Christian Gálvez lleva casi tres décadas trabajando en televisión, pero pocos se acuerdan que sus primeras apariciones las hizo como actor realizando personajes episódicos en Médico de familia, La casa de los líos o Al salir de clase. Su buena labor hizo que se fijaran en él en 1999 para formar parte de Desesperado Club Social, programa de Antena 3. Allí sus compañeros (Kira Miró, Raúl Peña, Eduardo Aldán, Mónica Hoyos, Víctor Serrano, Esther Bizcarrondo y Marta Suárez) y él daban paso a las series que se emitían en el formato y también realizaban sketches interpretando personajes.
Su siguiente proyecto fue como reportero de Caiga quien caiga y, de ahí, a Pasapalabra, el programa que le otorgó la popularidad que actualmente conserva. Tras varios proyectos y un tiempo de inactividad, que ha aprovechado para ser padre, una de las ilusiones de su vida, Gálvez ha vuelto a ponerse al frente de un concurso, ¡Boom!, que se emite de lunes a viernes, a las 19:00 horas, en Cuatro.
El madrileño ha atendido a EL ESPAÑOL para hacer un repaso de su trayectoria personal y profesional, destacando su felicidad con el nacimiento de su hijo Luca, la ilusión por su nuevo proyecto televisivo y la estabilidad que ha encontrado en su relación con otra presentadora de Mediaset, Patricia Pardo, que está todas las mañanas en Telecinco en el programa Vamos a ver: "Formamos un gran equipo", reconoce Gálvez.
Sentado tranquilamente en una cafetería con su tablet, el presentador nos recibe con una sonrisa, como la que le ofrece cada tarde a sus concursantes y espectadores de ¡Boom!, para charlar sobre sus casi 30 años en televisión, ya que su primera incursión en el medio fue con 15 años en la mítica serie de Emilio Aragón, Médico de familia.
"Mis padres me apuntaron a una agencia de casting porque yo quería ser actor, hasta que me di cuenta de que era muy mal actor para serlo (risas). Vi que había gente en la profesión que respetaba la interpretación y se formaba mucho. En cambio, yo iba a pasar el rato, así que lo dejé para hacer otra cosa", recuerda.
Pregunta.- ¿Cómo recuerda su época escolar?
Respuesta.- Tengo la fortuna y la enorme suerte de mantener amistades de mis profesores de cuando iba al colegio. Por ejemplo con mi profesor del instituto de Literatura es uno de mis lectores beta de todos mis libros, me echa una mano. Mis profesores me recuerdan como un alumno hiperactivo, que sabía de las cosas y que solo me aplicaba cuando me interesa algo, cuando no, suspendía. Tenía cierto tipo de déficit de atención, si me daban Literatura de la Edad Media, lo flipaba, pero cuando llegamos a la Generación del 98, me distraía porque me daba igual.
P.- ¿Siempre soñó con ser actor o quería dedicarse a otra profesión?
R.- En el cole me lo pasé tan bien que inicié estudios de Magisterio, pero no lo llegué a terminar la carrera porque empecé a trabajar en televisión en Desesperado Club Social, que me ficharon de verme en las series en las que estuve de episódico. Siempre digo que es que hay trenes que pasan una vez en la vida y prefiero cogerlos porque te ofrecen un vagón. En cambio, hay trenes que pasan tantas veces como quieras pagar la matrícula de las asignaturas. No sabía cuánto tiempo iba a durar en la tele, pero sí sabía que podía retomar Magisterio o cualquier otra cosa en cualquier momento determinado que pudiese permitir una nueva matrícula. Escogí el tren, pero es que no me bajé nunca (risas). Cambié de trenes y de destinos, pero no me bajé de los trenes.
P.- Entre Desesperado Club Social y Caiga quien caiga, ¿qué hizo?
R.- Me puse a vender juguetes. Desesperado Club Social lo quitaron por una decisión gubernamental. De la noche a la mañana nos quedamos sin programa y eso que nos habían dado un Premio Ondas. Todos pensábamos que nos iban a llamar de muchos sitios, pero no lo hicieron, y como necesitaba ingresar un sueldo para mis gastos, me puse a trabajar en una juguetería. Allí estuve hasta que un día me levanté por la mañana y les dije que no quería estar allí, que quería dedicarme a comunicar y al entretenimiento. Es verdad que, en los pocos meses que había estado allí pasé de vendedor a responsable de tienda porque se me daba bien y la porque la gente me reconocía de la tele, era un poco el trabajo hecho (risas). Cuando se lo dije a mi responsable, me contestó: "Estabas tardando…".
P.- Y llega CQC...
