La calle Campo Lindo de Molina de Segura se convirtió durante la madrugada de este jueves, en 'Campo Infierno', a causa de la fumigación de una finca agrícola con melocotoneros que se saldó con once personas presuntamente intoxicadas, de las que seis eran menores de edad, de entre 8 y 17 años. "Tuvimos que cerrar las ventanas, quitarnos la ropa y ducharnos porque nos asfixiábamos", tal y como relata Trinidad Bernal, de 72 años, mientras muestra su parte médico a EL ESPAÑOL.
"No sé si el agricultor se habrá equivocado con los sulfatos, pero me tuvieron que poner oxígeno a mí y a mi nieto de 17 años porque no se nos pasaba la tos", según detalla esta anciana, con el susto todavía en el cuerpo, sentada en el salón de su casa con el ventilador a toda máquina para airear el inmueble, situado en la pedanía molinense de La Espada, y que está presidido por unas losas blancas que advierten al visitante del lugar en el que se encuentra: 'El campo de la Trini'.
"Le hemos llamado la atención varias veces a la persona que trabaja en la parcela porque a veces sulfata al mediodía", recalca Trini. Todo ello, debido "a las molestias" que sufre porque la finca con cientos de melocotoneros se levanta a menos de diez metros de la casa que construyeron sus padres en 1958. "Hasta ahora, nos habíamos quejado porque a la hora de comer notamos una fumigación fuerte, pero esta noche ha sido exagerado porque tuvimos que llamar al 112", según denuncia Diego García, esposo de Trinidad Bernal, y a la sazón, otro "intoxicado".
"Nos picaba mucho la garganta y no parábamos de toser", tal y como subraya Diego. Tanto el parte médico del Servicio Murciano de Salud que exhibe Trini como el de su marido, reflejan el mismo diagnóstico: "Tos y disnea tras fumigación en campo colindante". El acaricida con abono foliar es el producto químico que supuestamente ha provocado que se movilizase a la Unidad de Medio Ambiente de la Policía Local de Molina de Segura y a una ambulancia con médicos, a las 4.50 horas de la madrugada de este jueves, para atender a once personas con dificultad respiratoria.
Todos los afectados residen en tres casas de la calle Campo Lindo que son contiguas y que están situadas en primera línea, respecto a los citados árboles frutales. De hecho, los residentes son familiares entre ellos. "A mi sobrina, María Teresa, le tuvieron que pinchar un urbason y a su marido que es asmático le suministraron oxígeno", ejemplifica Trini, sobre otro de los partes médicos "de los once intoxicados" por esta fumigación agrícola.
- ¿Cómo se percataron de que estaban fumigando de madrugada?
- Trinidad Bernal: Teníamos las ventanas abiertas y a mí me empezó a faltar el aire. Yo me levanté sintiéndome muy mal. Comencé a toser y a sentir mucha angustia. Llamamos a los Servicios de Emergencias y mientras llegaban, lo cerramos todo y nos encerramos dentro de la casa. Nos pusimos a beber mucha agua porque nos faltaba la respiración y teníamos ganas de vomitar. Si llega a tardar la ambulancia, aquí nos asfixiamos.
En la vivienda de esta septuagenaria se 'confinaron' su marido, Diego, su hijo, de 34 años, y su nieto, de 17 años y con una discapacidad. En las dos casas de al lado, se encerraron la hermana de Trini, junto a su hijo, y en el tercer inmueble, la sobrina de esta anciana, con su marido, sus tres hijos de entre 8 y 12 años, y dos amigas de los menores de edad que estaban pasando la noche con sus compañeros del cole. "Mi sobrina, María Teresa, salió a grabar al tractor mientras sulfataba la finca agrícola".
Prueba de ello es lo que dice María Teresa en el vídeo que ilustra este reportaje: "Las cinco menos cuarto de la mañana y todo el mundo tosiendo y ahogándose". Esta mujer también fue asistida por el personal sanitario que se desplazó hasta La Espada: una pedanía de Molina de Segura con 200 habitantes y que tiene como motor económico a la agricultura. "Pasé miedo porque en mi casa se habían quedado, bajo mi responsabilidad, dos niñas que eran amigas de mis hijos y todos estaban tosiendo sin parar", según explica Maite a EL ESPAÑOL. "Pensé que acabábamos en el hospital".
