"Lady Paola era nuestra vida". "Nuestra hija era un ser verdaderamente grande". El colombiano Jairo Correa es el hombre que un año después, todavía habla con una mezcla de desolación y de rabia contenida porque la vida sin su querida Leidy Paola, solo le sabe a amargura: "Espero que metan en prisión a los dueños de las discotecas Teatre y Fonda Milagros porque son los culpables directos de 13 muertes. Hicieron caso omiso de las leyes, siguieron trabajando y fue una tragedia".
El dolor de Jairo es similar al que sienten los familiares de las 13 personas inocentes que murieron la madrugada del 1 de octubre, en el incendio de dos discotecas que operaban sin licencia en la zona de ocio de Atalayas. Sus familias se han concentrado hoy frente al Ayuntamiento de Murcia, para recordar que este martes se cumple el primer aniversario de la peor catástrofe en el sector de la noche española, desde que 43 personas murieron en 1990 en la Discoteca Flying de Zaragoza.
"Para mí, el día a día sin mi hija, es vivir apagado y triste". "Todos los días de mi vida son tristes porque ella era toda mi ilusión. Leidy Paola era la adoración de toda la familia, al ser la única chica frente a sus tres hermanos", tal y como subraya Jairo, sujetando una pancarta con la ayuda de uno de sus hijos, donde muestra una foto de Leidy Paola y de su novio, Kevin, también fallecido en el incendio. "Era la niña de la casa porque era una muñeca: una mujer verdaderamente hermosa por dentro y por fuera".
La pancarta que exhiben frente al Ayuntamiento, como los familiares de otras víctimas, contiene este mensaje: 'Sus vidas se apagaron por negligencia, pero su luz vive en nuestros corazones. Exigimos Justicia por ellos y por el futuro que les fue robado'. El pobre Jairo explica que vive atormentado por la "horrible" forma en la que murieron su hija y su yerno: "Todavía recuerdo sus últimas palabras. Eso se me grabó en el alma". Leidy Paola falleció con 27 años, al lado de su novio, Kevin, y antes de que el fuego calcinase su cuerpo le envió un desgarrador audio de despedida a su madre:
- Leidy Paola: Mami, la amo. Voy a morir. Mami, la amo.
Los familiares de los fallecidos aguardan a que se celebre la vista oral para que los dueños de las Discotecas Teatre y Fonda Milagros paguen por 13 homicidios imprudentes. Pero aún tendrán que esperar porque el Juzgado de Instrucción número 3 de Murcia ha acordado prorrogar durante seis meses la investigación judicial, para que un perito arquitecto elabore un informe técnico sobre las medidas de seguridad contra incendios y de evacuación que tenían las naves donde se produjo el siniestro.
También se ha designado al perito ingeniero que redactará un informe sobre la máquina de chispas usada en la fiesta 'We Are Remember', organizada por la Discoteca Teatre aquella trágica madrugada. A juicio de la Policía Nacional, esa máquina desencadenó el incendio que se extendió a la sala contigua de ambiente latino: la Fonda Milagros. De hecho, Jairo ha recordado que de lo investigado hasta ahora, los familiares de las víctimas tienen clara esa cuestión: "El fuego se inició en Teatre y se pasó a la Fonda Milagros por los conductos de ventilación".
Este martes 1 de octubre, el Consistorio murciano celebrará un homenaje, colocando una placa en recuerdo de los 13 fallecidos, sin embargo, algunos familiares de los difuntos han anunciado que no asistirán. "El Ayuntamiento de Murcia tiene que salir a decir que tiene la culpa", tal y como ha reclamado Jairo. "Desde el principio: el Ayuntamiento no hizo nada y nadie da la cara". Tales palabras se deben a que para los allegados de los difuntos, lo más sangrante de esta tragedia sigue siendo que ambas salas estaban funcionando, a pesar de que carecían de licencia de actividad.
Incluso contaban con una orden de cierre desde marzo de 2022, pero el Ayuntamiento de Murcia no la ejecutó y la instrucción judicial deberá aclarar los motivos de esa aparente dejación de funciones de la Administración local y sus consecuencias legales. De momento, EL ESPAÑOL ha podido saber que cuatro abogados de la acusación particular demandarán al Consistorio, por responsabilidad patrimonial, exigiéndole una fuerte indemnización que suma varios millones de euros.
Prueba de ello es que José Manuel Muñoz Ortín, letrado de Jairo y de otras dos familias, avanza que reclamará 2.826.143 euros. Por su parte, Pedro López Graña, abogado de otra familia afectada, pedirá 1.200.000 euros; Rosa Egea, letrada de una empleada de Fonda Milagros que murió durante el incendio, exigirá más de 900.000 euros. A esas cantidades resultantes de la suma de solo cinco familias, habría que sumar las que reclamen los abogados de otros damnificados, como Ainhoa Azpeitia... De modo que el montante final, en caso de condena, y a falta de determinar los daños morales o el lucro cesante, puede ocasionar un terremoto de más de 5 millones de euros para las arcas municipales de la capital del Segura.