R.- Fiché por ellos en diciembre de 2004. Me llamaron porque sabía hablar perfectamente inglés, tenía experiencia y desparpajo. Pasé los castings y me cogieron (en el plató estaban Manel Fuentes, Arturo Valls y Eduardo Aldán, mientras que Toni Garrido, Gonzo y Gálvez eran reporteros de calle). No era un trabajo fácil, ni te lo ponían fácil. Lo que pasa es que creo que en su momento éramos un equipo brillante, tanto delante como detrás de las cámaras. Yo estaba en ciernes, pero estaba con Gonzo o con Juanra y aprendí mucho. Siempre pensé que era un programa necesario que nunca debería desaparecer de parrilla. Bien es cierto que creó una escuela de reporterismo que se fue fotocopiando en diferentes formatos, y si ahora vuelve, siempre diré que era un formato muy divertido de ver, pero muy difícil de hacer. Ese programa fue la segunda mejor escuela de mi vida, porque la primera fue la academia de inglés de Móstoles que me pagaron mis padres cuando era pequeño, porque gracias a eso me cogieron en Caiga quien caiga.
P.- ¿Le gustaría estar en la mesa de Caiga quien caiga de presentador?
R.- No. Hoy en día vivo muy tranquilo con mi familia. Quizá en otro momento sí, pero es que no sé si soy un referente como para estar en la mesa de Caiga quien caiga. Creo que nunca me he caracterizado por ser un profesional televisivo que marque tendencia en cuanto a declaraciones, es decir, que no soy un opinador ni soy un generador de opinión. Me dedico al entretenimiento, ese es mi trabajo. Pero en algún momento sí que soñé con esa quimera, sí, ¿por qué no? Pero creo que a nivel mental y a nivel personal es innecesario. No quiero meterme en jardines donde no me llaman.
La etapa de Pasapalabra
El concurso de El Rosco fue el que hizo que Christian Gálvez saltara a la fama en todo el país, estando al frente de exitoso concurso, donde compartió plató con participantes históricos como Orestes Barbero, Rafa Castaño, Luis de Lama, David Leo, Paz Herrera, Lilit Manukyan y otros muchos que ganaron millones de euros en los 12 años que presentó Pasapalabra.
El madrileño es el presentador que más entregas del formato acumula en su historial con más de 3.000 (3.292), seguido por Silvia Jato (1.193) y Roberto Leal (ya ha superado las 1.100 y subiendo…). El final de Pasapalabra fue, en cierta medida, traumático para la cadena, el grupo de comunicación, el presentador y para los concursantes. Aunque siguieron con El Tirón, finalmente, fue cancelado.
P.- ¿Qué recuerdos tiene de Pasapalabra?
R.- Fue el momento en el que todo el mundo me conoció, un programa que cambió mi vida, me dio un nombre, una credibilidad, un trabajo estable… que yo era un tío que vestía de negro pegando gritos en la calle. La directiva de Mediaset arriesgó poniendo a alguien tan joven, pero con experiencia, al frente del programa, pero eran riesgos chulos que, por suerte, salió bien.
P.- ¿Cómo vivió el final del programa?
R.- Como un drama porque no tuvimos la oportunidad de despedirnos. La sentencia fue de un día para otro. Me quedé con las ganas de dar las gracias a todo el mundo y decir: "Lo hemos hecho lo que hemos podido, creo que bien. No sé si lo podríamos haber hecho mejor, pero gracias".
La paternidad y nuevo programa
Alta tensión, 25 palabras y Celebrity School (que todavía no se ha emitido) han sido los últimos formatos que han tenido al madrileño al frente. Durante un tiempo sin proyectos, en el que ha sido padre del pequeño Luca junto a Patricia Pardo, esta temporada ha estrenado un nuevo concurso, ¡Boom!, que fue adquirido por Mediaset tras su paso por Antena 3, sustituyendo a su amigo Juanra Bonet como maestro de ceremonias.
"Es un lujo presentar este programa, todo un clásico de la televisión que tiene todo lo que más me gusta de los concursos: diversión, tensión, emoción, retos, ilusiones, trabajo en equipo... Las grabaciones están siendo una experiencia intensa, emocionante y muy divertida. Aunque tengo que estar muy concentrado en su desarrollo, con los concursantes que estamos teniendo te lo pasas bien sí o sí. Además, estoy rodeado de un equipo de profesionales maravilloso, gente que disfruta al 100% de hacer televisión", señala.
Unos de los primeros concursantes han sido Los Rockcampers, el histórico equipo formado por Rubén Calvo, Héctor Miguel, Javi Miralles y Alfredo Mayo que, hace unos años, tras 67 entregas en el concurso cuando se emitía en Antena 3, se llevaron 2.326.500 euros de premio.
Gálvez tiene contrato de cadena con Mediaset, pero la incertidumbre de ver como otros compañeros acumulaban hasta tres programas a la vez y él lo veía desde el banquillo le agobió un poco, pero también ha agradecido ese tiempo parado para ver nacer a su hijo y criarlo los primeros meses, hasta que se ha visto envuelto en las grabaciones de las nuevas entregas de ¡Boom! en Cuatro.
P.- ¿Cuándo le dijeron que ‘salía del banquillo’ para ponerse al frente de ¡Boom!?
