Ana no ha tenido una vida fácil, para empezar nació mujer, pero sentía que era un hombre transgénero. En el verano de 2022 saltó al vacío desde un sexto piso para quitarse la vida. No logró su propósito porque aquel intento autolítico se saldó con un politraumatismo grave. Las heridas físicas sanaron, sin embargo, las psicológicas siguieron creciendo porque en julio de 2023 fue violada -supuestamente- por un chico al que conoció en la isla de Lanzarote.

EL ESPAÑOL ha accedido a la investigación judicial abierta por una agresión sexual a un chico transgénero, protagonizada supuestamente por Paulino: un adolescente, de 23 años, con "antecedentes policiales", y que le obligó presuntamente a practicarle una felación antes de acabar penetrándole tanto vaginalmente como analmente. Los hechos que se investigan ocurrieron al aire libre, en la terraza comunitaria de un bloque de pisos, durante una salida de sábado, con motivo de las Fiestas de La Santa.

"Conocí a Paulino en la Santa", tal y como relata Ana, nombre ficticio para esta víctima de una supuesta violación que ha prestado declaración en sede judicial. "Habíamos ido tres amigas y nos conocimos en La Santa por unos amigos que teníamos en común". Las citadas fiestas se organizan cada año, en el mes de julio, en honor a la Virgen del Carmen, y su programación incluye procesiones, actividades deportivas, verbenas, sesiones con DJ's...

La noche pintaba bien y como suele ocurrir entre los adolescentes: hubo un botellón en el que participaron Ana, sus amigas y los nuevos amigos a los que conoció. De hecho, Ana relata al juez que tomó "un par de tragos" de una botella de ron con el que a la postre se convertiría en su supuesto violador: Paulino. Un veinteañero que iba acompañado de su novia, pero con el que la propia víctima admite que esa misma noche llegó a mantener tocamientos subidos de tono cuando el grupo de jóvenes se subió a una guagua -para seguir con la juerga-.

Una imagen de archivo de una guagua municipal difundida por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

"Durante el trayecto, Paulino me estaba metiendo mano, tocándome los genitales por dentro del pantalón. Todo con mi consentimiento", tal y como afirma este joven transgénero. "Yo también le iba tocando a él su pene. Todo lo ocurrido en el autobús fue consentido". Pero donde aparentemente no hubo un 'sí' explícito fue en la casa del presunto autor de esta violación investigada por la Policía Nacional y que ha motivado la apertura de diligencias en los juzgados de Lanzarote.

"Fuimos a la casa de Paulino y cuando nos abrió la puerta estaba con los ojos dilatados, intuí que había tomado alguna sustancia y ahí consideré que no iba a mantener sexo con él", según remarca Ana al juez, a la vista del calentón que protagonizó previamente en el bus con su presunto violador. Todo ello, tras tontear en el botellón, intercambiando mensajes con sus móviles para que la pareja de Paulino no sospechara nada: "Hablamos previamente por Instagram, mientras estuvimos esperando la guagua en la Santa, para que la novia de Paulino no se diera cuenta, y acordamos tener relaciones sexuales".

Sin embargo, al llegar al domicilio donde residía Paulino, su presunto consumo de coca, unido a la presencia de su novia, motivó que Ana se negara a practicar sexo y optó por meterse en un cuarto del citado inmueble junto a su amiga María -nombre ficticio para proteger a la testigo-. Tal situación no evitó que el veinteañero le siguiera enviando mensajes, al tiempo que proseguía la juerga con otros jóvenes en el salón: "Me mensajeó diciéndome que saliera de la habitación y que me fuera con él".

Después de un tira y afloja, este adolescente transgénero accedió a salir del cuarto y se dirigió junto a Paulino a la terraza comunitaria de este bloque de pisos. Craso error. "Nos fuimos al fondo de la terraza, me bajó los pantalones y me pidió que se la hiciera crecer. Yo le pregunté qué pasaba con su novia y él me respondió: 'Mi novia está ahí tocándome los cojones'. Le pregunté porqué no la dejaba y me contestó que estaba con ella".

"Al principio, Paulino estaba apoyado en la pared y en el momento en el que me pidió que se la chupara, me cogió por los hombros, me giró contra la pared y me puso de rodillas". "En ese momento, me introdujo el pene en la boca tapándome la nariz y dijo: 'Entonces te obligo' […]. Después se levantó, me metió entre uno de los escalones de una escalera de madera que estaba apoyada en la pared y ahí me empezó a penetrar vaginalmente y analmente: le pedí que parase porque no me apetecía eso […]". 

Este breve extracto de la declaración prestada por Ana, evidencia la gravedad de la presunta violación que se investiga en los juzgados. Prueba de ello es que los jóvenes que siguieron con la juerga en la vivienda del investigado, aquella noche del sábado 15 de julio, también han declarado como testigos, con el objetivo de contrastar el relato que ofrece la víctima: una mujer a nivel biológico que llevaba más de un año tomando un tratamiento hormonal androgénico, para ser un hombre transgénero.

Los juzgados de Lanzarote.

La supuesta agresión sexual fue presenciada por María porque fue a buscar a su amiga Ana a la terraza y vio cómo le hacía una felación a Paulino: un chico con pareja. De modo que salió corriendo tras exclamar: '¡Hostia puta!' María pensaba que todo era consentido y que les había pillado en plena infidelidad sexual. Por ese motivo, en su declaración, la víctima le asegura al juez que Paulino le pidió que llamara a su amiga, para que no contara nada, y justo en ese momento, Ana aprovechó para huir de aquella terraza.

En cuanto regresó a la vivienda, lo primero que hizo Ana fue contarle a su amiga que había sido violada en la terraza: "Al entrar a la casa, le dije a María -nombre ficticio- que Paulino era un puto cerdo". Tanto María como otro amigo llevaron a Ana al baño para ver si una ducha le ayudaba a tranquilizarse: "Yo estaba temblando […]". "Paulino nos pedía que saliésemos fuera, nos dijo que había cuatro gramos de coca fuera […]". 

Este veinteañero transgénero también le contó el episodio que había sufrido en la terraza, a una amiga a la que telefoneó. Posteriormente, Ana abandonó el inmueble de su presunto violador, en dirección a un local de la Marina, acompañada por varios de sus amigos. "Paulino amenazó con ir a montar un pollo". De forma que sufrió un ataque de ansiedad y fue asistida por los Servicios de Emergencias, pero Ana reconoce al juez que "no tenía ganas" de relatarle al médico la causa de su ansiedad y no verbalizó su agresión sexual hasta que tres días después acudió a un hospital.

Allí fue sometida a un examen forense que recoge el relato que Ana expuso de forma espontánea y que va en sintonía con la versión ofrecida en el juzgado. El informe médico subraya que la paciente "presenta dos áreas de lesiones abrasivas, producidas por fricción contra superficie lisa o finamente granular" de la terraza donde se produjo la violación investigada.

EL ESPAÑOL ha confirmado que la víctima está representada por el penalista Eduardo Muñoz Simó, pero el letrado del bufete Simó Abogados Penalistas, con despachos en Madrid, Murcia y Águilas, no ha querido pronunciarse sobre la instrucción judicial a la espera del resultado de las pruebas que ha solicitado. El joven investigado se acogió a su derecho a "no declarar" después de ser detenido por la Policía Nacional y puesto a disposición judicial. De momento, la Fiscalía le ha impuesto a Paulino una orden de alejamiento que le impide acercarse a Ana a menos de 500 metros.