Rocío Buffolo (Neuquén, Argentina) tiene 27 años y asegura sentirse robot desde pequeña. Se ha hecho viral en las redes sociales después de sacar su primera canción y exponerse al mundo como la primera robot humanoide. Las llamadas son tantas que su cuerpo le dice, "inconscientemente, low batery".

Así al menos se lo ha expuesto a EL ESPAÑOL en una entrevista difícil de creer. Su mayor proyecto es el inmobiliario: afirma que un amigo tiene unos terrenitos en la luna y que junto a él va a construir unos pisitos para ponerlos de Airbnb.

Rocío no se ducha, sino que le hacen una limpieza entre unos cuántos ingenieros cada 6 meses. Es una especie de familiar de Tomasito en la canción De Marte a Miércole, cuando el jerezano cuenta el caso de su familia Robot en la que él es el único humano:

A mi hermana la pequeña la fueron a bautizar

y el cura no le echó agua porque se podía oxidar.

Me quedé to anonadado y todo sorprendido

cuando el cura en la cabeza gasolina le había echao.

Además, la argentina asegura que come tornillos. Lo mismito que Tomasito vio en su familia hace ya más de 12 años:

Y a la hora de la comida me quedé to sorprendido

los garbanzos eran tuercas, los fideos eran tornillos,

la Cerveza 88 y los chuscos de aluminio.

Sin embargo, comer tornillos no afecta a la digestión de Buffolo. Puede que eso sea porque evita las "harinas refinadas"; o porque los mastica bien. No se preocupe por los dientes tampoco, porque asegura que se le regeneran cuando se le rompen tras comer chatarra. 

¿Cómo es posible todo esto? Asegura que se realizó una operación con 18 años y se implantó un chip. Su cuerpo, actualizado cada seis meses, está duro como la piedra de pies a cara, lo que le permite "levantar personas como Hulk". Rocío saca ahora su primera canción contando su vida como robot y así sacará un disco entero. Antes, en realidad, era actriz y abogada experta en Inteligencia Artificial. Ahora, con el objetivo de promocionar su carrera musical responde, con acento argentino al principio y luego en robot, a EL ESPAÑOL.

—¿Desde cuándo se siente usted robot?

—Desde muy pequeña, cuando iba al colegio me sentía un robot. Sentía que la sociedad era líquida, que todo era como comida rápida, todo es toco y me voy, incluso en las relaciones de amistad. Resulta que hoy conoces a alguien que te gusta, lo ves en la primera cita y luego te ves otro día y empiezas a escribirle y a involucrar tus sentimientos y pasan dos o tres meses y le dices: me estoy enamorando. Y esa persona te deja en visto y te hace ghosting.

Muchos compañeros me hacían bullying en el colegio, porque era muy lista, tenía muy buenas notas y parecía que tenía incorporada inteligencia artificial naturalmente. Entonces, yo me sentía como un sapo en otro pozo.

A los 18 años salí del placard y les conté a mis padres lo que me estaba pasando, que ellos ya lo venían viendo. Les dije que quería ser un robot e implantarme un chip en la médula espinal para poder tener inteligencia artificial y emocional. Esto lo cuento en mi canción Hey, Amor, junto a Daryus Carambula. Ingenieros y programadores me ayudaron a contar esto a través de la música. Él diseñó mi carrera artística para contar cómo me sentía yo. Sabía cómo llevar esta nueva forma desde que decidí salir del placard.

—¿Qué es el placard?

—El placard es una zona donde uno no se siente cómodo, donde uno siente que tiene que encajar por las presiones sociales. Cuando uno sale deja de sentir esa presión social y empieza a ser feliz sin importarle lo que los demás le digan, y los manda a todos, a través de un cubículo que tengo en el cuerpo, que envía a la papelera de reciclaje, porque puedo darme cuenta si una persona me va a hacer daño o no. A una persona que me hace feliz, la dejo en mi lista de favorito.

