El de María Fernández Guajardo es uno de esos casos de éxito que motivan e impulsan a otros jóvenes a soñar a lo grande. Su historia comienza de la forma más humilde y acaba con un puesto de trabajo influyente y una responsabilidad envidiable en uno de los enclaves más prestigiosos y vanguardistas del mundo tech: Silicon Valley. ¿Cómo llega una ingeniera electrónica formada en la Universidad de Zaragoza, la primera de toda su familia en tener una titulación, a codearse con algunos de los hombres y mujeres más influyentes del mundo? ¿Cómo acabó esta zaragozana siendo directora de producto para Google y Meta y nombrada una de las mujeres hispanohablantes más influyentes del planeta en su área?
"Nunca tuve mucha vocación de dedicarme a esto, pero cuando llegó el momento de decidir qué carrera estudiar, me decidí por aquella que tuviese futuro profesional: ingeniería técnica electrónica", explica Fernández Guajardo a EL ESPAÑOL. "Al acabar mis estudios, se me abrieron las puertas de mi primer empleo. Fue en California. Un choque cultural gigante. El sueldazo, así como las condiciones y la responsabilidad, era astronómico para mis expectativas".
Tras formarse en ingeniería en Zaragoza y hacer su Erasmus en Francia, fue contratada, efectivamente, por Cadence Design Systems, uno de los mayores desarrolladores de herramientas para semiconductores del mundo. Tras ello, volvió durante un breve periodo de tiempo a Francia y, desde 2002 hasta 2013, fue directora de producto para la tecnológica Texas Instruments (TI), de vuelta en EEUU. Durante los cuatro próximos años saltó de start-up en start-up hasta que fue reconocida, en 2016, con el premio Silicon Valley Business Journal 40 under 40, que premia los logros de menores de 40 años. Eso llamó la atención de Meta, que se fijó en ella para ficharla como directora de producto. Ese fue el punto de inflexión en su carrera.
"Allí lo que hice fue crear una línea de negocios para utilizar la Realidad Virtual en la industria. Había que empezar de cero, porque no se había hecho mucho hasta entonces", confiesa Fernández Guajardo. "Fuimos la primera línea de negocio de Meta que proveía de software y hardware. Allí aprendí lo que es el intraemprendimiento, es decir, crear líneas de negocio internas en empresas. Con esa VR lo que hicimos fue ayudar a dar una mejor formación en cuestiones de riesgo como, por ejemplo, el desarrollo y creación de una planta petrolífera, o para mejorar la parte colaborativa, es decir, permitir ver a gente virtual. Así, el cerebro piensa que estás mucho más cerca de esas personas".
Después, pasó a liderar los equipos de vídeo y audio para Facebook, incluyendo productos como Reels, Watch, Live y Podcasts. No en vano, en 2018 fue nombrada una de las 20 personas hispanohablantes más influyentes del mundo en el sector de la tecnología y, en 2023, cuando Google ya la había sumado a sus filas para ser directora de producto de Gmail, la comunidad autónoma de Aragón la galardonó con el Premio Impulsa Liderazgo Femenina, que premia a las mujeres empresarias, directivas y profesionales del tejido empresarial aragonés.
PREGUNTA.– Usted ahora se dedica a la gestión de equipos de producto. ¿Qué hace exactamente en su día a día?
RESPUESTA.– La gestión de un producto es algo fascinante. Te encargas de definir la visión, cómo crees que ese producto va a hacer de este un lugar mejor y cómo va a resolver los problemas de los usuarios. Uno crea la estrategia, cómo se van a alcanzar los pasos que imaginas, cuál es la road map y hasta el más mínimo detalle sobre cómo hacer una idea realidad. Cuando llegas a estos puestos ejecutivos, la función cambia, porque debes crear equipos y dirigirlos. No puedo dar muchos detalles, pero la forma en la que organizas las cosas es fundamental. Cada área de producto tiene a sus jefes de producto, y cada jefe trabaja con un equipo de ingenieros.
