J. J. Benítez no tiene teléfono móvil ni redes sociales. Le dan miedo los ordenadores y las mujeres. No cree en la religión, en ninguna -sí en un "Padre Azul maravilloso, bueno y no castigador"-, ni en las instituciones. Motu proprio, no iría con el presidente del Gobierno ni a echar un mus. No vota, claro. Se perfila como un acratón que muerde lo que puede de la vida, esa aventura provisional que se nos da, según él, para “experimentar una serie de cosas que no podemos probar en el reino espiritual increíble e invisible del que procedemos”. De por aquí se queda con Barbate, con las mujeres y con los huevos fritos con patatas.

Su padre, un chófer de la Guardia Civil, siempre le pareció un hombre “más alto que Dios”, tierno y cariñoso. De su madre aprendió el dolor: “Como no tenía dinero para comprarme libros, le sisaba unos céntimos. Y un día lo descubrió y me dio una paliza que me dejó prácticamente desmayado en el suelo”. Para escapar de ella pasó media infancia agazapado en una despensa sin luz, con el cerrojo echado. La niñez a oscuras.

Quizá por eso ha vivido el resto de sus días persiguiendo resplandores. Tuvo su primer contacto con el fenómeno OVNI cuando ejercía como periodista, durante una cobertura en Peral de Arlanza, un pueblito de Burgos: “Allí había muchísima gente que había visto un objeto enorme en forma de gran cigarro puro, encima de la escuela. Y no había manera de encontrarle una explicación”. A partir de ahí, el flechazo. Y una colección interminable de polémicas.

En esta entrevista hablará de su último libro, La cara oculta de México (Ediciones Luciérnaga), y de sus conclusiones: seres no humanos han visitado el país azteca a lo largo de los siglos, y se han mezclado con las nativas. También del meteorito que dice que nos va a impactar en 2027, provocando miles de millones de muertos. O de las fuentes que le han asegurado que el coronavirus se fabricó en un laboratorio americano, con intención de destruir la economía europea.

Mira más Benítez hacia arriba que hacia los lados, pero ha encontrado el amor -y el amor es horizontal y terrestre- tres veces. La última, hace poco, tras perder a su mujer Blanca: “Tuve dos años largos de oscuridad. Y gracias a los cielos apareció mi mujer actual, Inma, y he recuperado un poco la estabilidad y cierta ilusión”. Desde el rincón andaluz que comparten, responde a estas preguntas.

P.– Concluye en su libro que gran parte de las figuras -en torno a 60.000 piezas- halladas en México a lo largo de sucesivas investigaciones fueron grabadas por seres no humanos, y que esos mismos seres han visitado México en numerosas ocasiones y han proporcionado a los nativos enseñanzas sobre agricultura, metalurgia, construcción de pirámides, domesticación de animales e, incluso, sacrificios humanos. ¿Es así?

R.– Sí, efectivamente. Son conclusiones teóricas a la vista de esas 60.000 piezas, figuritas de barro y lajas, que nos llevan a pensar eso. Primero, porque en las grabaciones no hay señales de herramientas y los relieves son de una enorme belleza y precisión; por tanto, no han sido realizados por seres humanos porque en las grabaciones de las piedras siempre quedan errores, marcas y señales de las herramientas. Por otro lado, las dataciones que se han hecho en Estados Unidos, en la Unión Soviética, España y Alemania reflejan que esas piedras grabadas tienen diferentes antigüedades. Las más antiguas tienen 8.000 años, otras tienen 3.000 años y otras son del siglo XVI, no corresponden a la tecnología humana y menos a la de hace 8.000 años. Así que lo único que puedo pensar es que son obra de seres no humanos, seres que aparecen en esas piedras, ellos y sus naves, mezclados con los nativos.

P.– Sí, porque también dice que se mezclaron con las nativas y mejoraron las razas humanas… Biológicamente, ¿cómo puede ser? ¿Cómo podrían hacer el amor los extraterrestres y los humanos?

R.– Bueno, eso ha ocurrido bastantes veces, no sólo en esas épocas remotas. En las investigaciones que yo estoy realizando desde hace ya 52 años me he encontrado con casos de relaciones sexuales entre humanoides y mujeres humanas. Eso no sería algo extraño. Otra cuestión es si la descendencia de esas relaciones es o no viable. Se supone que si estos seres no humanos tienen una constitución muy similar a la nuestra es muy posible que sean viables esos embarazos.