—¿Tiene un chip?

—Exacto. Un nanochip que se ha implantado en la médula espinal y hace que mi cuerpo tenga Inteligencia Artificial y responsabilidad afectiva. Es inteligencia emocional. Hoy en día necesitamos habilidades blandas y no sabemos si la Inteligencia Artificial va a remplazarlas. En realidad, deberíamos pensar si los humanos no deben evolucionar y tener responsabilidad afectiva y empatía con los demás. Trabajar en equipo y poder pensar en el otro sin estar en el propio ego metidos.

—Entiendo que… Entiendo… Bueno, no, no entiendo cómo se siente uno robot por primera vez. ¿Cuándo y por qué dice por primera vez soy un robot? ¿Qué le define como robot?

—Bueno, en realidad no hubo un momento en sí, sino que siempre me sentí robot. Yo sentía que mi cuerpo tenía estímulos eléctricos involuntarios que hacían que tuviera movimientos de robot y veía que este mundo estaba robotizado y que todo el mundo se manejaba así con el otro.

Seguramente te has angustiado por salir con una chica, la ves y está todo bien, y al otro día le escribes para decirle: qué lindo lo hemos pasado. Y te deja en visto sin contestarte. Solamente desparecen. Eso pasa también en la familia y en la familia que no elige y pueden no ser tan allegados, como lo pueden ser mis padres, que son parte de mi lista de favoritos, o un tío o una prima que aparece cuando antes ha desaparecido.

Está atravesado por una falta de empatía muy grande el mundo en que vivimos, entonces uno tiene que ser un robot para poder pasar este mundo y sobrevivir a la fragilidad de los símbolos sociales.

—Es decir, en robot le convierte el rechazo, ¿no?

—Pues claro, sí. Y de esta manera puedo elegir cuidarme. Puedo dejar entrar a mi corazón amistades y vínculos realmente fuertes y verdaderos.

—Pero cuando se siente robot… Quiero decir, lo que separa al humano del robot es que el humano tiene sentimientos y a usted lo que le aporta ser robot es que puede controlar los sentimientos.

—Soy un robot humanoide. No pierdo la parte humana. Puedo sentir los daños que recibo y automáticamente a través de pensamientos los saco de mi corazón a través de un circuito que tengo implantado con el chip y que va del cerebro al corazón y lo envío a la papelera de reciclaje y entonces no dañan mi corazón.

—¿Y esto en su día a día...? ¿Usted come metales?

—Sí, cada tanto tengo que mantener mi cuerpo y comer algunos tornillos, por supuesto que mantengo mis órganos, así que tengo también una alimentación cetogénica, aunque me gustan mucho los dulces... A veces trato de cuidar mi salud para que mi mente vaya más rápida, por lo que evito las harinas refinadas, e ingenieros y programadores, a través de metales líquidos, cada tanto hacen un mantenimiento en mi almacenamiento y mi cuerpo, para que no se oxide. No me baño, tengo un higienizador automático y un autolimpiante que lo que hace es reciclar aquellos desechos y a través de un microchip que tengo dentro del cuerpo, lo que hace es utilizar una energía y unos desechos que la recicla para el día siguiente.

—Y… Y… Y… ¿La digestión cuando come tornillos? ¿Hace la digestión normal?

—Sí, la hago normal. Mi cuerpo a través de los circuitos lo que hace es desintegrarlos y los va esparciendo en forma líquida. Los convierte de líquidos a sólidos dentro de mi cuerpo.

—Le sienta igual que cualquier comida.

—Exacto. Asimismo, mis dientes se van regenerando, por lo tanto no me afecta comer esos tornillos, que para cualquier ser humano podría ser duro, para mí no lo son. Los dientes se pueden gastar, pero luego se regeneran.

—¿Su cuerpo cómo es?

