Ana había comenzado las clases en la autoescuela para sacarse el carné de conducir y se iba a matricular en un centro de formación de Orihuela porque quería montar una peluquería. Tenía 18 años, muchos sueños y podía haberse dedicado a lo que quisiera, como estudiar Magisterio o desarrollar su talento con la pintura, tal y como refleja la carta a título póstumo que le dedicó un profesor del Instituto Pedro Antonio Ruiz Riquelme de Abanilla. Pero un conductor borracho, llamado Elías, atropelló mortalmente a Ana, junto a su novio y sus dos amigas, provocando una herida a su familia que todavía sigue abierta.
De hecho, la Audiencia Provincial ha ordenado repetir el juicio por su atropello, ocurrido la lejana madrugada del 13 de septiembre de 2015, cuando este grupo de adolescentes regresaba a casa, tras salir de marcha a la disco móvil desplegada en un descampado de la pedanía abanillera de Mahoya, con motivo de las Fiestas de la Santa Cruz.
"Han pasado ya nueve años y necesitamos descansar emocionalmente, sintiendo que se hace Justicia por la muerte de Ana", según reflexionan al unísono, Ana Luisa Marco, madre de la difunta adolescente, y Blas Marco, su padrino, mostrando a EL ESPAÑOL varios álbumes con fotos de Ana Rodríguez Marco: una chica "inteligente", "madura", y "carismática", aficionada a machacarse en el gimnasio, con la bici o jugando al fútbol, y que era conocida en Abanilla porque le arreglaba el pelo a sus amigas y sus vecinas cuando tenían una boda, un bautizo...
"¿Cuántos errores habrá en la sentencia para anularla?", se pregunta indignado Blas. La Audiencia Provincial -en un fallo poco habitual- ha declarado la "nulidad" de la condena dictada por el Juzgado de lo Penal número 1 de Murcia, que establece 2 años y 5 meses de cárcel para Elías Cutillas, por un homicidio imprudente, tres delitos de lesiones, omisión del deber de socorro y conducción etílica.
"Esa sentencia condenaba en costas a una madre a la que atropellaron mortalmente a su hija, es decir, tenía que pagar los abogados al conductor que la mató", tal y como recalca Blas muy dolido. "Hemos conseguido un gol a última hora, al recurrir esta condena porque estábamos hundidos con su contenido: solo el delito de homicidio imprudente ya está castigado con penas de hasta 4 años".
Luis Miguel Cartagena, abogado de la familia de Ana, junto con el letrado Ignacio Galín, explica la consecuencia práctica de esta decisión de la Audiencia Provincial: "En su día, el juez de lo Penal no practicó la mayoría de testimonios y pruebas propuestas. Tan solo se valió de la declaración del conductor acusado que había reconocido los hechos y le aplicó atenuantes como el retraso en la instrucción, para rebajarle la condena de cárcel. Fue algo increíble".
A raíz de este fallo de la Audiencia, en 2025 se repetirá el juicio por el atropello mortal de Ana, cuando regresaba a casa de las Fiestas de la Santa Cruz, junto a su novio, Ismael, de 20 años, y sus amigas, Laura, de 18 años, y María, de 17. "La Audiencia ha estimado íntegramente nuestro recurso, así que se repite el juicio entero, excepto el interrogatorio al conductor", según prosigue detallando el abogado.
- ¿Piensa recusar al juez para que no sea el mismo cuando el caso vuelva al Juzgado de lo Penal número 1 de Murcia?
- Luis Miguel Cartagena: Lo que queremos es que se aumente la condena al conductor para que entre en prisión porque hubo una chica fallecida y tres heridos graves. Nos planteamos ejercer otras acciones, respecto a la imparcialidad del juez, por lo sucedido en el juicio. Estamos valorando recusarlo por su actuación en aquella vista oral.
A lo largo de la investigación se produjo un fallo de bulto que afectaba a una cuestión clave del caso: aclarar por dónde iba andando la pandilla de jóvenes, antes de ser arrollada por la espalda, por el Seat Ibiza que conducía Elías. El atropello se produjo en una zona sin acera de la RM-412, por la que iban Ana, su chico, Ismael, y sus amigas, tras marcharse de las Fiestas de Mahoya. Un atestado de la Guardia Civil reflejó que ellos invadían la carretera, pero un informe posterior del Grupo de Investigación y Análisis de Tráfico demostró que los cuatro adolescentes caminaban por dentro del arcén y en fila -dos por delante y dos por detrás-.