P. – ¿Y cree que pueden tener una constitución similar a la nuestra, órganos sexuales como los nuestros?

R.– Sí, en estas investigaciones que he hecho durante tantos años me he encontrado con más de mil testimonios de testigos que han visto a los tripulantes de esas naves no humanas y son de aspecto como nosotros (o nosotros como ellos, porque no sabemos si son más antiguos que nosotros): cabeza, extremidades superiores, extremidades inferiores prácticamente iguales a los seres humanos.

J. J. Benítez.

J. J. Benítez. EFE

P.– ¿Cómo lleva Juan José Benítez la polémica? Porque lleva décadas recibiendo críticas feroces por aseveraciones como esta…

R.– Ya a estas alturas no me preocupa demasiado. Al principio sí me peleaba con la gente porque veía que les faltaba información. Cuando investigas el fenómeno OVNI, o las piedras grabadas de México en este caso, te das cuenta de que la información es apabullante, y que cualquier persona que tenga ese mínimo de información no puede en absoluto dudar de la existencia de ese fenómeno extraterrestre o no humano.

P.– ¿Y mira las redes sociales, o se mantiene ajeno?

R.– Bueno, no tengo ni móvil. ¡Estoy hablando con el teléfono de mi señora esposa! Prácticamente no conozco las redes, no las utilizo y, además, no me interesan. Lo poco que conozco de Internet me parece un basurero.

P.– ¿Todo Internet se lo parece?

R.– Hombre, hay cosas buenas, pero en general la gente gris y mediocre se ha podido hacer un hueco con eso. Y hay cosas que son de juzgado de guardia.

P.– Y algo peor, como amenazas, ¿ha recibido?

R.– Sí, he tenido algunos problemas. He sido criticado duramente por sectores radicales de la iglesia católica. Cuando uno critica a la institución de la iglesia, comprendo que estoy atentando contra su negocio.

P.– ¿Y alguien se ha propasado en el intento de pararle los pies?

R.– Sí, he tenido algún problema grave.

P.– ¿Por parte de la iglesia o de otros círculos?

R.– Por parte de círculos militares.

P.– ¿Y cómo ha respondido? ¿Ha denunciado?

R.– No. Simplemente he sobrevivido, que no es poco.

P.– Manuel Carballal me dijo que hay un montón de fenómenos naturales, físicos o meteorológicos que explican los avistamientos, y que puede afirmar -tras una trayectoria profesional dedicada por completo a la ufología- que los extraterrestres no existen. ¿Lo conoce? ¿Qué opinión le merece?

R.– Carballal es un investigador muy veterano, pero yo no estoy de acuerdo con esa premisa. Yo llevo 52 años investigando el fenómeno OVNI, he interrogado a más de 26.000 testigos y te puedo asegurar que la mayor parte de los casos que consideramos auténticos no tienen explicación, salvo que apuntemos al fenómeno extraterrestre. Hay casos de confusión, error o engaño, pero el 90% de los casos que yo he investigado es fenómeno OVNI real.

P.– Ha dicho que en 2027 un meteorito provocará 1.200 millones de muertos en 48 horas, lo que a su vez generará tsunamis y una erupción volcánica en las Antípodas y el oscurecimiento del cielo en 7 años. No habría gobiernos, electricidad ni policías. Y 20 grados bajo cero.

R.– Sí, y repito que ojalá esté equivocado, ojalá sea un error.

P.– ¿Y cree que habría alguna manera de impedirlo?

R.– Sí, los militares podrían destrozarlo con el envío de misiles o armas nucleares, pero según los propios militares con los que he conversado a lo mejor no les interesa destrozar ese meteorito porque el que sobreviva se quedaría como el amo del mundo. Sé que es diabólico, pero es lo que me han transmitido.

P.– Claro, pero, de ser así, ellos no podrían elegir quién sobrevive. Podrían morir miembros muy cercanos de su familia…

R.– Les da igual.

P.– A mucha gente le daría miedo esta previsión. A otros, el fenómeno OVNI. ¿A qué tiene miedo J. J. Benítez?

