Tiene mala prensa el trabajo de dependiente o dependienta, al menos en una tienda de ropa. Y, si no, piensen en cuántas veces han dicho u oído decir eso de “a ver si vas a acabar doblando ropa”. El caso es que trabajo hay, e incluso el sector se las ve y se las desea para cubrir los puestos vacantes. Como ocurre en la hostelería, en la noche y, por supuesto, en la construcción

Son trabajos para los que, por una u otra razón, falta mano de obra. Según un informe de comercio elaborado por CCOO, se necesitan unos 16.000 trabajadores para cubrir la demanda existente.

Con los datos en la mano, una de nuestras periodistas ha tratado de encontrar empleo como dependienta en varias tiendas de ropa de su ciudad, Madrid, y esto es lo que ha sucedido.

Buzoneo masivo

Antes de ponerme a buscar empleo como dependienta, reviso mi currículum vitae. Hace mucho que no lo toco, porque afortunadamente hace mucho que estoy satisfecha con mi situación laboral. Todos los puestos que destaco en él son de periodista, la profesión que ejerzo en medios de comunicación desde hace ya 20 años. Decido adelgazarlo fusilando experiencias laborales aquí y allá, capacidades y formación. Pero no oculto que soy periodista. Y empiezo un envío masivo.

La primera oferta a la que aplico es para una tienda en la zona de Pinar de Chamartín. Ofrecen media jornada en turno de mañana, o jornada completa en turno partido, de 9:30 a 14:30 y de 17:00 a 21:00, lo que arroja un balance total de nueve horas diarias. Piden enviar el currículum junto con una foto por WhatsApp y advierten de que no atenderán llamadas. Eso sí, prometen la revisión de cada currículum vitae, y piden comprensión con la espera. No sé si habrán leído el mío, pero, tras una semana aguardando, no he obtenido respuesta.

Decido enviar mi solicitud a otro anuncio en el que quizá mi falta de experiencia no sea tan importante, pues la descripción reza: “Buscamos dependienta con incorporación inmediata para nuestra cadena de tiendas de moda en zona de Villaverde y Aluche. Valoramos experiencia previa en el sector, pero también consideramos candidatas con ganas de aprender y comprometidas con el trabajo”. Sin embargo, transcurrido el mismo tiempo, tampoco tengo buenas noticias por su parte.

Sigo adelante. Pienso que quizá cambiando el tipo de tienda la cosa pueda ir mejor. Esta vez aplico para una tienda de bisutería situada en el centro de Madrid. Dicen lo mismo: que se valorará experiencia en el sector, pero que esta no resulta fundamental. Lo que sí piden es “proporcionar la mejor atención al cliente y trabajar al más alto nivel para conseguir el objetivo”. Escribo con motivación al número indicado, resaltando que estoy muy interesada en el trabajo. Y me siento profundamente ghosteada de nuevo. Aunque el mensaje deja claro que no se atienden llamadas, decido probar suerte y marco el número, con la esperanza de que en una conversación de viva voz puedan darme una oportunidad. Y sí, han acertado ustedes: tampoco me lo cogen.

La periodista, en su búsqueda de trabajo. Laura Mateo EL ESPAÑOL

No me arredro. Mando el mismo currículum a otras tiendas: una de regalos en la que ofrecen una jornada parcial y sólo piden tener experiencia en atención al cliente (¡yo tengo experiencia en atención al entrevistado!), una pastelería en la que reclaman calidez y agilidad, y una tienda de regalos para la que solicitan ganas de aprender. Mi balance final es de cero: cero respuestas, cero entrevistas, cero oportunidades laborales como dependienta. Voy a tratar de averiguar por qué.

Falta de personal 

Me pongo en contacto con Eduardo Zamacola, el presidente de ACOTEX, la organización más representativa del sector Moda y Retail en España. Lo primero que le transmito es mi sorpresa ante lo sucedido. Y él también se sorprende:

R.– O sea, ni te han contestado, ¡qué fuerte! Me imagino que lo que ha pesado es la falta de experiencia. Y qué pena, porque un perfil de periodista, con las tablas que tenéis, y si encima tienes olfato comercial, es maravilloso. Vamos, yo te llamo al minuto siguiente. Ese perfil tiene don de gentes, capacidad de comunicación y habla bien, que son tres activos importantes que tiene que tener una persona de cara al público. Y la realidad es que está complicado encontrar perfiles para trabajar en tienda.

Eduardo me confirma los datos del comienzo de este reportaje: “Hace falta gente de calidad y no se encuentra, no te quepa la menor duda. Pero tenemos que ser conscientes de algo: el trabajo de dependienta pasa normalmente por ser temporal, cubre necesidades temporales mientras buscas otra cosa. Más aún si tienes formación universitaria. Yo creo que nadie tiene la vocación de estar frente al público ocho horas de pie vendiendo ropa”. El sueldo por convenio en Madrid es de 14.500 euros brutos, unos 1.200 euros brutos mensuales.