P.– ¿Cómo acaba en Silicon Valley y qué supone para su carrera?
R.– Cuando aterricé en el mundo de la gestión de productos ya era mi segunda vez en Silicon Valley. Mi empresa precedente me trasladó aquí porque era un centro de influencia en tecnología móvil. Facebook, Apple, Google: todos estaban en este lugar. Siempre había querido volver a California. Las oportunidades profesionales, las personas con las que te encuentras, las trayectorias que tiene cada uno, lo 'echadas hacia adelante' que son las personas: todo es interesantísimo.
P.– La evolución de su disciplina, desde aquel momento que estudiaba semiconductores, hasta ahora, experimentado cambios radicales. ¿Cómo es el 'nuevo mundo'?
R.– ¡Tampoco ha sido un cambio tan radical! Como yo llevo muchos años en tecnología, he vivido todo tipo de cambios. Desde hace años, la IA está en la computer vision o en los coches autónomos. Aquí en San Francisco se conducen solos. ¡Eso era el futuro! La tecnología es fascinante porque siempre está en constante evolución. Cuando empecé, nuestro trabajo era imaginar cómo serían las cosas; cómo las nuevas tecnologias crean casos de usuario o resuelven problemas de una forma mas eficaz y sencilla. Desde entonces, ha habido varias olas de nueva tecnología que siempre han hecho evolucionar las cosas. Primero, con la llegada de internet y los ordenadores personales; ese fue el primer gran cambio. Segundo, la telefonía móvil, con los ordenadores en tu bolsillo. Tercero, la nube, que cambió la forma de comercializar las aplicaciones. Y, en cuarto lugar, la llegada del metaverso y la Inteligencia Artificial. Esta ola, eso sí, va más deprisa y da más vértigo.
R.– ¿Cómo nos va a transformar la IA?
P.– Hay periodos de cambios y oportunidades en los que la gente se adapta a las nuevas realidades. Las empresas y las start-ups crean productos con nuevas tecnologías para solucionar problemas. La IA es una herramienta potente, útil, y no tengo duda de que va a transformar todas las industrias que conocemos. El nuevo paradigma tecnológico está cambiando los usos que la gente le da a la mensajería. Si preguntas a nuestros padres cómo trabajaban, o cómo lo hacíamos nosotros hace 10 años, todo ha cambiado. Como tecnologistas y responsables de producto nuestra labor es anticipar los cambios y crear productos que los usuarios quieran. Vivir y trabajar en Silicon Valley es como vivir y trabajar en el futuro. Somos quienes vemos el mañana en primera línea. Dónde se va a mover la pelota y qué es lo que a la gente le va a gustar. Las revoluciones tecnológicas y las disrupciones generan miedos e incertidumbres, pero la humanidad siempre encuentra su camino. Yo creo que la IA va a ayudarnos con nuestro retos del futuro, como el cambio climático.
El club de directivas STEM
Fernández Guajardo es, sobre todo, un referente para el sector STEM (siglas en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). "Siempre me he hecho la pregunta de cómo he llegado a donde estoy. Pero no hay un ingrediente para llegar a tener éxito. En mi caso ha sido trabajar mucho. Cuando empecé, mi familia me decía: '¿Ingeniería? ¿Vas a arreglar televisores?'. ¡Ese era el concepto de alguien que trabajaba en electrónica! También, siempre he tratado de ser una ávida lectora. Leer un libro a la semana. Nunca he estudiado tanto como después de acabar la carrera. La curiosidad es mi motor. Siempre quiero aprender y saber evaluar las oportunidades que se presentan. He firmado por puestos que me venían grandes, pero arriesgarse da sus logros. Hay que tomar riesgos y ser persistente".