R.– Bueno, yo os tengo miedo a las mujeres y a los ordenadores.

P.– ¿Por qué a las mujeres?

R.– A las mujeres porque sois muchísimo más inteligentes que nosotros, y a mí eso siempre me da miedo. Y a los ordenadores porque no hay forma de entenderlos.

P.– Bueno, un informático no estaría de acuerdo con eso. Y sin ser informático, mucha gente los maneja a la perfección.

R.– Lo entiendo, pero en mi caso es un suplicio.

P.– ¿Le da miedo la Inteligencia Artificial?

R.– Pues sí me da miedo porque el ser humano tiene la tendencia de siempre a manipular las cosas y a utilizarlas de forma negativa, y ese es el riesgo de las nuevas tecnologías y los descubrimientos, que se utilicen para el mal.

J. J. Benítez

J. J. Benítez EFE

P.– ¿Sus padres imagino que no viven ya, no, Juan José?

R.– No. Bueno, sí. Siguen vivos, pero en otro sitio.

P.– Su padre fue guardia civil, ¿no?

R.– Sí, fue chófer de la Guardia Civil durante muchísimos años. Tengo un recuerdo maravilloso de él, era un hombre más alto que Dios, tenía una dulzura y una capacidad de comprensión increíbles.

P.– ¿No fue muy estricto, trabajando como trabajaba para un cuerpo como la Guardia Civil?

R.– Era muy estricto y muy disciplinado, me enseñó el valor de la disciplina en el trabajo y la vida. Pero al mismo tiempo era una persona muy dulce y muy cariñosa.

P.– ¿Y su madre?

R.– Mi supuesta madre fue una persona que no estaba equilibrada mentalmente, y yo fui un niño maltratado. Cuando me mandaba los recados, como yo no tenía dinero para comprarme libros, le sisaba unos céntimos. Y un día lo descubrió, se quitó la zapatilla de goma y me dio una paliza que me dejó prácticamente desmayado en el suelo.

P.– Vaya. ¿Y se repitió?

R.– Se repitió a partir de ese momento. Yo tenía unos 6 años, y se repitió constantemente. En mi casa había una despensa con el techo inclinado, en la que guardábamos las patatas, el aceite… y allí había un cerrojo por dentro. Yo escapaba de esta señora encerrándome en esa despensa y echando el cerrojo. Y allí aguardaba en la oscuridad, que no había luz, hasta que llegaba mi padre. Cuando él aparecía, esta mujer ya no decía ni hacía nada.

P.– Se pasó entonces la infancia a oscuras. ¿Cómo se cura uno de eso?

R.– Pues es muy difícil, eso lo arrastras como un peso. Y hasta hoy. Pero te das cuenta de que hay gente para todo.

P.– ¿Ha ido a terapia alguna vez para curar esas heridas?

R.– No. Se han quedado en la estantería de la memoria. La propia vida te va curando.

P.– Lo del Periodismo ya sé que fue una mediación de un padre marista, ¿no? ¡Porque usted lo que quería era pintar!

R.– Sí, a mí lo que me gustaba y me gusta es dibujar y pintar. Y aprovecho en mis libros para deslizar algunos dibujos. Y en el colegio de los Maristas, en Pamplona, yo era el encargado de pintar los murales. Un día en el cuartito donde yo estaba dibujando uno de los murales apareció el profesor de Literatura y me dijo sin más: ‘¿Tú quieres ser periodista?’. Y sin dejar de pintar le pregunte qué era eso. Me respondió que contar la verdad, y me dijo que mi padre fuera a verlo. Fue, hablaron, nunca supe de qué, y mi padre buscó 5.000 pesetas prestadas y me matriculó en la Cámara de Comptos, en Pamplona, en la Escuela de Periodismo.

P.– Y aquello mucho chiste no le hacía, ¿o sí?

