo".
Cristian respondía siempre con una negativa. "Me daba mucha vergüenza", confiesa. Pero al final accedió, y es lo mejor que pudo hacer. Por aquellas todavía estaba en Palma.
P.- ¿Cómo fue ese primer vídeo?
R.- En realidad no pretendía ser una broma, pero tampoco fue nada en serio. Mi compañero estuvo muy encima de mí, diciéndome que enseñáramos a la gente cómo sirve un camarero... y al final es lo que hice. Uno de mis compañeros grababa mientras el otro hacía de cliente.
Cuando lo subimos lo hicimos sin muchas expectativas, pero ese mismo día ya llegó a más de 200.000 visitas. Fue una locura, amigos míos de Dos Hermanas me llamaron diciendo que me habían visto en internet, me ponían comentarios de que yo era el mejor camarero... y eso me dio ánimos a seguir subiendo vídeos, hasta día de hoy.
P.- Si no tengo entendido mal, su nombre real es Cristian Pantoja Ríos. Entonces, ¿por qué en redes es Cristian Ventura?
R.- También fue cosa de mi compañero. Me lo puso porque creía que quedaba bien con mi nombre. Además, a mí siempre me ha gustado Diego Ventura, el rejoneador.
P.- Mucha gente se piensa que en los vídeos actúa en base a un personaje, ¿realmente es así en su trabajo?
R.- Igual. Siempre he sido muy serio, pero también muy educado. No pongo esa cara porque me concentre, es que soy así, tal cual. Y el "con permiso, buenas tardes" también se lo decía siempre a mis clientes.
Cuando trabajas de cara al público y te acercas a servir, te das cuenta de que interrumpes conversaciones, y siempre lo hacía de esa manera. En cuanto a mi ropa, también es la misma que usaba habitualmente.
P.- Entiendo entonces que trabajaba en bares, por así decirlo, de lujo.
R.- Yo he trabajado en bares de todos los estilos, pero sí, me muevo más por el ambiente elegante, exclusivo... me gustan los bares "de caché".
P.- ¿Y en qué momento pasa de servir una copa de manera realista a hacerlo, por ejemplo, desde un caballo?
R.- Fue una idea de mi hermano el pequeño, que es el que está en Mallorca. Estuvo en una finca rural montando a caballo con su novia y se lo comentó al dueño. 'Oye mira que mi hermano hace contenido de camareros' y el dueño le dijo 'pues que se venga para acá'. Y al día siguiente me planté allí. Pensé que podría salir algo chulo, y como me encantan los caballos dije 'pues vamos a mezclar las dos cosas'.
P.- Ahora, todos sus vídeos llegan a los 6 millones de visualizaciones, ¿cómo lleva la fama?
R.- Yo todavía no me lo creo. Es difícil de asimilar. He pasado de hacer vídeos porque me gustaba a cobrar por ello. Aunque, de momento, es algo que todavía me sale a pagar.
P.- ¿A qué se refiere?
R.- De todos los vídeos que he subido, sólo he cobrado por tres, y eran colaboraciones que me había gestionado yo mismo. Hace menos de una semana que empecé con un la agencia You Planet, y ahora son ellos quienes me gestionan todo. Y piden bastante más dinero, claro.
Pero antes, todos los productos que gastaba para los vídeos, las copas y demás, los pagaba yo. Además, mis vídeos no están preparados. Yo llego y sirvo a gente que me encuentro, y les regalo hasta la propia copa. Aunque alguna vez me he esperado a que se la terminaran para poder recoger el vaso (ríe).
Ahora, utiliza su repercusión para dar publicidad a los negocios que se lo requieren. Ha grabado en bares, restaurantes, tiendas de tatuajes... y hasta para presentar a Romain Perraud, el nuevo fichaje del Betis.
P.- ¿Cómo fue la llamada del Real Betis?
R.- No me la esperaba para nada. Me acuerdo que me llegó un correo y pensé que me estaban tomando el pelo, pero no. Fue toda una experiencia, y mira que yo nunca me pongo nervioso grabando los vídeos, pero cuando tuve que servir a Romain... un poco.
P.- También ha estado en La Velada de Ibai, ¿cómo fue la experiencia?
R.- Fue algo inolvidable. Me contactaron desde la agencia y me dijeron que me podían llevar. Yo me fui preparado, pero sólo serví una copa... y fue a Auroplay. En menos de dos días el vídeo ya tenía 5 millones de visitas. Por lo demás, aproveché para conocer a gente del mundillo.
P.- Y fuera de toda esta locura, ¿cómo es un día normal en la vida de Cristian Pantoja Ríos?
R.- Pues ahora mismo, lo que hago es levantarme, ir al gimnasio y hablo con los de la agencia. Luego por la tarde pues o voy a tomar algo con los chavales, o voy a jugar al fútbol... si saco tiempo monto a caballo, aunque lo tengo más abandonado. Pero vamos, que llevo una vida completamente normal, y sigo siendo el mismo de antes.
Un sueño en forma de restaurante
Lleva muchos años ahorrando para cumplir su sueño, y cree que ahora, con el marketing que tiene detrás, es el momento de cumplirlo. Ya ha dejado claro que, desde pequeño, quiere dedicarse a la hostelería. Pero ya no sólo siendo camarero, sino abriendo su propio restaurante.
P.- ¿Cómo y dónde sería el restaurante?
R.- Uno de los buenos, buenos. Elegante, con muy buenos profesionales, con buen servicio y, sobre todo, con buenos productos. Y el primero quiero abrirlo en mi tierra, en Sevilla, pero en la capital.
P.- ¿Tiene ya una fecha?
R.- Definida aún no, pero creo que el momento es ahora. Nunca voy a tener mejor publicidad que la que tengo en este momento.
P.- Y, aparte de este restaurante, ¿tiene otros proyectos en mente?
R.- También me gustaría dar algo de formación. En algunas de las colaboraciones que he hecho, aparte de publicitar el local, también he dado alguna formación a los empleados de cómo ser un buen camarero.
Me gustaría hacer algo así pero ya más a nivel profesional, quizás a través de una escuela... pero aún no tengo nada claro. Otro proyecto, ya a nivel personal, es independizarme. De momento creo que me quedaré en Palma, pero no me importaría mudarme a Sevilla, porque en caso de abrir el restaurante tendría que estar allí pendiente. Tampoco me importaría ir a Madrid, pero ya veré.
P.- En cuanto a las colaboraciones, ¿tiene muchas ya cerradas?
R.- Hace muy poco que estoy con la agencia, y sí que están moviendo bastantes cosas. Tenemos ya algo cerrado para esta misma semana, pero aún no lo puedo desvelar. Ya lo verán por redes.
En caso de abrir su restaurante, Cristian no contempla dejar de hacer vídeos. Es algo que le gusta, que le entretiene y que le ha dado una gran oportunidad a nivel laboral. "Si he podido compaginar estudios y trabajo, podré con eso también".
Con mil ideas para vídeos y un gran proyecto de restaurante aún en sala de espera, no puede estar más ilusionado. Sólo el tiempo dirá si se hará realidad, pero de momento, y como dice Cristian, "nos vemos en los bares".