David Meca (Sabadell, 1 de febrero de 1974) está prácticamente igual que cuando estaba en activo. Los años no le han dejado marca. Por el contrario, le han quitado la más característica que tenía, la que delataba en sus ojos que portaba muchas horas las gafas de nadar en mar abierto, dejando una única parte de su cuerpo sin broncear.
No es tan conocido como antaño, eso sí, aunque sí se para a hablar con alguien en la piscina del Hotel Emperador de Madrid, donde recibe a EL ESPAÑOL, le delatan: "Mi hija hace natación y tiene un autógrafo tuyo en la habitación".
El nadador más reconocido en la historia del deporte español ha cumplido 50 años en este 2024 y ahora es 'coach' motivacional. Atrás quedaron los días en los que no salía y no disfrutaba de la vida. Sin embargo, eso no implica que esté tumbado viendo la vida pasar. "Creo que siempre voy a ser un obseso del trabajo", reconoce.
—¿Alguna espinita clavada?
—No. Bueno, salir de discoteca entre los 18 y los 28, pero no cambiaría nada. No sé si hubiera disfrutado de California, Los Ángeles, Hollywood, saliendo todos los días… Hubiera sido divertidísimo. Mi universidad era la privada de allí, los hijos de todas las celebridades iban a mis clases. Yo no me relacionaba con nadie porque estaba en lo mío. Ahora digo: podrías haber compaginado un poco… Drew Barrymore te invita a una fiesta y te vas. Todo el mundo se bañaba y disfrutaba; yo miraba el reloj para acostarme.
Me arrepiento de decir que no a salir en Los Vigilantes de la Playa. Aquel año iba a ser campeón del mundo, así que elegí ser campeón del mundo antes que salir en la serie. Quizás ahí la cosa habría sido diferente: Pamela y yo a lo mejor habríamos sido íntimas (risas).
—Bueno, el rechazar hay quien lo tiene como un premio. Yo le dije que no a.
—A Pamela Anderson (risas). Pero la vida es maravillosa y he tenido mucha suerte. La vida me ha puesto en mi camino a gente maravillosa gracias al deporte y a sacrificarme, si no, no hubiera vivido todo lo demás.
—La fortuna que hay que buscarla.
—Claro, claro. Si a mí me llevaban a Furor (programa de televisión 1998-2001) era porque era campeón del mundo. Si me llevaban al Gran Prix era porque era campeón del mundo. Si Shakira se vino a vivir a mi casa (se la alquiló a ella y a Piqué) es porque la pude conseguir gracias a que era campeón del mundo. Todo viene al final por algo. Si dije que no a Los Vigilantes de la Playa y a Drew Barrymore ha merecido la pena.
¿A los JJOO con 50?
David Meca dejó la competición en 2005, tras ser campeón del mundo en aguas abiertas (25 kilómetros) en Montreal (Canadá). Era la segunda vez que se colgaba el oro tras hacerlo en Honolulu (Estados Unidos) cinco años antes. Sin embargo, Meca se quedó sin Juegos Olímpicos en 2008, año en el que se incluyó la modalidad, por no haber competido en temporadas anteriores en aguas abiertas.
"Quería irme con una sonrisa en la cara, para acordarme de la natación como algo positivo", asevera. "Me gustó hacerlo así".
Su nueva vida también le encanta. "Ahora me dedico a dar conferencias y, como estudié en Estados Unidos, puedo incluso darlas en inglés", introduce. "Antes viajaba para competir y ahora lo hago para trabajar y disfrutar. Antes estaba una noche y me volvía y ahora si me tengo que quedar dos noches me quedo. Hago cosas de arquitectura… Me entretengo.
—Entretenida pero relajada supongo, ¿no?
—No, no, relajada no. Yo creo que siempre voy a ser un obseso del trabajo. Me encanta ponerme retos y objetivos. No quisiera vivir con ser la agonía de ser campeón del mundo de todo lo que hago, porque no lo voy a ser, pero sí me encanta trabajar y me quedo hasta las tantas de la madrugada y a veces me pregunto por qué sigo.