R.– Yo no sabía lo que estaba haciendo allí, ni lo que era el Periodismo. Pero con el tiempo fui descubriéndolo, me hice periodista profesional en La Verdad de Murcia, en El Heraldo de Aragón y en La Gaceta del Norte de Bilbao. Y gracias al periodismo entré en contacto con el misterio de los ovnis. En el año 72 aterricé en el País Vasco, y un redactor jefe me pasó un teletipo y me dijo que mirara a ver qué era eso. El teletipo decía que un objeto no identificado se había visto en un pueblito de Burgos. Agarré al fotógrafo y fuimos. El pueblo era Peral de Arlanza, y allí había muchísima gente que había visto un objeto enorme en forma de gran cigarro puro, encima de la escuela. Y no había manera de encontrarle una explicación. Ahí empecé por curiosidad personal a interesarme por el tema.

P.– Fue un flechazo.

R.– Exacto. Ya me encargué del tema en el periódico, y empecé a investigar por mi cuenta.

P.– A partir de ahí desarrolló su dilatada trayectoria profesional. Otro de los personajes que ha investigado ha sido Jesús de Nazaret. ¿Cuál es su opinión sobre su origen?

R.– Jesús de Nazaret cuando se encarna en la Tierra nace en Belén, y por lo que yo he podido investigar lo que no es cierto es que su concepción fuera obra del Espíritu Santo. Jesús de Nazaret nació como cualquier ser humano, María y José estaban casados y tenían relaciones sexuales, y Jesús fue concebido de esa manera. De hecho, si hubiera sido concebido por obra de no se sabe quién, el Espíritu Santo o quien fuera, la genética dice que hubiera sido niña, porque cuando es obra de varón la genética presenta siempre XY, y cuando es niña es XX. Si hubiera sido como dice la Iglesia hubiera sido XX. Otra cuestión es que cuando cumple 31 años él recupera la divinidad por un proceso muy difícil de entender. Para mí él es un hombre Dios.

P.– ¿Y usted cree en su mensaje, en que era el hijo de Dios?

R.– Bueno, al recuperar la divinidad lo que hace es trasladarle a la gente por qué ha venido aquí. Ha venido para revelar al Padre Azul, él hace una serie de milagros y prodigios impresionantes que sólo podría hacerlos teniendo una naturaleza divina.

P.– ¿Entonces sí cree en Dios?

R.– Sí, claro. Yo pienso que hay un Padre Azul maravilloso, bueno, y no castigador. Eso es otro invento de la religión. De hecho publiqué el año pasado Las guerras de Yahvé, un libro en el que vengo a demostrar que Yahvé no era Dios, al menos no ese dios en el que yo creo.

P.– ¿Cree en alguna institución J J Benítez?

R.– Bueno, en algunas sí creo. No en muchas, la verdad. La mentira y la corrupción están extendidas por todas partes. Desde luego en lo que no creo es en la Iglesia Católica ni en ninguna religión, creo que todas las religiones, incluido el Budismo, son inventos humanos. Jesús nunca fundó ninguna iglesia ni se le pasó por la cabeza.

P.– ¿Y en el Gobierno cree?

R.– No. En ninguno (ríe).

P.– ¿Vota?

R.– No, nunca voto. Voté en el 78 con el tema de la supuesta democracia y, a partir de ahí, me desengañé tanto del ganado político que dije que nunca más. Los políticos son mediocres, mentirosos, ladrones y cobardes.

P.– ¿Se reuniría con el actual presidente?

R.– Ni para jugar al mus.

R.– Si le hiciera un llamado a Moncloa, porque quisiera hablar sobre alguna de sus investigaciones, ¿no aceptaría?

R.– Iría por educación, trato de ser educado. Pero no tengo ningún interés en ningún político, no sólo en el señor Sánchez, sino en ninguno.

P.– ¿No cree en la democracia?

R.– Yo pienso que la democracia es propia de pueblos primitivos, fíjate que en el cielo no hay democracia. Tenemos los que nos merecemos, generalmente. Tenemos ahora mismo tres guerras en marcha, esto no va bien.

P.– Pero ¿qué alternativa tenemos? Si no hay democracia, hay dictadura.

R.– La única posibilidad es pasar al otro lado y vivir verdaderamente felices en ese otro lugar.

P.– ¿Dejar esta existencia?

R.– Exacto. Aquí en la Tierra no vamos a encontrar nunca la felicidad. Jamás.