La periodista, en su búsqueda de trabajo. Laura Mateo EL ESPAÑOL

Además, existe un problema añadido que puede ahuyentar a muchos trabajadores: como veíamos en las ofertas del inicio, el horario suele ser partido, con al menos dos horas para comer. Eso provoca que muchas tiendas ofrezcan jornadas de mañana y otras de tarde, para cubrir todo el horario comercial. El presidente de ACOTEX nos confirma que esto deriva en una alta rotación y “un absentismo desorbitado” que, según un informe de Adecco, alcanzó en 2022 el 5,3% en el sector retail, lo que se tradujo en una pérdida de 1,3 millones de horas de trabajo.

R.— Es un drama, es la lacra que tenemos en este sector. Cogen la baja con una facilidad brutal. Vas a cualquier médico alegando que te duele la cabeza, tienes depresión o estrés y te dan quince días echando bofetadas. Te encuentras con que no tienes cubierta una tienda. Y a lo mejor en un Zara con 50 trabajadores que falte uno no es tan grave, pero en una tienda pequeña que falte una de las dos trabajadoras, a ver cómo se soluciona. Normalmente es el empresario el que va a cubrir esas horas.

P.— ¿Y por qué no se mejoran las condiciones laborales para atraer a los trabajadores, y encontrar trabajadores más comprometidos?

R.— Retener a una persona es muy complicado porque se pueden pagar los sueldos que te permiten los márgenes que tienes. Las ventas han caído de forma exponencial y los costes se han elevado de manera absolutamente agresiva: los costes laborales, de las materias primas, energéticos, logísticos, el IPC que está indexado al alquiler de tu local, los costes financieros… Y, por otro lado, tienes un consumidor al que también se le ha incrementado el coste de la vida en general… y tiene menos dinero para gastar. Así que te pide un descuento mayor cuando como comercio lo que necesitas es vender más caro.

Falta de vocación

Zamacola también destaca otro aspecto: no existe, por lo general, una gran vocación para estar al frente de un negocio de moda. “Hace muchos años sí que era muy compatible, los estudiantes se ganaban un dinerito trabajando el fin de semana, y ahora lo que quieren es pasarlo bien y si tienen una subvención de algún lado que les cubre no sé cuánto, lo prefieren”.

P.— Lo que yo observo es que tiene mala prensa. Siempre se oye esto de ‘a ver si acabas trabajando en el Zara’. En parte es por las condiciones, como hablábamos, pero hace años tampoco eran buenas y era distinto: mi madre trabajó en los años 70 en El Corte Inglés y eso tenía aún una reputación, porque eran vendedoras y asesoraban a la gente. Sabían de moda.

La periodista, en su búsqueda de trabajo. Laura Mateo EL ESPAÑOL

R.– Exactamente, es algo que ha terminado siendo reputacionalmente negativo. Antes tenía una credibilidad, y creo que es porque los consumidores ya no valoramos ese servicio, estamos pidiendo sólo despachadores. Antes entrabas en el Corte Inglés y tenías una persona que estaba dos horas contigo a ver qué te hacía falta, y ahora sólo tienes gente que está para cobrar. Ahora todos manejamos una información brutal, con el móvil en la mano casi tienes más información del producto que quieres comprar que la dependienta, así que no te hace falta ese conocimiento del profesional.

Sin embargo, observamos, hay algo que el teléfono no puede brindarte: no puede decirte qué te sienta mejor. Eduardo coincide: “Esos son los profesionales de valor añadido, que son los pocos que existen que están en las tiendas buenas y que cobran como Dios manda. Y tú entras por la puerta y te dicen: ‘Tienes una cintura tal, un pecho tal y lo que te va son los rombos y, con esta falda, este top’”. Una vez más, la carencia de una retribución mayor provoca que no abunden estos perfiles.

Es por ello que Zamacola, en la medida de lo posible, recomienda a las tiendas que se lo puedan permitir pagar un poco mejor a sus profesionales: “Si yo tengo una tienda de nivel medio, pero estoy dispuesto a pagar un 30% por encima de negocio de lo que ganan el resto de chicas, probablemente tenga acceso a gente mejor preparada. Y lo que hace que una tienda funcione bien o mal, independientemente del producto o la ubicación, es el personal que tienes al frente”.

¿Importa la imagen?

Siempre ha sido un tema tabú, pero en este reportaje de EL ESPAÑOL queremos abordarlo para cerrar. Ya hemos visto cómo una de las ofertas de trabajo para ser dependienta de tienda exigía el envío de una fotografía junto al CV. ¿La imagen importa? “La imagen es algo de lo que no se puede hablar. No puedes discriminar a nadie por su imagen, porque lleve un piercing, el pelo largo o rapado".

Pero si a una entrevista de trabajo van dos personas exactamente iguales, la realidad es que se coge a la que tiene mejor imagen. O al menos acorde a lo que estás vendiendo: si lo que vendes es moda hippie no pongas a una ejecutiva con traje de chaqueta, y viceversa: si vendes vestidos de lujo, que no vengan con chándal, el pelo desaliñado y las uñas cada una de un color. No debería contar, pero sí”, concluye Zamacola.