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Al igual que le ocurrió a la máquina de escribir con el ordenador, al correo ordinario con el email, o a la aguja y el dedal con la máquina de coser; el coche tradicional (el Peugeot, Ford y Kia de toda la vida) tiene un nuevo competidor que amenaza directamente su supervivencia: el coche chino.

En los primeros 8 meses del año se vendieron un total de 671.551 coches en España, de los cuales un 3,88% eran de origen chino, con MG, Omoda y BYD a la cabeza. Las tres marcas, además cubren tres nichos de mercado diferentes: utilitarios baratos, gama media espaciosa y alta gama centrada en el 100% eléctrico, respectivamente.

Los periódicos, revistas, canales de Youtube, ‘reviews’ en blogs… han visto su oportunidad con los coches chinos y es difícil no encontrar un experto que haya realizado una prueba de conducción y te cuente cómo de bueno o malo es el vehículo. Pero al igual que seguir una receta elaborada por un chef con estrella, la opinión que cuenta al final es la de ese ‘hombre corriente’ que experimenta de primera mano el producto, y en el caso de BYD, lo encontramos encarnado en el marbellí Rafael Sánchez.

En el mes de septiembre Rafael decidió jubilar su Ford Mondeo diesel que, tras más de una década de leal servicio, estaba llegando al final de su vida: “Un turbodiesel de toda la vida. Pero como tengo una pequeña empresa, por tema de imagen, quería sustituirlo por uno de nueva energía”.

Hay tres opciones a la hora de embarcarse en la compra de un nuevo coche. La primera es apostar por lo seguro: si el que vamos a sustituir nos ha salido muy bien, podemos ‘pasar de todo’ y comprar la misma marca. La segunda es no mirar nada e ir a por el coche de nuestros sueños: “Quiero un Jaguar y voy a tener un Jaguar, y me da igual si es muy caro para este motor o si su equipamiento parece sacado de 1998”. Por último, está la opción que siguió Rafael, la investigación: “Empecé a mirar y, como todo el mundo, en lo primero que pensé fue en Tesla. Estuve pensando también en el MG HS, pero en el mercado no había nada que, por un precio similar, se acercara a las prestaciones que tenía el BYD”.

Llegados a este punto, el gigante automovilístico chino estaba a la cabeza, pero Rafael no se quedó ahí: “Al ponerme a leer acerca de Tesla, vi que ellos montan, al menos en sus modelos más básicos, baterías de otras marcas, entre las que se encuentran las de BYD o Panasonic”. En este momento, los prejuicios de Rafael (compartidos por gran parte del resto del mundo) empezaron a desaparecer: “Siempre hemos tenido la impresión de que los coches chinos eran de muy mala calidad, o muy baratos, pero luego resulta que tienen la mejor tecnología en baterías. Por poner un ejemplo, el Mercedes-Benz EQS, un coche de 120.000 € que monta baterías chinas porque son las mejores”.

Pero cuando unos prejuicios desaparecen, otros se presentan: “Mientras investigaba para hacer la mejor compra posible, me dio la impresión de que la industria europea se había quedado un poco atrás en lo que a electrificación se refiere”.

Rafael posa con su nuevo coche chino. Cedida

BYD, con mucha diferencia, es la marca automovilística que más coches eléctricos vende en el mundo. Los datos son claros: en 2023, vendió 3.024.417 a los que hay que sumarle las ventas del BYD Seal U DM-i, su híbrido enchufable, que es la versión que tiene Rafael.

Definitivamente, la elección estaba hecha. Eso significaba que había llegado la hora de elegir el modelo: “En un primer momento, me gustaba la idea de un 100% eléctrico, pero por rango de precios se me iba un poco. Pensaba en el ATTO 3. Lo tenía casi cerrado. El problema era que, aunque para un uso diario era perfecto, para los viajes se quedaba corto porque la batería no carga muy rápido”. El híbrido que acabó siendo la elección final tenía lo mejor de los dos mundos, así como un precio más que competitivo: “Contando con el plan MOVES III, se me quedaba en unos 28.000 € con una batería de 18,3 kWh. En un primer momento, sin contar los incentivos, planes y exenciones fiscales, yo pagué 34.940 €”. Un SUV, muy bien equipado, por este precio está muy bien. Para hacerse una idea, “el SEAT Arona de mi mujer, con un motor 1.0 de gasolina, fueron 26.000 €. Al final, por ese precio, no hay nada que se le parezca”.

