La oveja churra lebrijana es una raza autóctona de todo el valle del Guadalquivir, que se encuentra en peligro de extinción. "De un total aproximado de 400 ejemplares que hay en Parque Nacional de Doñana" sólo 175 son de raza pura", dice Rafael Mateos, el pastor que las cuida.
En el libro genealógico están registradas en total 640, repartidos entre ganaderos independientes que tienen pequeños núcleos, así como también en la Diputación de Sevilla y la de Córdoba.
Mateos, de 36 años, decidió seguir el camino de su padre que era el antiguo pastor. "Había alrededor de 700 ovejas churras lebrijanas, hasta que vino un brote de 'lengua azul' en 2005 en la provincia de Cádiz. Al estar cerca de Doñana dijeron que había que sacrificarlos también", dice a EL ESPAÑOL.
En ese momento la Cooperativa Ganadera de las Marismas de Hinojos se opuso a los sacrificios y pidió contraanálisis para probar que la raza churra lebrijana no estaba afectada por la plaga. "Dentro del perímetro de 50 kilómetros a la redonda estaban las nuestras y se pudieron salvar pocas. Yo era un niño en ese entonces y me daba cuenta de la situación. Las sacrificaron en contra de nuestra voluntad", relata Mateos.
Otro de los conflictos que cuenta el pastor es que la carne de estas ovejas no es atractiva. Para más inri, su lana denominada 'vellón', "nadie la quiere ni regalada". "Un pastor amigo tuvo que enterrar la lana porque llevaba dos años amontonada. Se la vamos a dar a quien nos la pida", lamenta Mateos.
El pastor se ha criado en el entorno natural inigualable del Parque Nacional de Doñana. "Deseaba que llegara la hora de salir del colegio para correr al lado de mi padre y los animales. Él me enseñó todo. Los fines de semana pasaba el día entero allí. Lo tengo en la sangre", explica en conversación con este periódico.
Ovejas de poco peso y leche
Mateos terminó el Bachillerato, luego se formó y obtuvo las certificaciones de bienestar de la ganadería, de transporte, y en el empleo de biocidas. Su vocación era el mundo animal y por ese camino fueron sus estudios.
Cuando salió la plaza de guarda pastor, Rafael se presentó y ganó. Desde ese entonces trabaja en la cooperativa que está en Doñana, y ahora como encargado. Actualmente cuenta con 382 socios. También posee vacas mostrencas y yeguas marismeñas, ambas en peligro de extinción.
"Contamos con perros de trabajo que nos ayudan mientras las ovejas están pastando en una finca de 1.500 hectáreas. Ahora en verano tenemos las pilas de agua, porque está en carencia en la superficie de Doñana. Hasta que empiezan las primeras lluvias, para poder manejarlas con comodidad y protegerlas se han puesto los abrevaderos dentro de los corrales", explica Mateos sobre su trabajo.
España es uno de los países con alto porcentaje de animales amenazados, según la lista roja de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (UICN). De las 80.000 especies diferentes registradas por el Ministerio para la Transición Ecológica, 208 se encuentran en peligro de extinción y otras 137 se consideran vulnerables.
Lucha contra la extinción
Otras personas que luchan para preservar la raza de churra lebrijana son Manuel Naranjo, presidente de la Cooperativa de Ganaderos de las Marismas de Hinojos, y Sergio Nogales, su veterinario.
La cualidad que más destaca Manuel sobre la raza churra lebrijana es que se adapta muy bien al clima en comparación a otras variedades de oveja. Además, señala que sólo se alimentan de pasto y que necesitan poca comida para mantenerse.
La vinculación de Manuel no viene por una tradición familiar, sino por una cuestión de sentimiento y afinidad de la marisma. "De profesión he sido docente, pero me he dedicado de forma aleatoria al pastoreo. Disfruto lo que hago y lucho para evitar la extinción de esta raza", asegura.
El presidente de la Cooperativa dice que "llega un momento en el que el mercado prefiere otras variedades de oveja porque la carne de la churra lebrijana no es vistosa". "Cuando vas a comprar buscas la carne que sea más lustrosa, que tenga más color y más textura. La churra no tiene nada de esto, es menos productiva", dice.
"Desde que hace 19 años se sacrificaran 698 ovejas churras lebrijanas, la especie se ha recuperado gracias al apoyo de las diputaciones de Sevilla y de Córdoba. Y también por el trabajo de todos los ganaderos. En la propia Cooperativa tenemos dos sementales de los que se extrae el semen para un banco genético", manifiesta.
Otro punto crítico que afecta al sector es la falta de relevo generacional porque la falta de rentabilidad: "No le puedes decir a un joven que vaya a pastorear, porque no le va a dar para vivir. Cuando llega la noche no tiene que comer, ni donde vivir. Ahora los jóvenes deciden estudiar y luego trabajar fuera", dice Manuel.
Desde que amanece este medio docente, medio pastor está en el campo. "En verano terminamos la faena al mediodía. En invierno la jornada es más larga. No tenemos hora de finalización de trabajo. Sabes cuándo vas pero no cuando vuelves", afirma.
"Desde el siglo XIII, la raza churra forma parte de la fauna de Doñana, donde se ha adaptado perfectamente a los terrenos húmedos y salinos", prosigue el líder de la Cooperativa. Sobre el nombre de la raza, Manuel dice que no es exclusiva de Lebrija, porque en realidad se extiende por todo el valle del Guadalquivir y el Atlántico. Por eso, considera que los ejemplares a los que cuida deberían clasificarse con el apelativo de marismeña o churra atlántica.
Cantidad y consanguinidad
Por su parte, Sergio Nogales, el veterinario, indica que la lebrijana es una raza del tronco churro, cuyas características son un flequillo que le llega hasta la frente y un color blanco con manchas negras distribuidas por todo el cuerpo, sobre todo por la zona de las patas. Tiene una consanguinidad alta (los ejemplares emparentados se han reproducido entre ellos) y, por ello, con el paso de los años, ha perdido tamaño y productividad.
"Una raza que tenga menos de 10.000 ejemplares ya se puede considerar en peligro de extinción. Aparte del problema de la cantidad, también está el de la consanguinidad, porque la mayoría de ejemplares están emparentados unos con otros. Esto perjudica a las ovejas porque pierden productividad y se exponen a que surjan enfermedades y defectos congénitos", dice el veterinario.
"Desde que llegó la mecanización del campo y la globalización, empezaron a llegar otras razas más productivas", prosigue Sergio. "El vellón que se usaba en el sector textil ya no sirve porque es muy duro", dice.
En la actualidad, la fibra sintética domina el mercado. "Nadie se plantea comprar un colchón con piel de oveja. Antes se usaba para hacer colchones y alfombras. Sólo una empresa está haciendo pruebas para ver si lo aprovecharía. También hay una tejedora artesanal que elabora algunas cosillas con el hilo", explica Sergio.
"Una de las medidas que se han tomado para prevenir la extinción es intentar descentralizar la producción ganadera. Así se evitarían más pérdidas en caso de que apareciera alguna enfermedad, epidemia, o catástrofe medioambiental", continúa el veterinario.
Éste subraya la importancia de tener un banco de germoplasma: "En la Diputación de Córdoba tienen semen congelado en nitrógeno líquido de diferentes sementales por si el día de mañana hiciera falta rehacer la raza".
Esta raza ovina única en el mundo ha estado a punto de desaparecer para siempre, y su supervivencia, con un mercado en contra, sólo se sostiene por las ayudas públicas y el trabajo titánico de sus pastores.