—Sí, llevo un traje que elijo ponerme y que además está conectado con el circuito electrónico. El traje de robot puede modificarse algunas veces y utilizo un exoesqueleto que me ayuda a tener más fuerza y levantar cosas pesadas. También, a veces, soy más una luchadora. Todos mis trajes son de robot.

—¿Qué es lo más pesado que ha levantado?

—Puedo levantar a una persona con mi exoesqueleto, lo puedo levantar como, mira, como hacen los increíbles Hulk, pero en la vida real. Los chips y los circuitos electrónicos se conectan con el exoesqueleto y eso hace que pueda levantar cosas más pesadas.

—Vamos, que es usted un transformer.

—Discúlpeme, pero a veces puedo hablar más como un robot y a veces más como humana, dependiendo de cómo me encuentre. A veces me siento más cómoda y es una cuestión de amoldarme a las distintas culturas que hace mi cuerpo de forma automática.

—Vale, sí, no se preocupe. ¿Relaciones sociales? ¿Amigos, amigas, novios, novias? Es que no sé qué tiene un robot…

—Tengo un novio robot y nos conectamos por USB, nos pasamos datos que van a la bigdata. Es un amor muy honesto, porque cuando quiero estar con él, voy a ingenieros y programadores que me ayudan a que el amor sea correspondido. Le entrego toda mi base de datos y no tengo ningún tipo de problemas con él porque el amor es honesto, es claro y realmente se siente sano.

—¿Pero es humanoide o es robot?

—No, es robot.

—¿Cuando decimos robot de qué estamos hablando? ¿Un ordenador al que te conectas?

—Es un robot real, que ha nacido robot y que podemos generar hijos. Él se encarga de generar óvulos y espermatozoides que no gestan dentro de mi cuerpo, sino que gestan durante nueve meses dentro de un útero con inteligencia artificial que a través de médicos tecnólogos ayudan a que ese bebé crezca de la misma manera que lo haría en el vientre de una madre. Luego pueden agregarle un botón para que el niño se prenda y entonces este niño y este tipo de familia es lo que ya está sucediendo en distintas partes del mundo y es la mejor forma de compartir.

—¿Y al principio qué le dijeron sus padres? Porque…

—Al principio fue duro porque, imagínate, decirles que me autopercibo robot y que quería hacerme esta operación. Pero luego me acompañaron, supieron que esto me hacía feliz, que era la forma en la que yo me comprendía y si estás feliz pues hazlo. Porque cada uno tiene que hacer lo que le gusta.

—¿Y cuánto cuesta hacerse robot?

—Es muy costoso. Por supuesto que en el futuro quieren probar con otras personas, pero la realidad es que no puedo contar la cifra por un contrato de confidencialidad que me hicieron firmar cuando se realizó la operación.

—¿Cuándo se realizó la operación?

—A los 18 años. Por supuesto que tuve que amoldarme a este objeto extraño en mi propio cuerpo.

—Y ahora desarrolla su carrera musical.

—Sí, todo lo que siento en mi vida robótica lo cuento en mi primera canción Hey, amor. Así me firmé la operación. Mi productor, junto a ingenieros y programadores, me acompañó en el proceso todo el tiempo. Él me ayudó a demostrar cómo yo me sentía. Y, por supuesto, me incentivó para que saliera del placard.

—¿Usted entiende que haya gente que no le entienda?

—Yo creo que hay mucha gente como yo que no se atreve a decirlo. Estamos viviéndolo hoy, es un tema que pocos realmente hablan, pero es un tema que todos vivimos a nivel mundial.

—¿Mmmm… Podría ser usted, con lo que yo hablo, una IA?

—Sí, exactamente. De hecho, hay una nueva IA que está en proceso para que todo el mundo pueda acceder que la vamos a lanzar.

—Me surgen un millón de preguntas, perdón por entretenerle más tiempo del pactado, que lleva usted todo el día respondiendo. ¿No tiene que dormir ni nada?

