Sobre Sean Combs, también conocido como Puff Daddy o simplemente Diddy, se han vertido ríos de tinta y colecciones de leyendas escabrosas, como que bajo su mansión había túneles que conectaban con la casa de Michael Jackson o que decenas de estrellas del mundo del cine y la música, como Leonardo DiCaprio o Beyoncé, estaban relacionados con una supuesta lista de cómplices de sus tropelías. Si bien estas teorías de la conspiración y bulos en torno a lo que ocurría en sus inquietantes freak off parties han proliferado estas últimas semanas se han demostrado inverosímiles, no es menos cierto que el tornasol de acusaciones reales que pesan sobre el rapero y productor musical son para despertar escalofríos.
A Sean Combs lo han denunciado 130 personas en los últimos 10 meses. Por abuso sexual. Por agresión sexual. Algunas de las presuntas víctimas alegan que lo hizo cuando aún eran menores. Diddy ahora se sienta en un calabozo de Manhattan a la espera de juicio. Está acusado de tráfico sexual, de asociación ilícita, de transporte para ejercer la prostitución. Ni su patrimonio de mil millones de dólares ni sus fuertes vínculos con los poderes de la jet set lo han librado de pisar la cárcel. Su caso ya evoca al de Harvey Weinstein o al de Jeffrey Epstein, y hay quien no ha tardado en tildar el 'expediente del mal de Diddy' como el Me Too de la industria musical.
Aunque otros nombres resuenan más en el imaginario colectivo, el de Sean Combs es uno de los más prestigiosos de la industria musical. Es 3 veces ganador de un Emmy y ha impulsado las carreras de personalidades como Justin Bieber o Usher, a quienes aconsejó y guió en sus primeros pasos y durante la producción de sus primeros álbumes. Durante los años 90 y 2000 Diddy produjo, a través de su compañía Bad Boy Records, a raperos como The Notorious B.I.G. (Biggie Smalls), Faith Evans y Mase, gracias a cuyo éxito amasó su ingente fortuna milmillonaria.
Diddy llegó a tener tanto poder que se convirtió en una suerte de enfant terrible de la industria musical. Llegó a ser tan poderoso e influyente que era capaz de congregar en sus famosas 'Fiestas Blancas' a personalidades y súper estrellas como Demi Moore, Ashton Kutcher, Denzel Washington, Naomi Campbell, Paris Hilton, Jay Z, Jennifer López, Oprah Winfrey, Leonardo DiCaprio o Lewis Hamilton, entre tantos otros. Todos querían ir a sus celebraciones en sus mansiones de Beverly Hills y los Hamptons. Unos encuentros marcados por el lujo y la ostentosidad en los que todos debían ir vestidos de blanco.
Sin embargo, en diciembre de 2023 todo se torció. Su expareja, Casandra Ventura, Cassie, con quien llevaba 13 años de noviazgo, lo denunció por haberle pegado varias palizas, por violarla, por forzarla a participar en numerosas orgías sin que ella quisiera, so pena de acabar con su carrera en caso de no acceder. Había pruebas visuales. Un vídeo publicado por la CNN mostraba al productor musical el 5 de marzo de 2016 con una toalla enrollada en la cintura, corriendo detrás de Ventura en un pasillo del Hotel InterContinental del distrito Century City, en Florida.
En las imágenes, de extrema dureza, se lo ve golpeando el rostro y pateando en el suelo a la mujer indefensa. Ventura interpuso la denuncia, pero la retiró en menos de 24 horas tras llegar a un acuerdo con Sean Combs. La polémica, no obstante, estaba servida, y eso abrió a otras muchas mujeres, e incluso a hombres, a interponer sus propias denuncias contra Diddy.
