Han pasado 17 años desde que Apple revolucionó la forma en la que nos relacionamos. En junio de 2007 el primer iPhone salió a la venta como un dispositivo que combinaba la funcionalidad del iPod, de un teléfono móvil e Internet, todo al alcance de nuestras manos. Desde aquel entonces la tecnología ha avanzado a pasos agigantados y actualmente los móviles cubren prácticamente todas nuestras necesidades. Pero ha llegado a un punto en el que, a veces, más que ayudarnos a mejorar nuestra calidad de vida, la empeora.
Los más afectados por los teléfonos inteligentes son los jóvenes. Generaciones que prácticamente no conocen la vida sin un móvil y han acabado desarrollando serias adicciones a estos dispositivos y a la dopamina que estos producen. La conocida como "hormona de la felicidad" es la encargada de regular el sistema de recompensa del cerebro, y los móviles funcionan como una fuente de recompensa constante e inmediata a través de las notificaciones, vídeos, likes en las publicaciones... Los teléfonos móviles se han terminado convirtiendo en una mera distracción que afecta directamente a la salud mental de los jóvenes.
La Organización Mundial de la Salud aconseja pasar como máximo 120 minutos diarios con el móvil, cifra que los jóvenes superan con creces al estar una media de seis horas al día. La mayor parte de este tiempo lo emplean en redes sociales pasando horas y horas entre Instagram, TikTok y X. Estos largos periodos frente a la pantalla se asocian con mayores riesgos de ansiedad, falta de sueño y depresión.
Hay muchas formas para buscar una solución a este problema, algunos deciden eliminarse las aplicaciones y otros intentan limitarse el uso de las pantallas a través de la configuración del teléfono o de las mismas plataformas de redes sociales. Este último, es un método que se está comenzando a generalizar, especialmente en épocas en las que los estudiantes tienen exámenes o más trabajo. Sin embargo, este límite se puede desactivar inmediatamente nada más aparecer la notificación que indica que se ha alcanzado el tope de horas, por tanto, a largo plazo no es la mejor opción. Llegados a este punto, ¿cuál es la mejor solución?
Algunos ya lo tienen claro y han decidido ir más allá: cambiar los smartphones por los antiguos móviles plegables o los también conocidos como "dumb phones" (teléfonos tontos). Término que se usa para los móviles que cumplen las funciones básicas de llamar, enviar mensajes y configurar alarmas. Abandonar estos dispositivos se ha convertido en una tendencia por los adolescentes en un intento desesperado por escapar de las redes sociales.
La necesidad de estar siempre conectados y de saber que está pasando constantemente en todos los ámbitos de nuestra vida ha deteriorado la sensación de bienestar. Dar el paso y desprenderse del teléfono inteligente puede eliminar todas las distracciones y reducir los niveles de FOMO (fear of missing out), que se traduce como "miedo a perderse algo", y sobre todo intentar solucionar el grave problema que tienen las nuevas generaciones: la poca capacidad de concentración que tienen.
Un mes con un móvil plegable
Esta tendencia se ha extendido por TikTok, lugar dónde muchos usuarios han querido documentar los cambios que han supuesto en su vida cambiar un smartphone por un móvil plegable. El joven @crispynugget en TikTok decidió realizar un experimento denominado por el mismo, "Dieta de dopamina". Esta serie tenía como objetivo restablecer la relación de su cerebro con la dopamina y la satisfacción a largo plazo. Para ello, cambió su dispositivo inteligente por un móvil plegable durante 30 días con el propósito de averiguar si se producía algún cambio en su vida diaria.
Antes de meterse de lleno en este reto, el joven averiguó que cogía el móvil 160 veces al día, lo que supone una importante dependencia y razón por la que sentía dificultad para concentrase. Esto le motivó a realizar el cambio y en su primer día de "dieta" dejó claro lo que quería obtener tras esos 30 días: "El objetivo es calmar a mi cerebro y recuperar la capacidad de quedarme quieto y estar presente".
Como era de esperar su primer día fue difícil. Estaba acostumbrado a que su iPhone fuese todo. Su teléfono, cámara, reproductor de música, cartera, mapa o una vía de escape para situaciones incómodas como compartir un ascensor con un desconocido. Asimismo, sentía un constante nerviosismo al pensar que podía estar perdiéndose un correo o llamada importante, sin embargo, terminó sintiéndose extrañamente reconfortado al dejar ir esos sentimientos.
Treinta días después tenía una conclusión clara: "ha sido una de las cosas más saludables que he hecho". Al finalizar la primera semana usar un móvil de tapa no lo veía nada práctico. La segunda semana fue la de adaptación. Comenzó a reemplazar lentamente todas las pequeñas funciones que realizaba su móvil con elementos básicos del día a día. En la tercera semana todas las desventajas de un teléfono plegable se vieron compensadas por un gran sentimiento de tranquilidad. Muchos de sus problemas comenzaron a desaparecer al no sentirse atacado con situaciones que provocaban una pequeña ansiedad como titulares, notificaciones o eventos actuales a los que estamos acostumbrados.
Y lo más importante fue que logró uno de sus principales propósitos. Su concentración y presencia mejoró significativamente, lo que provocó que tareas sencillas del día a día como hacer la cama fuesen más entretenidas. Tras pasar un mes sin su teléfono pudo darse cuenta hasta que punto impactan estos dispositivos en nuestra vida, especialmente las redes sociales y tomó la decisión de continuar usando su móvil plegable en 90 por ciento del tiempo y su iPhone únicamente cuando quiera ir a algún lugar nuevo.
Un estudio realizado por la BBC también realizó un estudio similar que consistía en retirarle los móviles a diez adolescentes entre los 14 y 16 años a cambio de un Nokia clásico y los efectos observados también fueron positivos. Aumentaron la sociabilidad en persona, redujeron la sensación de ansiedad, mejoraron la calidad de sueño y redescubrieron actividades creativas y de ocio en la vida real.
¿Este cambió es posible?
A pesar de que ha quedado desmostrado que este cambió supone una mejora en la salud mental y la calidad de vida de las personas, a la hora de la verdad prescindir por completo de tu smartphone puede que no sea del todo realista, e incluso limitante, al vivir en una sociedad que depende constantemente de la tecnología en prácticamente todos los ámbitos. Sin embargo, podría funcionar para evadirnos y conseguir ese descanso social que necesitamos de vez en cuando.
De hecho, algunos jóvenes como la influencer Sammy Palazzolo (@skzzolo en TikTok), han decidido hacer uso de estos teléfonos retro en eventos sociales o fiestas con la intención de estar más presentes y evitar pasar una mala noche por culpa de mensajes indeseados o cualquier problema que pueda surgir a causa del uso de los teléfonos inteligentes. Puede que esta no sea la solución definitiva, pero sin lugar a dudas, es un buen método para romper con los malos hábitos que hemos adquirido a lo largo de los años por el uso excesivo de estos dispositivos electrónicos.