El mayor evento deportivo del mundo ha terminado este domingo. Los Juegos Olímpicos de París han albergado a 10.500 deportistas de todo el mundo, compitiendo en 32 disciplinas diferentes. Y el 28 de agosto comenzarán los Juegos Paralímpicos, con más de 4.000 deportistas. Como es de esperar en un evento tan multitudinario, la cantidad de turistas que se espera que visiten la capital francesa al haberse convertido en el epicentro del mundo deportivo, superará los 15 millones. Esta cantidad de personas puede suponer una locura a nivel organizativo, y es por ello por lo que se han creado puestos de trabajo exclusivamente para el evento deportivo, pero ¿cómo es realmente trabajar en las Olimpiadas?
Julie Gasteau, es una de las tantas jóvenes francesas que ha visto la oportunidad de ganar algo de dinero este verano gracias a los Juegos, y de paso aprovechar y ver alguna que otra competición, pero no todo fue tan bien como se esperaba. Semanas antes de que comenzasen las Olimpiadas la joven de 22 años se despertó queriendo encontrar un trabajo, prácticamente lo único que ofrecían en Francia era para trabajar en el evento deportivo, y sin ningún tipo de dificultad consiguió no uno, sino dos trabajos. Sin embargo, confiesa que "estaba todo muy mal organizado".
Su primer trabajo consistía en trasladar los turistas a las instalaciones deportivas. Uno de los patrocinadores de los Juegos Olímpicos ofrecía dos tipos de experiencias, por una parte invitaban a clientes suyos y por otra parte quién quisiese podía comprar un "pack de comodidad", y todo esto se llevaba a cabo a través de la agencia para la que trabajó Julie. Por tanto, la francesa tenía que acompañar a los clientes durante todo el día. Recogerlos en el aeropuerto, llevarlos a sus respectivos hoteles, a restaurantes y a todos los juegos que deseasen ver, así de esta manera facilitarles la experiencia a los turistas.
De este primer trabajo tiene un buen recuerdo, cada noche recibía una planificación diferente, con clientes nuevos. Sin embargo, su segundo trabajo no fue tan bueno como esperaba. En esta ocasión, la oferta venía de parte de la SNCF (compañía ferroviaria francesa) y de la RATP (transporte público de París). Ambas empresas necesitaban poner a gente en todas las estaciones, tanto dentro como fuera, para poder ayudar a orientarse a todos los visitantes del país. A diferencia del primer trabajo, con este no ha tenido tan buena experiencia, la falta de organización y cualificación para organizar este tipo de eventos han hecho que no quiera volver a trabajar en ese puesto.
"No se comunican bien, me dicen que no puedo trabajar por no tener la chaqueta reglamentaria, cuando previamente les había dicho que no la tenía", cuenta la francesa molesta. Aun así, es consciente de la dificultad que puede suponer organizar a tanta gente, y más teniendo en cuenta que no es el trabajo habitual de la empresa. Sin embargo, a pesar de que la experiencia le ha gustado mucho por como está el ambiente en París, la cercanía a su casa y por ser en su país, asegura que no lo volvería a hacer, ya que considera que puede encontrar trabajos mejores.
Lo mejor y lo peor
Lo peor lo tiene claro, además de la falta de organización, es la cantidad de horas fuera de casa. Despertarse a las seis de la mañana, trabajar durante 10 horas y volver a casa a las nueve de la noche, pero lo que peor llevaba era tener que estar tantas horas de pie, reconoce que no era un trabajo difícil, ni mucho menos, pero sí que acababa el día muy cansada al no tener muchos momentos para descansar.
Aún así con lo que Julie prefiere quedarse es con lo bueno, "es una experiencia muy enriquecedora a nivel cultural". Lo que más le ha gustado de este trabajo es la cantidad de gente que conoce de todas partes del mundo. El momento que recuerda con más cariño fue precisamente con un periodista peruano, tenía diez minutos para saber si tenía que viajar a la localidad francesa de Châteauroux para cubrir una prueba de tiro con arco. Evidentemente, en ese momento todos los trenes estaban llenos. Julie contagiada por la emoción del periodista al descubrir que finalmente si tenía que viajar, hizo todo lo posible para que ese hombre se subiese el siguiente tren, triunfando en su intento.
Aunque no haya sido su mejor experiencia laboral, no se arrepiente en lo absoluto. Ha cumplido sus dos objetivos: el principal, ahorrar una buena cantidad de dinero, en estos nueve días que ha estado trabajando ha ganado alrededor de 1.000 euros. Y el segundo, fue poder entrar a los estadios y disfrutar de las competiciones mientras trabajaba.