Muxía

Julio César Castro Marcote se ha ganado a pulso el sobrenombre de 'rey Midas' de Paradores de España. Que todo lo que toque se convierta en oro es casi algo secundario: el remoquete más bien proviene de ese cariz mitológico que imprime en su legado el haber estado al frente de algunos de los establecimientos más emblemáticos de la cadena pública hotelera, llevándolos a la cúspide de los estándares de calidad y prestigio y transformándolos en leyenda.

Que en la lista de los cinco mejores Paradores nacionales se encuentren tres que él ha dirigido da buena cuenta de que su trayectoria es más propia de un baquiano paladín de la hostelería que de un mero administrativo con suerte. Sus hoteles son Historia, en mayúscula; en sus habitaciones, muchas centenarias, han dormido reyes, emperadores y hasta estrellas de Hollywood. No han faltado ni faltan por sus pasillos personalidades del mundo de la música, como Julio Iglesias y su hijo Enrique, o de la política, como Alberto Nuñez Feijóo o Nadia Calviño.

Castro luce un elegante traje gris oscuro. Recibe EL ESPAÑOL en la explanada de la recepción del Parador de Costa Da Morte, en Muxía, Galicia, el hotel que, desde 2020, coordina con el mimo de un orfebre y el cariño y la disciplina, nunca incompatibles, que caracterizan a un padre que sólo quiere lo mejor para su hijo. Tiene la voz suave, calmada, como un sacerdote que recita con pasión interior y sentimientos domados los misterios de su gesta; en este caso, el haber logrado una reputación intachable en los casi treinta años que lleva trabajando para Paradores.

Julio César Castro, director del Parador de Muxía. Vicente Fraga E. E.

"El reconocimiento más importante que tengo es el de los clientes", señala con humildad, restándole hierro al mítico apodo mientras camina por el interior de su hotel de 63 habitaciones; un alojamiento que combina la elegante sencillez de la modernidad con pequeñas pinceladas y retazos de tradición gallega. En las paredes del Parador de Muxía lucen fotografías antiguas de la Galicia de los años sesenta y setenta, con sus escenas de muelles, lonjas, paseos marítimos, hasta carros de vacas con hombres buscando algazo para fertilizar sus cultivos. En la recepción hay pequeños guiños a la artesanía local, como el secadero de congrios que recibe al visitante, las lámparas con forma de redes o los encajes de bolillos.

"Yo, que soy de aquí, quería que este edificio tuviera un carácter autóctono. Nace de la eventualidad del Prestige [el Gobierno creó el Parador en compensación por la catástrofe], por lo que no podía ser un edificio histórico. Entonces, en la decoración hay desde cartas náuticas de naufragios hasta elementos de museo, como fotografías históricas o algunos cuadros y esculturas. Quería que la decoración transmitiera la naturaleza de la Costa Da Morte: cómo era la gente de esta zona, con su emigración, con su carácter marinero; hasta la biblioteca se llama Gonzalo López Abente, principal historiador de Muxía. Cada habitación tiene un nombre con un punto de la costa, y en su interior hay una carta náutica que señala su ubicación en el mapa".

El Parador de Costa Da Morte suma logro tras logro. National Geographic lo nombró hace un año el mejor hotel de España en destino rural. En noviembre, también recibió el premio Spa & Wellness de Barcelona en reconocimiento por tener el mejor spa de la Península Ibérica, lo que incluye España y Portugal. No en vano, entre sus pediluvios, salas de masaje y duchas tematizadas, luce, cristalina, una inmensa piscina de agua tibia con vistas a la costa. "Imagínate esto en invierno, con una tormenta", sonríe el director.

PREGUNTA.– ¿Cuánto cuesta una habitación en el Parador de Costa Da Morte?

RESPUESTA.– Hoy, en el mundo hotelero, las habitaciones ya no tienen precio fijo. Ocurre como con las compañías aéreas, que tienen precios dinámicos. El coste varía según la demanda y la ocupación. Los de arranque empiezan en 117 € por habitación y noche, pero pueden llegar a 277 €, que es el precio máximo. Como siempre tenemos la ocupación prácticamente por encima del 90 %, somos uno de los Paradores más rentables de España. Lo cual es bueno, porque esto costó 25 millones de euros.

Vista aérea del Parador de Muxía, en la Costa Da Morte. Vicente Fraga E. E.

P.– ¿Qué otros reconocimientos ha recibido? ¿Cuál es el secreto de su éxito?

R.– Desde que hemos abierto, siempre hemos estado entre los tres paradores más valorados por los usuarios, y la satisfacción oscila entre el 93% y el 94%, que es de las más altas. Todos los clientes que se alojan reciben automáticamente, al salir, una encuesta para que valoren el servicio, y siempre hemos liderado los rankings. El secreto del éxito es el equipo, pero también saber dirigir ese equipo. A mí, personalmente, me gusta interactuar con los clientes. Suelo recibir a 15 o 20 a diario. Estrechar vínculos. Deseo que prime por encima de todo la atención al público y que los trabajadores a mi cargo estén volcados en el servicio.