Todo ese expertise y esos conocimientos los ha traducido en dos proyectos simultáneos y complementarios. Por un lado, ha creado un Club de Ejecutivas Españolas en Silicon Valley. "Comenzó en Francia con Silvia Arto y se expandió por otros lugares. Hablé con ella y decidí montar la sede en Silicon Valley entre mujeres que trabajamos en tecnología. Llevamos año y medio en esta comunidad, hacemos eventos una vez al mes para aprender entre nosotras, trabajar juntas e inspirarnos en grupos vinculados a España". Por otro lado, está su libro, Sail to Scale, que ha firmado junto a otras dos directivas de las big tech, Mona Sabet y Heather Jerrehian, y donde las tres expertas recogen hasta 18 errores a evitar cuando se monta una startup.
P.– ¿Qué se puede hacer para incentivar la presencia de más mujeres en las carreras STEM? ¿Considera que todavía sigue habiendo una desigualdad estructural?
R.– No quiero ser negativa, porque hemos progresado, pero aún falta mucho para que haya igualdad. Hay menos de un 30% de mujeres STEM, y en puestos de liderazgo sólo hay un 12%. Las desigualdades estructurales se están trabajando, pero llevo 25 años y muchos de los temas que se debaten hoy son los mismos que cuando empecé. No hay una solución simple. Todo comienza desde muy temprano, cuando a una niña le dicen lo que debe o no hacer con su futuro profesional. Hay que combatir el sesgo y normalizar a las mujeres de éxito en puestos relevantes. Por eso creé el club de mujeres ejecutivas de Silicon Valley, para mostrar esos ejemplos en España, para que las niñas lo vean y sepan que es posible.
P.– Parte del problema viene de la enseñanza. ¿Educamos bien en ciencias?
R.– Las materias que se enseñan en el colegio no están adaptadas para atraer. La forma que tenemos de enseñar es muy abstracta y teórica, y debería ser más práctica. En ingeniería... jamás entendí para qué estaba estudiando ingeniería hasta que llegué al último año de carrera y empezamos a construir cosas. Con los casos reales comprendí lo que era ser ingeniera. ¿Cuántas chicas no lo intentan porque no tuvieron la paciencia y la determinación que tuve yo? Además, luego hay un tercer problema, y es que hay muchos sesgos. Hace semanas se publicó un estudio que aseguraba que el 76% de las mujeres con alto rendimiento tenían observaciones negativas en su rendimiento, frente al 2% de los hombres. Se nos exige más. Y luego está lo que se conoce como leaky bucket, es decir, muchas veces las mujeres van abandonando por goteo porque hay un entorno hostil, sin crecimiento, sin políticas de conciliación laboral.
P.– ¿Existe una diferencia notable entre España y países como Estados Unidos?
R.– Hay una diferencia cultural muy diferente respecto a Silicon Valley. La gente aquí tiene esta mentalidad de tomar riesgos, de probar cosas, intentarlo, no hay miedo al failure, al fracaso, aquí los fracasos son parte del emprendimiento, llevan una medalla de honor; fallas y lo vuelves a intentar hasta hacerlo mejor. En España hay más estigma en fallar, en no hacerlo bien, en el qué dirán, y eso pone barreras en el intentarlo. Hay que intentarlo.
P.– En su libro, Sail to Scale, habla de los principales errores que cometen las personas a la hora de emprender. ¿Cuáles son?
R.– Hemos dividido el libro en varias fases. Primero está el launch, el lanzamiento, cuando lanzas una empresa, no funciona y debes corregir el rumbo. Después está el scale, cuando funciona pero debes hacerla grande. Y luego está el exit, que es venderla. El emprendimiento es una tarea que parece solitaria, que te fuerza a estar escrutinizado constantemente; los problemas parecen únicos, pero no lo son. Se pueden buscar muchas soluciones de antemano. ¿Cuáles son los principales errores? Por ejemplo, en la fase de lanzamiento, muchas start-ups no miran lo suficientemente a largo plazo sobre sus negocios, no tienen el equipo fundamental o las habilidades y conocimientos de un equipo fundador para llevar el negocio a buen puerto. O que el producto inicial es demasiado simple o demasiado complicado. Y, después, que muchos emprendedores se enamoran de su solución y el ego no les deja ver que quizás no está funcionando.