—¿Y qué respuesta se da si no tiene necesidad?
—Es que no concibo otra cosa. Soy de estar viendo una película por la noche con el ordenador encima haciendo cosas, pagando facturas, buscando proyectos... El fin de semana me pasa lo mismo. Pocas veces sé hacer eso (descansar). Debería, porque creo que esto es un fallo mío; debería apagar el ordenador como todo el mundo a las 6 de la tarde y no hacer nada más, pero no puedo.
A Meca, la disciplina le viene desde pequeñito. "Nos han hecho aprender a ser mejores, a trabajar en equipo, a superarse, a ganar la medalla de oro… Eso es algo que voy a llevar toda la vida. Es algo que debería… Empezar a disfrutar un poco más de la vida, que lo estoy empezando a hacer, pero sí".
La sociedad actual gira en torno a otros valores, por eso piensa que quien tenga esos de la vieja escuela, "lo tiene superfácil, porque les veo muy despistados a veces. El que se centre de verdad, tenga ambición y se esfuerce, lo tiene más fácil".
No obstante, apuntala: "No quiero decir que lo nuestro fuera lo correcto. Las barbaridades que hacíamos de hacer 25 kilómetros todos los días nadando no se hacen. No puedes decirle hoy en día a un niño que nade eso, porque no lo va a hacer. Yo me levantaba a las 4.40 todos los días. Luego, a las 12 tenía el segundo entrenamiento. Luego, a las 5 el tercero y luego uno de gimnasia. Hoy a un chaval no le puedes pedir que entrene cuatro veces al día. Ese esfuerzo, esa constancia… No está".
Para Meca, se ha perdido "la cultura del esfuerzo, pero se han ganado cosas muy buenas".
—Ahora todo está más cuidado. La alimentación, por ejemplo, ha cambiado mucho. ¿A ustedes os educaban en eso?
—Sí, pero no sabía. Yo empecé a tener nutricionistas cuando entre en el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat para los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Hasta entonces, y durante… Por decirte algo: en aquella época no teníamos batidos de proteínas.
Yo nadaba maratones e ibas con bebidas isotónicas y le echabas azúcar. Ahora hay geles, no sé cuántos… Ha mejorado mucho la nutrición. Pero, bueno, con eso aguantábamos 24 horas. Al final, al cuerpo le echas azúcar y aguanta todo lo que quiere.
Hubiera sido bueno tener esa revolución de nutrición. En esos momentos pesaba 10 kilos menos que ahora. Estaba súper delgadito. Mi familia pobre, compraba los quesos al por mayor, porque yo untaba las cosas en queso.
—¿Lo ideal sería juntar esos dos mundos?
—Eso es lo ideal. El que se está volviendo loco ganando medallas en los Juegos es porque tiene lo mejor de los dos mundos (Léon Marchand, de 22 años, ha conseguido cinco medallas en natación en estos Juegos Olímpicos).
—¿Se vive el deporte igual que antes?
—Cuando me retiré, me retiré. Sigo, pero no quiero… Yo tenía muy claro que no quería ser entrenador, ni federativo ni nada. Yo tenía claro que tuve mis 30 años de deporte, que fueron maravillosos, pero que luego quería hacer otras cosas. Por eso me formé, estudié otra carrera (arquitectura), pero… Lo sigo. Sin añoranza, eh, pero a veces lo sigo.
A veces digo que podría ponerme a entrenar otra vez, ir a los Juegos Olímpicos y hacer un buen papel porque estoy en forma. Pero digo: ¿para qué David? ¿Pa’ qué? (risas) ¿Qué necesidad tienes de levantarte a las 5 de la mañana otra vez?
—¿Se lo ha planteado alguna vez?
—A veces se me pasa por la cabeza, porque digo: joder, si es que creo que podría hacerlo superbién con 50 tacos. No sé si ganaría o tendría medalla, pero podría estar ahí. Lo que pasa que eso significaría un esfuerzo tan grande otra vez. Y digo, ¿para qué? Si soy feliz con lo que he conseguido. ¿Por dinero? No. Por dinero no haces natación, haces otro deporte. Sería por algo personal, por demostrar supongo que da igual que cumplas años que puedes seguir batiendo récords del mundo.
