Arucas (Gran Canaria)

Es pleno agosto pero, en el corazón de Gran Canaria, llueve. Lo primero que llama la atención es esa lluvia. Todo está inundado de lluvia. De claridad. Y después, de sol. Dicen los conocedores que este clima subtropical fue lo que llevó a los colonos españoles a introducir, allá por el siglo XV, el cultivo de caña de azúcar en las 'islas afortunadas'. Eso se convertiría rápidamente en la base económica de Canarias y daría nacimiento a lo que todavía es una gran tradición, la destilación del ron.

De hecho, el archipiélago es habitualmente conocido como la cuna de ese mismo destilado. Precisamente porque fue aquí donde se desempeñó un papel fundamental en la difusión de la caña de azúcar y las técnicas de producción del ron al Caribe. Sin embargo, no son tantos los que conocen que en el centro de Gran Canaria, donde ahora se levanta la ciudad de Arucas, se encuentra una de las joyas más preciadas de la tradición licorera europea: la Fábrica de San Pedro.

Fundada en el año 1884, esta no es sólo la más antigua de Europa en la producción de ron, sino también permanece como un testimonio vivo de las Islas Canarias y casa de Destilerías Arehucas. Y todo bajo el amparo de la tradición familiar: detrás de lo que es una legendaria bodega se encuentran los Martín, que han sabido adaptarse y crecer a lo largo de los siglos. Ahora, Rafel Méndez Martín, nieto del fundador de la empresa, recibe a EL ESPAÑOL en sus instalaciones, en las que los aromas frutales y florales dan una intensa pero apreciada bienvenida.

Plantación de caña de Destilerías Arehucas. De fondo, la Iglesia Matriz de San Juan Bautista de Arucas. Nacho G. Oramas.

Proceso de corte de la caña de azúcar. Nacho G. Oramas.

De la caña al ron

La historia de Destilerías Arehucas se remonta al 9 de agosto de 1884, cuando fue inaugurada en Arucas como la Fábrica de San Pedro, principalmente dedicada a la producción de azúcar. Sin embargo, ya desde sus inicios, la fábrica comenzó a destilar aguardiente de caña y ron, lo que marcó el nacimiento de una tradición que perdura hasta hoy. "El proceso artesanal de convertir el jugo de caña en ron, combinado con la modernidad de los ingenios de la época, fue lo que permitió que la fábrica lograra sus primeros éxitos", relata ahora Rafael Méndez, desde su despacho.

Uno de los hitos tempranos más destacados en la historia de Arehucas fue en 1885, cuando la calidad de sus productos la hizo merecedora del Vaso de Plata y Bronce y del prestigioso título de Proveedores de la Real Casa y Corte española, otorgado por la Reina Regente Doña María Cristina de Austria. Para 1892, solo ocho años después de su inauguración, el ron de Arucas ya era altamente apreciado en todas las islas.

Primer plano de Rafael Méndez durante su entrevista con EL ESPAÑOL. Nacho G. Oramas.

Sin embargo, no fue sino hasta 1940, con Don Alfredo Martín Reyes al frente, abuelo de Rafael, cuando la fábrica adoptó oficialmente la denominación de Ron Arehucas, conocido como en un princioio como "el de las llaves" por la simbología de San Pedro en sus etiquetas. Este fue el comienzo de una nueva era para la empresa familiar.

El crecimiento de Arehucas a lo largo del siglo XX no fue fácil. "En 1965, la fábrica pasó a denominarse oficialmente Destilerías Arehucas, y comenzó una época de expansión que se apoyó en una fuerte colaboración con la comunidad social y cultural de Canarias", comenta Rafael. Aunque por aquel entonces en Canarias había bastantes productoras de ron, entre ellas, Ron Telde, Artemi, Aldea, Magec, Guajiro, Ronmiel Indias... Arehucas fue posicionándose y cogiendo un mayor protagonismo.

Así lucen las barricas de Arehucas. Nacho G. Oramas.

Rafael Méndez no solo es el presidente de Destilerías Arehucas, sino también el custodio de un legado familiar que se ha transmitido de generación en generación. "Mi relación con la fábrica comenzó desde pequeño", recuerda con cariño. "Mi abuelo vivía en la destilería, y nosotros también. Fue un entorno en el que crecí y que siempre he llevado conmigo". Fanático de Tintín y de la UD Las Palmas, se muestra sonriente, cercano y muy explicativo. Como si la historia de Arehucas fuera la suya. Y lo es.

De sus palabras puede destilarse que la transición generacional no ha sido sencilla. "Las empresas familiares enfrentan ciclos complicados, especialmente durante los cambios de generación", admite Rafael. Sin embargo, en los últimos años, Arehucas ha logrado mantener su posición como líder en el mercado canario y expandir su presencia a nivel internacional. "Tuvimos que enfrentar desafíos significativos, pero siempre hemos contado con el respaldo de la familia y la comunidad", agrega.

Rafael Méndez Martín posa en la sala de destilación de la fábrica de Arehucas. Nacho G. Oramas.

Hoy en día, Arehucas produce más de 4 millones de botellas al año y exporta a más de 10 países. "Nuestros primeros mercados internacionales fueron Alemania y Holanda, pero con el tiempo hemos logrado penetrar en otros mercados como Suecia, donde hemos tenido un éxito notable", comenta Rafael. Este éxito se debe, en gran medida, a la capacidad de la destilería para adaptarse a los gustos y demandas de los consumidores modernos sin sacrificar la calidad y autenticidad que caracterizan a su ron.

Pero, lejos de las islas, está claro que el mercado peninsular es la prioridad. Complejo, pero en un mercado plagado por los grandes grupos internacionales y los bajos precios de los rones llegados de América Latina, hay algo que, en ocasiones, se antepone: el orgullo. "Nuestros mejores embajadores en la península han sido los propios canarios", dice Rafael. "Ellos han llevado nuestro ron a lugares de la península donde nuestra presencia ha crecido significativamente".

Un grupo de visitantes pasea por una de las bodegas de Arehucas. Nacho G. Oramas.

Los ojos en el futuro

A lo largo de su historia, Arehucas ha lanzado productos innovadores que han capturado la atención de mercados específicos. Las ediciones limitadas de ron envejecido en barricas de Pedro Ximénez o Palo Cortado han sido especialmente exitosas. "Estas tiradas limitadas se agotan rápidamente, tienen una calidad impresionante y el consumidor reconoce mucho el valor del producto", prosigue Rafael. Estas ediciones, producidas en cantidades muy reducidas, tienen todavía ese enfoque artesanal y cada vez más auténtico.

Mientras César Arencibia, director de comunicación de Arehucas, nos guía por la destilería, se percibe que cada rincón, barrica y botella cuenta con una historia de tradición y orgullo. Hasta aquí se desplazan diariamente cientos de personas para conocer de primera mano cómo es el proceso del ron más antiguo de Europa. Alguno de sus productos superan los treinta años en barrica, otros de sus más vendidos están al menos dieciocho, como si obligatoriamente tuvieran que cumplir la mayoría de edad.

César Arencibia posa con los productos de Arehucas en la sala de desgustación de la fábrica. Nacho G. Oramas.

En cuanto al futuro, en Arucas parecen ser optimistas: "Siempre estamos buscando mercados alternativos y desarrollando productos innovadores", afirma Rafael Méndez. "El mundo es muy grande y hay muchas oportunidades por explorar", sentencia. En ese mundo son las grandes multinacionales las que dominan la industria. Pero ya decía Saramago que la identidad consiste en ser. Y en eso no les gana nadie.