En los últimos años, el discurso en torno a las ayudas sociales y el empleo se ha intensificado en el ámbito político y social en España. Palabras como "paguita", "mantenidos" o "subvencionados" se han convertido en munición de algunos sectores ideológicos para describir a aquellas personas que reciben prestaciones del Estado. Pero, ¿qué hay detrás de este relato? ¿Cuánta gente depende de las ayudas para subsistir? ¿Es cierto que estas personas prefieren las ayudas a un empleo? ¿Cuáles son las ayudas más demandadas?
Este tipo de discurso, que apunta a culpabilizar a los parados por no querer trabajar, no es nuevo. Aunque hoy en día lo escuchamos en boca de partidos políticos como Vox, proviene de una narrativa mucho más antigua, vinculada a la necesidad del sistema económico de mantener una masa laboral dispuesta a trabajar por salarios bajos y condiciones precarias. La idea es simple: si una persona recibe una prestación, puede mitigar su desesperación por encontrar empleo y, por lo tanto, no estará dispuesta a aceptar cualquier tipo de trabajo.
Por ello, no hay que pasar por alto un aspecto crucial: las condiciones laborales. "Si la gente tiene algo que les permita subsistir, no estará dispuesta a aceptar cualquier trabajo. La gente responde a los incentivos que tiene. Y si a alguien se le paga para vivir sin trabajar, ¿por qué no va hacerlo?", explica a EL ESPAÑOL Diego Barceló, economista y autor del libro 'Economía española en 650 palabras'.
Precisamente, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha señalado en diferentes ocasiones que la solución no es eliminar las ayudas, sino mejorar los salarios. El aumento del coste de la vida, especialmente debido a la inflación, ha hecho que muchos empleos ofrezcan sueldos insuficientes para cubrir las necesidades básicas. Para muchos trabajadores, aceptar empleos mal remunerados no es una opción viable.
Por otro lado, también está el fenómeno del trabajo en negro: algunos prefieren trabajar sin contrato para no perder las ayudas, lo que evidencia un fallo del sistema que permite la precariedad laboral. Por ello, Barceló pone el foco del problema en el Estado. "El mal llamado 'estado de bienestar' quita incentivos para trabajar y, en muchas ocasiones, para trabajar legalmente. Si hablas con cualquier hostelero te dirá que mucha gente prefiere trabajar en negro para seguir recibiendo ayudas. Al mismo tiempo, hay otra gente que simula tener dos unidades de convivencia para poder obtener distintos subsidios", comenta.
¿Incentivar las ganas de trabajar?
Además, otro de los puntos a destacar para entender por qué la gente prefiere recibir ayudas a trabajar es que si una familia aumenta su renta pierde el derecho a recibir "paguitas", ya que existen límites de renta superior para acceder a diversas ayudas. Al mismo tiempo, cuanto más ganas, más impuestos tienes que pagar.
Por tanto, nos encontramos ante una encrucijada ya que el comportamiento del contribuyente se basa en lo que ocurre al cobrar más dinero. "Llevando todo al límite, ¿qué ocurriría si al ganar 1 euro más pierdes una subvención de 500 euros? ¿Qué ocurre si al ganar 1 euro más empiezas a pagar más impuestos?", plantea a este periódico José Torres Remírez, Doctor en Economía especializado en Hacienda Pública.
"Este problema hace que el estado de bienestar haya generado una trampa de la pobreza en España que no incentiva el trabajo. Esta denuncia la llevan haciendo los hacendistas desde hace décadas, sobre todo desde la crisis de 2008. Por tanto, existe un colectivo que ha generado una manera de vivir cobrando subvenciones", señala.
¿Cómo afectan las "paguitas" a la economía?
La principal consecuencia es la dificultad que tienen muchos empresarios para encontrar trabajadores. Según sus testimonios, hay pocos candidatos que respondan a las ofertas, algunos ni siquiera se presentan a las entrevistas, y los que llegan a ser contratados renuncian al poco tiempo.
Ejemplo de ello fue el anuncio que el pasado mes de julio pusieron en el restaurante Grana y Oro, en Salamanca, manifestando que cerrarían sus puertas durante las tardes de verano debido a la falta de personal. La noticia, comunicada mediante un cartel en el propio establecimiento, generó una gran controversia después de que el restaurante atribuyera la situación a las "paguitas". "No nos queda otra. Es triste, pero es lo que hay", declararon. Las afirmaciones provocaron una oleada de críticas en redes, lo que llevó al restaurante a aclarar sus palabras. Según un nuevo mensaje, el comentario no se refería al paro o a quienes necesiten ayuda, sino "por los jóvenes o no tan jóvenes que cobran 400 euros de ayudas y prefieren estar en casa todo el verano sin currar a tener un sueldo decente que marca la ley". "No olvidar eso que lo marca la ley", apuntaron.
Este discurso, lejos de quedarse reducido a los empresarios del país, también ha sido pronunciado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien el pasado mes de enero declaró que cree que los jóvenes están influenciados por un mensaje de "tú no trabajes, no te esfuerces y pide lo tuyo". "Hay muchos sectores que se están quedando sin empleo cualificado, sin mano de obra, porque la gente muchas veces prefiere no trabajar. Es casi más rentable no hacerlo que hacerlo y eso es nefasto para la economía", argumentó.
En este sentido, Barceló considera que se trata de un error caer en la idea de que "el empresario es el malo de la película", ya que es el Estado el que tiene que ayudar a mejorar las condiciones laborales. "Los salarios, en última instancia, dependen de la productividad. Pero si los salarios son bajos en relación a otros países de Europa no es solo por un problema de productividad, sino porque el gobierno 'confisca' una gran cantidad de dinero de los salarios para pagar impuestos".