Bueno, a lo mejor hago algún reto algún día. No lo descarto. Se podría demostrar que con 50, 60 u 80 se pueden hacer cosas maravillosas.
Los retos
David Meca siempre fue reconocido entre el gran público por los retos que realizaba: el cruce del Estrecho tres veces, nadar el Guadalquivir a contracorriente por el centenario del Real Betis, fue el primer peregrino en realizar el Camino de Santiago a nado... Además, eso lo combinaba con los platós de televisión.
"La natación me daba prestigio, pero los retos me dan popularidad, me daban dinero, me daban patrocinadores. Entonces, era una mezcla de los dos. Lo que yo tenía claro es que no podía convertirme en un personaje mediático solo. Tenía que ir al campeonato de Europa o del mundo y hacerlo bien", apunta Meca
"Yo era un tipo obsesivo hasta el punto de que me iba a hacer programas de televisión y pedía un hotel con piscina. Antes del programa, entrenaba y a la mañana siguiente también. Mi exigencia era tener hotel con piscina para poder entrenar. Nunca dejaba ningún entrenamiento atrás", dice.
Siempre pedía lo mismo: "Mis 6 u 8 horas de entrenamiento no podía perderlas. No podía ser presentador pero luego ir al campeonato del mundo y perderlo. En mí no estaba eso, vaya".
—¿No le cansaba aquello?
—No, qué va. Yo era muy loco, muy obsesivo. Los guiones de televisión los plastificaba, los ponía en la piscina y los memorizaba. Los exámenes también. Que, al final, sacarte una carrera universitaria y entrenar 8 horas al día no es fácil. No sé. Yo no sé si me hubiera ido mi carrera deportiva si no… Por ejemplo, compañeros que yo tenía no estudiaban. El problema es que luego qué pasa, que se te acaba el deporte, porque siempre se acaba, y no tienes… Llegan los problemas, tienes que buscarte la vida… Historias que siempre hemos escuchado. Pasas de tenerlo todo a no tener nada. No sé. Mi decisión fue estudiar, estudiar, estudiar y no perder ningún año.
Su vida como coach
—En aquella época no se escuchaba, pero ahora sí hablamos de la salud mental. ¿Cómo era de fuerte mentalmente? O, mejor dicho, porque ninguno estábamos ahí dentro: ¿qué se le pasaba por la cabeza cuando competía?
—Siempre ha habido problemas de salud mental. Solo hay que ver compañeros míos de waterpolo. Bueno, durante los campeonatos bien, porque ganaban medallas, salían de fiesta… Todo bien. Pero, no sé… La natación no solo es el deporte más sano, más completo que hay, sino que además no deja de ser seis u ocho horas en solitario, con tus pensamientos, con tus cosas. Así que o te haces duro o te retiras.
Yo solo fui una vez al psicólogo de pequeño porque tenía el problema de que me encantaba entrenar mucho, demasiado. Entonces, al final de año siempre me daban el premio al más machaca y me daban un martillo gigante. Así que un año me dijo el entrenador que tenía que ir al psicólogo porque tenía un problema. La psicóloga me dijo: David, esto es una goma y tú la estás estirando tanto que un día se va a romper. Nunca más volví a ir al psicólogo. Cómo me vas a decir a mí que no entrene (risas). Pero sí, hay que ir al psicólogo y hay que pedir ayuda siempre que la necesites.
Ahora, David Meca imparte charlas ante las empresas. Trata de difundir los valores del deporte: superación, esfuerzo, trabajo en equipo... Todo ello encaminado a la empresa. Él siempre ha estado ligado a esos valores, hasta el punto de acabar algunos retos incluso llorando o con hipotermia.
"Es un trabajo muy bonito este, porque ayudas a la gente y encima la gente te lo agradece", dice Meca.
—¿Qué cuenta en sus charlas?