"El Ayuntamiento no hizo cumplir la normativa. Tenían una orden de cierre definitivo porque ninguna de las dos discotecas cumplían con las medidas de seguridad, pero estuvieron abiertas ilegalmente", según ha denunciado Jairo Correa, en consonancia con lo que piensan el resto de familias que han secundado este lunes la concentración en La Glorieta -bajo presencia de la Policía Local-. "Lo que ninguno podemos entender es cómo esas discotecas estuvieron abiertas al público más de 2 años".
El letrado José Manuel Muñoz Ortín, encargado de la acusación particular de Jairo Correa, también ha incidido en esa cuestión durante la concentración: "De lo que se ha investigado hasta ahora han quedado claras dos cuestiones. La primera: el hipotético origen del incendio fue una máquina de chispas. Y la segunda conclusión: es el incumplimiento de las medidas de seguridad y que el Ayuntamiento tenía la obligación de que se cumplieran esas medidas". Pero cuando se desató el incendio falló la luz de emergencias, dejando a oscuras a la clientela; las salas carecían de detectores de humo; algunas puertas de emergencia estaban cerradas...
"El Ayuntamiento es tan responsable de lo sucedido como los propietarios de las discotecas porque no exigieron el cumplimiento de las medidas de seguridad y por eso estamos haciendo esta protesta", tal y como ha reflexionado el abogado José Manuel Muñoz Ortín. "La situación para las familias sigue siendo igual de dramática que hace un año".
Daba fe de esas palabras el colombiano Jairo Antonio Correa, de 59 años, y que hace tres décadas se marchó de Manizales, dejando atrás a sus cuatro hijos, tres niños y una niña, para que pudieran tener un futuro mejor al otro lado del charco. "España siempre ha sido un refugio y mi segundo hogar. Por eso, mi anhelo era traer a mis tres hijos y a mi hija a España porque sentía que aquí estarían protegidos y seguros porque Colombia es un país un poco violento".
Jairo se instaló en Caravaca de la Cruz y se deslomó trabajando en el campo, luego en la hostelería y finalmente, montó una tienda de electrónica como autónomo. Poco a poco se trajo a cada uno de sus hijos. "Me traje de Colombia a Leidy Paola y a su novio, Kevin, porque eran una pareja superfeliz". Los dos se adoraban y querían montar su propia familia. "Ella había terminado Bachiller en Manizales y estábamos en proceso de hacer los papeles porque quería estudiar una carrera universitaria: Psicología o Veterinaria. Le encantaban los animales: tenía tres perros".
"Kevin, era un chico autodidacta. Trabajaba en la construcción, pero quería montar una barbería y de momento, yo le había dejado un espacio en mi tienda para que pudiera trabajar de peluquero en su tiempo libre". Hace un lustro, Jairo logró el sueño de reunir a sus hijos entre Caravaca de la Cruz y Valencia, pero su gran sueño se convirtió en una pesadilla aquella maldita madrugada del 1 de octubre de 2023 que ya jalona una de las mayores tragedias en la historia de la Región de Murcia.
"A Leidy le gustaba ir de tiendas: era presumida", recuerda con nostalgia su padre. "El sábado se marchó a comprar ropa a Murcia, acompañada de su novio y de otra pareja de amigos ecuatorianos que también murió en el incendio: Jorge, trabajador de la construcción, y Rosa, empleada en una fábrica. Cenaron y luego fueron a la Fonda Milagros porque Jorge y Rosa ya habían estado allí, pero mi hija era la primera vez que iba a esa discoteca". Ni a ella ni a su novio les gustaba la vida nocturna".
- ¿Cuándo fue la última vez que vio a su hija antes de morir?
- Jairo Correa: Aquel sábado, yo estaba en mi casa. Estaba preparando una comida tradicional de Colombia: arroz paisa. Como ella vivía al lado con su novio, en la casa de su madre, me acerqué a llevarle un plato de arroz. Esa fue la última vez que la vi. Le di un abrazo y cincuenta besos porque yo no podía pasar un día sin ver a Leidy Paola. Al día siguiente, el domingo 1 de octubre por la mañana, fue cuando escuchamos el mensaje de despedida que le envió a su madre. Ahí empezó nuestra pesadilla, nuestra tristeza y lo que tenemos ahora: una vida triste.
- ¿Qué espera del juicio cuando se celebre?
- Espero que la Justicia sea Justicia para que se reconozcan todos los fallos que se produjeron porque a mi hija ya no me la devuelve nadie, pero al menos que esto sirva para que no se vuelva a repetir porque sabemos lo duro que es y no queremos que le suceda a otras familias.
El pasado 4 de febrero, Leidy Paola habría cumplido 28 años. "Mi sueño era tener a mis hijos aquí en España, para que pudieran caminar libremente. Les traje para protegerles. Pero a mi hija solo la disfruté los cinco primeros años de su vida y los cinco últimos", sentencia desolado Jairo. "Hasta hace poco, tenía guardadas las cenizas de mi hija en mi tienda, para sentirme acompañado, pero me las voy a llevar a Colombia a finales de año, para sembrar y abonar un árbol en el país en el que ella nació".