"Era la última noche de las Fiestas de Mahoya", tal y como recuerda Ana. "Mi hija había estado en las carrozas y no tenía ganas de salir. Estaba cenando en casa cuando una amiga la llamó para salir. Ella me dijo que me arreglase y que me subiera con ella, pero le contesté que dónde iba yo con sus amigas. Me acuerdo de sus últimas palabras: 'Mamá, me voy a dar una vuelta y mañana bajamos al cementerio a limpiar la sepultura de papá'".
Por desgracia, Ana Rodríguez Marco no regresó a casa porque terminó enterrada con solo 18 años, en el mismo cementerio que su padre, tras ser atropellada por un conductor ebrio que se dio a la fuga. A las 6.30 de la madrugada de aquel domingo 13 de septiembre de 2015, la carretera RM-412 se convirtió en una pista de bolos: Elías primero arrolló por la espalda a Luisa y María, una salió disparada a un bancal y otra terminó sobre el quitamiedos de la carretera que atraviesa el río Chícamo. A continuación, arrastró a Ana por el asfalto y a su novio, Ismael, lo lanzó al desagüe de la cuneta. La escena era dantesca.
"Ana solo tenía 11 años cuando mi marido murió, pero me ayudó mucho cuando me quedé viuda: era una zagala muy buena y responsable para la edad a la que perdió a su padre", recalca con orgullo Ana Luisa, enseñando fotos de su difunta hija, siempre risueña y dispuesta a teñirse el pelo de un color más atrevido que el anterior. "Mi vida está apagada sin ella. Parecíamos hermanas porque nos lo contábamos todo y siempre estábamos juntas. Mi hija era lo único que me quedaba y ahora mi vida es muy dura. Estoy viviendo porque tengo que vivir".
La terrible afirmación de Ana Luisa, para la que sus 55 años pesan como una condena, provoca lágrimas en los ojos de su hermano, Blas, un agricultor que habla como un abogado tras casi una década de batalla judicial: "Lo único que queremos es que se aplique el Código Penal con imparcialidad". "Ese juez no admitió a trámite el testimonio de las personas que auxiliaron a mi sobrina ni del guardia de seguridad de la disco móvil".
- ¿Parece dolido con la vista oral celebrada en el Juzgado de lo Penal número 1 de Murcia?
- Blas Marco: El día del juicio, el 27 de abril de 2022, no pudimos entrar a la sala. Tan solo entró el conductor acusado del atropello, acompañado de sus padres. La vista se celebró a puerta cerrada sin que pudiésemos ver cómo el conductor reconocía los hechos. Después, el juez nos llamó a mi hermana y a mí, para intentar convencernos de firmar una sentencia de conformidad y nos amenazó con condenarnos en costas si no lo hacíamos. Luego lo cumplió.
También rebajó la indemnización a 103.000 euros por no llegar a una conformidad. Aún nos quedan nueve meses para que se repita el juicio en junio de 2025, pero estamos contando los días porque hemos padecido un gran desgaste psicológico. Nos han hecho sufrir mucho.
- ¿Qué pruebas se practicarán en el juicio que podrían elevar la condena del conductor?
- En el primer juicio no pudieron testificar las tres personas que llegaron en coche tras el atropello y auxiliaron a Ana y a sus amigas. Tampoco se escuchó al guardia de seguridad que estaba en la disco móvil de las Fiestas de Mahoya y que antes del atropello de mi sobrina, vio al conductor apoyado en otro coche porque tenía un coma etílico.
Después del atropello, el conductor huyó y solo se entregó a la Policía Local porque se lo dijeron sus padres. En el test de alcoholemia dio 0,51, pero una prueba forense detectó más alcohol y tampoco se admitió a trámite en el juicio. El abogado del conductor decía que Ana, su novio y sus amigas, iban borrachos, caminando por medio de la carretera. Pero eso también ha quedado demostrado que no es verdad.