Cientos de denuncias
Tras la denuncia de Cassie llegó la de Joi Dickerson-Neal, en noviembre de 2023, una asistente de producción que había colaborado con Diddy en el vídeo musical Straight From The Soul de las artistas Finesse & Synquis. Dickerson-Neal aseguró que Combs la violó y la grabó en 1991, cuando ella tenía 19 años, y que luego la amenazó con utilizar esa cinta pornográfica para hundir su carrera. Otra mujer, Liza Gardner, aseguró que Diddy abusó de ella entre 1990 y 1991 durante una fiesta en las oficinas de la discográfica MCA Records. Una cuarta demandante –en este caso anónima– acusó al productor y a dos de sus socios de violarla en grupo en 2003, cuando tenía 17 años.
En mayo de 2024 se interponen una quinta y una sexta denuncia: las responsables son Crystal McKinney, que aseguraba que en 2003 él le obligó a practicarle sexo oral tras drogarla en su estudio, y April Mapros, una estudiante de moda que dijo haber sido agredida en una fiesta en Nueva York. Pero quizás la denuncia más mediática fue la de Adria English, exactriz porno, quien trabajó en una de las Fiestas Blancas organizadas en los Hamptons, concretamente en 2004.
English aseguró que en esos encuentros con famosos Diddy la obligaba a beber alcohol, consumir drogas, como éxtasis, y ofrecérsela como esclava o juguete a algunos de los asistentes para satisfacer sus fantasías sexuales. "Era un peón sexual", dijo en la denuncia. En sus declaraciones confesó haber visto en aquellas fiestas a personalidades muy reconocidas como Donald Trump, Diana Ross o incluso el reverendo Al Sharpton.
Semanas después, un hombre, Derrick Lee Cardello-Smith, de 51 años, acusa a Combs de abusar de él en una fiesta en 1997. Hace sólo unos días, una cantante llamada Dawn Richard, vocalista del grupo Danity Kane, acusó al rapero de abusos sexuales y amenazas. El martes otra mujer señaló al magnate de drogarla y violarla en 2001 en su estudio de grabación de Manhattan, y que su vídeo fue mostrado a otras personas.
Tras el estallido de casos, el despacho de abogados que representa a las víctima asegura haber recibido miles de denuncias –hasta 3.200– en las que muchas personas, la mayoría mujeres, han señalado comportamientos parecidos. Por el momento, sólo a 120 de ellas se les ha dado credibilidad y se están tramitando de forma conjunta. Entre estas 120 nuevas demandas, se encuentran 25 casos de víctimas que, presuntamente, fueron víctimas de los comportamientos sexuales malsanos de Diddy cuando eran menores de edad.
"El mayor secreto de la industria de la música, que no era ningún secreto, ha sido desvelado al mundo", aseguró el abogado de las víctimas Tony Buzbee. "Se ha roto el muro de silencio y las víctimas están dando un paso adelante". Y ha advertido de que el reguero de artistas señalados podría crecer en los próximos meses: "Las demandas hablarán por sí solas. Todo el mundo está esperando saber qué otras celebridades estuvieron involucradas, quién va a ser nombrado y quién va a ser sacado a la luz", aseguró.
En el auto de acusación, por lo pronto, se señala que Diddy "abusó, amenazó y coercionó a mujeres y a otras persoans a su alrededor para cumplir sus deseos sexuales", para lo que confió en "empleados, fuentes y en la influencia de su imperio", creando una "empresa criminal en la que sus miembros y socios se dedicaron al tráfico sexual, a los trabajos forzados, al secuestro, al robo y a la obstrucción de la justicia". Todo ello desembocó en "gratificaciones sexuales, incluyendo la explotación de mujeres y el uso de trabajadores sexuales".
"Este abuso era, a veces, verbal, emocional, físico y sexual. Como parte de sus patrones de abuso, Combs manipulaba a las mujeres para hacerlas participar en actos preparados de actividad sexual con trabajadores masculinos. Combs y otros, actuando en esta misma dirección, preparaban que las mujeres y los trabajadores sexuales volaran a las ubicaciones de Combs. Él se aseguraba la participación de mujeres, entre otras cosas, obteniendo y distribuyéndoles narcóticos, controlando sus carreras, obteniendo ventaja de su control financiero hacia ellas y amenazando con cortar el mismo usando la intimidación y la violencia".