Cada vez hay más oportunidades laborales, mejores empleos y nuevos proyectos relacionados con el sector naval en España. Pero hay menos ingenieros. Es la paradoja que vive el sector en nuestro país, debido a la falta de nuevos profesionales que garanticen el presente y el futuro de la Ingeniería Naval española. Y eso que es una carrera con un 100% de empleabilidad y con unos salarios con una media que oscila los 42.000 euros anuales, pero a la que las nuevas generaciones les está costando acceder.

Según las cifras de la Asociación de Ingenieros Navales y Oceánicos de España (AINE) y el Colegio Oficial de Ingenieros Navales y Oceánicos (COINO), hay “una urgente necesidad de duplicar el número de nuevos ingenieros navales en los próximos cinco años”. El sector crece, en todos los niveles, pero las cifras de crecimiento a nivel laboral no están acompañadas con el aumento del número de nuevos profesionales.

“En los últimos cinco cursos la media de estudiantes de nuevo ingreso en el Grado de Ingeniería Naval ha sido de 359 frente a las 450 plazas ofertadas; es decir, se ha cubierto el 80% de las plazas ofertadas. Además, la media de graduados es de 218, es decir, el 60% de los alumnos que ingresaron y el 48% de las plazas ofertadas”, señalan, con preocupación, desde las citadas instituciones. Es la paradoja: el sector crece, pero el sector está sediento de nuevos ingenieros.

Santiago Erro, un joven ingeniero naval que está estudiando el Máster. Cedida

Entre los pocos jóvenes que se han lanzado a estudiar la carrera del futuro se encuentran Santiago Erro y Sara Lorca. Ambos, con valor y determinación, han decidido cursar Ingeniería Naval, asegurándose un futuro prometedor. Él ya lleva años, tantos que ya ha acabado el Grado y está estudiando el Máster habilitante aparte de trabajar en una startup en la que diseñan una novedosa embarcación. Ella apenas va a empezar en septiembre la carrera, tras rozar la perfección en la Selectividad de 2024 con un 13,475 sobre 14.

No se conocen, pero son dos raras avis. Dos jóvenes que se han decantado por el estudio de una ingeniería en la que, además, España es líder del sector en varios ámbitos. Según explica la AINE, “el sector naval español lidera la construcción de buques pesqueros a nivel mundial y se sitúa en segunda posición en cuanto a buques de investigación, ámbitos en los que representa además la primera potencia europea. Asimismo, España es líder europeo en la construcción de buques de transporte de pasajeros y aquellos dedicados a la eólica marina”. España es referente, pero escasean los perfiles profesionales necesarios para seguir en la vanguardia.

La vocación de Santiago

De este problema son conscientes tanto Santiago Erro como Sara Lorca, pero ellos lo ven como una oportunidad para tener un futuro prometedor. Eso sí, ambos animan a estudiar Ingeniería Naval “porque hay trabajo”, explican a EL ESPAÑOL. Pese a ello, cabe destacar que, como la mayoría de carreras, esta ingeniería también tiene un componente vocacional.

Santiago Erro (Madrid, 2001) es el claro ejemplo de ello. “Desde que tengo seis años, siempre me han gustado los barcos. No sé explicar por qué… Supongo que tiene que ver con que mi padre hacía maquetas de barcos y me empezaron a atraer”, explica el ingeniero en conversación telefónica con este diario.

Santiago trasladó ese gusto por las embarcaciones desde temprana edad al ámbito académico. No por nada, en el colegio y en el instituto las asignaturas preferidas del joven siempre tuvieron que ver con las Matemáticas y la Física, dos ciencias fundamentales y básicas en la Ingeniería Naval.

Santiago Erro (d.), junto a un compañero. Cedida

Es más, con un 13,78 en Selectividad llegó a barajar estudiar el Doble Grado en Matemáticas y Física, la carrera que, desde hace muchos años, exige mayor nota de corte de acceso a los estudiantes. “Pero al final preferí quedarme con mi vocación. Hacer lo que quería. Aun así, los dos primeros años sólo disfruté de las asignaturas de Matemáticas y Física, así que pensé que me había equivocado. Pero a partir de tercero, todo cambió y mi pasión por la Ingeniería Naval aumentó y ahora estoy seguro”, dice.

En buena medida, Santiago se terminó de enamorar de su profesión gracias a que, estando en su Grado en la Universidad Politécnica de Madrid, empezó a participar en el proyecto Green Fooling Spain. Se trata de un proyecto en el que 36 estudiantes han desarrollado una embarcación 100% eléctrica que incorpora un sistema que le permite navegar sobrevolando la superficie del mar y que se estrenará, “previsiblemente”, en el Monaco Energy Boat Challenge de 2025.

Ahora, aparte de este proyecto estudia el Máster habilitante, y aunque no ha acabado, el chico reconoce que ya le han hecho “al menos cinco ofertas laborales”. El sector está sediento del nuevo talento.

Una nueva ingeniera

El sector de la Ingeniería Naval española celebra, en consecuencia, la adhesión de Sara Lorca (Jaén, 2006) a sus filas a partir de septiembre. Fue de las mejores notas de su provincia, con 13,475 en Selectividad de 2024, lo que le abría la puerta a casi cualquier Grado. Hasta una profesora le dijo que era un “desperdicio” acabar en esa carrera habiendo obtenido tan buena puntuación.

Sara Lorca, una joven que va a empezar a estudiar Ingeniería Naval. Cedida

Pero ella se mantuvo fiel a lo que quería. Incólume y el sector, sediento de los nuevos talentos, lo agradece. Lo de Sara Lorca también ha sido pura vocación. “Siempre he sido una niña muy inquieta y curiosa y siempre me gustó ver a mi padre trabajar. Él es mecánico de coches y, por ello, me gustaba que me explicara cómo funcionan los mecanismos, etc. Por eso me planteé estudiar Ingeniería Mecánica”, cuenta la estudiante andaluza.

“Luego pensé que me gustaría entender el funcionamiento de transportes más grandes y como me empezaron a atraer los barcos, al final me he decantado por estudiar Ingeniería Naval”, cuenta la joven. Admitida en la Universidad de Cádiz, la joven tiene claros sus próximos pasos: “Estudiaré la carrera; luego, el Máster habilitante; y, por último, me gustaría llegar a un trabajo en el que pueda gestionar proyectos de innovación de desarrollo de nuevos buques, barcos…”.

El futuro, en última instancia, es incierto y aún no se sabe si Santiago Erro o Sara Lorca llegarán a su trabajo ideal. Lo que sí se puede afirmar es que, sea en el campo que sea, tendrán, seguro, trabajo como ingenieros navales.

Una de las razones principales: “Los ingenieros navales y oceánicos en activo son, aproximadamente, 2.551 y su edad media es de 40,6 años. De estos, el 9% dejarán el mercado laboral por jubilación en cinco años y el 17% en 10 años”. Por ello, el sector naval necesita nuevos profesionales con urgencia.