R.- Pues fui el último en enterarme (risas). Estaba la rumorología y tal, y es verdad que muchas veces, por los pasillos, te enteras de todo. Llevaba tiempo en casa, y eso me preocupaba, pero, de repente, llegó ¡Boom! y me hizo muchísima ilusión porque, primero, volvía a la tele con un concurso estupendo y, segundo, porque era el primer programa en el que Cristian Gálvez ejercía de presentador como padre. Eso es lo que más ilusión me hace. Entonces, independientemente de la longevidad que tenga el concurso, siempre será muy especial para mí.
P.- ¿Cómo se lleva esa época de estar en casa a pesar de tener contrato de cadena?
R.- Entre estar en el banquillo o en la grada y jugar en el campo, yo prefiero jugar, aunque no sea la posición habitual en la que suelo hacerlo, usando un símil futbolístico. Primero tienes la tranquilidad de que hay una confianza de la cadena porque tienes contrato, pero a mí nunca me había pasado el estar tanto tiempo así, aunque nos pasa a todos los profesionales. He visto a compañeros pasar por esos momentos de reposo porque les dicen que la línea editorial va por otro lado y que ya volverán… Afortunadamente a mí me ha pasado en el momento necesario que necesitaba en mi vida. Sí es verdad que está la incertidumbre y que el hecho de no saber cuál es la fecha exacta de tu regreso, pero a mí me coincidió en el último periodo del embarazo de mi mujer y el nacimiento de mi hijo. Entonces, la incertidumbre o la intranquilidad se vieron eclipsadas por la felicidad y por poder dedicarle tiempo a mi bebé. También tuve la oportunidad de terminar mi novela, Te he llamado por tu nombre, sobre Jesucristo. En Mediaset, desde siempre, me han respetado mucho.
P.- ¿La televisión es un medio en el que se puede conciliar?
R.- Claro, aunque nuestro caso es muy particular. Patricia y yo hemos vivido las dos situaciones. Ella trabaja por la mañana y yo, dependiendo de las grabaciones, coincidimos o lo hago por la tarde, pero nos compaginamos bien porque somos un equipazo. Es verdad que acabamos reventados y que no disponemos de mucho tiempo libre juntos, pero lo que tenemos lo sabemos saborear mucho. Entonces, al final, en nuestro caso, sí se puede conciliar en televisión.
P.- ¿Qué tal te estás sintiendo con la experiencia de la paternidad?
R.- Luca ya dice papá y mamá, pero lo que pasa es que cualquier cosa que haga, para mí es una primera vez. Todo es nuevo y todo es especial, tanto las cosas bonitas como las no tan bonitas (risas). Ser padre era el propósito de mi vida, lo tenía muy claro. Además, tengo mucha suerte porque está a mi lado a una persona con experiencia como madre, pero que también es su primera vez con un niño (Patricia Pardo tiene dos niñas). Somos padres primerizos al 50% (risas).
El duelo de la temporada
Es inevitable estar con un presentador o presentadora, sea de la cadena que sea, y no preguntarle del duelo televisivo de la temporada entre El Hormiguero y La Revuelta, Pablo Motos y David Broncano: "Creo que toda la competencia es sana", afirma Gálvez. "Es un gigante que compite contra otro gigante donde se están beneficiando los dos porque se hacen más grandes ambos programas. Es verdad que hay mucha bipolaridad en esa franja ahora mismo y eso parece un duelo de dos, pero en realidad no es un duelo de dos, es un duelo de muchos (están First Dates, El Intermedio, Cifras y Letras…), solo que hay dos, que en este caso son como el Real Madrid y el Barça de la televisión", añade el presentador. "Hay dos que compiten por la Champions, dos que compiten por la Europa League y hay gente que compite para no descender", continúa con el símil futbolístico.
Y es que el madrileño explica que lo que está pasando entre El Hormiguero y La Revuelta hace que ninguno de los dos se acomode para seguir intentando alcanzar la excelencia en cuanto a contenidos para cautivar a los espectadores.
P.- Hubo mucha polémica con los 14 millones de euros que cuesta al año La Revuelta.
R.- Es que la gente opina de todo. En la televisión hay presupuestos asignados, una cadena se lo puede gastar en 50 programas o en menos, pero si hay un presupuesto... Si hay un presupuesto público para una cadena, ella lo distribuye como le da la gana. Puede diversificar un 10% para diez programas o un 50% para uno solo, lo que no hacen es gastarse ese dinero en un programa cuando se podría usar para hacer carreteras, ese es otro presupuesto, no el de la televisión pública.
P.- De momento parece que han acertado...
R.- Había maestros de la televisión que les auguraban un 6 o un 8% de share, y mira. Nos hemos dado cuenta que en la tele no todo está decidido ni escrito, ni sabemos tanto de tele como creíamos, porque todavía este medio es capaz de sorprendernos para bien y para mal.