A esto hay que sumarle que no se trata de un pequeño productor, sino que es una gran marca: “Dentro de las chinas, BYD es la más grande, lo que me da cierta confianza a la hora de evitar problemas”, explica Rafael.

¿Cómo es el día a día?

Hay varios aspectos clave: el primero es rendimiento de los motores, dado que nadie quiere que le cueste adelantar a un camión en una autovía. Por otro lado, lo útil que resulta un coche en ciudad. También hay que tener en cuenta el equipamiento y, por último (aunque no menos importante), la comodidad del automóvil.

Estrenar coche es uno de los grandes placeres de la vida, y Rafael no es una excepción en esto: “Lo primero que hice fue recorrer los 60 kilómetros que hay desde el concesionario de BYD hasta Marbella y llevar a mi familia a cenar por el centro de la ciudad, para probar el modo 100% eléctrico”.

Dada la necesidad que tienen muchos marbellíes de recorrer la A-7 (o la AP-7 si no les importan los peajes), la comodidad del vehículo es completamente esencial. Pero esto supone un problema, pues la dureza de la suspensión es un asunto delicado: poca, y el coche puede parecer poco controlable, incluso ‘inseguro’; demasiado dura, y el viaje puede convertirse en una tortura. El BYD, parece haber alcanzado el punto justo, aunque no para todos los gustos: “Una de las ‘reviews’ que miré decía que la suspensión era demasiado blanda. Yo no lo veo así, al menos al ir a velocidades normales de 120 - 130 km/h. Es muy cómodo”.

La información disponible puede no ser 100% veraz, como ha descubierto Rafael, sobre todo en cuestiones de seguridad: “Tienes que tener mucho cuidado a la hora de buscar por internet, porque no sé si son malintencionadas o simplemente ignorantes, pero hay muchas afirmaciones que no se corresponden con la realidad. Por ejemplo, vi varias críticas que me metieron el miedo de que los coches eléctricos ardieran, pero al buscar datos oficiales vi que, en comparación con los de combustión, tienen un riesgo mucho menor”. Esto supone otro punto fuerte para Rafael, pues “otra de las razones por las que elegí BYD es porque utilizan baterías litio-ferrofosfato (LFP), mucho más seguras”.

El rendimiento está siendo del gusto de su nuevo dueño: “Tiene una batería espectacular. De los 1.000 km que le he hecho, en modo híbrido, habrán sido solo 80. Lo usamos casi todos los días en modo 100% eléctrico para ir al trabajo (casi 25 kilómetros) y acaba por la noche, siempre, con más del 50% de batería”.

Rafael conduce su BYD. Cedida

Buenas impresiones

Rafael tiene un hijo de 2 años y, como toda familia con niños pequeños, dependen del tamaño de su coche. En carretera, ningún problema, pero en las pequeñas calles del centro de Marbella es otra historia: “El coche va bien tanto en carretera como en ciudad. Es cierto que muy familiar y cómodo, tal vez demasiado grande para calles estrechas o para aparcar”.

A esto hay que sumarle que, como explica Rafael, a pesar de su inmenso tamaño, la colocación de las baterías en el suelo del maletero, así como el inmenso espacio en los asientos traseros, hace que “la capacidad del maletero sea más pequeña de lo que sería normal para otro coche, sobre todo de ese tamaño”. Esto se debe a que en China, el lujo no se mide por la cantidad de caballos de potencia, o por las prestaciones, o el consumo, o el equipamiento… sino que lo que vale de verdad es el espacio en las plazas traseras. Tanto es así que gigantes automovilísticos como Mercedes-Benz, BMW o Audi venden versiones especiales de sus berlinas en el mercado chino con una separación entre los ejes mucho mayor para permitir el aumento de ese espacio. En Europa, en cambio, no está tan clara su utilidad.

BYD, al igual que los otros gigantes chinos, se está haciendo un hueco muy importante en el mercado automovilístico europeo, tanto que, de seguir así, pasarán de ese 3,88% a ser la opción mayoritaria. Podría parecer que esto es negativo, pero la realidad es que la competencia, lo único que puede conseguir, es que los que ya estaban se pongan a su nivel.