A Gema Tacón siempre le gustaron los gremlins. O mejor dicho, el Mogwai: aquella mascota que, según el relato inicial de Roald Dahl, podía transformarse en un demonio que hacía estrellarse a los pilotos de cazas durante la II Guerra Mundial. Desde Chinatown, y en una caja, llegó uno a un pequeño pueblo al noroeste de Estados Unidos. Era precioso, cantarín y cariñoso, pero con él había tres reglas: que no le diese la luz, que no se mojase y que no comiese después de la medianoche.
Aquella película dirigida por Joe Dante y producida por Steven Spielberg ha cumplido este año las cuatro décadas y es hoy es una cinta de culto. Pero antes, hizo que varias generaciones en todo el mundo suspiraran por tener un Mogwai de verdad... en lugar de un gato o un perro. Por ello, para dar respuesta a esos deseos, en la época hubo un ingente merchadising."Y mi familia, que era modesta... pues yo nunca tuve uno", cuenta Gema a El ESPAÑOL. Con aquella espinita clavada, desde hace 8 meses, a sus 43 años, los fabrica artesanalmente y con ellos está triunfando en España y Estados Unidos.
Sí: hoy, para los nostálgicos aun se venden peluches de gremlins -el sustantivo ya genérico que engloba a los malos y a los buenos- en determinadas tiendas on line. "Pero son industriales, de plástico, con materiales de mala calidad, y se fabrican en cadena", matiza a EL ESPAÑOL. Ella tarda 15 días en fabricar un gizmo: excepto el esqueleto articulado, lo hace todo artesanalmente, hasta los ojos, que son de cristal.
Sus creaciones tienen mucha demanda. "Me han ofrecido hasta dar talleres para enseñar la técnica: no he querido, porque sería como echarle agua al mogway: perdería toda su exclusividad". Debido al complejo proceso de fabricación los suyos cuestan 400 euros... y vuelan. "Ninguno tiene la misma cara que el anterior. Es que yo esculpo en arcilla y por tanto ninguna cara sale igual", explica.
Lo de que Gema Tacón es polifacética o no, lo juzgará el lector: ha sido militar en la Armada 8 años; empresaria, teniendo varias cafeterías con biblioteca; vicepresidenta de la asociación de hosteleros de su ciudad; cartera; limpiadora en una fábrica de jamones... y es escritora. Ha publicado 16 novelas hasta la fecha, tanto en papel como en digital, que se venden en Amazon. Escribe thriller policíaco, thriller sobrenatural y fantasía. "De día hago muñecos cuquis y por la noche mato gente", bromea.
Escribe según su estado de ánimo. "Si estoy triste, escribo humor. Pero siempre me inspiro en alguna leyenda. Fui la primera escritora que abordó el tema de las ASMR, en la novela 'El último susurro', sobre los susurros binaurales que ahora tratan muchísimos youtubers. Escribí luego una trilogía, 'La leyenda Jurado', basado en el conocido cortijo malagueño muy conocido por albergar fenómenos paranormales, y otra trilogía, 'Las Soliña', sobre María, la última mujer acusada de brujería en Cangas de Onís".
Por qué gremlins
Hace unos años falleció un hermano. Desde entonces, prefiere trabajar en casa cuidando de su madre, muy delicada de salud desde entonces. "Y entonces, además de escribir por las noches, descubrí la resina para trabajarla, pero a los dos años me descubrieron una alergia y lo dejé. Me decanté por fabricar jabones, pero dejan poco beneficio". Luego comenzó a trabajar con la arcilla polimérica, que requiere de horno. "Y empecé, primero, a hacer muñecos reborn".
Se vendían muy bien "pero era muy mecánico, muy aburrido. Todos eran más o menos iguales. Luego me decanté por los dobbies (los duendes de las películas de Harry Potter) y tuvieron un éxito rotundo. Los hacía de 5 en 5. Me cansé porque dejaban poco espacio a la creatividad". Con la serie 'Miércoles', comenzó a hacer muñecas. "Hice miles. Entonces pensé en algo que le gustara a todo el mundo y que no fuera tan monótono". Y se acordó de aquel muñeco que no pudo tener.
Lo primero que hizo fue investigar: los gremlins solo se vendían en tiendas on line, de fabricación asiática; alguno suelto y vintage, a precio desorbitado... y encontró a dos chicas, una rusa y otra ucraniana, que los vendían artesanales a través de Instagram. "Yo creo que soy la única española que los hace. Y en el mundo, quizá la tercera", explica.
-¿Cómo comienza el proceso de fabricación?
-Por la carita. A una bola de papel de aluminio se le superponen capas y capas de arcilla, luego se hornea y posteriormente se esculpe.
Luego van los ojos. "Son de cristal, de 12 o 22 centímetros, depende del tamaño del peluche, y luego los pinto o los imprimo. El blanco de los ojos es arcilla. Menos el esqueleto, que compro en China, todo lo hago yo: las orejas, los pies y las típicas manitas de tres dedos".
Lo cierto es que aquello supuso en reto, "porque yo no había esculpido en mi vida, ni tampoco había cosido jamás. Al principio fue una cosa de acierto-error". En el taller que tiene en casa conserva algunos, y ha contado aquellos inicios en un divertidísimo vídeo en su cuenta de TikTok. "Ahora lo tengo todo controlado, el peso, los patrones. Lo único que varía es la cara, porque ya digo que ninguno sale igual".
Los materiales son de calidad. "A mí me cuesta la tela de peluche a 25 euros el metro. La pintura pastel, la arcilla, el esqueleto... todo es caro", enumera. Actualmente para coser usa la máquina de coser de su madre, "una Alfa que tiene más edad que yo". Sus creaciones tardan, si está tranquila, una media de 15 días. Si es necesario, tarda algo menos. A la gente le gustan, y mucho. "Es, con diferencia, lo que más éxito tiene de todo lo que he fabricado artesanalmente". Algunos los sortea entre sus seguidores en redes sociales.
Ha vendido mogwais en Estados Unidos y en España. "Me contactan por redes sociales. Ahora estoy haciendo uno tipo barbie, porque me lo han pedido, porque el último que sortee era así y tuvo mucho éxito: Me lo han pedido expresamente y se va para Barcelona. También tengo ya encargos para navidades: en noviembre cerraré los pedidos, para que me dé tiempo".
Las cajas también son artesanales, y las suele personalizar de acuerdo al tipo de gizmo que hayan querido sus manos: el malo, el bueno y original, el gizmo rambo, el gizmo loco, el gizmo barbie... "y lo que vaya saliendo y me pidan".