De Disneyland a Paradores

La trayectoria de Julio César Castro es propia de alguien hecho a sí mismo; un hombre que ha conseguido hacer honor a sus raíces demostrando un talento innato. Su familia se dedicaba a la hostelería. De hecho, los Castro Marcote regentan, desde 1917, un restaurante en Finisterre, su tierra natal. El local ya suma 108 años de historia. "Lo fundaron mis bisabuelos. Mi madre, como era hostelera, me enseñó esa vocación de servicio público, de querer que todo el mundo marche encantado con estas tierras".

Castro estudió Turismo en 1991 y se marchó a Londres, como tantos otros, para dominar el inglés. "Allí estudié y trabajé en un restaurante para ganarme la vida. Estuve ocho meses, pero tuve la suerte de que Disney me fichara para la apertura de Disneyland París. ¡Empecé como recepcionista del Hotel New York!", recuerda el gerente, con una sonrisa, sabedor de que esos tiempos quedan lejanos, casi anegados por el sueño narcótico de la memoria.

"Fui miembro de la primera plantilla. Inauguramos el 12 de abril de 1992, justo en el año de las Olimpiadas de Barcelona. 14 meses después, me marché a Berlín para aprender alemán, trabajé en lo que pude y, finalmente, acabé en Tenerife como recepcionista de otro hotel. En 1996 hice en Santiago de Compostela un Máster de Dirección de Empresas Turísticas e hice mis primeras prácticas en el Hostal de los Reyes Católicos, en Paradores. Ahí me quedé... para siempre".

Poco a poco, el futuro rey Midas de Paradores fue escalando en responsabilidades, hasta que en el año 2000 lo pusieron al frente del Parador de Vilalba, que inauguró. En 2003, hizo lo propio con el de Monforte de Lemos. Un año más tarde, con el de Santo Estevo. "Durante un tiempo llevé la dirección de estos dos últimos paradores, ambos en la Ribeira Sacra. Supusieron un impulso tremendo para la región, que hoy figura como candidata para ser nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO" explica, sabedor, sin decirlo, de que fue una pieza esencial del engranaje que activó los mecanismos para lograrlo.

Durante los 16 años siguientes, estuvo al frente del Parador de Santiago de Compostela, el conocido como Hostal de los Reyes Católicos, que desde que él lo cogió y lo encumbró figura como el número dos de la lista de los mejores Paradores de España (el primero es el de Coria, en Courias, Asturias). Allí conoció a todo tipo de personalidades que, poco a poco, fueron popularizando su nombre, hasta convertirlo en un referente dentro de la compañía pública hotelera. "El boca a boca ha sido esencial", comenta.

"Allí se celebró la cumbre entre Angela Merkel y Mariano Rajoy cuando aún era presidente. Cada vez que era el Día del Apóstol, los reyes venían a hacer la ofrenda; vinieron primeros ministros de muchos países, hasta emperadores como Naruhito". También estuvieron alojadas una ingente cantidad de celebrities, entre ellas Mick Jagger, de The Rolling Stones, Julio Iglesias y su hijo o Charlton Heston y Anthony Quinn, que se encontraban en España rodando series y películas.

Julio César Castro, director del Parador de Muxía, frente a uno de los decorados tradicionales del hotel. Vicente Fraga E. E.

"Recuerdo que Jagger llegó escoltado por dos armarios empotrados, dos guardaespaldas negros", evoca Castro mientras pasea por una verde explanada aledaña al Parador. "Su equipo ya tenía las llaves de la habitación. Él se alojaba en la suite El Cardenal, que se llamaba así porque era donde se había alojado el Papa Juan XXIII, que entonces aún era el cardenal Giuseppe Roncalli, en el año 1954, cuando se inauguró el local. Jagger vio los patios, los claustros interiores y le expliqué todo hasta entrar en la habitación. Él me confesó que nunca había estado en un hotel así. 'Usted habrá estado en hoteles del mayor lujo', le contesté. 'Si, pero esto ya no es el lujo, sino Historia', respondió él".

PREGUNTA.– ¿Cuál es la relación de Paradores con el lujo? ¿De dónde viene esa asociación?

RESPUESTA.– Yo creo que la asociación proviene del tipo de edificios que tiene la red, por su valor patrimonial. Piensa que hay casas del siglo X, castillos, monasterios. Todo eso se asemeja al lujo porque en cadenas hoteleras privadas serían cinco estrellas y muy caras. Aquí, en Paradores, las estrellas dan bastante igual. El cliente no pregunta por ellas. La mayoría de Paradores, el 90%, son de cuatro, pero la calidad apenas varía entre unos y otros, porque es excelente en todos los casos.

P.– ¿Cuál es la filosofía de Paradores? ¿Cómo ha evolucionado?