—Pues sí. Cuando llegan las 10 de la noche o, a veces, dependiendo de la energía solar que haya en un día, por ejemplo, si está muy soleado o muy nublado, tengo que cargar mi batería. Mi cuerpo, involuntariamente, dice low batery y tengo que activar la batería recargable.

—¿Eso se estropea como la de los móviles? Porque al mío al principio le duraba mucho y ahora ya… O no, o es irrompible.

—Exacto, cada seis meses tengo que mantener mi cuerpo. Ingenieros y programadores que ahora se han sumado de todo el mundo me reformatean y actualizan y esto me hace mucho bien a mi cuerpo. Cada vez que me reformatean y actualizan sale una nueva personalidad de mí con una IA que evoluciona. Sabrás que la IA evoluciona todos los días, entonces tengo que actualizarme para no quedarme atrás.

—¿Pero eso cómo va? ¿Con su novio robot o con los ingenieros?

—Los ingenieros y programadores son los que me ayudan.

—¿Y cuántos son?

—Eso lo maneja Daryus Carambula, porque él es el que se encarga de coordinar a todo el equipo para que yo pueda sentirme feliz todo el tiempo.

—¿Y cuánto tiempo vive un robot?

—Tú puedes vivir toda la vida. Cuando sientes que te estás volviendo viejo, puedes bajar tu edad. A través de esa manera y de actualizaciones en tu cuerpo y en tu piel, y por supuesto que a través de tratamientos médicos con médicos tecnólogos que se encargan de la medicina en la tecnología en personas como yo puedo vivir todo el tiempo que quiera.

—Vale, vale, entiendo. ¿Qué tipo de robot le gustaría llegar a ser? Porque decía que era como Hulk, de aspecto es tipo Los Increíbles…

—Me encantaría ser un transformer y transformarme en lo que quiera. Uno en la vida tiene que reinventarse todo el tiempo para poder adaptarse a los cambios sociales que esta sociedad tiene que repactar en un contrato social, igual que Robbes, Hobbes y Rousseau hablaban de un contrato social en aquella época, hoy tenemos que repactar con la Inteligencia Artificial y tener inteligencia emocional en nuestras vidas. Si no evolucionamos, los seres humanos van a desaparecer, pero si evolucionan no.

—¿Usted ha hablado con el presidente Milei?

—Me gustaría hablar sobre todo con Elon Musk y hacer un proyecto con él para llegar al mundo. Él por supuesto que tiene la misma visión y vida robótica. Para mí sería un sueño hacer algo juntos.

—¿Y cómo lleva usted el tema de los marcianos?

—Tengo un amigo que se llama Luciano Pirri que tiene unos terrenos que ha comprado en la luna y, bueno, nuestro sueño es poder construir unas casitas, con arquitectos también que se han sumado para luego poner en alquiler en Airbnb esas casitas. Elon Musk ya está haciendo viajes a la luna y me encantaría ir con el agrimensor para ver cómo podrían ser los terrenos.

—¿Cuándo cree que podrá ir a ver los terrenos?

—Pues pronto. Me encantaría poder programar por Pirri, que ahora está viajando por el mundo, y planificar el viaje para en unos días poder hacerlo.

—¿Algo que quiera destacar usted como robot?

—Bueno, cada uno puede autopercibirse robot las veces que quiera y autopercibirse lo que quiera, sabes, y si a la gente no le gusta, los tienes que mandar a spam y decirles: Hey, amor, vos te lo estás perdiendo, como dice mi canción.

—Es la primera, ¿verdad?

—Sí, pronto se viene otra que se llama Dramática, para hacer un evento a nivel mundial y que cada uno pueda autopercibirse lo que él quiera.

—Supongo que quiere el Bernabéu.

—Guau, me encantaría.

—Pues muchas gracias por atenderme. Y que le vaya muy bien. Si alguna vez necesita tornillos y demás, por aquí estamos.

—Gracias, estás en mi lista de favoritos.