J. J. Benítez.

J. J. Benítez. EFE

P.– ¿No ha conseguido ser feliz aquí? Ha conocido el amor hasta en tres ocasiones. ¿Eso no le ha hecho feliz?

R.– Yo soy moderadamente feliz. Ser absolutamente feliz, permanentemente feliz es algo que conseguiremos después de la muerte. Aquí es imposible porque nuestro cuerpo y nuestra mente no están preparados para recibir la felicidad permanente. Sería como recibir oxígeno de forma continuada, moriríamos en cuestión de minutos.

P.– Ha contado que el episodio más terrible de su vida fue perder a Blanca, su segunda mujer.

R.– Sí, tuve dos años largos de oscuridad, el duelo lógico que debe pasar toda persona que pierde a alguien. Y gracias a los cielos apareció mi mujer actual, Inma, y he recuperado un poco la estabilidad y cierta ilusión.

P.– ¿Y qué le ayudó a ese túnel tan largo? ¿Tampoco en esta ocasión recurrió a terapia, a amigos…?

R.– No. Estuve solo, totalmente desamparado, muy triste, muy hundido en la miseria. Me salvó un poco el trabajo, seguí escribiendo, pero en unas condiciones muy lamentables. Creo que fue una experiencia que yo tenía que pasar, que pasamos la mayor parte de los seres humanos. Y ahora estoy en otra etapa.

P.– ¿Cree en los psicólogos?

R.– No, creo poco en los psicólogos y menos en los psiquiatras.

P.– Los psiquiatras son médicos.

R.– Son médicos, pero tratar de conocer la conducta humana es muy complicado.

P.– Bueno, ahí está la ciencia. Somos impredecibles hasta cierto punto, pero también tenemos estructuras cerebrales comunes.

R.– Sí, lo que pasa es que la mente humana son palabras mayores. Es muy difícil conocer todavía cómo funciona la mente. Hay muchas discusiones aún sobre si existe o no la conciencia. Es un terreno muy pantanoso.

P.– Quería preguntarle por otra afirmación suya. Dijo que el coronavirus lo fabricaron y extendieron los norteamericanos para hundir la economía europea. ¿Cuál fue su fuente?

R.– Sí, recibí una información hace ya tiempo donde se especificaba dónde y cómo lo fabricaban el coronavirus y cómo lo sembraron en una serie de lugares, empezando por China, y cuáles eran los objetivos. Hablaban de que la misión fundamental de esta pandemia era hundir la economía de Europa y, vaya, lo consiguieron. La fuente fundamental es una sargento del ejército americano que trabajaba en esos laboratorios.

P.– También perjudicó a la economía estadounidense.

R.– Sí, pero fíjate que el coronavirus apareció muy poquito en Estados Unidos. Ellos lo tienen todo perfectamente calculado. En esa información se decía que llevaban 12 años trabajando en la fabricación de ese coronavirus. No es la primera vez, ¿eh? No nos acordamos ya de las vacas locas, la gripe aviar, el SIDA… Toda una serie de epidemias y problemas que también han sido fabricados en laboratorio.

P.– Los científicos han determinado que el origen del coronavirus es zoonótico (transmitido a los humanos desde otras especies animales) y que los primeros pacientes confirmados se detectaron en Wuhan.

R.– Bueno, también dijeron que el SIDA lo habían transmitido los monos en África, y se sabe que fue otra de las bases norteamericanas la que lo fabricó, y de allí trasladado a África. Pero no es un problema natural, y fíjate que han muerto más de 30 millones de personas.

P.– ¿Qué es lo que cree que tenemos después de esta vida?

R.– Creo que sería interesantísimo que la gente pensara que la vida es una aventura, y que venimos a la Tierra a experimentar una serie de cosas que no podemos experimentar en el lugar del que procedemos, en ese reino espiritual increíble e invisible del que procedemos. Aquí venimos a experimentar el tiempo, el dolor, la angustia, la alegría, etc.

P.– ¿Y qué es lo que más le gusta de esta experiencia provisional?

R.– A mí me gusta Barbate, por supuesto, y me gusta el vino y me gustan las mujeres.

P.– ¿Y su comida favorita cuál es?

R.– Huevos fritos con patatas.

P.– ¡Así de sencilla!

R.– Bueno, también me gustan las magras con tomate.