Esta vecina de la calle Campo Lindo muestra el parte médico que los sanitarios le hicieron a los menores y con el que Maite quiere demostrar que sufrieron "problemas" en las vías respiratorias. "Cinco niños en el domicilio con irritación URA y tos", tal y como refleja el informe del Servicio Murciano de Salud. "Los críos se bebieron una garrafa de ocho litros de agua en un santiamén antes de que les pusieran el oxígeno. A mí, me administraron un urbason, tres ventolines y oxígeno porque sentía presión en el pecho y un picor en la garganta muy fuerte".
Finalmente, nadie tuvo que ingresar en un centro hospitalario, pero Trini Bernal se pregunta esto con indignación: "¿Es normal que estén sulfatando de madrugada? ¿Por qué no nos avisaron antes para no tener abiertas las ventanas mientras que estábamos durmiendo? Esto ha quedado en un buen susto, pero podría haber pasado algo más grave".
Tal extremo lo confirma una comunicación del 112 que detalla que las personas atendidas estaban "intoxicadas por la inhalación de un producto no definido". Además, añade que se ha abierto una investigación: "La Policía Local de Molina de Segura, que también se desplazó al lugar, investiga el origen de la intoxicación".
Los agentes de Molina de Segura levantaron un acta durante la madrugada de este jueves, y esta mañana, un inspector del área de Medio Ambiente del Ayuntamiento, junto al alcalde pedáneo de La Espada, Juan Antonio Gomariz, se han desplazado a la zona para entrevistarse con los vecinos que habían sufrido la presunta intoxicación: 11 de las 13 personas que esta madrugada dormían plácidamente en las tres casas afectadas.
- ¿Qué medidas adoptará el Ayuntamiento de Molina de Segura?
- Juan Antonio Gomariz: De momento, se ha abierto una investigación y se está en comunicación con los dueños de la finca para ver qué ha podido pasar y qué tratamientos fitosanitarios han utilizado. Estaban sulfatando.
- ¿Usted ha podido hablar con el personal responsable de la fumigación de los melocotoneros?
- He hablado con el encargado de la finca y me ha contado que se ha hecho un tratamiento con acaricida y abono foliar. En principio, es un tratamiento que no tiene más repercusión. El acaricida se utiliza para matar la araña roja y sus huevos mientras que el abono foliar sirve para darle fuerza a los tallos y a las hojas del árbol. Un acaricida genera raspera, pero no con esta magnitud.
No pongo en duda lo que me ha dicho el encargado, pero hay una investigación abierta para ver qué ha pasado. Hay que aclarar si los tratamientos eran los correctos porque los técnicos son los que firman y la reacción que han sufrido los vecinos ha sido fuerte.
Un miembro de Coag explica que el acaricida es un plaguicida catalogado como producto tóxico y los agricultores que lo usan deben contar con un permiso para la manipulación de fitosanitarios, ya que sirve para eliminar, controlar o prevenir la presencia de ácaros o arácnidos en árboles frutales, mediante una acción química. Por su parte, el abono foliar es un fertilizante que se aplica sobre las hojas, a través de una solución pulverizada que varía en función del fabricante: nitrógeno, fósforo, zinc...
El resultado de la investigación abierta por la Policía Local y Medio Ambiente será entregado a las consejerías de Agricultura y de Sanidad de la Región de Murcia, para que determinen si debe ser sancionado el propietario de la finca de melocotones: una empresa hortofrutícola con sede en Valencia. Las pesquisas abiertas deberán esclarecer si los productos utilizados para fumigar estaban en regla, cuál es su procedencia y si la mezcla o composición era la recomendada por las autoridades, entre otras cuestiones.
También tendrá que acreditarse si contaba con permisos para manipular productos fitosanitarios, el agricultor que conducía el tractor, así como la presión que utilizó para fumigar los árboles frutales. "Tengo que aclarar que este tipo de trabajos se suele hacer de madrugada en verano porque además de alcalde pedáneo soy agricultor", tal y como advierte Juan Antonio Gomariz. "Es legal fumigar de noche, siempre y cuando, se cumplan con unos requisitos meteorológicos de viento, temperatura y riesgo de precipitaciones. Parece que en este caso, se cumplían esas exigencias".
Trini y su marido, Diego, tienen claro que esta vez no harán la vista gorda con estos trabajos de sulfatación: "Hasta ahora solo nos habíamos quejado de palabra al pedáneo, para que se lo dijera al Ayuntamiento, pero ahora sí que lo hemos denunciado a los policías locales que vinieron".