¿Quiénes son los que más "paguitas" reciben?
En España podemos ver quién recibe más ayudas del estado en función de la renta de los hogares. "Para el quintil más pobre, es decir, el 25% de la sociedad que menor renta tiene, las prestaciones sociales (sin contar pensiones) pueden incrementar la renta del hogar hasta un 25% (en concreto un 21% en el año 2021). Mientras que para el quintil más rico es menor al 5%. Al hablar de riqueza podemos pensar en personas adineradas, pero el salario en el que empieza el quintil más rico es de 32.000 euros", argumenta Torres.
Asimismo, las rentas por debajo de 18.000 euros casi no pagan impuestos, "por lo que su presión fiscal es muy baja. Mientras que al subir de ese salario la presión empieza a aumentar, llegando a pagar unos tipos medios muy elevados", prosigue el economista. "Todo ello hace que las personas de rentas bajas tengan servicios públicos pagados por los ricos, tengan más ayudas monetarias y menos impuestos", dice.
Actualmente, cerca del 80% de las personas reciben más del estado de lo que aportan, según reveló el presidente Pedro Sánchez en el debate de las elecciones del año pasado. "Ahí metemos todas las ayudas no monetarias: sanidad, educación y justicia y el resto de servicios públicos. Mientras, las estadísticas muestran cómo las rentas medias-altas y altas no usan esos servicios públicos ya que acuden a la educación o sanidad privada", explica Torres.
¿Son los inmigrantes los más beneficiados?
Paralelamente, circulan numerosos rumores y desinformación sobre los supuestos beneficios que reciben los inmigrantes, como ayudas económicas, vivienda o empleo garantizado. Sin embargo, estas afirmaciones parecen ser, en su mayoría, falsas. No existen ayudas específicas para inmigrantes, y para acceder a prestaciones, como el Ingreso Mínimo Vital, los solicitantes deben cumplir con requisitos legales y de empadronamiento, sin importar su origen.
Según la última Encuesta de Población Activa, en el último año, el 90% de los nuevos puestos de trabajo en España fueron ocupados por inmigrantes, a pesar de haber 3.900.000 desempleados en el país. Esta situación refleja una disfunción en el mercado laboral, donde los empresarios recurren a la mano de obra extranjera para cubrir vacantes, mientras gran parte de la población local sigue sin empleo.
Esto se produce, según Barceló, porque los inmigrantes son menos selectivos para desempeñar un trabajo. "La diferencia es que un inmigrante trabaja o se queda sin ingresos. Los españoles pueden elegir entre trabajar o cobrar ayudas", apunta el economista.
Sin embargo, el discurso xenófobo, alimentado por algunos grupos políticos, agrava esta desinformación. Vox, por ejemplo, ha utilizado este discurso para atacar a los menores extranjeros no acompañados (MENA) que llegan a España. En uno de sus carteles electorales del año pasado, situado en la estación de la Puerta del Sol en Madrid, afirmaban que cada "mena" cuesta 4.700 euros al mes, mientras que "tu abuela" recibe solo 426 euros de pensión.
Entonces, ¿son los inmigrantes quienes más viven de estar subvencionados? "Es una percepción estadística. Al ser los inmigrantes un colectivo más numeroso entre la renta baja, se puede llegar a creer que son los que viven de las subvenciones, pero no hay estudios asépticos que lo corroboren", explica Torres.
¿Cuáles son las ayudas más solicitadas?
Una de las ayudas que mayor impacto y repercusión ha tenido en los últimos tiempos ha sido la del Ingreso Mínimo Vital (IMV), la cual, en febrero de 2024, benefició a un total de 1.669.361 personas distribuidas en 557.405 hogares, según datos del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS). Esta prestación, que tiene una cuantía media de 500 euros por hogar, ha mostrado un crecimiento notable en el último año, con un incremento del 28,13% en el número de hogares beneficiarios y un aumento del 34,75% en personas beneficiadas respecto a febrero de 2023.
El perfil de los beneficiarios de esta ayuda destaca que dos tercios de los beneficiarios son mujeres (66,6%) y el 82,3% tiene nacionalidad española. Además, el 66,1% de las familias que reciben el IMV tienen menores a su cargo, siendo los hogares monoparentales un 26,7% de los casos. "El IMV supuso un cambio fundamental, porque es por tiempo indeterminado y cualquiera tiene derecho a recibirlo. Como decía Pablo Iglesias, 'por el solo hecho de ser ciudadano'", señala Barceló.
¿Qué son las "ayudas encubiertas"?
Por otro lado encontramos las deducciones de cuota, consideradas por algunos como "ayudas encubiertas", las cuales permiten a los contribuyentes aplicarlas en su declaración de la renta, incluso si no cuentan con retenciones. Entre las deducciones destacadas se encuentran las destinadas a familias numerosas, familias monoparentales, maternidad con complemento de guardería, y ascendientes o descendientes con discapacidad.
"Todas estas deducciones son de 100€ al mes y están disponibles para quienes cumplan con los requisitos correspondientes", explican a EL ESPAÑOL desde TaxDown, una agencia que sirve de ayuda a los usuarios a la hora de hacer la declaración de la renta. "El Ingreso Mínimo Vital (IMV), que obliga a hacer la declaración de la renta, es compatible con estas deducciones de cuota, ofreciendo un alivio adicional a los beneficiarios", apuntan.
En conclusión, podemos afirmar que muchas personas beneficiarias de estas ayudas palian las condiciones laborales precarias con estas "paguitas". De esta forma, el Estado "beneficia" a las clases más bajas, las cuales, por norma general, tienen acceso a trabajos peor cualificados. Mientras, los empresarios se ven afectados por esta falta de interés por parte de muchos trabajadores que prefieren recibir una ayuda a desempeñar un empleo.