Loli telefoneó a su padre, Antonio Quesada, a las ocho y media de la tarde del 6 de marzo de 2012, como hacía a diario para saber cómo tenía su nivel de azúcar y para confirmar que se había tomado la medicación por su trasplante de riñón. Pero aquel día no escuchó la voz del cabeza de familia al otro lado del teléfono. Tampoco pudo localizar a su madre: Ana María Artiles. Por aquel entonces, Loli tenía 49 años, en la actualidad, suma ya 61 primaveras, y todavía sigue esperando a que la Justicia resuelva la muerte violenta de sus padres.
"Ellos no tenían problemas con nadie. No fue una cosa normal su desaparición", tal y como reflexiona Loli Quesada, limpiadora de profesión. "Que sus cuerpos no apareciesen en cinco años y medio fue algo hecho a conciencia".
Prueba de ello es que los cadáveres de este matrimonio de Las Palmas fueron localizados un 20 de agosto de 2017, en el Barranco de Las Vacas, por una perra de caza llamada 'Canaria', que le llevó a su amo, Carlos Díaz, los huesos de los cuerpos en descomposición de Antonio Quesada, de 76 años, y de su esposa, Ana María Artiles, de 74 años. "Para nosotros fue una liberación cuando encontraron los cuerpos de mis padres porque la gente que desaparece en la isla, no la encuentran nunca", admite Loli Quesada.
- ¿Cómo vivió durante un lustro sin tener respuestas a la desaparición de sus padres?
- Se vive de una forma extraña. Había días en los que me ponía a llorar; me aislaba; me sentía perdida; no sabía cómo vivir la vida... Creo que hacía las cosas por inercia porque mi mente estaba perdida. Por muchas vueltas que le dábamos a lo sucedido, mis cuatro hermanos y yo: no lo podíamos entender. La Policía Nacional nos contaba poco por el secreto de sumario y el juez nos decía que esto iba para largo. La verdad es que sentimos mucho desamparo.
De hecho, el Juzgado de Instrucción número 7 de Las Palmas de Gran Canaria llegó a decretar el archivo de la causa el 20 de junio de 2023, pero la lucha sin cuartel de los cinco hijos del matrimonio asesinado, de la mano de la letrada Patricia Catalina López, ha logrado que la Audiencia Provincial reabra el caso.
Este miércoles se celebrará una comparecencia y la abogada avanza que volverá a solicitar que declare en sede judicial, el entonces subdirector de la sucursal del Santander donde los ancianos asesinados tenían sus cuentas bancarias con sus ahorros. "Pediré que declare el banquero para solicitar medidas cautelares al juez, como su ingreso provisional en la cárcel o que se le retire el pasaporte, para evitar que se fugue", tal y como advierte Patricia Catalina López. "Esta persona se podría enfrentar a una petición de prisión permanente revisable porque las dos víctimas mortales eran personas vulnerables".
El banquero en cuestión se llama Rogelio S. T. y fue el único investigado por el doble crimen de los ancianos, cuando se archivó una causa que la letrada lamenta que ha estado marcada por "numerosos errores".
- ¿Por qué afirma que hubo errores en la investigación de la muerte violenta de Antonio Quesada y Ana María Artiles?
- Patricia Catalina López: La Policía Nacional realizó una inspección ocular del vehículo del entonces subdirector de la sucursal del Santander en 2018, a pesar de que en 2012 se encontraron grabaciones de cámaras de seguridad del banco y de comercios donde se veía al matrimonio con el banquero, justo el día que desaparecieron.
En las imágenes, aparecen Antonio y Ana María, caminando por la calle, por detrás del banquero que va disimulando como si fuera hablando por teléfono, pero en ese momento venían de mantener una reunión con él dentro del banco, por la tarde, cuando la sucursal estaba cerrada al público. ¿Cómo es posible que se tardase seis años en inspeccionar el coche y el domicilio de la última persona que estuvo con los fallecidos?
Además, la geolocalización del móvil del banquero recoge que inicia un trayecto desde la sucursal hasta los alrededores de la antena de la montaña de Agüimes que da cobertura al Barranco de Las Vacas. En ese lugar, aparecieron enterrados Antonio y Ana María. No cabía la menor duda de que aquel día, Rogelio estaba a muchos kilómetros de su domicilio y de su lugar de trabajo, pero durante la instrucción judicial se dijo que aquello era una zona habitual de paso. ¿Cómo es posible eso?
La letrada anuncia que también solicitará que se cite a declarar a los miembros del Grupo de Homicidios que asumieron tanto la investigación de la desaparición del matrimonio como su asesinato, después de que localizasen sus cadáveres en un barranco inhóspito.