R.– Paradores nació hace casi 100 años, en 1928. El origen de la red se dio en la época del rey Alfonso XIII. Ya había interés en los años 20 por el turismo como una actividad importante para el estado. Entonces se creó un patronato de Turismo dirigido por el Marqués de la Vega-Inclán. La filosofía del origen de Paradores, sus objetivos fundacionales, se mantienen hoy en día: primero, reconvertir el patrimonio histórico y darle una actividad que no sea costosa para mantener ese edificio, que sea rentable. Segundo, impulsar la economía en esas zonas donde la iniciativa privada no llega. Por eso, los primeros Paradores fueron en plena naturaleza, en parques naturales, como el Parador de Gredos, en la reserva de caza del Rey, una zona natural de espectacular belleza, pero si allí no iba el Estado a invertir, ¿quién iba a ir? Y, tercero, fijar la población en esas zonas donde se van marchando forzados por las circunstancias.

P.– ¿Cómo entra un lugar a formar parte de la red hotelera?

R.– Los edificios son cedidos por las Comunidades Autónomas a Patrimonio del Estado y se gestionan a través de Turespaña, que lo que hace es reconvertir el edificio. Una vez acabado, se lo entrega Paradores, que es la empresa estatal que gestiona los establecimientos turísticos. Paradores realiza el equipamiento, la decoración, monta todas las cocinas, todo lo relativo a la explotación hotelera, los mobiliarios, la iluminación. Si una vez deja de ser Parador, revierte la propiedad al antiguo propietario.

Un hotel a la sombra del Prestige

En la costa brava de Galicia, donde el Atlántico ruge con fuerza inusitada y las olas susurran baladas de marineros perdidos en la niebla, se alza el Parador de Costa Da Morte, un refugio de paz y belleza que brilla como un faro de luz y memoria. Su creación no es sólo una obra de arquitectura y confort, sino un poema esculpido en piedra y salitre nacido de las sombras de una tragedia que marcó a fuego a estas costas y a sus gentes: el desastre del Prestige.

En noviembre de 2002, el océano se tiñó de negro cuando el petrolero, herido de muerte, derramó sus entrañas sobre las costas gallegas. El putrefacto harakiri convirtió las playas, otrora doradas y limpias, en un escenario de desolación: el manto viscoso del petróleo lo cubrió todo. Una pesadilla oscura que aún perdura en la memoria de los lugareños, pero cuyo demoníaco recuerdo fue exorcizado por el Gobierno en compensación por la debacle medioambiental.

Julio César otea el horizonte, ahora desde el bordillo de la piscina infinita de su hotel, donde un grupo de gallegos –la mayoría de clientes son de Galicia, apenas hay extranjeros– toma el sol en uno de los primeros días en los que se deja ver. Muxía se encuentra a treinta minutos de Finisterre, justo en lo alto de una ladera que mira hacia la Playa de Lourido, que fue la zona cero de la catástrofe del Prestige.  

"Desde aquí los periodistas podían sacar fotos del barco. Aún recuerdo cómo salpicaba en el mar, sobre las plazas, hasta en un pequeño parque infantil; todo se llenó de chapapote", evoca. "En 2003 se celebró un Consejo de Ministros en La Coruña, donde se establecieron todas las ayudas de impulso económico de esta comarca. Tras una visita de Mariano Rajoy, que por aquel entonces era ministro de Administraciones Públicas, tras verse con muchos alcaldes de la zona, se decidió que el ayuntamiento de Muxía cedería estas tres hectáreas de terreno a Turespaña y se construiría el Parador en resarcimiento".

Julio César durante la entrevista con EL ESPAÑOL en el Parador de Muxía. Vicente Fraga E. E.

Entonces, el Parador de Costa Da Morte nació como un símbolo de resiliencia, de redención; de hecho, es el Parador más nuevo de la red nacional, concretamente el número 98. El concurso público de arquitectura se abrió en 2010 y lo ganó un arquitecto vigués, Alfonso Penella, quien presentó un proyecto adaptado al terreno. Abrió oficialmente sus puertas en abril de 2020, en plena pandemia, aunque su inauguración oficial fue dos años después.

El propio edificio está construido e integrado en la ladera de la montaña, como un búnker de lujo oculto por la hierba. Si uno lo mira desde arriba, con vista de águila, no ve la estructura; hace falta observarlo desde el otro lado de la costa para apreciar su construcción, que se asemeja más a la de las smials de los hobbits que a las de los clásicos hoteles que forman parte de lo más selecto de la red de Paradores: castillos, monasterios, palacios. 

P.– ¿Qué otros Paradores van a seguir al de Costa Da Morte? ¿Qué planes tiene la red para el futuro?

R.–  En el 2003 hubo esos grandes incendios en la provincia de Guadalajara, en Molina de Aragón. Este año se abre, en septiembre, un Parador en esa zona, por lo que el de Muxía dejará de ser el último. El de Molina será el número 99, y el 100 será el del Monasterio de Veruela, en Zaragoza. El Parador de Ibiza, concretamente el Castillo de Ibiza, será el 101.