Era sábado 14 de septiembre. Julián Andrés Ortiz, su mujer, Érika Reina y la hija de ambos, Briana, se encuentran comiendo. De repente, la niña palidece. "Empezó a vomitar. No paraba de vomitar. Lo hizo al menos diez veces", cuenta Érika con una entereza solo explicable porque su dolor es parejo a la rabia que siente. La pequeña acabaría falleciendo cuatro días después, de manera incomprensible para este matrimonio. La llevaron a Urgencias el sábado y le dieron el alta. La llevaron a su pediatra el lunes y le dieron el alta. La volvieron a llevar a Urgencias el martes y la derivaron en ambulancia a urgencias del Hospital de Figueres, donde falleció. El Tribunal Superior de Cataluña ha abierto diligencias para investigar el fallecimiento de la menor.
La niña tenía tres años y llevaba tan solo unos días en el colegio cursando 1º de Primaria. Por eso, cuando se sucedieron aquellos vómitos del sábado, dice Érika que el médico de Urgencias del centro de salud de Roses (Girona) "ni la revisó. Dijo que era un virus, le dio una pastilla para que dejara de vomitar y me dijo que le diéramos suero para mantenerla hidratada".
Al día siguiente, el domingo 15, la niña amaneció "con una erupción en la barriga, que le picaba", y comenzó a tener fiebre. La mujer, explica, decidió no llevarla a Urgencias confiando en que era un virus que remitiría con el paso de las horas, pero sí decidió acudir a primera hora de la mañana del lunes a que la viera la pediatra de cabecera.
"Seguía presentando vómitos, tenía fiebre... estaba muy débil. La pediatra me dijo que era normal, que era un virus, que lo había cogido por estar escolarizada por primera vez, y que en el colegio los pillan. Que en diciembre sería peor. Ella sí la revisó, y le hicieron una prueba, ignoro de qué, que le dio negativa. Me dijo que la mantuviese hidratada con suero y me la llevé a casa".
El martes, Érika fallece. "Seguía muy mal y la llevé a Urgencias al centro de salud de Roses. Me dijeron que estaba deshidratada, le pusieron suero intravenoso y empezó a ir mejor. Pero eso ya fue en la ambulancia, porque la trasladaron a Urgencias del Hospital de Figueras".
El 'show'
La niña fue atendida en la sala de recuperación, "donde había una mesa, una silla y una camilla". Luego de unas horas, "la pediatra que la atendió estaba sentada, se levantó para mirarle los ojos y los oídos. Y luego había dos enfermeras, que le sacaron sangre y le pusieron otra vía para ponerle una medicación".
La niña le hablaba a su madre, que no se despegaba de ella. "'Mamá, no. Mamá, no', me decía. Nada más ponerle la medicación, la niña empezó a hincharse y a empeorar. Yo empecé a preguntar que qué le pasaba a la niña, que estaba inflamada, y me llegaron a decir que dejara el show, y que no me preocupara, que si la niña estaba mala era normal que estuviera alicaída".
"Entonces", rememora Érika, "le vi el pie, la pierna. Se le puso roja, luego morada, y muy dura. Lo dije en voz alta y me sacaron de allí. Sí vi que empezaron a buscar una sonda, mientras la atendían hasta cuatro médicos. Me hicieron un circo: entraban muchos sanitarios para mirar, y la pediatra llegó a salir para decirme que estaban atendiendo a mi hija". Pero de súbito, "nos llaman y nos dicen que está muerta. Entré para abrazarla y estaba tiesa y fría. Llevaba más tiempo muerta".
El TSJC informó la semana pasada, mediante un comunicado que los padres presentaron una denuncia tras lo ocurrido. La jueza acordó abrir diligencias y solicitar información clínica. El matrimonio subraya a EL ESPAÑOL que quieren saber las causas del fallecimiento de su hija, al entender que podría haber habido "una negligencia". También relatan que los informes que les ha facilitado el sistema sanitario "omiten la medicación que yo vi que le dieron. Dicen que no le pusieron nada".
La jueza de instrucción también ordenó que se le hiciese la autopsia a la pequeña, para determinar las causas del fallecimiento. Los resultados parciales se supieron ayer, el mismo día en el que Érika y Julián pudieron enterrar a su pequeña.