"Mis padres se merecen que la verdad salga a la luz", subraya Loli, a la vista de que el secreto de sumario sobre el doble crimen se mantuvo durante cuatro largos años. Incluso a día de hoy, la abogada de los cinco hijos de Antonio y Ana María subraya que aún no ha accedido a dos de los catorce tomos que componen una causa kilométrica.
- Loli, ¿cuál es esa verdad?
- Mis padres desaparecieron en marzo de 2012 y en diciembre de ese año, una compañera de trabajo de Rogelio en el Santander, me contó que le habían despedido como subdirector por estafar. Ahí empecé a sospechar de Rogelio. Mi hermana, Miriam, me dijo que Rogelio tenía algo que ver con lo que le había pasado a nuestros padres.
La cantidad que les estafó fueron 78.400 euros, por lo que he leído en el sumario. En 2009, Rogelio le propuso a mi padre invertir en un producto financiero que en realidad no existía, incluso le hizo una simulación de los beneficios que obtendría. Cada cierto tiempo, mi padre recibía un ingreso de 420 euros, por los intereses de ese fondo de inversión que le había recomendado el subdirector de la sucursal.
A partir de enero de 2012, no recibía nada y mi padre quería ver a Rogelio para que le explicase lo que estaba ocurriendo. El subdirector quedó con mis padres el 6 de marzo de 2012, pero los citó por la tarde porque él decía que la gente mayor le generaba colas dentro del banco.
Aquel día, a las 18.11 horas, las cámaras de vigilancia de la sucursal del Banco Santander de la calle Callao número 2 de Las Palmas, captaron la llegada de Antonio, de 76 años, y de Ana María, de 74 años, para reunirse con Rogelio S. T.: el subdirector. A las 18:32 horas, se ve a los ancianos salir de la entidad junto al citado responsable. A partir de ahí, nada se supo de un matrimonio de gente sencilla y trabajadora que había ahorrado dinero gracias al esfuerzo de Antonio, un autónomo que dedicó su vida a comercializar plátanos, el producto estrella de la isla, mientras que su esposa, Ana María, se ocupaba de criar a cuatro hijas y a un hijo con discapacidad.
"Mis padres eran buenas personas", insiste apenada Loli. El matrimonio residía en el Barrio de Guanarteme "a cuatro o cinco calles" de la sucursal que el Santander tenía en la mencionada calle Callao. Allí, Antonio y Ana María decidieron que depositarían los ahorros de toda una vida, para disfrutar de una merecida jubilación.
- ¿Qué relación mantenía su padre con Rogelio: el subdirector de esa sucursal bancaria?
- Loli Quesada: Un amigo de mi padre con el que solía jugar a las cartas, le recomendó que fuera a esa sucursal, pero mi padre no era amigo de Rogelio. La cuenta en el Santander se la hizo en el año 2000 o 2001. Yo también tenía cuenta allí y hablaba con Rogelio porque era el subdirector. Me parecía una persona agradable, atenta y servicial. Cuando tenía un problema hablaba con él. Pero antes, yo creía que un subdirector de un banco no te engañaba, y mucho menos, te mataba.
- ¿Cuando sus padres desaparecieron cómo se comportaba el subdirector de la sucursal con ustedes?
- Al día siguiente de la desaparición, una de mis hermanas llamó al banco y Rogelio le dijo que no había visto a mis padres desde hacía una semana. A mí y a mis hermanas, nos llegó a preguntar cómo iba la investigación policial, así, tan normal.
Es evidente que mintió. En primer lugar, por el contenido de las cámaras de seguridad que grabaron a Rogelio manteniendo una reunión con los ancianos a puerta cerrada, horas antes de su desaparición. En segundo lugar, por el posicionamiento de su móvil en el Barranco de Las Vacas. Pero es que en el auto de la Audiencia Provincial donde se insta a la reapertura del caso, se exponen más pruebas que apuntalan el móvil económico en el doble crimen de los ancianos y señalan como supuesto autor al banquero despedido por el Santander:
La propia entidad bancaria para la que trabajaba le denegó un crédito de 1.500 euros por su difícil situación económica; existen reclamaciones de otros usuarios por actuaciones presuntamente irregulares de Rogelio S. T., incluso encontraron en su ordenador la foto de unos zapatos ortopédicos de la talla 36, idénticos a los que usaba la difunta ana María Artiles, pero el banquero afirmó que eran para su madre.
- ¿Qué espera de esta nueva oportunidad judicial?
- Loli Quesada: Esperamos que se celebre un juicio para que se esclarezca todo.