—La historia de un niño con hierros en las piernas, al que obligan a nadar, y cómo se convierte en 28 veces campeón del mundo de natación. Una historia de esfuerzo, superación, de resiliencia… Pero sobre todo unido a los valores de la empresa: objetivos, éxito, beneficios… Hago ver que una persona de éxito en la vida no nace, sino que se hace. Con constancia, con esfuerzo, con sacrificios, pero sobre todo con pasión e ilusión, que son las dos palabras que intento repetir en mi conferencia. Eso es lo que nos hace levantarnos cada día con ganas de luchar.
Llevo medallas de campeón del mundo, pongo los retos… Yendo a Baleares y nadando con un solo brazo… Viendo el esfuerzo. Que así es como se consiguen cosas.
—¿Qué le dicen sobre su discurso?
—La gente te da las gracias y te cuenta sus problemas. Me dicen que está genial para altos directivos, pero que estaría bien que lo escucharan sus hijos. Lo que decíamos antes: los valores que se han perdido. Eso creo que sería bueno y necesario en este país, que no lo hacemos: apoyar y motivar, que hubiera más coach y conferenciantes, motivantes, nadadores, deportistas, empresarios, que de la nada lo han conseguido todo… Que fueran a los colegios, a las universidades… Porque cuando tienes 60 años ya es muy difícil cambiarte, pero cuando tienes 20 es el momento para hacerte ver que es el momento del cambio y decida qué quiere hacer con su vida.
El deporte español
David Meca está quemado con la situación actual en España. Entre otras, el deporte de base es uno de los grandes problemas. Solo hace falta mirar al medallero en los Juegos Olímpicos.
—¿Nos falta educación deportiva?
—Nos falta educación, nos falta apoyo… Nos faltan muchas cosas. El éxito del deporte en España no son las instituciones. No es el Gobierno, no es la CC. AA.… El éxito en el deporte español son las familias. Son o tus padres o tus hermanos, tu familia. Son los que te apoyan cuando no eres nadie. Porque cuando eres alguien sí te apoyan pero ya no se necesita.
Tenemos que hacer algo para apoyar a los estudiantes, como se hace en América. O que se den becas a gente joven, charlas de motivación… Algo. Que no se cuelguen medalla ninguna de las instituciones, porque el esfuerzo es de los padres, que se quedan sin veranear para que el niño compita, los padres que se quitan de ir a restaurantes para que el niño pueda veranear y nadar…
Yo vengo de una familia tan humilde que se ha sacrificado un montón para darme todo lo que podían o estaba en sus manos. Gracias a mis padres conseguí todo lo que conseguí. Somos una familia de clase súper humilde, que conseguí todo lo que conseguí gracias a ellos. Pero esa es la base: las familias.
—Hay un problema de infraapoyo al Deporte en España…
—Sí, sí, sí. Hay que apoyar el deporte porque eso es salud. Y, egoístamente, si practicamos deporte, habrá luego menos gente que vaya al médico, a hospitales, habrá menos gastos sanitario… Ya no te lo digo por los valores y por lo bonito que es ver a un deportista ganar una medalla olímpica, que son las guerras de hoy en día. Ahora, el país más guerrero es el que más medallas de oro consigue, es el que pone su bandera y su estandarte. Son como se conquistan las guerras de hoy en día.
En España nos falta mucho. Tenemos grandes deportistas, pero deberíamos de estar en el medallero a la altura de países europeos que nos superan por mucho: Italia, Reino Unido, Francia, Alemania… Muchos, muchos.
—¿Por qué cree que tenemos ese problema?
—Porque no se apoya la base. Lo que no puede ser es que la gente tenga que decidir: ¿qué hago? ¿Estudio o practico deporte? Porque entonces la mayoría de gente va a decidir estudiar solo, porque del deporte es muy difícil vivir. Y las familias no pueden sacrificarse todo lo que mis padres, por ejemplo, se sacrificaron conmigo. Nosotros no nos íbamos de vacaciones. Mis padres sacrificaron mucho. Venían a América a ayudarme a cocinar porque yo no podía pagarme restaurantes allí y todo eso. Se venía algunos meses mi madre, me ayudaba… Yo no podía estar 8 horas entrenando, estudiando… Es un sacrificio muy grande y…
—El problema es de financiación, entonces.