La instrucción judicial de este atropello mortal estuvo paralizada desde diciembre de 2019 hasta febrero de 2021: un retraso sonrojante solo de partida. Después, la sentencia no llegó hasta el 23 de mayo de 2022, y el recurso se ha resuelto el 19 de junio de 2024. El proceso se demora nueve años en los que el conductor sigue en libertad hasta que no se concrete su condena en la nueva vista oral prevista en 2025. De forma que Ana tiene que soportar ver a Elías por Abanilla: un pueblo de apenas 6.300 vecinos.
A veces, se lo encuentra sentado en la terraza de un pub que está a unos metros de su casa o lo ve por los desfiles de las Fiestas de Moros y Cristianos de Abanilla. Un año tras otro, Elías sigue con su vida, como si nada, mientras Ana Luisa acude al cementerio a ver la lápida de su querida niña, aguardando una condena que haga ingresar en prisión a este conductor para que reflexione sobre sus actos.
Esta antigua jornalera agrícola, de 56 años, solo ha subido dos veces a la carretera donde le arrebataron la vida a su hija. La primera, el pasado 12 de septiembre, un día antes del noveno aniversario de la muerte de Ana, para retirar el chaleco reflectante que algún desalmado colocó sobre el quitamiedos, junto a la foto de la adolescente y los ramos de flores, culpándola de haber ido por el arcén sin ese elemento de seguridad, a pesar de que la clave de esta tragedia es que Elías la atropelló borracho.
La segunda vez que Ana Luisa ha subido a la carretera RM-412 que atraviesa el puente sobre del río Chícamo, se ha producido este jueves 10 de octubre, para mostrar a EL ESPAÑOL el lugar exacto donde su chiquilla agonizó sobre el asfalto. "A mí me tocó subir a reconocer el cuerpo de Ana y contarle la noticia a mi hermana", recalca Blas, apoyado en el quitamiedos. "Tras enterrar a Ana, los padres del conductor vinieron a pedirnos disculpas, acompañados de su hijo, Elías, pero les dije que nosotros íbamos a buscar Justicia".
- ¿Qué recuerda de aquel domingo 13 de septiembre?
- Blas Marco: Mi sobrino, José, llegó gritando a mi casa sobre las ocho de la mañana: '¡Tío, tío, la nena! La han atropellado en el puente del río Chícamo'. Cuando llegué, el cuerpo de Ana estaba tapado con una sábana y su cabeza sobre la línea del arcén. Yo me puse a preguntar a gritos que quién había hecho eso. Un médico me cogió contra la ambulancia y me dijeron que no lo sabían porque el conductor se había dado a la fuga. Sentí rabia, ira...
A Ismael, el novio de Ana, se lo llevaron con la cabeza abierta y nos dijeron que no se salvaría. Al final, le pusieron placas de titanio en el cráneo. Ismael sobrevivió, pero no ha vuelto a ser el mismo. Menudo desastre hizo ese conductor. Podría haber matado a los cuatro críos.
Ana, de 18 años, su novio, Ismael, de 20 años, y sus amigas, Laura, de 18 años, y María, de 17 años, solo estaban recorriendo a pie los 3 kilómetros que separaban el casco urbano de Abanilla, del aparcamiento del Restaurante El Peque de Mahoya, donde estaba la disco móvil de las Fiestas de la Santa Cruz. Pero en su camino se cruzó Elías Cutillas, de 22 años, al volante de un Seat Ibiza y en estado de embriaguez. En la actualidad, tiene 31 años, y por el pueblo, los lugareños cuentan que durante las idas y venidas de esta causa ha protagonizado otro accidente de tráfico.
"Ana e Ismael llevaban un par de años como novios formales: los dos eran huérfanos de padre", subraya Blas. "Nosotros no queremos meter a nadie en la cárcel, son sus delitos los que le llevarán a la cárcel". "Mi padre decía que el que cobra una deuda, descansa, pero el que paga su deuda, también descansa". Las palabras de este agricultor, curtido a base de trabajar de sol a sol con su tractor, denotan la desesperación de una familia que necesita pasar página del proceso judicial por la muerte de Ana. "Por el amor de Dios lo pido, necesitamos descansar".
- ¿Qué espera de la repetición del juicio por el atropello mortal de su hija?
- Ana Luisa: Quiero que hagan Justicia o que se haga la Justicia divina de Dios. De la cárcel se acaba saliendo, pero mi hija, Ana, nunca saldrá de donde está enterrada.