—Sí, porque infraestructuras tenemos, aunque hacen falta más. Pero es invertir en salud, porque esto no solo lo utilizan los deportes, la tercera edad también… Es apoyar en salud en vez de gastarlo en otras cosas, pero…
—Con la cantidad de dinero que se derrocha en España, eh… (risas).
—(Su mirada se pierde hacia el techo y pestañea rápido). Que se va, que se va y a saber por dónde (risas). Sí, sí, no entremos porque todos estamos muy quemados. Pero, sí. Ole por los padres, por las familias, porque ellos son los que han hecho que tengamos los futbolistas que tenemos, los nadales, los gimnastas, los atletas y los nadadores. Ole por esas familias.
—Habría que potenciar el deporte en general como se hace con el fútbol.
—Claro. Al final es imposible, porque al fútbol se le da una cantidad de minutos en los telediarios que no tienen… Y unos patrocinadores… Al final, minutos en televisión es dinero, todo va por ahí. Pero, bueno, da igual. No hablo en temas económicos, porque el que practica deportes minoritarios no lo hace para ser rico. Es absurdo. Si hubiera querido que fuera rico me habrían metido en golf, fútbol o tenis.
—Estás quemado y no quieres entrar en el tema político, decías, pero ¿qué piensa de la situación general de España?
—Bueno… Es que yo creo que no… Yo soy catalán, nacido en Barcelona. Soy español. Lo más bonito que me ha pasado a mí es ser campeón y escuchar el himno nacional. Porque, al final, unidos vamos a conseguir triunfar. Que cada uno tiene que tener su idioma o lo que quiera, por supuesto, somos diferentes y hay diversidad en España, claro que sí. Pero… Somos todos iguales los españoles y tendríamos que estar muy orgullosos.
Cuando viví en Estados Unidos, durante 10 años me daba envidia, antes de cada competición está el himno, la gente se levanta, se toca el corazón… No digo que tengas que tocarte el corazón, porque lo puedes sentir igualmente sin hacerlo, pero que la gente cuelgue en el balcón de su casa su bandera y su… Aquí la gente cuelga la de Andalucía, la Cataluña, la del País Vasco… Me da envidia por eso, porque al final para bien o para mal somos españoles y solo vamos a conseguir cosas bonitas uniéndonos, sacrificándonos, y luchando y juntos.
—El discurso es el mismo en todo: esfuerzo, lucha, unidad…
—Trabajo en equipo… Se lleva todo. El éxito de cualquier empresa es así. Ninguna empresa puede funcionar con una única persona. Si queremos triunfar como país tenemos que trabajar todos juntos, llevarnos todos bien, ser compañeros… Pero bueno.
—¿Se puede solucionar todo con eso también cuando existen situaciones complejas?, Por ejemplo, de desigualdad, de privilegios de unos y otros...
—Los privilegios si te los has ganado me parecen bien. Ahora, regalar privilegios porque tengas apellidos o seas hijo de o por contactos es injusto. Lo bueno del deporte es que no es así. En el trabajo a veces es así y en la política también.
Andalucía y final
Meca es un catalán más nacido de andaluces emigrantes. Su objetivo es irse a Málaga y comprarle allí una casa a sus padres, cerca de la playa. Si no es Málaga será Canarias, pero cerca del mar está su futuro. Por si acaso se le olvida alguna vez, debajo del bañador tiene un tatuaje que dice: "World Champion".
En su día a día, mantiene su rutina de entrenamiento. Hora y media de entrenamiento y hora y media de piscina diaria, pero no las 8 de antes. "Para marcar abdominales (risas). No concibo no tener una rutina, a pesar de tener 50 años, e ir con una panza, una barriga enorme…", apunta.
"En el momento que me deje, no hay marcha atrás. Mi cuerpo está acostumbrado al gasto calórico. Si yo sigo comiendo como como y dejo de hacer deporte… No podemos. Nos debemos a nuestra imagen. En mi caso, intentaré llevar mis valores. Si puedo, marcaré abdominales hasta el último día", afirma.
—¿Nostalgia?
—Para algunas cosas. Porque fue un horror también. El esfuerzo y el sacrificio… No volvería a pasar por eso.
—¿No repetiría si volviera a nacer?
—No sé si repetiría o me iría a un deporte más facilito (risas). Es muy complicado. No se lo puede imaginar nadie. Me levantaba a las 5.20 horas con 8 años. A los 18 años, 4.40 horas cada día. Tú dile eso a un niño de esa edad. Por mucho que te acuestes a las 8 como hacía yo. Si me quedaba a ver la película de la noche, no iba a ser el mejor.
Eso no es vida, de los 18 a los 28. Pero lo hacía porque era mi momento y tenía que aprovecharlo. Pero cada día era parar el despertador y preguntarse, ¿por qué? Es imposible no pensarlo cada día. No te acostumbras a las 4.40. Menos aún para meterte en un agua que está gritándote más rápido, más rápido… No es ir a la oficina a las 5 de la mañana con tu café. Eso ya es duro, pero esto es para poner tu corazón a 180 por hora y un tío gritándote a las 5 de la mañana. Es difícil.
—En tu época lo que no había era redes sociales.
—Me ha pillado mayor. No sé cómo hubiera sido mi carrera deportiva si hubieran estado las redes sociales. Entiendo que económicamente, mejor, pero mediáticamente, en nuestra época como solo había tres teles, veíamos los que nos ponían. Entonces, te daba una notoriedad, una cercanía que hoy las redes… Son diferentes. Yo es que no conozco a ningún instagramer… Será que soy mayor.
Ahora también es muy fácil criticar y no lo hubiera llevado bien, aunque es cierto que la crítica me ayudaba a trabajar más. Si veía algún comentario injusto, porque si es justo pues te lo comes y ya está, pero si es injusto lo que me hacía era ponerme a trabajar más y a demostrar más. Pero esa era mi forma de ser, no todo el mundo es así. Mucha gente se puede hundir y no sé…
La gente mina demasiado y a mí me gusta agradar. Soy una persona que… Y sé que no puedo agradar a todo el mundo, pero soy así. No lo hubiera llevado tan bien. A lo mejor hubiera mirado mucho. Ahora no miro, no suelo mirar comentarios, porque no los hay (risas).
—Tuvo su momento en la televisión también
—Fue una época muy chula. Aproveché el momento e hice todo lo que podía hacer. En el Grand Prix estábamos en todas las temporadas. En Furor estaba siempre. Le caí en gracia a la directora y estaba siempre ahí, con Ana Obregón, Jesulín, Antonia Dellate… Y encima te vamos a pagar tanto. Joder, si hubiera ido gratis… Te pagaban más que con la natación… Lo hacía todo, pero luego me levantaba a las 5 la mañana y me iba a entrenar a la piscina del Canoe.
—Lo extraño de todo esto es que siempre has sido muy reservado con tu vida privada, que nunca ha salido nada… ¿Cómo se consigue?
—Bueno, he sido muy discreto. He intentado, dentro de todo lo que hacía, ser deportista. Esos son los valores del deporte: ser una persona más…
—Pero conseguirlo es otra cosa. Porque a casi ningún deportista le gusta y…
—Bueno, pero al final me respetaron mucho los medios. Tampoco daba yo grandes titulares. ¿Qué titular iba a dar si me iba a dormir a las 8 de la tarde? Ni aunque me siguieran día y noche. Pero sí que… No, no y las parejas. Yo era tan obsesivo que no tuve pareja hasta que me retiré del Deporte. Supe que sí tenía pareja tendría otra prioridad en la vida. Es así. Tienes que compaginar otra prioridad: el deporte de alto nivel y tu pareja. Yo me frotaba las manos cuando mis rivales se echaban pareja, veía que mis rivales bajaban en picado. Yo era así de recto. Ahora ya salgo de fiesta, tengo pareja y disfruto.